La Reconstrucción

"Lo único imposible es aquello que no intentas"

El sol brillaba con fuerza sobre Konoha cuando Misato decidió que todos pasarían la noche allí para descansar. Después de todo, el viaje había sido agotador.

– Misato, ¿cuál es tu plan? – preguntó Kakashi sacándola de sus pensamientos

– Cuando nos reunamos todos, construiremos barcos para ir a Uzushio – respondió Misato mientras observaba la oficina del nuevo Hokage

– ¿Esto es lo que realmente quieres? – preguntó el Hokage seriamente

– Sí, es mi deber y además quiero hacerlo – respondió Misato correspondiendo su mirada – sabes lo difícil que ha sido la vida para aquellos sin un país donde vivir, todo por las guerras

– Entiendo – asintió

Sin más, Misato se retiró de la Torre Hokage dispuesta a recorrer la aldea por última vez. Bajó por las escaleras y caminó hacia el centro comercial. Vio a mucha gente comprando víveres, otras personas conversaban animadamente.

Luego, la joven caminó hacia la plaza. Allí admiró los árboles y al ver a los niños jugar, recordó que la voluntad de fuego ardería en las próximas generaciones. Continuó caminando y observando a los aldeanos y shinobi que se tomaban un descanso.

– ¡Misato-chan! – gritó Naruto mientras corría hacia ella

– ¡Naruto! – sonrió Misato

– ¡¿De verdad reuniste a los demás Uzumaki?! – exclamó Naruto con emoción

– Sí, los he reunido – respondió Misato con una leve sonrisa

– ¡Genial!

– ¿Cómo te está yendo con tus estudios? – preguntó Misato con curiosidad

– ¡Me va muy bien! ¡Iruka y Shikamaru me han estado ayudando, dattebayo! – exclamó con felicidad

– Que bien, Naruto – sonrió Misato

Ambos shinobi continuaron charlando mientras daban un paseo. En algún momento, se encontraron con Konohamaru que los saludó y una vez más, le pidió matrimonio a Misato. Konohamaru los acompañó hasta que su compañera de equipo lo llamó para una misión.

Cuando atardecía, Naruto y Misato fueron a cenar en Ichiraku. Allí Teuchi, el dueño, los invitó ya que estaba frente a un Kage en referencia a Misato. Aunque ella insistió, aceptó la invitación junto a Naruto.

Luego de cenar, Naruto se despidió ya que tenía que despertarse temprano al día siguiente. Ambos se despidieron, y Misato se dirigió a su casa. Entró lentamente ya que Zabuza y Haku podrían estar durmiendo. Dejó las llaves sobre la repisa, y decidió tomar un vaso de agua. Apenas llegó a la cocina, sintió la presencia de Haku.

– Hola Haku – saludó Misato sirviéndose un poco de agua

– Cada vez que trato de alcanzarte, te esfumas – habló Haku con tristeza – creo que nunca podré alcanzarte...

– ¿De qué hablas? – preguntó Misato depositando el vaso sobre la encimera

– No espero que correspondas mis sentimientos, solo quiero que lo sepas... – habló Haku con valentía – te amo, Misato – la miró ruborizado y la kunoichi se sonrojo por tal confesión

– ¿De-esde cuándo? – preguntó Misato sonrojada y sorprendida

– Desde el principio – respondió Haku aún ruborizado

Misato no pudo pronunciar ninguna palabra. La confesión de Haku fue demasiado sorpresiva para ella y se preguntó cómo no pudo verlo. La joven miró los ojos marrones de Haku y se sorprendió al ver tanta emoción allí.

Continuó observándolo y pudo ver que Haku había cambiado con el paso de los años. Se había hecho más alto y sus rasgos se afinaron dejando atrás el rostro de adolescente. Y hasta dejó su cabello negro largo atado en una coleta media.

– Yo... – comenzó Misato un poco insegura

– No necesitas responder, Misato-chan – dijo Haku – solo quería que lo supieras, ha aliviado mi corazón

– Está bien – respondió Misato comprendiéndolo

Sin más, ambos se despidieron para ir a dormir. Aunque Misato estuvo mirando el techo durante un buen rato pensando sobre lo que Haku le había dicho. Se preguntó cómo no pudo haber visto los sentimientos de Haku. Realmente apestaba para asuntos amorosos y no comprendía por qué no podía darle una respuesta.

Al día siguiente, Misato se despertó rápidamente y vio que Haku y Zabuza no estaban en la aldea. Probablemente habían ido a una misión así que les dejó una carta a cada uno. Al terminar, decidió informar al Hokage que ya se marchaba.

– Es hora de irnos – dijo Misato desde la ventana

– Puedes contar conmigo para lo que sea, pero sé que te irá bien – habló Kakashi mirándola

– Gracias – asintió Misato y luego desató su banda ninja del brazo – cuando era niña y me gradué, esta banda ninja me hizo muy feliz y también representó mi ascenso al mundo shinobi – continuó – pero ahora, debo dejarla atrás... mi tiempo como kunoichi de Konoha ha terminado

– Quédatela, Misato – dijo Kakashi apoyando la mano en su hombro – ya no serás una kunoichi de Konoha pero esta banda – la señaló – y todo lo que representa, siempre formará parte de ti

– Gracias – Misato sonrió

– Cuídate – asintió Kakashi y luego la abrazó

– Por favor, no les digas a los demás que marcho ahora – dijo la kunoichi – no quiero que esto sea una despedida – Kakashi asintió

Misato correspondió su abrazo, después de todo era su sensei. Aquel que le enseñó grandes lecciones.

Luego, Misato se dirigió a donde estaban los Uzumaki. Allí se reunió con Haruo y Tadao que le informaron que ya estaban todos listos pero además, le dio una caja roja.

– Las antiguas sastres que siguen entre nosotros, han hecho este tapado para ti – informó Haruo

Misato abrió la caja y puedo ver un gran tapado dorado con el símbolo Uzumaki en rojo. Automáticamente, la kunoichi pidió que le presentaran a las sastres. Al conocerlas, Misato les hizo una reverencia en profundo agradecimiento.

Finalmente, Misato se colocó el tapado y miró hacia atrás. Observó el paisaje de la Aldea Oculta entre las Hojas. Aquella aldea que la había formado en una excelente kunoichi y persona. Misato recordó a todos sus maestros mientras la observaba por última vez.

Después de unos minutos, Misato se subió a su corcel blanco y lideró el camino a Uzushio. Detrás de ella, una gran cantidad de personas montadas a caballo la seguían.

El camino hacia donde estaban los demás Uzumaki duró tres días y medio. Durante ese lapso, Misato recibió un pergamino de Jiraiya que esperaba con ansias verla y además que estaba de viaje con Tsunade. La joven sonrió al leer aquello, quizás su tía finalmente lo aceptaría.

No recibió noticias de los hermanos Uchiha y quizás la decepcionó un poco pero entendía que ellos estaban en un camino de redención.

– Hoy comenzaremos a construir los barcos necesarios para navegar a Uzushio – informó Misato a la multitud

Lo que Misato no sabía era que aquella construcción les tomaría veintitrés días. Con la ayuda de muchos constructores, la población ayudó fervientemente en la construcción. Pero también, Misato logró comprender y aprender de los planos e instrucciones cómo construir los barcos con su Mokuton. Hubo muchos intentos fallidos pero pudo seguir adelante.

Aquel kekkei genkai ayudó en gran medida ya que redujo el tiempo de construcción de quizás seis meses a veintitrés días. Aunque hubo dificultades, todos lograron superarlas y vieron con satisfacción cada uno de los trabajos realizados.

Para el día veintiseis, toda la población estaba lista para partir a Uzushio. Antes del amanecer, Misato tuvo una reunión con Haruo y Tadao para resolver algunos detalles de la navegación. Cuando el sol comenzó a brillar, los tres se encargaron de ayudar a las familias de subir a los barcos con sus pertenencias.

Luego de dos horas, el barco de Misato zarpó primero de la costa. Por ende, los demás barcos comenzaron a zarpar. La kunoichi observó maravillada las embarcaciones siguiendo el camino.

Cuando todos los barcos zarparon, Misato se dirigió a la proa para admirar el paisaje pero además, sintió que este era su verdadero comienzo como Uzukage.

De repente, escuchó un gran gruñido seguido de más gruñidos. Misato miró hacia el cielo, y pudo ver a Hattori volando sobre ellos y cuando se acercaba cerca del barco de la kunoichi, Hattori lo rodeó aleteando y continuó su viaje. Misato lo observó con una sonrisa en el rostro.

Detrás de Hattori, miles de dragones siguieron su vuelo sobrevolando los barcos dejando sorprendidos a las familias ninjas y civiles. Misato los observó con una gran sonrisa, finalmente estaban yendo a su antiguo hogar. La kunoichi se acercó aún más a la proa y miró con determinación el mar. Pronto llegarían.

En otro lugar del mundo, el Tsuchikage Onoki se encontraba redactando una carta para los demás Kages. En la misma, expresaba su creciente preocupación por los acontecimientos producidos por Misato Senju y las consecuencias que podría haber. En el final de la carta, exigió con urgencia una Reunión de los Cinco Kages para tratar el tema y aquel que rechazara tal reunión sería su enemigo.

– Lleven esta carta encriptada a cada Kage y asegúrense de que les de una respuesta antes de volver – ordenó Onoki

Cuando los ninjas se retiraron, una sombra apareció en la esquina de la oficina. Aquella sombra esbozó una sonrisa macabra.

– Haces bien en advertirles a los Kages – habló la sombra

– ¿Quién eres tú? – preguntó Onoki con el ceño fruncido

– No necesitas saber quién soy – dijo la sombra – pero puedes saber que te ayudaré a acabar con Misato Senju

Onoki no respondió, simplemente lo miró. La sombra sonrió.

Cinco días después, Misato pudo ver una gran isla a la lejanía. Le informó a los demás y anclaron sus barcos. Y colocaron botes en el mar para llegar a la isla.

La kunoichi estaba más que sorprendida al ver la isla. Se sentía completamente cautivada ante su imagen. Podía ver incluso desde la distancia las grandes murallas que alguna vez protegieron Uzushio. Mientras tanto, Hattori y los demás dragones sobrevolaron los barcos y continuaron hasta volar sobre la isla. Allí, ellos retozaron felizmente y rodearon las grandes murallas de la antigua Uzushio.

Una vez que Misato bajó del bote, observó todo su alrededor muy atentamente. Camino sobre la arena con sus sandalias ninjas y sintió un tirón en su fuente de chakra. Se acercó a unas grandes piedras y las acarició sintiendo la energía de esta isla.

Continuó su camino admirando la belleza de Uzushio hasta que llegaron a la entrada principal. Allí, pudieron ver las grandes murallas y dos grandes esculturas de dragones en las puertas de entrada.

Sin esperar más, Misato se acercó lentamente y abrió las puertas de hierro de la aldea. Ella amplió los ojos al ver una gran aldea con grandes edificios y diversos caminos entre sus calles.

Claramente, el lugar estaba demacrado pero todavía conservaba cierto poder. Podía ver edificios derrumbados, otros a medio caer y unos pocos en estado aceptable. La reconstrucción requeriría tiempo.

– Lady Misato, por allí es el camino al Fuerte Uzukage – dijo Haruo señalando un gran edificio

La kunoichi asintió y llamó a Tadao. Le ordenó que trajera a los demás Uzumaki ya que pasarían la noche en la playa. Por el momento, los edificios no eran seguros para descansar, podrían derrumbarse.

Sin más, Misato continuó su camino al Fuerte Uzukage junto a Haruo. Ambos subieron varios escalones y nuevamente vieron unas grandes puertas de hierro con dragones grabados. Misato abrió las puertas y una gran capa de tierra salió expulsada.

Ella continuó caminando, sus pasos resonaban contra el sonido de un hermoso mármol. Este lugar era completamente diferente a cualquier aldea. Finalmente, Haruo la guió hasta unas grandes puertas doradas. Misato lo miró interrogante, y este le abrió la puerta.

Allí, Misato pudo ver una especie de trono dorado con múltiples grabados de dragones y otras extraños símbolos que no pudo reconocer. Haruo la miró fijamente al ver su mirada desconcertada.

– ¿Qué es esto? – preguntó Misato caminando por el lugar acercándose al trono dorado

– Es suyo, Misato-sama – respondió Haruo solemne

– Es un trono...

– Por generaciones, ha habido una línea sucesoria principal de reyes y reinas incluso cuando el chakra ni siquiera existía – habló Haruo seriamente – luego del surgimiento del chakra, cada heredero nacido ha aprendido en profundidad las Artes del Fuinjutsu y demás ramas shinobi – Misato lo miró para que continuara – su madre, Kasumi Uzumaki era antiguamente la princesa heredera al trono hasta que la guerra arrasó con Uzushio

– Pero... soy una kunoichi, no una reina – respondió Misato aturtida

– Imaginé que diría eso, Misato-sama – dijo Haruo – usted es una kunoichi, por supuesto. Pero también es la legítima heredera de Uzushio, la verdadera Reina de Uzushiogakure

Misato no podía pronunciar palabra alguna ante esto que estaba escuchando. Sabía que debía cuidar de su clan pero no esperaba ser una reina. Ella cerró los ojos en contemplación por unos minutos hasta que escuchó a Haruo.

– Su Majestad, mi lealtad es suya por siempre hasta el fin de mis días – habló Haruo con una rodilla flexionada en el suelo

– Por favor, Haruo-san, no hay necesidad...

– ¡Quiero hacerlo! ¡Finalmente nos ha traído a nuestro hogar! – interrumpió Haruo con los ojos aguados

En ese instante, Misato comprendió lo mucho que significaba haberlos traído a Uzushio. Ella simplemente asintió, y luego de unos minutos, ambos se dirigieron hacia donde estaban los demás para organizar el día y por supuesto, la próxima reconstrucción.

– Hoy pasaremos la noche aquí en la playa para que mañana con nuevas energías podamos comenzar la reconstrucción de Uzushio – habló Misato con firmeza – empezaremos deshaciéndonos de lo que ya no sirva y luego, verificaremos cuáles edificios tienen la fortaleza suficiente para continuar de pie. Tengo entendido que hay varios arquitectos por aquí, ¿es verdad?

– ¡Aquí, Lady Misato! – levantó la mano un hombre robusto – ¡Será un placer colaborar!

– Yo también soy arquitecto, Misato-sama

– Igual yo, Lady Misato – asintió otro hombre

Misato asintió a la gente que se presentó también. Luego de eso, comenzaron a armar un campamento para los días venideros.

En otro lugar del mundo, Sasuke e Itachi se encontraban en una pequeña aldea descansando de un largo día cuando oyeron a un hombre hablar.

– Ya te dije, Juo, ella es una kunoichi de Konoha – aclaró el hombre de apariencia elegante

– He oído que dejó Konoha para ir por una nueva vida en Uzushio – replicó Juo

– ¿Y qué?

– Ahora es la nueva regente de Uzushiogakure, ¿sabes lo que significa? – preguntó Juo

– Ya no existen reinos, Juo – respondió con molestia el hombre

– ¡Es la reina de Uzushio! ¡Mira! – le mostró un libro – ¡Era parte del Equipo Siete y es la heroína de la Cuarta Guerra Shinobi! – exclamó con mirada soñadora

– Parece que la admiras bastante – dijo el hombre con una ceja levantada

– ¡Le enviaré una propuesta de matrimonio! – exclamó Juo y el otro hombre comenzó a reírse descaradamente

– ¡Como si fuera a aceptarte! – rió

Itachi casi rodó los ojos al escuchar tal conversación, lo interesante fue que Misato había llegado a Uzushio. Suspiró para sí mismo, había querido responder sus cartas pero tuvieron algunos contratiempos. Miró a Sasuke, levantó una ceja al verlo con una vena en la frente. Sonrió para sus adentros, probablemente detestaba la idea de una propuesta de matrimonio para Misato.

– ¿Molesto, hermano menor? – preguntó Itachi conteniendo una risita

– Hn – gruñó Sasuke

– ¿Es un no?

De repente, Sasuke se puso de pie y caminó sospechosamente cerca de aquel joven soñador. Con un chasquido imperceptible, Sasuke envió una chispa de fuego a su remera elegante.

Itachi rió para sí mismo y siguió a su hermano menor. Ignoró el grito horrorizado de aquel joven en busca de una jarra con agua.

– Quizás deberíamos visitar a Misato – habló Sasuke al anochecer

– Será un placer

La reconstrucción de Uzushio era un verdadero desafío. Los estragos de la guerra, las batallas libradas en aquella aldea podían verse reflejadas en cada rincón que recorrían.

En un momento cuando Misato levantaba los grandes escombros de una casa, pudo ver unos pequeños huesos humanos semi enterrados en la tierra. Un gran sentimiento de tristeza se instaló en su corazón. Allí alguna vez, había vivido un niño junto a su familia. Se prometió a sí misma que haría lo que fuera para no volver a vivir una guerra.

Un mes y medio después, Misato junto a los demás Uzumaki habían podido determinar cuáles edificios podían seguir en pie y además, se habían deshecho de todo lo que no era útil.

Un determinado día durante el segundo mes de su llegada a Uzushio, Misato decidió pasar el rato con los dragones. Aunque estaba con ellos, sentía que necesitaba un momento especial.

Misato estaba sentada sobre una gran roca con uno de los hijos de Hattori en su regazo, en realidad, su gran hocico. El dragón la triplicaba en tamaño pero eso no era impedimento para acariciarlo mientras que Hattori estaba reposado a su lado viendo a sus demás hijos pequeños retozar en el aire.

Misato acariciaba la cabeza de aquel dragón con suma delicadeza mientras que este movía sus alas lentamente en felicidad. Hattori observó felizmente el intercambio con sus intimidantes ojos rojos.

En estos últimos tiempos, Misato había estado muy cerca de la gente y había compartido varios momentos especiales junto a ellos y por supuesto, también había aprendido de todos.

Desde varios metros atrás, dos hermanos observaban a Misato acariciar a un dragón mientras miraba embelesada los demás dragones pequeños jugar en el aire. Ella llevaba su largo cabello rojo trenzado con pequeñas florecillas incrustadas.

Inesperadamente, la joven se puso de pie lentamente y dio media vuelta para observar a los hermanos. Al principio, los miró sorprendida pero luego esbozó una gran sonrisa desde la distancia mientras la brisa del viento movía su trenza con delicadeza.

Luego, Misato comenzó a caminar hacia ellos acompañada de un dragón bebé apoyado en su hombro. Cuando estuvieron frente a frente, los miró.

– Los extrañé mucho, Sasuke, Itachi – habló Misato esbozando una suave sonrisa

– Nosotros también, Misato – respondió Sasuke sorprendentemente

Sin esperar más, Misato los abrazó a ambos mientras el pequeño dragón revoloteaba en su hombro. Itachi sonrió levemente ante la muestra de afecto. Realmente era agradable estar con Misato.  

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