Vampiros: un mito en decadencia

Como alma en pena enclaustrada en el cuerpo indigno de un humano, una entidad sobrenatural acecha los sueños de los mortales en las noches mas oscuras. El vampiro, una de esas criaturas nocturnas que horroriza y perturba al hombre, parte de lo más básico del folclore popular desde tiempos antiquísimos. Popularizado por las historias de Anne Rice, la saga de Crepúsculo de Stephanie Meyer o la series de televisión True Blood o Buffy, la Cazadora de Vampiros, en sus versiones más modernas, se nos presenta como un ente inmortal, hermoso, sensual y poderoso dotado con características especiales que lo convierten en un ser fascinante y sumamente seductor y atrayente quien se vale de todo esto para encantar a sus víctimas y beber su sangre.

En las últimas décadas, el mito del vampiro ha sido humanizado a tal extremo, que de su origen malvado, aterrador y demoniaco, solo le queda el saciar su sed de sangre, muchas veces alternando o cambiando su fuente de alimentación a las bestias del campo tal y como lo haría cualquier depredador en la cadena alimenticia, degradándolo al mismo estrato de un león o un tigre. De este modo se ha desnaturalizado la esencia del antiquísimo mito al pretender humanizar al vampiro para acomodarlo en el centro de juveniles y burdas fantasías de amor rosado y de suspiros prolongados. Nos olvidamos pues, que los colores característicos de un vampiro son el negro noche y el rojo sangre y pasión.

Y es que el vampiro, aun estando dentro del genero de la fantasía de cuentos de hadas -claro que aquí debo excluir la idea de las hadas oscuras o antropófagas o hilvanadas en la necromancia clásica como las que nos presenta LynnS13 - es un ser tan complejo como lo es antiguo y puede tener todas las características que lo permita su representación según el origen del mito. Y es que el origen del mito, más que incierto, es uno que más allá de ser llamado 'mito' forma parte de diversas formas de narraciones dentro de diversas y distantes tradiciones orales y escritas procedentes de diversas culturas. Presente dentro de la historia misma de la humanidad, es tanto parte de la religión, mitología, teología y folclore mundial tanto como lo son los Ángeles, los demonios, los fantasmas y las brujas. Podemos pues clasificar la categoría como fantasía paranormal, sobrenatural, urbana o mitológica según se le caracteriza.

Ahora bien, es muy probable que el mito del vampiro dentro del folclore de casi todas las culturas desde tiempos inmemoriales, provenga inicialmente de la necesidad de personificar la oscuridad y la maldad que responde al inconsciente colectivo. El vampiro es y representa los instintos o impulsos humanos reprimidos más primitivos. Se convierte en la pura encarnación del mal como entidad y una representación del lado salvaje del hombre o su atavismo bestial, latente en el limbo perpetuo en el cual se encuentra su sistema y responde al conflicto permanente con las normas sociales y religiosas que nos caracterizan a nosotros y a nuestro libre albedrío.

El vampiro, como es conocido en nuestros días, además del citado temor a los bajos instintos es también una combinación compleja de sendos miedos y creencias humanas que incluyen: la atribución a la sangre de ser fuente de poderío o vehículo del alma, el temor a la depredación y a la enfermedad o a la muerte y a su expresión más palpable como es el cadáver, así como a la fascinación temerosa por la inmortalidad y el instinto de supervivencia. Algunos expertos afirman que el mito, sobre todo el que se popularizó en toda Europa después del siglo XVII, se debe en parte a la necesidad imperante de explicar, en medio de una atmósfera de pánico y desinformación, las epidemias causadas por enfermedades reales que asolaron Europa, antes de que la ciencia lograra explicarlas.

El término "Vampiro" comenzó a ser utilizado cotidianamente en Europa a partir del siglo XVIII y fue incluida por primera vez en el Diccionario de la Real Academia Española en la 9a edición de 1843 y que a su vez, tiene origen en el término "vampire" del inglés y francés, proveniente a su vez del término vampir en lenguas eslavas y del alemán, derivado del polaco wampir y éste a su vez del eslavo arcaico oper, del cual existen raíces indoeuropeas paralelas en el turco y el persa. Significa a la vez: "ser volador", "beber o chupar" y "lobo". Por tanto se entiende que su existencia o presencia dentro de la psiquis humana es tan antiguo como la historia de las lenguas humanas.

Hay vampiros dentro de la mitología Egipcia como Ka y Sejmet; dentro de la teología Judaica con Lilith, quien fuere la primera esposa de Adán; en China, Mesopotamia y hasta en América dentro del folclore nativo Americano, azteca y en las tribus amazónicas. La creencia en estos seres no puede ni debe ser negada dentro de los anales de la historia de la humanidad, y no debe ser separada solo dentro de una fantasía trivial y sin fundamentos sociales del mundo entero. La religión misma buscaba probar y por ende desacreditar el mito y es documentado el envío de frailes a las poblaciones donde se decía habían brotes de vampiros tal como lo es el caso de Arnold Paole allá por el siglo XVIII y las crónicas de Fray Benito Jerónimo Feijoo entre otros.

Como pueden ver, el mito vampírico tiene orígenes clásicos, mórbidos, sangrientos y aunque análogos, es el némesis del ser humano y su enemigo natural, representando sus más terribles anhelos o sus más oscuros deseos. El vampiro, en su esencia demoniaca es un ser parte divino, parte humano que lo único que quiere del ser humano es alimentarse de su energía, sangre, alma o esencia para sobrevivir. Es un ser poderoso, pero no inmortal, pues hay maneras de acabar con el que se han datado y expuesto en más de un foro. Tampoco es un alma enamorada que busca repetir el grado solo por el amor de una chica. No es romántico pero si es pasión y lujuria en su máxima expresión. Solo busca satisfacer sus pecaminosos deseos sexuales y tal y como lo haría una hembra de mantis religiosa al acabar con su pareja una vez terminado el acto.

Dentro de la literatura, las historias de vampiros clásicos, crueles y con ciertos toques góticos y victorianos, datan desde el siglo XII y se popularizan a gran escala en los siglos XVII-XIX en Europa con narraciones fantásticas como las de Edgard Allan Poe y Morella (fantástica historia de horror sobrenatural donde la protagonista es una mujer que al morir de parto reencarna en un vampiro que se asila en el cuerpo de su hija recién nacida), Vera de Villiers de L'Isle-Adam o La Dame Pâle de el excelso Alexandre Dumas. Dentro de mis favoritas están Dracula de Bram Stoker, Christabel poema de Samuel Taylor Colleridge y su adaptación a la prosa Carmilla de Sheridan Le Fanu.

Como ven, los vampiros no son un producto de la imaginación exacerbada de unos pocos y no son superhéroes que visten de cuero y se esconden en las alcantarillas de la ciudad. Tampoco son eternos adolescentes suspirando en las prepa ni se la pasan espulgando a los licántropos en los claros del bosque. Y aunque no dudo les guste el juego de pelota, no creo que sean seres sociales que te inviten a tomar el té en su casa de cristal. Solo quieren beber tu sangre y corromper tu alma. Son demonios de los malos así que la próxima vez que leas una historia de vampiros, piensa en en cuan mutilada puede estar la esencia de este ser como parte de nuestra historia universal.

Nota de la autora:
Este ensayo sobre el tema de los vampiros responde a la mención de Baragund sobre mis historias en su excepcional ensayo sobre esta categoría literaria. Los invito a leer su Ciencia Vampírica. De igual modo responde a la convocatoria hecha por la página de WattVampires WattVampiros y su creadora LynnS13 a compartir nuestra visión sobre el género. De igual modo les recomiendo El Origen de RomynahNB , las historias de JCKudell y Las dos Caras de Emilia de xalin24 al igual que Sangre Real de KittyRovira. De mis historias, les invito a leer Ardith y Leila.

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