Un año nuevo.

  30 de diciembre, 1827

Se encontraba sumergido en el diario, una costumbre diurna que disfrutaba en la plaza. No era cualquier periódico el que leía, sino el periódico mágico. Si algo tenia el mundo mágico era una gran de red de información que mantenía al tanto a los de su clase de diferentes temas. Aun que también disfrutaba saber que ocurría en el mundo en el que vivía, saber sobre los seres mágicos lo protegía de no meterse en tantos líos.

Su intensa lectura se vio interrumpida por una nota perfumada que cayo justo frente a sus ojos. Por el perfume del pequeño sobre supuso que era de Arabella, y así fue.

"Nos veamos a media noche en el muelle. Arabella."

Cerró el periódico, y se puso a ver a todos a su alrededor. Había pasado un largo tiempo sin verse con Arabella, al menos desde lo sucedido en Francia y que se corría un rumor que fue ella quien atacó a una princesa del este, sus visitas no eran tan seguidas como tiempo atrás.

—Espero que esto sea algo bueno.— le comentó Hisirdoux a Archibald, que justo salto a su lado.

En la noche, con la luna sobre su cabeza, Hisirdoux esperaba a Arabella en el puerto. Como era de esperarse estaba llegando mas tarde de la hora pactada.

Pasada la media noche, Hisirdoux giro sobre sus tales para encontrarse con Arabella. Se veía radiante a pesar de la oscuridad de la noche y los rumores que crecían a su alrededor.

A veces le era muy difícil mantener el trato que habían pactado. Aunque nunca se definieron como una pareja, si pasaron por mucho para ahora solo ser buenos amigos.

Como algo que deseaba hacer desde hace mucho, la tomo para querer besarla, pero las manos de Arabella sobre su pecho hizo que frenara. Cuando lo noto, ella no lo estaba viendo.

—¿Qué ocurre, Arabella?— le preguntó alzando su mentón, para verle a los ojos.

—Lo siento, Hisirdoux.— respondió soltándose del suave agarre que aun los mantenía juntos.—Pero estoy comprometida.— agregó, dando un paso atrás.

Arabella podía sentir como lento el corazón de Hisirdoux se hacia añico, nunca antes había hecho tal cosa o al menos consciente.

—¿Con quien?— preguntó dando un paso al frente; su voz era fría, monótona, estaba enojado a pesar de no querer demostrarlo.

—No te puedo decir.— fue lo único que le respondió, tratando de contener sus propias lágrimas.—Lo siento, no estaba planeado, pero me enamore de otra persona.

El problema no era que se hubiese enamorado de alguien mas, porque él paso por lo mismo. El problema pasaba porque Arabella dijo que nunca se cansaría, o al menos eso fue lo que le dijo el día que él decidió romper su compromiso con otra persona.

Aquello era un fuego que le quemaba por dentro, se sentía enojado por algo que no podía controlar. O al menos se sentía la única persona que no podía mantener a Arabella quieta en un solo sitio.

No dijo nada, no tenia que decir. No le salían las palabra, se le habían quedando incrustadas en la garganta.

Empezó a caminar, ignorando las palabras de Arabella que se iban haciendo mas lejanas. 

—Ciertamente era una buena noticia.— comentó Archibald saltando a su hombro.—Solo que, desde tu punto de vista, lo hace con la persona equivocada ¿Estas enojado?— indagó, viéndolo por encina de sus lentes redondos.

Ante que pudiera decir algo, un fuerte golpe detrás de la cabeza lo tumbo, haciendo que cayera inconsciente al suelo. Mientras que a Archibald lo mintieron en una bolsa con un conjuro que no le permitía cambiar de forma.

Tras una horas, abrió sus ojos con cierta pesadez, solo para encontrarse con la oscuridad del sitio. Mientras recobraba todos sus sentidos, noto que sus manos estaban atadas a su espalda, al igual que sus piernas a las patas de una silla.

—Pero que ¿Hola?— llamó, tratando de dar con alguien.—Maldición ¡Archie!— volvió a llamar, girando la cabeza a todos lados a pesar de no poder ver nada.

Una persona se acercó a él, le sacó la capucha de la cabeza, dándole la luz de lleno en su mirada ambarina. Parpadeo un par de veces para acostumbrar sus ojos a la luz del galpón.

—¡Hasta que al fin te encuentro, desgraciado!— exclamó el hombre que lo mantenía en cautiverio.

—Lo que haya pasado, es evidente que no fui yo.— trato de defenderse Hisirdoux.—Y si fui yo, no tienes pruebas de nada.

El aun desconocido rió con fuerza por la pobre defensa del mago cautivo. Se acercó aun mas a Hisirdoux dejando al descubierto un par de ojos enojados, uno de extraño color verde y el otro por completo ciego.

—Por mí madre.— susurro recordando al fin aquel rostro.

Había ocurrido unos años atrás. Haberlo dejado semi ciego fue mas un accidente, un acto inconsciente para poder huir de un altercado.

Asumía que tarde o temprano iban a ir por él pero no sabia por cual razón; si por haberlo dejado casi ciego, o por haberle robado una gema preciosa que solía usar para hacer rituales mágicos y que perdió en una apuesta. De lo único que estaba seguro es que fuera cual fuese la razón no saldría bien de ahí.

—Veras Hisirdoux, esa pequeña piedra que me robaste hace mucho era de bastante poder.— le explicó el hombre, alzando el mentón del pelinegro con la empuñadura de una navaja.—Entenderás porque la quiero de vuelta.

—Te reirás con esto, pero.— se freno para evitar hacerse el gracioso en una situación así de tensa.—La perdí, igualmente no era tan poderosa, quizás te estafaron.— agregó en contra de todo lo que pensó para vivir un poco mas.

—Es chistoso porque tu me la diste.— dijo a modo de reflexión.—Significa que mis motivos para acabar contigo son por completo validos, mago, estafador y ladrón. Todo un personaje. 

Había metido la pata en grande, y de manera literal estaba atado de pies y manos. Debía pensar rápido, porque pronto aquella navaja sería parte de su organismo, y era lo último que deseaba tener en su cuerpo.

Por puro instinto, tiro la cabeza hacia atrás para tomar impulso y así darle un fuerte cabezazo al hombre que lo mantenía preso.

A causa del golpe se fue hacia atrás, dándole algo de tiempo para pensar algún hechizo que le desate los nudos. Dijo el primero que le vino en mente, el cual no funciono.

—Maldición.— se quejó al ver que nada de lo que decía funcionaba.

Al alzar la mirada vio aquel hombre aun mas enojado tirarse sobre él, tratando de apuñalarlo, solo que Hisirdoux no se quedaba quieto.

Exasperado le tiro un hechizo que lo inmovilizó. Hisirdoux sabia con quien meterse, mafiosos que tenían un amplio repertorio mágico. Por dentro el pelinegro rezaba al verlo acercarse amenazante. Si este era su fin, se arrepentía de haberle mentido a Circe cuando le dijo que no haría mas idioteces, y de haberse enojado con Arabella. Si tan solo se hubiese quedado con ella, la hubiese felicitado, quizás estaría planificando como pasar la fiesta de fin de año con su hermana.

Cuando el fin estuvo cerco, una especie de milagro lo sacó de su trágico destino. Alguien, al quien no pudo reconocer, se abalanzó sobre la persona furiosa que quería matarlo.

El hechizo que lo paralizaba se rompió, parpadeo un par de veces, y se encontró con su salvador. Thomas siempre era oportuno, llegaba cuando mas lo necesitaba.

—Ah, Douxie, mi buen amigo.— saludo el castaño, acomodando la silla en la que Hisirdoux aun seguía preso. —Pensé que lo que le dijiste a Circe sobre dejar de meterte en problemas era cierto.

—Ya suéltame.— le apuró, al ver que otro hombre se movía en el suelo.—También es agradable verte.

Thomas lo liberó, lo ayudó a levantarse, y salieron del galpón minutos antes que se llenará de agentes del servicio mágico.

—Bien, salimos a tiempo.— inquirió Thomas.—Por suerte para ti trabajo para ellos y llegue antes que te apresaran.— confesó, ayudándolo a sentarse en una banca frente al río.—Por cierto libere a Archie, aunque se pudo haber liberado solo, nadie lo vigilaba.

—En efecto, gracias Thomas, siempre es un gusto ser salvado por usted.— le agradeció el gato negro acostándose en su regazo.

Thomas le contó a Hisirdoux las razones de porque lo buscaban. Entre estas las estafas mágicas, algo que este no negaba, pero que tampoco deseaba admitir para ir preso por un par de juegos que se le fueron de las manos.

—¿Esta noche nos podemos quedar contigo?— le preguntó ignorando un poco el pedido de captura y que era difícil confiar en Thomas.—Si Circe me ve así me va a matar.

—Solo si estas dispuesto a aguantar a mí esposo y su ruidosa hermana..

—¿Éstas casado?— preguntó dudoso, aun que sonaba un tanto decepcionado. —¿Qué le ocurre a la gente que se casa tanto? Lo siento, felicitaciones amigo.— se retractó abrazándolo.

El abrazó duro mas de lo imaginado, y Thomas sintió como el apretón aumento con el sollozó de Hisirdoux.

—¿Eso es un llanto de felicidad o pasa algo mas?— le preguntó separándose un poco para verlo mejor.—¿Qué ocurre, Douxie?

—Es, es un llanto de felicidad, créeme.— le respondió, dándole una sonrisa torcida, lo que se le hacia difícil de creer.

—Te va a caer excelente la hermana de Harry, son tan malos mentirosos.— río Thomas pasando un brazo por el hombro de Hisirdoux.—Vamos Archie, buscaremos algo de pescado para ti.

Las últimas festividades de Hisirdoux eran una rara mezcla entre alegría y desconfianza, mas sumado que Circe y Baltimore se encontraban en una extraña fase de su relación. Esto hacia que las campanadas de la media noche encuentren al mago junto con su familiar a solas, fuera de cualquier caos.

  Llegó a pensar que siempre iba a ser así, solo que esta vez fue diferente; Thomas, Harry, y Sophie eran un trio fantástico que no paraban de hacer tonterías, reírse por cualquier situación hasta llegar a quemar la cena de fin de año. Era el tipo de familia que supo ser junto con Circe antes que muchas situaciones transformen sus día a día. Extrañaba esa época de su vida, y temía contárselo a su hermana, porque sabia que lloraría al notar lo mucho  que cambiaron, tanto para bien como para mal.  

  Media hora antes de la campanas que anunciaban un nuevo año, Hisirdoux se separo de la conversación que sostenía con su familiar, el gato negro insistía que de todos ahí él era el mas inteligente.  

—Linda noche para ser vieja y la última de este terrible año.— lo sorprendió Thomas con una copa en mano para Hisirdoux.—Archie me contó lo de tu ex demente. 

—Ella no esta loca.— insistió el pelinegro tomando la copa, viendo como Thomas negaba con la cabeza.—A mí me tiene loco, y debo ser el único que no la supera.— agrego viendo el interior de la fina copa. 

—Ay Douxie, estas por completo embrujado.— suspiro Thomas dándole unos toques en la espalda.—Mejor brindemos para que dejes de meterte en problemas.— bromeo dándole una amplia sonrisa.—Vamos a festejar por un mejor año, se parte de mí pequeña familia, al menos por ahora. 

 Entraron justo con el sonido del reloj que indicaba que 1828 había dado inicio, el grito de alegría de Sophie los hizo a todos reír. Hisirdoux fue tras Archie y lo abrazó hasta que el gato se zafo del fuerte agarre de sus brazos.

Estaba alegre, a pesar de no estar con Circe, que era con quien pasaba la mayor parte de la fiestas, o que era un prófugo de la ley mágica, o que su ex se iba a casar con alguien que no fuera él. Estaba feliz, porque se sentía mejor que horas atrás, donde casi perdía todo.

—Feliz año nuevo.— susurro dándole una gran sorbo a la copa.—Muy bien ¿Alguien quiere tocar el piano? Porque ansio cantar un poco.— anuncio alegre.  

—Yo toco para vos.— respondió Sophie yendo detrás de él. 

—Después de usted bella dama.— sonrió coqueto, haciendo que la castaña diera una risilla de emoción. 

Unas horas antes en la mansión Ashildr 

Zoe y Arabella estaban haciendo la mesa juntas, una frente a la otra, en un cómodo silencio, solo que la castaña quería preguntar algo y no sabia como. Desde que Arabella había vuelto de ver a Hisirdoux actuaba rara, a pesar de querer ocultarlo su compañera lo noto. 

—Vamos, dime ¿Qué ocurrió?— pregunto frenando su actividad.

—Hisirdoux no se tomo nada bien que me iba a casar.— respondió sin verle, dejando el plato que tenia en mano sobre la mesa decorada.—Me debe odiar, y no lo culpo. Después de todo no se caso con Rebecca por mí culpa.— agrego, dando un largo bufido de cansancio para luego tirar su cuerpo sobre una silla.

 Zoe camino hasta donde estaba Arabella derramando lastima y culpa por todos lados. Le era inevitable no sonreír cuando la veía dramatizar demasiado una situación, después de todo la bruja era una excelente actriz, a pesar de no dedicarse a eso. Aparto la silla un poco mas de la mesa, y se sentó sobre su falda, para tomarla de las mejillas así poder verla mejor a su ojos.

—Te preocupas demasiado por todo el mundo, por proteger sus sentimientos ¿Qué hay de los tuyos?— le pregunto con dulzura.—Debes dejar al pasado descansar en paz, y vivir el presente, que justo ahora es conmigo. 

—Sabía que bajo esa coraza había una chica muy dulce.— comento Arabella, sintiendo el ardor en sus mejillas. 

 Le dio un fugaz beso en los labios, y se levanto a continuar con la mesa. Otra vez el cómodo silencio se hizo parte de la escena. 

—Al final ¿lo invitaste que para eso lo ibas a ve?— indago caminando a la sala. 

—No, porque hizo la escena, y no me dio tiempo.— respondió yendo detrás de ella.—Pero si vendrá Circe y Baltimore, así que me imagino que lo traerán.

 Antes que Zoe siguiera haciendo algo mas, la detuvo tomándola de la mano, llevándose su mirada de intriga. 

—Espero que tengamos mas años juntas.— dijo y la beso.

 ¡Feliz año nuevo mis hermoses lectores! 

Les deseo lo mejor, y que nos sea leve el 2022

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top