8- Una piedra por regalo.

11 de noviembre, 1135.


Arabella despertó gracias a un suave beso en la frente. Si algo extrañaba mucho era que Hisirdoux la despierte con alguna clase de mimo, su preferido eran esos besos.

Fueron un par de días donde eran ellos dos sin interrupción de nadie. Gracias al cumpleaños de Arabella, que era una semana antes que el cumpleaños de Hisirdoux. Era una costumbre de los últimos años. Las dos semanas que se tomaban para si mismos.

—¿Te digo, buenos días o feliz cumpleaños?— preguntó Hisirdoux al notar que Arabella estaba despertando.

—Treinta y cinco, no lo creó.— dijo sin responder, estirándose, para tantear el rostro de Hisirdoux.

El pelinegro río, la abrazo y al cabo de unos minutos salió de la cama para ir a preparar el desayuno, a la par que ella sentaba para estirar sus brazos.

Arabella veía como las hojas del otoño inglés caían con lentitud, sin ninguna clase de apuro. Por alguna razón en sus últimos aniversarios de vida, sentía una clase de nostalgia. Salió de la cama para ver mas de cerca por la ventana. Cada tanto pasaba la mano por el vidrio para quitar los restos de vapor de su aliento. A pesar de ser su cumpleaños era un jueves gris.

—Volvamos a la cama ¿Si? Te podes resfriar.— dijo Hisirdoux acercándose por detrás para cubrir sus hombros  con una manta.

Se limito a sonreír, y juntos se metieron en la cama. Comieron, rieron, hasta que ya no les quedó que mas hacer que solo verse a los ojos y reír.

—Me gusta pasar tiempo contigo.— dijo Hisirdoux, mientras jugaba con el cabello de Arabella.

—A mí me gustas tu.— dijo ella, acercándose para darle un beso.

El momento fue brutalmente interrumpido por Galaga quien entraba mas contento que nunca al cuarto, sin importarle nada. Era lo único de lo que Hisirdoux no se podía salvar, el eterno amigo de Arabella.

Galaga traía buenas noticias para la bruja, y no pudo esperar a que el día pasará para entregárselas.

—Mí doncella, tengo algo exquisito para ti.— dijo con emoción en la voz, acostandose entre los dos.

Cómo respuesta de su infortunio se llevo una mala mirada por parte del pelinegro.

—Lo siento amigo, pero esta dama tiene un compromiso, con una corte francesa.— le paso el sobre.

—Podrías haber esperado al menos una hora mas.— se quejo viendo para el lado contrario.

—¿Tanto así?— bromeo tras la queja del pelinegro, llevándose un leve codazo de la rubia, que leía la carta.

Tras leer el contenido, Arabella salió de la cama saltado de la emoción. Galaga se le unió al festejo, parecían dos niños alegres. Él único que no entendía nada era Hisirdoux que los veía a dos un tanto desconcertado.

—Tengo un servicio en Francia.—  contó Arabella, tirándose sobre el pelinegro.—Que emoción.

—¿No era que te quedarías aquí, conmigo hasta mí cumpleaños?— preguntó sin una gota de emoción.—Después de todo es el único momento del año que tenemos tiempo para algo.

La bruja freno en seco tras el recordatorio de la costumbre que habían adquirido, e Hisirdoux tenia razón. Solo para sus cumpleaños podían hacer una pausa para verse.

—Doux, escucha, esto es importante. Es bueno para las brujas de mí clase, y estaré para el día de tu cumple y, y, y me quedare una semana entera.— dijo tomando sus mejillas.—Te doy mí palabra, lo juro por mí madre.

Un poco ilusionado, el pelinegro la beso, para cerrar el trato.

—Pero hoy te quedas conmigo, sin él. — señalo al castaño que los miraba disgustados.—Me basta con que me vea sin camisa para saber que no lo quiero cerca.

—Hecho.— dijo la rubia y lo volvió a besar alegre.

—Tampoco eres mí tipo, mago. Me gustan mas rubias.— dijo en modo de burla.

Al día siguiente, la bruja y el juglar se marcharon rumbo a Francia. Un camino largo para ambos, y en menos de la mitad de este Arabella no estaba segura sobre si volvería a tiempo para el cumpleaños de Hisirdoux.

—Debemos apurar el paso.— dijo ella para luego ver a la mantis religiosa blanca que dormía sobre su hombro.—O volar.

El bicho salto de su hombro para transformarse en una fiera felina con cara furiosa. Tan solo gruñó muy alto para que su familiar se paralizada del susto, y entendiera que ella no era el transporte de nadie.

—Ve a buscar a alguien que les abra un portal o algo.— dijo tras volver a su forma de bicho.—Creo que por estos lados hay alguien que les puede ayudar.

Apuraron aun mas el paso, hasta el siguiente pueblo, era pequeño, bastante abierto y disperso. Ahí la gente trabajaba el suelo y los animales. Vivían de eso, pero también de otro método.

Entraron en una pequeña casita de dos cuarto. En un pequeño cartel indicaba de lo que White hablaba, solo en una lengua que los seres mágicos entendían. Fueron atendidos por una joven mujer bastante agradable.

—Portales mágicos al alcance de su mano.— dijo la joven que a la bruja se le hizo conocida.—¿A dónde desean viajar hoy, lord y lady...?

—No somos casados, soy Arabella de Pericles y él... — miro a Galaga por un segundo que estaba distraído viendo fuera de la pequeña tienda.—Eu ¿Cuál es tu apellido?

—Ah eso, solo Sir Galaga.— respondió con liviandad, sin darle tanta atención al asunto.—Iremos a Francia.

La joven mujer los condujo al otro cuarto. Les explico sobre los saltos mágicos, y los peligrosos que podían ser si era la primera vez.

—¿Perder un brazo?— preguntó preocupada Arabella.—No creo que sea una buena idea.— inquirió.

—Bueno, iremos a pie, y llegarás tarde para el cumpleaños del bobo.— dijo Galaga.

Ella lo miro, como cuando él otro tiene razón, y aceptó hacer el salto mágico a pesar de las consecuencias.

—Por favor dame la mano.— pidió preocupada Arabella.

—Vaya, tienes miedo de verdad.— dijo sorprendido, tras tomarle la mano que tiritaba.—No te preocupes, de última perdemos las extremidades los dos.— bromeo.

La castaña que los guiaba, se paro frente a ellos, lento una luz verdes los fue cubriendo, hasta envolverlos por completo.

—Que tengan buen viaje.— fue lo último que se escuchó.

Al tocar suelo francés, ambos cayeron parados, un tanto mareados, mas Arabella que no soportaba como el resto de los mortales los viajes en dimensiones. Corrió detrás de unos arbustos a vomitar lo que el viaje mágico hizo en su interior.

—Lo bueno es que estamos completos. — bromeo Galaga, dándole unas palmadas en la espalda.

Fueron los quince minutos mas largos para Arabella que sentía que su interior se agrietaba por aquella magia.

-Estoy bien, estoy bien.- dijo tomándose el vientre a causa de los fuertes retorcijones.-Creo que me tendré que hacer revisar, vomite un mes de almuerzos.- bromeo.

—O quizás estas embarazada.— bromeo.

La bruja, que estaba aun doblada por los vómito, alzo su mano con el dedo índice levantando en señal de que se callara.

Tras una breve caminata, llegaron al palacio para la hora del té, como le gustaba decir a Arabella. Fueron bien recibidos por Belice, una joven ama de llaves.

—Lady Pericles.— la recibió con una gran sonrisa.—Por aquí, el Rey la espera con gran ansias.

Siguieron a la joven por el palacio, no había mucha gente, pero no se sentía solitario. Mas bien el aire estaba plagado de alegría, los ventanales dejaban entrar el sol otoñal. Se podía ver a parte de la servidumbre dispersos en el jardín. No se igualaba con Inglaterra.

—Lady Pericles, la llevare con el rey, mientras, si su acompañante quiere, puede ir a conocer el palacio. Es libre de andar por ahí.— sugirió.

Galaga le sonrió coqueto y le guiñó el ojo a la joven ama de llaves, quien se sonrojo por el atrevimiento del juglar; este se despidió de ambas, y se fue lento caminando por los pasillos.

Belice guió a la bruja hasta el salón real, contándole algunas curiosidades del lugar. De camino a su reunión, se cruzaron con otra mujer, de larga cabellera castaña bastante oscura. Sus ojos eran azules tan fríos como el hielo, sin embargo su rostro llevaba una cálida sonrisa imposible no ver. Arabella se paralizo al verla, como si le hubiese quitado el aliento. No recordaba la última vez que una mujer la puso así de nerviosa.

—Lady Pávlov.— saludo Belice mientras se acercaba.—¿Cómo esta usted hoy?— preguntó.—Arabella, ella es Desdemona Pávlov, la mano derecha de la zarina, que esta de visita.

—¿Bruja?— preguntó esta al tomar la mano de Arabella.

—¿Hechicera?— preguntó Arabella sintiéndose a gusto.—Encantada, la verdad, es que su mirada es mágica.— dijo sin pensar.

Desdemona, envuelta es un delicado vestidos azul, y guantes largos hasta los codos, río sonrojada ante las palabras de la rubia.

—Usted luce encantadora.— sonrió la hechicera.

Las tres juntas fueron a donde estaba el rey. Al entrar, el salón era igual de iluminado que el resto del palacio. El rey estaba viendo por el gran ventanal, distraído hasta que la joven Belice llamo.

—Querida ¿Nuestra invitada?- preguntó al verlas entrar.—Arabella de Pericles, un gusto al fin ponerle rostro a tan aclamado nombre.

Belice se retiro, y el rey se acercó al centro del salón para ver mas de cerca a la nueva cara. Saludo de manera cortés a Desdemona, quien le sonrió dichosa al hombre.

—Puede retirarse Lady Pávlov, me imaginó que la Zarina la busca, yo debo hablar de algo importante con ella, en privado.— indico sin dejarle de sonreír a Arabella.

La hechicera no puso su mejor cara pero se despidió de ambos con una gran sonrisa.

Estando solos el Rey no tardó en contar el por qué de su invitación.

—El problema es un brujo, que vive al pie de la montaña.— dijo.—Al menos una vez al mes desaparece gente, creo que es él.

—¿Cómo esta tan seguro?— pregunto curiosa, acercándose al ventanal.

—Por esto.— le paso un símbolo escrito en papel que se ilumino tras tocar la mano de la bruja.—Fui a ver a una familia afectada y es lo que encontré.

—Vaya, ahora le creo que es un brujo, de encantamientos.— dijo.—Bueno, no se preocupe, haré todo lo que este a mí alcance para resolver esto y que todos estén en paz.

—Me alivia escuchar eso.— dijo un poco mas calmo.—Tenemos una habitación disponible para usted, por si desea descansar de su viaje.

—Descansar, es lo que necesito.— respondió ante la propuesta del rey.

Llamo a Belice, y juntas fueron hasta el cuarto de invitados. A Arabella le había caído muy bien, tanto el rey como su gente. Con la joven ama de llaves hablaron todo el trayecto hasta el cuarto.

—Que hermoso lugar.— dijo alegre Arabella al ver la habitación.—Es tan amplio.

—Su majestad quería que se sintiera bienvenida.— comentaba Belice mientras abría las ventanas.—Por eso me hizo que le prepare este gran cuarto rosado.

La rubia parecía una niña de vuelta, aquella habitación colorida. Le recordaba a la que le armó Morgana para la primera noche que paso en Camelot.

—Belice, antes de que te marche te hago una pregunta ¿Qué le regalarías a tu pareja para su aniversario de vida y como símbolo de perdón por llegar tarde ese día que juraste llegar temprano?— le preguntó con seriedad.

—Que pregunta tan específica.— río.— Bueno le daría algo hecho por mí, para que se de cuenta que pensé en él o ella a pesar de las circunstancias.— respondió con simpleza.

Antes de que se vaya del cuarto le pidió que si veía a su acompañante que este vaya a donde estaba ella.

—Dile que me urge su presencia en el cuarto rosado.— indico moviendo la cabeza en afirmación, esbozando una extraña sonrisa.

A los quince minutos, Galaga llegó al cuarto de huésped, quedando tan maravillado como cuando Arabella también lo vio.

—¿Me buscabas doncella mágica?— pregunto maravillado.—Espero que esto te vuelva la dama que fuiste antes de esa taberna años atrás.— río.

Arabella río recordando ese lugar que para ella le fue tan agradable. Sucio pero familiar.

—Si, necesito un favor.— dijo tras volverlo a la realidad de esa habitación. —Quiero que vayas a una mina troll que hay por aquí cerca y me traigas una piedra tan verde como esta.— le pidió pasándole una mapa para que se ubique mejor. —Es un regalo para Hisirdoux.

—Es medio tonto tu novio pero no creo que se merezca una piedra por regalo.— pensó en voz alta Galaga.

—No Galaga, le haré una pulsera encantada como mí collar.— contó, dándole un suave toque sobre el hombro.

Medio de mala gana aceptó hacerle el favor solo a cambio de otro. Ella estaba segura que así sería, así que se preparaba para lo que en un futuro él le pidiera.

—Por cierto, vi a esa tal Desdemona, es bellísima.— comento antes de irse.

—Ya vete, y no molestes a las mujeres. — dijo Arabella, tirando un almohadón, cuando Galaga cerro la puerta.

Cuando se marchó, se acostó, no se sentía del todo bien. El viaje la había agotado y el símbolo mágico preocupado. No era la primera vez que veía uno así, pero en los libros que Morgana le daba para estudiar no tocaban tanto el tema.

  Pensó que quizás aquél brujo sea uno de vasija, pero no entendía para que quería usar a las personas. Se durmió por unas horas, sin embargo sus tiempo de descanso se vio interrumpido de manera brusca, a causa del rey. Este entro al cuarto con desesperación, sin tiempo a llamar a la puerta.

—¿Qué ocurre? ¿Ya amaneció?

—No, es Belice, fue al mercado y no ha vuelto aun.— le respondió un tanto alterado.—Mande a la guardia por ella, pero me han dicho que no la vieron, pero encontraron esto.— dijo preocupado.

Le paso un papel con el mismo símbolo que le mostró hace un rato.  Aquello ardió en sus manos, asustándola un poco. El misterioso brujo sabia que estaban por ir tras él.

Gruño enfurecida. Saco al rey del cuarto, se vistió con ropajes cómodos. Se miro al espejo, observo la figura nerviosa que se reflejo en el. Ver a otro como ella no entraba en sus planes de un simple servicio.

—Voy a acabar contigo.— amenazo.

La figura del espejo tembló. Termino de confirmarse que estaba en lo cierto. Quien sea que sea ese brujo la estuvo espiando desde el momento en que piso el palacio.

★★★

Muy buenas ¿Cómo les va? No, no estoy demente por publicar un lunes, las causas de mi locura son otras, pero no vienen al caso.

Como estoy con los último trabajos de la facu, publico ya, para mañana solo centrarme en perder la cordura que me queda a causa de la facultad. Lo mas seguro es que también publique el viernes, y ya después martes otras vez.

Perdón si el principio es muy romántico, pero esta todo equilibrado.

Como sea, nos vemos. Besitos, besitos, chau, chau.

Disclaimer: no hace falta que lo aclare pero lo hago igual. Todos los reyes que yo plantee acá son ficcionales, pues paja usar uno real, aun sabiendo como eran en la era medieval. También son ficcionales sus buenas actitudes hacia las mujeres, ya saben como funciona la historia del mundo. Lo dijo ahora, esta todo muy idealizado, si va a ver momentos de tensión en cuanto la visión que se ha tenido sobre las mujeres, pero si me baso solo en la realidad a Arabella la hubiesen quemado hace mucho.

Ya somos grande y la aclaración esta de mas ¿No? Ahora si, besitos.

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