Un destino.
Era su cumpleaños numero catorce. Lo sabía, y la atención que recibía en esos días le encantaba, porque hasta el rey mismo la felicitaba.
Aun no había salido de la cama y ya estaba emocionaba bajo las sabanas.
—Buenos días.— entro su madre alegre al cuarto, y por detrás una criada que fue abriendo las ventanas. —Feliz vuelta de sol mi lucecita.— saludo cuando estuvo a unos pasos de su cama.
Se metió juntó a ella para abrazarla y llenarle la cara de besos. Arabella se dejo mimar, amaba que su madre hiciera un espacio en su mañana para consentirla.
Cuando salio la criada entro otra con un nuevo vestido color rosa pálido, un regalo del rey. La mirada de Arabella se iluminó ante la emoción.
—Arturo se ha lucido este año.— comentó Morgana viendo a la niña que se veía en el espejo con su nuevo atuendo.—Ven, hoy te trenzare el cabello.
Arabella se sentó en un banquillo, esperando a que su madre pasara sus manos por su cabellera. Morgana tarareaba una dulce melodía mientras Arabella veía sus pies que movía de un lado a otro al mismo ritmo del cántico.
—Listo, hoy luces como una princesa. — dijo viendo de pie a cabeza a su hija.
—Y solo por hoy aceptaré tal titulo.— acepto Arabella con la barbilla en alto.
—Todos los días lo debes aceptar, y dejar de meterte en problemas.— le recordó saliendo de la habitación. —Pero debes saber que hoy el rey hará la vista gorda a cualquiera de tus travesuras.
Arabella la vio y sonrió con picardía, tenia el permiso real para hacer lo que quisiera hasta que el reloj marqué las doce de la noche.
—Solo debes desayunar en paz con él y luego te podrás divertir.
—Puedo con eso.— dijo emocionada la rubia.
Siguieron su camino al comedor real. A mitad de este se cruzaron con el pequeño protegido de Merlín. El niño iba alegre al encuentro con su amiga, la única de su edad en el castillo.
—Arabella.— exclamó el pelinegro.
—¡Douxie!— chillo su nombre.
Hisirdoux, olvidando los protocolos, se abalanzó sobre la rubia para abrazarla. Morgana iba a decir algo en contra del comportamiento de ambos, pero solo sonrió al verlos reír como las criaturas que eran.
—No tardes mucho.— le recordó sin voltear mientras seguía su camino.
Hisirdoux vio a su amiga emocionado. Le encantaba todo lo relacionado a la magia, y Arabella era lo mas cercano que tenia a esos cuentos que leía.
—Uhhh, pareces un hada.— señalo el pelinegro, viendola de arriba abajo sin dejar de mover la cabeza y los brazos emocionados.
—Siii, es genial, y después de desayunar con el rey podré comportarme como una.— dijo entrecerrando su mirada y dando una sonrisa traviesa.
—¿Iremos al bosque?— preguntó en voz baja bien a todos lados.
Ella solo asintió, y mantuvo la compostura por unos segundos para luego ponerse a saltar junto al mas pequeño.
—Quizas hoy puedas desayunar conmigo.— dijo tras el alborotado festejo.
Hisirdoux no dijo nada, sabia que eso seria imposible, pero solo por ese día no le llevó la contra. Tomo la mano que Arabella le ofrecía, y juntos fueron al comedor real.
—Por cierto, feliz cumpleaños.— recordó antes de entrar junto a ella.
—Gracias enano.— dijo dándole una gran sonrisa.
Entraron tímidos al salón donde servían un gran banquete para el rey, su hermana, sus dos fieles caballeros, y el viejo mago.
Arabella hizo una tímida reverencia, sin soltar la mano de su amigo, y se llevó un breve aplauso del rey.
Al levantar la mirada, preguntó si Hisirdoux podría desayunar esa mañana junto a ella, y el hombre solo asintió, con la condición de que se sentara del lado de Merlín.
—Ven.— le ordenó, dando unas palmadas sobre su regazo.
La niña le tenia aprecio al hombre, mas que como un padre lo veía como un abuelo. A veces podía ser un señor dulce con el que se podía pasear y otras todo lo contrario, que no dudaba en amenazarla con mandarla a un reformatorio si seguía rompiendo jarrones en el castillo.
—Yo elegí el vestido.— dijo dándole una palmada en su cabeza rubia.
—Y también elegirá tu esposo.— comentó Lancelot.
Arabella esperaba que fuera un chiste del rubio, pero el rey le dio la razón. Aquello era lo que mas odiaba de ser una tonta princesa, Arturo tenía el poder de decidir sobre ella sin importar nada.
—Pero esta mañana no hablaremos de eso.— aseguró al ver la mirada de regaño de su hermana.—¿Sabes que te falta para ser una princesa?— preguntó a lo Arabella negó con entusiasmo.—Una corona.
Levantó la tapa de una charola frente a él, dejando al descubierto una corona que no dudó en colocarla sobre la rubia cabeza de la niña que trataba de controlarse. Debía mantener su imagen.
—¿Es oro blanco? ¿Son hojas de parra las talladas? ¿De donde han traído ese jade?— preguntó con solo ver la corona por un instante.—¿China?
—Eres una niña tan curiosa como inteligente, lady Arabella.— le alago el rey dándole un toque a su nariz.—La piedra es de China, y veo que Morgana se toma muy en serio tu educación.
—Tu dijiste que seria incapaz, y ahora te encuentras embelesado por mi niña.— comentó con orgulloso la mujer.
Extendiendo sus brazos para recibir a Arabella que salto de la falda del rey para ir a a abrazarla y murmurar algo a su oído.
—Saber de todo para que nada me sorprenda.— repitió Arabella las palabras que su madre le repetía cada vez que se quejaba por los estudios.
El desayuno fue en paz cada tanto le hacia caras raras a Hisirdoux que estaba frente a ella, y este llevaba los reproches de Merlín.
Al finalizar, sin esperar a que le dieran permiso para levantarse, se puso de pie, hizo otra reverencia con su cabeza, y corrió hasta donde estaba su amigo para salir de ahí.
—Nos vemos antes de la última campanada.— dijo antes de salir corriendo.
El rey dio un suspiro y llevó su mirada azul a su hermana que no podía dejar de ver en dirección a donde salio Arabella corriendo.
—Esa niña es un peligro. — dijo Merlín levantándose de su lugar.—Lo mejor es que la manden a Francia antes que haga volar el edificio.
Morgana lo vio con furia, y Arturo noto su malestar.
—Por hoy, Merlín, deja a la niña en paz.— ordenó con un suave tono de voz.
—En realidad deberías dejarla en paz siempre.— dijo enojada Morgana levantándose de su lugar.
—No digan que no se los advertí.— dijo el viejo hechicero y se marchó.
—Cada día se parece mas a Elizabeth. — comentó Arturo poniéndose de pie.—Si le das un poco mas de libertad sera igual al padre.
Morgana lo vio un poco confundida hasta que se dio cuenta sobre a donde iba la conversación.
—Es una niña aun, recién cumple catorce años, y solo yo daré permiso para un compromiso.— comentó con serenidad.
—Solo por hoy haré la vista gorda, pero por muy inteligente que sea, es muy revoltosa, y es una princesa.— dijo dando unos pasos a la salida.—Si no la mantinenes en raya, dejara de ser una niña pronto.
Se retiró, y por detrás fueron los caballeros, quienes presenciaron todo en un silencio incómodo. En lo único que pudo pensar Morgana es en aumentar las clases de modales, y las de magia que sean en secreto, todo para desviar la atención del rey.
Los dos amigos salieron corriendo del castillo hasta llegar a los límites del bosque. Iban tan rápido que no hablaban para no agitarse mas de lo que estaban.
Hisirdoux sobrepaso a la rubia, y al llegar donde los árboles se alzaban con libertad al cielo, freno de repente, y Arabella lo chocó de frente al no verlo detenido.
Rodaron al interior del bosque. Las pierna de Arabella estaban sobre la panza de Hisirdoux quien se estaba quejando del dolor.
—Que tonta eres.— le reprochó quitando las piernas de encima.
—¿Yo? Tu te frenaste como burro obstinado.— se quejo sentándose en el suelo.
Hisirdoux hizo lo mismo, y los dos se pusieron a ver a su alrededor. No había llegado tan lejos antes. El sitio era un poco mas frío y oscuro a causa de espesas copas de los árboles. Y la magia era mas fuerte de lo que sus pequeños cuerpos podían tolerar.
—Si supieran que estuvimos acá, nos matarán.— susurro Hisirdoux gateando hasta quedar cerca de la rubia.— si es que no nos matan a antes.— agregó abrazando a Arabella.
—No te preocupes, yo te cuidó.— dijo Arabella dándole una palmada a la cabeza del niño.—Oh no.
—¿Qué pasa?— preguntó preocupado Hisirdoux sacando la cabeza de abajo del brazo de la niña.—Tu corona.
La cumpleañera tomo los pedazos de corona, y vio pasar su futuro con esos pedazos de oro blanco en sus manos. Estaba segura que la mandarían a un internado, que el rey por ese día le perdonara todo no significaba que le dejara pasar tal falta de respeto.
Se levanto del suelo, y sin darse cuenta empezó a caminar sin un rumbo. Hisirdoux, mas pequeño que ella, iba por detrás aun mas preocupado por el silencio que guardaba la joven princesa.
En un momento se freno al ver algo que lo asusto, y de un grito llamo a la bruja, quien del susto levanto la mirada para ver a las ultimas personas que deseaba cruzarse en su corta vida.
Eran tres mujeres que vestían largos vestidos negros, que parecían flotar en el aire junto con sus largos cabellos negro. Sus ojos oscuros de diferentes colores carecían de vida, al igual que las raíces que traían en sus manos.
—Quédate detrás mío.— le ordeno por lo bajo a Hisirdoux.
El pelinegro se abrazo a su cintura y oculto su rostro en la espalda de la bruja.
—No te preocupes, no comemos niños tan feos.— se burlo una de las extrañas.
—Oye, el no es feo, es adorable.— lo defendió Arabella con voz temblorosa.
Por dentro le hubiese gustado mantener la boca cerrada, mas aun al ver como una de las mujeres se le acerco de manera amenazante. Tiro lo que traía en mano para tomar el suave rostro de la niña. Lo giro a ambos lados, y apretó sus mejillas, viendo directo a los ojos aterrados de Arabella.
—Eres la niña de Morgana.— dedujo soltándola con brusquedad.
—Es la favorita del rey dicen.— agrego otra.
—Ya se, nos la llevamos.— dijo la tercera acercándose a los niños.— A ambos.— agrego tomando a Hisirdoux del hombro para alejarlo de Arabella.— Tu eres el sirviente de Merlín ¿No?— indago viendo a los asustadizos ojos del pelinegro.—Les pediremos que nos des mas territorio y gente si quieren ver la luz del sol.
Hisirdoux se soltó del agarre de la mujer y corrió otra vez a refugiarse con Arabella quien tenia los ojos brillosos, pese a su corta edad quería ser fuerte o al menos fingir la valentía que le estaba faltando en ese momento. Abrazo fuerte al pelinegro.
—Yo soy mas importante, Merlín es un tonto que no le importa nada.— dijo con voz temblorosa, sorbiendo la nariz.—Déjenlo ir, el es pequeño, no le darán nada.
Las tres mujeres se reunieron en un mismo punto para reírse de Arabella que ya no podía resistir las lagrimas, ni sus piernas temblorosa.
—¿Maiaia?— llamo una vocecita detrás de las mujeres.
Arabella busco con la vista la dueña de esa sueva y débil voz, y se topo con una niña de cabellos naranjas, de quizás unos años menos que ellos. Hisirdoux también la vio, quiso ir por ella, sin pensarlo demasiado, pero su amiga lo sostenía con fuerza.
Podía ver, a través de su ropa harapienta, algunos tatuajes lineales, no los pudo contar a todos, pero no estaba segura que no iban mas haya de los trece.
—¿Qué haces acá Oblatio? Te hemos dicho cientos de veces que nos sigas.— le regaño una de las mujeres caminando hasta la mas pequeña.
—Lo siento hermana.— dijo cabizbaja.—Es que escuche sus risas.
La mayor de la tres suavizó su oscura mirada al sentir una leve alegría en la voz de la mas pequeña. De donde venían no era normal escuchar risas.
—Vámonos Cir.— dijo un poco mas dulce tomando la mano de la niña, quien reparo en los otros dos que se veían aterrados.
—¿Amigos?— pregunto señalando.
La mujer vio a los niños con disgusto quienes no le quitaban la vista a la pelirroja. Tomo la mano de la pequeña, y la alejó del centro.
—No Cir de este lado no hay amigos.— respondió.
Y tenía razón, en Camelot no había ningún aliado, muchos menos después de criminalizar a todos loa seres mágicos.
Una densa neblina negra las cubrió, y desaparecieron.
En cuanto vieron la oportunidad, los dos amigos salieron corriendo del bosque, y no se detuvieron hasta llegar al castillo.
Cuando se sintieron seguros entre los muros, fueron a la cocina por algo de agua y comida. Estaba exhaustos, el terror todavía les recorría sus cuerpos.
—¿Qué harás con la corana?— pregunto el pelinegro luego de un rato.
—Hay cosas peores que ser una tonta princesa.— respondió cabizbaja Arabella.—Como ser esa niña.
—¿Por qué es peor?
—Ella... Olvídalo Douxie.— dijo dándole una pequeña sonrisa.—Iré hablar con el rey.
Bebió lo ultimo que le quedaba en el vaso, tomo mucho aire, y fue al salón real en busca de Arturo.
En cuanto llego, el rey Arturo la recibió, no se veía muy feliz cuando reparo en le vestido sucio de la niña. Se sentó en su trono, y espero que Arabella tuviera una explicación para todo, mas aun por la falta de la joya que le dio en la mañana.
—Se que hay peores destino al de ser una princesa que ayude a consolidar las tierras.—dijo tras contar todo lo sucedido.—Como nacer para ser sacrificada en algún momento.
—¿Te haces responsable?— pregunto viéndola fijo, con el semblante endurecido. A lo que Arabella respondió con unos movimientos de cabeza.—Bien, es bueno que demuestres que eres madura.
Morgana que estaba presenciando la audiencia, sentía que iba a estallar en cualquier momento, no solo Arabella la había desobedecido, sino que las nigromantes le quisieron hacer daño, y estaba segura que el rey iba a alejar a su hija de su lado.
—Te iras con tu madre a Francia por un mes.— dijo al fin el rey.—Para que tomes clases de buenos modales y te alejes un rato de la magia.— agrego.—Y tienes razón en algo Bella, eres una niña afortunada, porque podría ser diferente tu destino.
Arabella hizo una pequeña reverencia y salió de ahí sin quejarse del veredicto final del rey. Morgana le reprocho su mal comportamiento, aun que estaba alegre de que haya vuelto en una sola pieza al castillo.
—Al menos no te casaran con un sapo.— dijo Hisirdoux un tanto gracioso.—Creo que te voy a extrañar ¿Se puede? Es raro.— cuestiono rascando su cabeza.
—Eres un pequeño tonto Douxie.— se rio Arabela pasando un brazo su hombro para recostar su cabeza sobre la de el.—Si me vas a extrañar, aun que Merlín te mantenga ocupado.
—Viste que la niña que vimos en el bosque tiene los mismo colores del atardecer.— reflexiono, dándole un sorbo a su vaso de leche.
Arabella dio un leve suspiro, y se quedo viendo como el sol se ocultaba en el horizonte mientras se llevaba un pedazo de tarta a la boca.
Quería disfrutar las ultimas horas de buena libertada que le quedaba junto a su amigos, y agradecía el día que Morgana se interpuso en su camino, pese a que no le gustaba la idea de ser la princesa.
★★★
Ay, esta historia es como una daga en el corazón. Obvio que de mayores no reconocieron a la chica.
Las travesuras de Arabella normalmente se tratan de romper cosas, robar (a Merlín casi siempre) meterse donde no debe.
Hisirdoux cumple una semana después que la chiquilla, entonces tiene 12 año todavía (porque es un año menor que Arabella) es un niño ¿O ya es adulto en la edad media? En fin, hay que protegerlo 😭
Significa que recién son amigos, porque Arabella tenia 13 cuando le robo la piedra a Merlín.
En fin, quiero hacer algo pero con la historia de Circe, es como muy trágico.
Sin mas que decir, besitos besitos, chau chau.
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