Ultimo acto.

Hacía ya un par de años que vivían en Salisbury, les gustaba era una ciudad tranquila, mezclaba un poco lo campestre y urbano. Sus calles se cubrían de adoquines y llegado a cierta parte estas se volvían de tierra.

A Arabella le encantaba ese sitio, era pacifico y nadie sabia de ella, mientras que Galaga, pese al tiempo vivido ahí, no le terminaba de convencer. Mas que nada porque extrañaba andar de forajido con la rubia, pero si ella deseaba descansar un tiempo, él lo iba aceptar gustoso.

Aunque no era muy bien visto, las tarde en que las compañías de teatro presentaban sus obras itinerantes hasta la caída del sol, Arabella se quedaba allí hasta el final del ultimo acto, acompañada por su artista favorito (quien empataba su cariño con Hisirdoux) o sola. Pero no lo hacía por el placer de saber como se arreglaría al final una historia que vio cientos de veces, sino mas bien por como el publico actuaba llegando a las ultimas escenas, y si nada malo pasaba se encargaba que así fuera.

Si, le encantaba el caos de la muchedumbre agitada contra una pobre compañía de actores.

—Eres perversa.— le decía Galaga cuando Arabella le contaba sus peripecias en el mercado.

Una tarde, a minutos de que el sol se ocultara, y la obra de Caín y Abel llegara a su fin, Arabella los veía a una distancia prudente, nadie parecía molesto por la historia aburrida, solo ella. Cada tanto suspiraba agotada, porque era algo presencio desde el momento en que se escribió.

—¿Aburrida madame?— pregunto un desconocido.

Arabella lo vio por el rabillo del ojo, y alzo las cejas de manera altanera.

—Lo he visto cientos de veces.— se limito a responder.—Y siempre es igual, el hermano envidioso es castigado.

—Veo que es una conocedora, y de gusto complicado.— dijo el extraño, en un tono burlón.

Este dio un paso al frente, y hablo con un hombre a su lado, para luego volver su vista a la rubia que se mantenía de brazos cruzados. Era evidente que este la desacreditaba pese a solo haber una vacía y escueta charla.

—Cierto.— dijo Arabella, captando su atención.—Soy conocedora, y de gustos particulares.— sonrió con cierta malicia.

Camino hasta perderse en la oscuridad y la gente agolpada frente al escenario, y tras unos minutos de leves murmullos se oyó un grito masculino, llamando la atención no solo del extraño sino de los actores y la audiencia en general.

Los gritos de la voz socarrona no tardo en tener un efecto negativo en la publico, que poco a poco se fue agitando. De entre el tumulto, que iba perdiendo la calma, salió Arabela con una gran sonrisa en sus labios, y acomodando la falda de su vestido. Otra vez se paro al lado del extraño, quien veía sorprendido el despliegue de violencia frente suyo.

—En realidad disfruto del espectáculo después del espectáculo.— dijo satisfecha viendo lo mismo que los hombres a su lado.

—Diabólica.— exclamo con una gran sonrisa en su rostro.—Me agrada.

Arabella aclaro su voz, y vio al muchacho. Se tomo el pecho, y en un acto dramático empezó a hablar.

—¿Qué has dicho de esta pobre gente?— exclamo.

El muchacho la vio con sorpresa.

—¡No son brutos!— grito y llamo la atención de un par de ciudadanos apartados.

Lo que paso a continuación solo le pareció gracioso a la bruja, puesto que el muchacho se vio rodeado de señores no muy contentos con sus palabras no dichas. Sabía como iba a terminar todo, y cansada de estar fuera de su hogar, agito un pañuelo rosa ante la desesperada mirada del joven y se marcho.

—Creo que has ido muy lejos estas vez.— le regaño Galaga tras escuchar su relato.

—Si me hubieses acompañado no me habrían tratado de ignórate presumida y nada hubiese pasado.— se defendió.

Camino hasta su pareja que le daba la espalda mientras secabas unos cubiertos, y se abrazo a él.

—Los hombres no piensan eso si hay otro hombre tomándome la mano.— murmuro.

—¿Te haces la victima? ¿No es mas fácil ignorar a los idiotas?

Galaga volteo para verla, y se encontró con Arabella y su convincente cara de cachorro. Aunque le cuestionaba su método de como poner en su lugar a la gente, no iba a negar que algo de razón tenia, ver a una mujer sola apreciando las artes teatrales era algo para no tomar en serio.

—Espero que ese muchacho siga vivo.— dijo Galaga.—Creo que tendrás que ausentarse un par de obras, solo por las dudas.— agrego.

Planto un beso en su frente y se dirigió a la pequeña sala de su casa. Prendieron un par de veladores para iluminar, y se sentaron a leer en silencio como la mayoría de sus noches. Todos allí creían que eran un joven matrimonio sin apuros en agrandar la familia, y si no fuera por lo de joven sus vecinos no estarían equivocados. Aunque muchas veces Galaga, a sabiendas de la realidad de Arabella, deseaba tener un par de retoños y compartir un anillo con la rubia. Pero esta no solo que no podía sino que tampoco lo quería, el ex juglar respetaba aquello, y se conformaba viviendo feliz a su lado.

Su tranquila lectura se vio interrumpida por un ruido proveniente de afuera. Sin dudarlo un poco, Galaga tomo una vela, y se fue a ver que era. En cuanto abrió la puerta se encontró con un joven pelinegro malherido. Llamo a Arabella y esta llego de inmediato quedando boquiabierta al ver de que se trataba todo.

Aunque se aguanto hacer cualquier tipo de comentario al respecto, ayudo a Galaga a ingresarlo a la casa. Lo recostaron en uno de los sillones de la sala, y buscaron con que curar sus herida, que no eran muchas, pero si lo notaba muy golpeado.

—Pobre chico ¿Qué le habrá pasado?— pregunto Galaga viéndolo desde el marco de la puerta.

—Solo su querido Dios sabrá.— respondió Arabella sin ocultar su rabia.—Quizás es justicia poética.

Galaga no pregunto mas nada, tampoco lo necesitaba, entendió el poco sutil mensaje de la rubia. Fue hasta donde estaba el joven, y procedió a lavar su rostro, para luego encargarse de curarlo. Arabella lo veía desde el umbral de la puerta, quedo hipnotizada por el tratamiento que le daba al desconocido. Quizás veía en el muchacho lo una vez supo ser el juglar, y esa era la razón por la cual le daba ese extraño trato paternal.

Dejo su lugar y se acerco a Galaga.

—Ve hacer té, que yo lo curo.— dijo cuando este la vio.—Lo juro por mi madre que no le pasara mas nada.

Dejo de lado el cuenco con agua, y se puso de pie para darle un sutil beso en los labios. Se alejo, y le sonrió con satisfacción.

—El sabor del remordimiento es el mejor.— dijo sonriente.

Arabella dio una risilla, siguiéndole el juego, para luego volver a besarlo, mas lento y apasionado, tomándolo por sorpresa, para soltarlo de repente.

Ne me cherche pas, ma bien-aimée, car tu me trouveras.— dijo sonriendo con malicia al ver el rostro sonrojado de Galaga (No me busques, amado mío, porque me hallaras)—Hay mejores sabores, mon amour.

Sin saber que decir, aclaro su garganta y se marcho a la cocina. La sonrisa de Arabella se desvaneció en cuanto se quedo a sola con el supuesto inconsciente. Con sutileza, para no llamar su atención, se sentó a un lado, y tomo el paño húmedo que estaba en el cuenco, para luego estrujarlo en la cara del extraño.

Este dio un brinco en el lugar, abriendo sorprendido los ojos, y tomando una gran bocanada de aire.

—Como supuse en el momento en que te vi, estas loca.— exclamo este quitando el agua de su rostro.

—Y tu eres un pobre tonto que se topo con la loca.— dijo Arabella cruzándose de brazos.—No mereces el trato especial de Galaga, eres un niño arrogante y de seguro mal actor.

Este la vio ofendido por sus palabras, principalmente por lo de mal actor, aunque sentía curiosidad por saber como esta lo supo sin antes ver algún tipo de indicios por su parte. Se sentó, dando quejidos de dolor, y no quito su mirada avellana de la rubia que lo veía con cierto fastidio.

—Me gustaría disculparme por lo que te ocurrió a causa mía, pero lo disfrute y lo merecías.— dijo Arabella.

—¿Tu esposo esta de acuerdo con que vayas por ahí armando revueltas?— preguntó ignorando sus palabras.

Arabella se rio con fuerza.

—Así fue como lo conocí.— mintió sin borrar la sonrisa de su rostro.

—Pero que hombre tan afortunado.— se burlo.

—Te puedo asegurar que es mucho mas afortunado que tu.— dijo Arabella poniéndose de pie.

Y antes que la discusión se hiciera mas intensa, Galaga se hizo presente con una charola en mano, y los vio un tanto confundido. Dejo lo que traía en la mesa, y se quedo esperando algún tipo de explicación, que ninguno dio.

Mon amour.— lo llamo Arabella acerándose para luego plantar un dulce beso en sus labios.—Me retiro a nuestro cuarto, no te desveles.

Se marcho con la esperanza de que Galaga fuera detrás suyo unos minutos mas tarde, pero se quedo dormida tras estar media hora dando vueltas en la cama. A la mañana siguiente despertó sola, sintiéndose por completo indignada al notar que en realidad no paso la noche a su lado.

Salió del cuarto en busca de su amado, y no lo encontró. Dejo de lado su enojo e indignación dando paso a la preocupación cuando no lo vio ni siquiera en el pequeño patio trasero que tenían. Por su propio bien decidió que lo mejor seria esperar en calma, y que no le reprocharía haberse ido de juerga con un niño actor.

Con el transcurso de la mañana, y viendo que Galaga no daba señales de querer volver o de que si estaba bien, salió en su búsqueda, aun pesando con la mente en frio, y sin dejarse llevar por malos pronósticos. Pregunto en una pequeña despensa, y fue a unos puestos en el mercado. Se entero que lo vieron yendo a un hospedaje cercano donde paraba una compañía de teatro.

Ahora no estaba preocupada, todo lo contrario. No le molestaba que se fuera a un sitio donde se pudiera sentir vivo o alegre recordando sus raíces, sino que no le dijera nada, que se marchara en el silencio de la noche, y que con la salida del sol no diera señales de nada.

Como mujer, codearse con los hombres de teatro no solo que estaba muy mal visto sino que prohibido gracias a la ley de decoro de la reina. Aunque Arabella no le gustara la actuación odiaba no poder ejercer algo que, según ella, se le da tan bien. Después de todo hacer diferentes papeles como parte de su trabajo era actuar.

—Estúpidas leyes isabelinas.— se quejo mientras buscaba un sitio para esconderse.—Me obliga a engañar.

Apartada de la vista de cualquiera, en un despoblado callejón, Arabella alzo sus manos brillantes por encima de sus cabeza para ser bañada por su propia magia. Su cabello se oscureció, su busto se redujo y la espalda se ensancho. Su mirada se hizo mas ruda, y su nariz perdió su delicada forma ratona. El vestido se trasformo en traje, y ahora la bruja no era mas que otro muchacho escuálido.

—Con esto debería bastar para que me dejaran actuar como mujer.— dijo viendo sus manos callosas.

Enfurecido camino al hospedaje. Entro con cuidado, y se dirigió a una sala, donde se podía oír sus voces desde afuera, entre tantas reconoció la risa de Galaga, lo que le enojo aun mas. Dio un portazo llevándose la atención de todos ahí, y se acerco a un hombre mas viejo suponiendo que este era quien manejaba a los actores.

—¿Quién rayos eres?— le pregunto.

—Aaron Peronni.— respondió el rubio tomando su mano.—Vengo con ganas de ser parte esta pobre compañía.

El hombre canoso lejos de enojarse por sus palabras lo puso a prueba. Por su aspecto le dio el papel de una joven doncella, y este lo acepto con gusto.

—Nick.— llamo al joven que paso parte de la noche en su casa.—Ven, harán están pequeña escena, veamos de que estas hecho Aaron.

Ambos fueron hasta el centro de la pequeña sala, aclarando sus voces, y se vieron fijos.

—¿No leerás el libreto?— pregunto Nick.

—No me hace falta, me se esta obra de memoria.— respondió con una sonrisa burlona.

El acto dio inicio con una tranquila conversación entre ambos personajes, ambos eran amantes, y el personaje de Nick le tocaba rogarle al de Aaron para que no se marchara de su lado. Lo que le causo gracia a la bruja, era cierto que conocía la obra, pero también tenia presente que fue lo que inspiro al autor a escribir dicha escena, y estaba segura que una de sus amigas no que quedo tan apacible frente a esa suplica.

—No me toques o cortare tu mano.— exclamo llevándose la mirada de sorpresa de todos ahí.

El director lo vio pero no lo detuvo solo dejo que siguiera.

—Te crees muy hombre, pero ruegas para que me quede pese a todo lo que hiciste.— continuo buscando con su mirada a Galaga.—Que te perdone Dios, yo no tolerare otra traición.

Al oír esas palabras, Galaga se irguió con rapidez, reconoció aquel dialogo porque muy pocos oyeron la verdad detrás de la obras, entre estos él y Arabella. Se acerco al centro y tomo a Aaron del brazo, viéndole con furia.

—Ha de saber que en esta obra no hay lugar para forasteros.— mascullo.—Tu te vas.

Jalo con fuerza del brazo, obligando a Aaron a caminar contra su voluntad hasta salir del hospedaje.

—¿Qué crees que haces?— pregunto sin ocultar su enojo.

Aaron se soltó, y froto su brazo, para luego ver con sorpresa a Galaga. Le había lastimado y aun tenia el tupe de mostrarse ofendido.

—Que osado de tu parte ofenderte ¿Con que razón te enojas?— pregunto con voz temblorosa por el enojo y las lagrimas.—Te marchas en la penumbra, y ¿El culpable soy yo?

Galaga se callo, y Aaron se marcho a un pasillo escondido para romper con la ilusión. Salió por otro lado como Arabella, secado sus lagrimas, y tomando su brazo adolorido. El juglar fue detrás de ella con la esperanza de detenerla y pedirle disculpas de rodillas si era necesario.

—Bella, espera.— la llamo.

Esta se detuvo y giro para verlo.

—Ahora soy Bella.— dijo esta cuando Galaga estuvo frente a ella.—¿Tanto temor a que me rompa como un cristal tienes que no me puedes decir la verdad?

—¿Cuál verdad?— pregunto aun temiendo a la respuesta.

—Extrañas recorrer los caminos, y ya te has hartado de estar quieto a mi lado, no creas que no lo se.— respondió.—Lo noto cada noche cuando te acuestas y das esos suspiros de cansancio, cuando guardas silencios muy profundo, o te marchas por largas horas.

No pudo contener mas las lagrimas, ahora no estaba enojada, sino dolida por decir en voz alta eso que le perseguía día a día en el ultimo año. Galaga sintió una gran punzada en su corazón por haber sido tan obvio en los últimos meses y no haber tenido el coraje suficiente para hablar con ella. La abrazo buscando que se calmara, porque estaba seguro que dejaría la descubierto su identidad.

La soltó, y tomo del rostro para verla a los ojos que se estaban tiñendo de rosa.

—Debes calmarte, o esta tarde el espectáculo será una bruja en la hoguera.— murmuro pasando un pulgar por las mejillas húmedas.

Arabella se aparto, y le dio la espalda.

—No es ningún secreto, creen saberlo, por eso nadie me habla.— balbuceo.—Voy a ver el teatro itinerante porque se que allí soy una mas del montón, y dejo de sentirme sola.

Galaga camino hasta quedar frente a ella, busco su mirada fría pese al color cálido que la formaba.

—¿Conmigo te sientes sola?— le pregunto, y ella solo asintió.—Por favor Arabella perdóname.— dijo y la abrazo con fuerzas pese a no ser correspondido.

—Eres libre de irte si así lo deseas.— murmuro.—Pero no esperes que este aquí cuando vuelvas si lo haces en la cobardía del silencio.

Rompió el abrazo y se marcho. Galaga cayo sobre sus rodillas, la vio perderse en el horizonte, y tomo su corazón adolorido.

Llego a la casa minutos después que ella. Arabella se encontraba sentada en la mecedora, viendo por la ventana que daba al patio trasero. Se la veía lúgubre como hace mucho que no sucedía. Camino, para luego sentarse frente suyo, y apoyar su cabeza en el regazo de la bruja.

—Perdón por ocultar tanto tiempo mi malestar.— dijo con pena.

—Tu no ocultas nada, eres un libro abierto que no habla.— dijo ella, poso su mano sobre la cabellera castaña.

Galaga suspiro relajado al notar que Arabella rompió la barrera de la distancia.

—Es cierto y espero hasta el ultimo momento para que alguno actué primero.— murmuro.—Y termino por lastimarte. Mereces estar con alguien que no haga lo que yo.

¿Acaso estaba rompiendo con ella? Se pregunto Arabella. No esperaba que se diera por vencido tan rápido después de tantos años juntos, de lo que vivieron, y caminos que anduvieron ¿Nada de eso valía lo suficiente como para dar un poco mas de resistencia?

—¿Qué harás? ¿Te marcharas, así nada mas?— le cuestiono.

Galaga alzo su cabeza, y tomo las manos de Arabella. No estaba enojada, sino triste, se le notaba en la mirada marrón desprovista de alguna clase de brillo, no había ni furia ni felicidad, solo desdicha.

—Me marchare solo si me lo permites.— respondió, y beso sus manos.

Arabella las quito de su suave agarre, y el enojo atravesó su rostro.

—No necesito que me pidas permiso, ni que implores nada.— exclamo y se puso de pie.

Le extendió una mano a Galaga que cayo sobre su espalda. Quería tenerlo de pie, verlo a los ojos, no de rodillas como un esclavo de su amor. No deseaba para ninguno tener que sufrir ante las decisiones del otro, o estar rogando por un poco de atención. En que momento su vida se convirtió en una miserable rutina, se preguntaba al ver la lagrimosa mirada de su amado.

—Solo dime que te vas, no guardes silencio o esperes a que no te oiga.— dijo en cuanto Galaga quedo de pie frente suyo.—No nos rompamos así los corazones.

Una corriente eléctrica escalo por el cuerpo de Galga, y frente a un impulso, o quizás la necesidad del contacto la beso con pasión. Ella se apretó contra su pecho, correspondiendo aquel fuego que clamaba por su nombre. Odiaba la frialdad de la distancia pese a estar justos cada día que pasaba, mas aun sabiendo que su relación comenzó con un cálido, extraño y desafortunado encuentro cientos de años atrás.

La noche los encontró acurrucados en la cama, aun sin haber pegado un ojo, desde el momento en que se desato el tormento de la reconciliación. Arabella acariciaba la tenue marca de una daga envenenada sobre el pecho de Galaga, mientras este peina su desprolija cabellera rubia que se extendía por ambos cuerpos.

—Creo que tuve un poco de celos.— dijo al fin Arabella, apoyando ambas manos sobre el pecho de su amad, para poder apoyar su mentón y alzar la vista.—No estoy acostumbrada a compartir tu atención, menos con un mocoso como ese.

—No esta de mas decir que mi corazón solo late por ti, y nadie mas ocupara tu lugar.— musito.

—¿El teatro tampoco?— pregunto.

—La pasión no es lo mismo que el amor. Tu provocas ambos en mi, algo que ninguna bella arte podrá hacer.— respondió esbozando una cálida sonrisa.—Eres mi musa, y también eres arte.

—También provocas en mi pasión, amor, y ganas de hacer arte.— dijo.

Giro sobre si para quedar tendida sobre el colchón, y se quedo viendo el techo, pensando como decir lo siguiente sin sentir que las palabras lastimaban su garganta.

—Pero también provocas angustia, y tristeza.— agrego con voz temblorosa.
Galaga se apoyo sobre unos de sus costados, y la obligo a verlo tomándola por la mejilla con suavidad.

—Júrame que no llegaremos a ese punto, aunque nuestro futuro sea incierto, o el tiempo se acorte.— pidió Arabella con lagrimas en los ojos.

—No volverá a suceder, lo prometo, no me callare ni te hare sentir sola.— dijo creyendo cada una de sus palabras sin importarle nada mas que el presente en que se encontraban.

Cerraron su juramento con un extraño beso que tranquilizaba el mar de incertidumbres pero que a la vez tenia ese agrio sabor del mismo sitio en donde se encontraban a la deriva.

A la mañana siguiente Galaga se marcho con la compañía de teatro, quienes estaban satisfechos con su breve incorporación, necesitaban un actor como el para completar el elenco y presentar una obra en una fiesta de la corte. A Arabella le dolió verlo marcharse, aun sabiendo que no tardaría mas de una semana en volver, y no le quedo otra que amigarse con su soledad, aquel sentimiento al que le estaba negando un espacio en su larga vida.

★★★

Muy buenas ¿Cómo les va? Espero que bien.

Esta historia es muy shakesperiana, muy melodramática, romance dramático, dramático en si. Ame.

Es que de alguna forma uno sufre cuando se detiene, obvio no es excusa para congelar la relación. Era totalmente necesario mostrar un lado de la pareja que nunca se vio (en si no les mostré mucho) y la parte del juramento es como "Mierda, se dio cuenta que pronto va a morir".

No hice uso de ninguna obra de Shakespeare porque Galaga falleció para cuando se hizo conocido por ahí en 1590 y algo (nuestro bb muere a finales del siglo XVI)

El personaje de Nick y la persecución que se desata al principio esta basado en una historia que empecé a leer (otra vez) Me cae mal, se nota que fue escrito por un hombre, pero igual no lo culpo, es un personaje del siglo XVII todos unos cerdos *se va por las ramas*

Si Arabella habla francés y si, estaba celosa. También es una prosa distinta, quería que fuera mas teatral, es que hablar super decorado a veces es lindo.

Sin mas que decir, me despido ✨Besitos besitos, chau chau✨

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