Volveré

INKTOBER NARUTO #1


Palabra: Pescado

Personajes: Jiraiya y Tsunade.

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Los destellos brotaron del limite del liquido salino, dejando entrever como con lentitud iluminaba lo que lograba alcanzar. El cantar de las aves atravesando el basto cielo que se habría a la distancia y descendiendo en busca de su alimento matutino.

El agua salpicaba al hacer contacto con la madera del muelle, estaba picado el océano, aunque el cielo se encontraba en totalidad despejado. Ni una sola nube en el cielo. Eso resultaba perfecto para cualquier pescador, ya que propiciaba a una buena adquisición de peces para poder venderlos a los dueños de las tiendas que abastecían a todo el pueblo costero.

Jiraiya introdujo la cubeta de carnada en su bote, junto con su red de ala de mariposa, un par de botana y agua. Ya que el ser uno de los pescadores que distribuía más, requería una inversión grande de su tiempo y de paciencia.

Para esperar el tiempo que sea requerido. Y él era verdaderamente bueno en eso.

Una vez dentro del barco deshizo el nudo que ataba el vehículo de madera y con ayuda de su remo comenzó a deslizarse rápidamente por la ferocidad del mar, adentrándose al océano sin mirar atrás. Por que tenía que alcanzar el sitio antes que los mejores pescados fueran tomados.

Aunque ciertamente esa no era su prioridad y estaba bastante consciente de eso.

Una vez cercano a unas rocas salientes en las cuales había aprendido que se agrupaban una diversidad de peces de considerable tamaño por la protección que las rocas les daban, había convertido ese sitio en el ideal para pescar. Solo en temporada de veda solía moverse, pero no demasiado lejos, por que él necesitaba estar cerca de esas rocas.

El mar indomable seguía moviendo con desenfreno, introdujo su red en el mar sacando gran abundancia de pescados y introduciéndolos en un cubo que había llevado con él. Realizó la misma acción tres veces más llevandose un jugoso botín y de forma abrupta guardó la red en el barco, sacó un libro de un pequeño baúl que tenía y con toda la tranquilidad del mundo se hundió entre las letras. Esperando.

Esperandola.

Volteó la hoja para pasar al siguiente capitulo y fue ahí que lo escuchó. El mar quedó en completo silencio. Se había calmado, ni un solo sonido podía escucharse, como si todo se hubiese detenido. Apartó los ojos sutilmente de entre las letras, bajando el libro y la vio. Su músculo cardiaco reaccionó como la primera vez, tan salvaje como el mar que hace unos segundos estaba presente.

Su cabellera rubia destellando más que el sol mismo y aquellos ojos castaños que destellaban con los rayos del sol de tal forma que parecían estarse derritiendo.

Jiraiya dejó salir el aire que se había atorado en sus pulmones, que no sabía que había estado reteniendo. Sonrió de forma burlona, sintiendo sus manos sudar, pero no por el agua que expulsan los peces.

―Llegas tarde. ― Dejó su libro a un costado y se acercó ligeramente.

Tsunade se apoyó en la orilla del bote moviéndolo ligeramente y sonrió de forma seductora. En ese momento el pescador sintió su corazón detenerse. Su belleza lo abrumaba terriblemente, pasase el tiempo que fuese.

―Recuerda que tenemos diferentes percepciones del tiempo. ― Su voz melodiosa acarició sus orificios auditivos y su corazón brincó en respuesta.

Se cercó a la orilla intentando mantener la calma y tomó una de sus manos entre las suyas. Con su otra mano, temblaba ligeramente, tocó ligeramente su rostro. Frio y mojado. Su mano se enredo en su cabello tan suave como la brisa del mar.

Dejó entrar aire a sus pulmones, sintiendo que podía respirar por primera vez desde hace años. Exactamente hace tres años. Tres malditos años eternos había esperado para volver a ver su rostro tan inmaculado como siempre y esa sonrisa que derretía cualquier iceberg. Pero nada igual a su voz, melodiosa, un susurro que se metía a tu cabeza y de la cual no podrías escapar nada.

Y esta vez su añoranza lo había estado atormentando con desespero. Por que todo con Tsunade era incierto.

La primera vez que la encontró fue un golpe de suerte. Angustiado por que los peces no caían con tanta afluencia como siempre, se internó aún más en el mar, ya que una crisis sacudía con desespero al pueblo. A lo lejos vio aquellas rocas en medio de la nada y al acercarse la vio. Sentada en la más baja, observándolo de forma penetrante. Una sonrisa surcó sus labios cuando lo visualizó más de cerca y una melodía envolvente desapareció el espacio entre ellos. Su propio cuerpo, en ese entonces de un adolescente, reaccionó por completo. Se acerco con desesperación al sitio, aunque su cabeza gritaba por largarse de ahí, por que lo que sus ojos veían no podía ser cierto.

Una sirena.

El cabello rubio siendo arrullado por el viento y aquel rostro que parecía haber sido tallado por los mismísimos ángeles. Su torso escultural y envidado por las simples mortales. En ese momento y al estar a una distancia nula de ella, el joven Jiraiya lo supo. No existía una mujer que caminara en la tierra que tuviera tal belleza.

Aquella mujer extendió su mano con decisión en sus ojos, mientras seguía susurrando aquella melodiosa canción.

Jiraiya entendió, al ver mover su cuerpo sin poder controlarse, que estaba perdido. Y que debía hacer algo antes de perderse en la nada en el océano. Por que todos sabían que no podías tomar la mano de una sirena y vivis para contarlo.

―Ven...― Dejó salir de forma eclipsante.

―Debe ser lamentable ser tú, ahogando marinos desesperados por tu belleza, y no poder ver más allá.

La mujer retrocedió su mano ante esas palabras, como si hubiese sido agredida físicamente y frunció su inmaculado rostro.

― Serás imbécil ― Habló de forma menos melodiosa, pero conservando ese poder eclipsante que lograba seducir a cada marino que la escuchase. ― ¿Qué más debería ver o que podrías ofrecerme tú?

El pescador que soñaba con ser escrito sonrió divertido, dejando salir una sonora carcajada, ya que había logrado que una sirena bajara la guardia.

―Puedo ofrecerte un mundo más allá del tuyo.

La sirena consideró aquellas palabras por unos minutos, recordando sus anhelos de hacer algo más que ahogar marinos sucios y mezquinos hasta las profundidades del mar, para que fuesen la botana de otros seres. Por lo cual al volverlo a mirar y con la esperanza en su rostro solamente alcanzó a decir una simple palabra.

―Muéstrame.

Y ahí estaban, siendo unidos por el mar mismo una vez más. Por que Tsunade acudía a ese lugar cada determinado tiempo y de forma incierta. Podría ser cada semana, una vez al mes o podrían pasar años para volver a ver ese rostro que no envejecía por el tiempo trascurrido. Y aunque Jiraiya no había sido arrastrado a los confines del mar como otros marinos, había tenido otro tipo de castigo.

La edad avanzaba en su rostro sin piedad, su cabellera blanca y larga podría sumarle más edad aunque solamente tenía treinta años. Pero la vida de un pescador era dura. Por eso no entendía como una criatura tan perfecta siguiera acudiendo hacía él.

Siempre él le contaba aventuras, alguna cosa del mundo terrestre, fascinándola con cada uno de sus relatos, aunque cuando se despedían, cuando el ocaso se ocultase, ella siempre le prometía que volvería, pronto. Al inicio el pensó que disfrutaría de su compañía con frecuencia, pero con el pasar de los días, de los meses, Jiraiya aprendió, a duras penas, lo que significaba esperar por algo que anhelas más que nada.

Porque tenerla lejos dolía cual puñaladas el alma y por lo cual, hace tiempo decidió esperarla, en el mismo sitio, cada día del resto de su vida, con el sentimiento incierto de cuando volvería a él. Aunque su corazón brincaba con fuerza y desenfreno cada vez, por que sabía que ella realmente acudía a él por que lo necesitaba tanto como él a ella. Y eso era un placebo para su alma.

Él le contó sobre el nuevo libro que había escrito y las maravillas que se extendían fuera del pueblo, relatando sus juegos de azares y como las mujeres lo buscaban por su envidiable éxito, cosa que solía exagerar en demasía. Y en alguno de esos momentos él ya estaba susurrándole en los labios, hasta que se unieron de forma natural, adaptándose el uno al otro y disfrutando de ese elixir prohibido.

Por que Tsunade era prohibida para él, pero a Jiraiya no podría importarle menos.

Una vez que se separaron el observó su larga cola verde azulada, le seguía abrumando como reaccionaba a las luces del cielo, centellando y creando el efecto tornasol, tan esplendido y único.

― ¿A cuantos marinos has ahogado en este tiempo, te has entretenido?

Ella sonrió divertida ante tal pregunta directa.

―Me he mantenido bastante ocupada.

Su trabajo era guiar a las almas que estaban destinadas a morir en el mar hacia el otro mundo, y lo hacían de la forma más satisfactoria. Arrullando a la propia alma, que aceptaba su destino sin poder hacer nada al respecto. Pero Jiraiya se había salvado aquella ocasión, lo cual agradecía por que le dio más tiempo de estar con ella.

El astro luminoso comenzó a descender cuando la sirena degustaba un par de aquellas cosas que Jiraiya solía llamar: frituras. Las había descubierto lo que le pareció hace poco y cuando no estaban juntos, además de la compañía de él, extrañaba esos sabores. Era algo que no podías encontrar en el mar. Y en todo el basto océano ella no había encontrado a ningún marino como él. Y al ver su descaro, arrogancia y confianza, Tsunade en algún punto sentía la necesidad de volver a él, su cuerpo lo exigía. Y el hecho de irse ahora la martirizaba.

Jiraiya puso el mismo rostro cada que veía el sol perderse entre el mar, la decepción y duda de cuando volvería a contemplar a Tsunade. No era suficiente. Cada vez quemaba con más fuerza su ausencia.

―Volveré.

Él no preguntó cuando, por que jamás era contestada, simplemente sonrió.

―Debo ser bastante irresistible para que vuelvas cada vez a mi sin intención de matarme. ― Soltó una carcajada para aligerar el ambiente.

Ella simplemente tiro de su camisa para atraerlo hacia ella y devorar una vez más aquellos labios varoniles y perderse en ese simple gesto, caricia que derretía sus almas y los hacia resistir un poco más. Una vez que se separan se dedican una mirada tan intensa que los atraviesa y las palabras están de más.

Jiraiya emprende el viaje a su pueblo sin mirar atrás, porque ambos lo tenían prohibido, sabían que nada bueno venía de ver partir al otro. Remó con desgane ya que una vez que estuvo fuera del perímetro el mar volvió a agitarse con ferocidad.

Sonrió mientras el mismo pensamiento venía a su cabeza cada vez que un encuentro entre ellos terminaba. Él realmente esperaba su muerte y que aquel castigo terminase.

Su maldición era esperarla el tiempo que fuese necesario hasta que ella lo reclamara, una vez que su cuerpo sucumbiera, y transportase su alma para que se unieran, aunque fuese solo una vez.

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¡Hola lectores!

Vengo con una nueva iniciativa y como no tengo nada mas que actualizar jaja. Como algunos sabrán el Inktober inició, que aunque en si es un reto de dibujo, en un grupo de Fb en el cual estoy, se organizó un Inktober Naruto y no he podido desaprovechar la oportunidad de unirme. Por lo cual y de forma demente jaja me comprometo a escribir un relato por día, durante todo octubre de la mayor variedad de personajes de Naruto que haya. Así que este tema será actualizado con frecuencia.

Sigan de cerca las diferentes cosas raras que saldrán de aqui. Como este escrito, que no se de donde cariños ha salido, pero me ha encantado como ha quedado. 

¿Les ha gustado a ustedes? Espero sus comentarios o/y opiniones.


¡Saludos!

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