3- Por el lado equivocado del bosque.

El camino a su nuevo destino no era tan lejos como se lo habían pintado en la feria. Quizás solo buscaban atemorizarlos, para evitar que fueran por allí.

Estaban a unos metros de un oscuro portal que viéndolo desde afuera se notaba que cargaba con muy malas energías.

-Aquí estamos.- señalo Galaga, en cuanto se detuvieron frente al ingresó al bosque.-Aun podemos ir por la montaña ¿Sabes? Los enanos de las minas son geniales, y les encantará apreciar tu belleza.- agregó.

Arabella rió y le dio un le empujón.

-No seas gallina ¿Qué tan malo puede ser?- se preguntó.

Le extendio su mano para dar el primer paso juntos.

-Yo te protejo.- sonrió animada.

Aún así el juglar no se sentía tan seguro de la próxima decisión.

-Si te digo que hay un hechicero gris con ellos ¿Iríamos por las minas?- insistió, y ella negó.

Resignado, Galaga le tomo la mano a la bruja, y juntos dieron el primer paso dentro de aquel sitio. Una extraña sensación escalo por sus cuerpos, provocando en ambos escalofriós que los obligo a verse atemorizados.

-Bueno, si da miedo.- dijo Arabella tras el subidón que le provocó eso, tomándole mas fuerte la mano a Galaga.

Se veía mas siniestro de lo que aparentaba. La calma que les rodeaba era lúgubre, de cementerio. Era una extraña sensación de paz y terror combinado.

Caminaron por la fría oscuridad que el interior del bosque les proporcionaba a causa de lo espeso de las copas de los árboles, provocando que el sol entrada con dificultad.

-No se porque dicen que este lugar es una trampa.- agregó un tanto nerviosa la bruja.-Solo es algo siniestro, no hay que ...

Sin darse cuenta, se encontraban en lo que era el centro del bosque, su corazón. De repente, tomándolos por sorpresa una espesa neblina verdosa, empezó a cubrirlos, muy lento, provocando que se paralizarán del miedo.

Arabella leyó cada libro sobre sitios embrujados, y que era lo que estos provocaban en las personas que se arriesgaba a entrar en ellos, sin embargo no se sentía del todo prepara al enfrentarse a la realidad que los escritos relataban.

-Debemos huir de acá.- anuncio Galaga.

Cómo si de un reflejo se tratara, tomó la mano de Arabella, para así salir corriendo de allí.

Corrió sin una dirección en concreto, algo alegre al sentir que la niebla se disipaba por cada paso que daba. Pero aquella pobre felicidad se borro de su rostro al notar que no le estaba tomando la mano a su compañera.

Se detuvo en seco. Lo único que se podía oír era su agitada respiración, mas que eso, aquel sitio se torno aun más silencioso de lo que era.

-Maldición, esto no esta bien.- se dijo a si mismo mientras buscaban algo con la su mirada avellana.

Los nervios del juglar crecían ante la idea de estar por completo solo en un sitio tan peligroso. Mas aun, que había perdido a la única persona que lo podía proteger de un lugar como ese.

La neblina al fin lo alcanzó, cubriéndolo de forma instantánea.

-Esto no esta nada bien.- repitió otra vez.

Podia sentir como cada parte de su cuerpo, espíritu, ser, temblaba asustado.

Se encontraba por completo desprevenido. Buscando con su mirada, a duras penas, a la rubia que lo acompañó. O como mínimo a la rara felina que la seguía.

Unos ruidos detrás suyo lo puso en alerta, tratando de dar con aquello que le provocaba que sus vellos se encresparan. La neblina enturbiaba su visión. Galaga se sentía mas inseguro que nunca en sus veinticinco años.

-¿Quién anda ahí?

Fue lo único que alcanzó a preguntar; de la neblina misma, una punzante daga envenenada se clavo en su corazón mas humano que nunca. Un alarido de dolor broto de su garganta, que rompió con la extraña paz del lugar, llegando a oídos de Arabella que aun se encontraban paralizada por el miedo.

Galaga cayo de rodillas al suelo tomándose el pecho. Sentía como su corazón se hacia agua y escurría entre sus dedos. Vio un viejo vestido flotar frente a sus ojos, se desmayo antes de llegar a tocar el suelo.

El corazón de la bruja dio un salto de desesperación en su pecho tras escuchar ese grito. La neblina la había cubierto por completo, pero no era densa, sino mas bien fina, permitiendo que se pudiera ver a través de esta. Con un poco de visibilidad e impulsada por lo escuchado corrió en su dirección, solo para encontrarse con lo último que deseaba ver.

En el frío suelo yacía moribundo Galaga, con una extraña daga verdosa clavada en su tórax. De la misma lastimadura brotaba un líquido espeso, aun mas oscuro que su sangre. Cuando dio un paso, temblando del miedo, una voz vieja la detuvo.

-Hija de Morgana.- susurraba.-Eternamente maldita.

-¡Da la cara, si tienes agallas!- grito fingiendo valentía.

-Como usted ordene.

Una mujer anciana, que mas que caminar flotaba a centímetros del suelo, se presento ante ella. Vestía una túnica rasgada por el tiempo, su piel era grisácea tal cual cadáver o mas bien por la falta de luz. Sobre su cabeza una fina y larga cabellera gris que arrastraba por el suelo.

-¿Lo conoces?- le preguntó con malicia, mientras lo señalaba con su esquelético dedo.

-¿Qué fue lo que le hiciste?- pregunto.-¿Quién demonio eres?

Aquella mujer floto alrededor de ella, viendo cada faccion de su asustado rostro.

-Me llamo Minerva, soy la bruja que habita este glorioso bosque.- se presento con una gran sonrisa dejando entrever dientes puntiagudos.

-No puede ser.- dijo sorprendida Arabella, dando un paso atrás.-He leído sobre ella, vi cada dibujo, y pintura, tu no eres Minerva.

-Si lo soy, niña tonta.- paso una mano sobre el rostro de la rubia.-Solo que este bosque tomo mas de lo que le podía ofrecer.

-¿Qué fue lo que le hiciste?- le volvió a preguntar, ahora un poco mas enojada.

Disgustada por el tono de voz de la mas joven, aquella anciana bruja, floto hasta donde estaba el cuerpo de Galaga, y toco con suavidad la daga, provocando que el joven hombre gritara de dolor.

-Si no cooperas, lo habré matado.- rió, al sacar el dedo de la empuñadura.-Pero si eres digna hija de Morgana entonces querrás salvar su corta vida.

Agotada por la falta de una solución y que aquella mujer hablara tan abiertamente de su madre, le daba rabia. Otra vez sus ojos se tornaron rojizos ante el explosivo sentimiento. En su mano se formo una flecha con la que planeaba apuñalar a la vieja bruja, que solo se burlaba de ella.

-Ni lo pienses, o él morirá tan rápido y dolorosamente que vivirás arrepentida por siempre.- amenazo con enojo.

Volvió a tocar la daga, haciendo que Galaga se retorciera del dolor.

-No creas que no se lo que eres. Se todo de ti, mas que ti.-

Floto hasta ella al ver que la flecha se esfumo.

-Eres la viva imagen de ella, se que te esculpió a su manera.- dijo sin dejar de sonreír.-Tambien se, algo que tú no.

-¿Qué tienes contra ella?- pregunto.

Los rumores sobre Morgana crecían y parecía que nadie quería hablarle sobre eso.

-Nada.- limitó a responder.-Es mas, respeto lo que hizo.

Hizo una pausa.

-Pero ahora no hablemos de ella.

Estando cerca, tomo su rostro por el mentón, hundiendo sus garras en la temblorosa piel de la joven; inhaló su aroma, la fragancia de Arabella sabia a belleza y juventud.

-Si quieres traerlo a la vida, necesito esto que posees.- dijo luego de aquel incomodo momento.

-¿Cómo?- pregunto temiendo por cual seria la respuesta.

Minerva sonrió con cierta perversidad, soltando con brusquedad el rostro de la joven. Giro al rededor de ella, hasta que se quedo quieta a su espalda. Tomo sus hombros y acerco su arrugada boca al oído de Arabella.

-Fácil, quiero una fracción de tu magia.- le susurro al oído.-Esa que desborda de juventud.

Arabella supo al instante de que magia hablaba. De que parte su cuerpo la tomaría. Aquello implicaba no solo poder curar rápido, sino que tampoco podría curar a los demás, o crear vida.

¿Qué tan dispuesta estaba para sacrificar una parte suya tan preciada?

¿Qué tan grande era el sentimiento que tenia por aquel joven hombre que yacía casi muerto en el frio suelo?

¿Valía la pena? ¿Él se merecía que ella dudara? ¿Si no era Galaga y era Hisirdoux quien se encontraba en aquella situación? ¿También dudaría?

Cada pregunta que atravesaban su mente como una fugaz flecha, cada segundo que pasaba, su corazón agonizaba ante su indecisión, mas aun el castaño que dormitaba moribundo en el suelo.

Hasta ahora el nuevo mundo que conocía fuera de los muros del castillos teñía de diferentes colores su realidad.

Tomo aire, cerrando con fuerza los ojos, y lo largo de forma tendida hasta sacar cada gota de oxigeno de su sistema.

-Mi magia será.- respondió segura ante todas las dudas que nacieron en su mente.-Te lo entrego.

-Vaya sorpresa.- se alegro.-Que bien... por mi.

La joven bruja sabia que estaba por cometer un grande y grave error, pero aquel joven la acompaño en su soledad, y le dio un poco de color a su pena. No podía dejarlo morir.

Si de algo estaba segura es que para si misma deseaba poder ayudar a a cada quien que la necesitara, y Galaga seria aquella primer persona.

Tampoco estaba dispuesta a perder a nadie mas. A sus veinte años no quería sumar gente a una lista.

El ritual consistía en una dolorosa transferencia mágica, ya que la extracción por magia de cualquier órgano suponía un gran uso de energía tanto mágica como física. Solo era algo que leía en los libros, o que Morgana le contó, como todo lo que conocía.

-Estas a punto de cometer un grave error.- le decía su familiar.-Siendo un dragón la puedo destazar en un segundo, y nos iremos de aquí.- insistía.

-No, esto es por él.- respondió Arabella sacándose el vestido.

-Le buscaremos una cura en otra lado, aun hay tiempo, bruja.- le suplicaba.

-No le queda tiempo, y dudo que haya un antídoto para eso. Es veneno troll.- susurro.-¿Cómo alguien puede conseguir algo así por acá?- se cuestionó aun sabiendo que la respuesta sería inútil.

En paños menores, Arabella se recostó sobre el frio y húmedo suelo.

Con sus manos, Minerva dibujo sobre la mas joven un pentagrama, que se extendió encerrándola en el circulo, y dibujándose una estrella bajo esta. A la altura del vientre bajo, sobre el útero, la anciana trazo una linea con sus dedos. Empezó a cantar un encanto en una lengua antigua que la rubia no podía descifrar.

-Muy bien, debo estudiar mas lengua.- se decía para si, tratando de desviar cualquier pensamiento que le causara mas miedo.

Su ser temió ante el silencio que se genero. Pasaron unos segundo donde no ocurrió mas nada. Sin embargo de aquella linea dibujada sobre su cuerpo una fuerte energía se genero, irradiando luz que quemaba su piel provocándole un fuerte dolor.

De su interior broto un agónico grito que irrumpió con la paz terrorífica del bosque.

  Era como si los arboles se cerraran a su alrededor, haciendo el espacio mas pequeño, dejándola sin aire. Fue solo cuestión de segundo para que el ritual se diera por finalizando; en sus interiores la magia buscaba a la fuente de tal aberración, tratando de expulsar lo que causaba el sufrimiento y llenar el nuevo vacío que se que generaba.

Arabella lloraba del dolor, sus ojos brillaban con una potente luz rosada, hasta que se apago, y el sufrimiento finalizo.

Solo quedo un cuerpo cansado tendido en el frio suelo de un lugar maldito.

Fueron minutos de silencio, impulsada por residuos del ritual, se sentó rápido, tragando grandes cantidades de aire, tomándose el sitio que ahora se encontraba vacío.

-Gracias por esto.- agradeció sínica una bruja rejuvenecida.

Ahora se veía como las pinturas que Arabella estudio. Su piel era morena tan dorada como el sol; su cabellera caía como una cascada de bucles plateados. Su cuerpo había recobrado su figura curvilínea, su mirada verde recobro un brillo de vida, y perversidad.

Minerva era realmente hermosa.

Galaga empezó a toser, llevándose la atención de la joven bruja que estaba absorta ante la belleza de la otra mujer. A duras penas, Arabella se acerco hasta donde aun estaba acostado. Recostó su cabeza sobre el pecho del castaño, que ahora subía y bajaba con mas gracias, y no tan pausado.

Su corazón latia lento y lleno de vida.

-Estas vivo.- murmuro posando una de sus manos donde antes estaba la daga enterrada.

El alborotado cabello de Arabella, cubrió parte de la cara del juglar, quien tras abrir los ojos, solo pudo ver hilos dorados tapando su mirada avellana.

-¿Qué haz hecho, bruja tonta?- le pregunto con un hilo de voz, acomodando los cabellos sobre su cara.

-Te salve tonto.- le respondió sin quitas su cabeza del pecho, y envolviéndolo con sus brazos.

-Debo escribir sobre esto, una doncella salvando un caballero.- dijo este abrazándola tanto como sus fuerzas le permitía.-Gracias Arabella.- murmuró tratando de contener las lágrimas de dolor y alivio.

Se quedaron así por unos minutos hasta que la bruja mayor llamo la atención de ambos. Arabella se sentó en su lugar, dejando al descubierto una cara de cansancio.

Minerva les indico el camino para llegar a donde tanto deseaban. Diciendo que no estaba tan lejos de que lo imaginaban. Se disculpo por el percance sucedido, se diluyo en el aire, llevándose con ella la poca neblina que quedaba.

White se transformo en una yegua para tratar de llevar a ambos, solo que Arabella se negó ante eso, y la obligo a que solo cargara con el peso de Galaga, quien era el mas herido.

-Deberias subir.- insistió la yegua.-Puedo con ambos.

-No, White. Si no me muevo puedo sentir el alborotó mágico.- dijo exhausta Arabella, quien freno para tomar aire.-Siento que me muero si no me muevo.

Tras cuarenta minutos de caminata, llegaron al fin a la pequeña comuna oculta.

Calíope, la matriarca del sitio, sintió que una débil energía se aproximaba. Cuando se acerco a una de las entradas, se encontró con una trágica escena. Una niña que vestía una fino vestido de lino, y una yegua que traía en su montura a un joven agonizante.

Junto con una curandera les recibieron.

En cuanto Arabella se sintió segura, sus piernas se aflojaron, y su maltratado cuerpo se desvaneció.

-¿Por qué siempre eligen el bosque maldito?- se pregunto Calíope al acercase a una joven bruja desmayada.-¿Qué fue lo que le hizo a esta muchacha?- volvió a preguntar espantada al ver la quemadura en su vestido.

-Tu crees que ella... - trato de responder la curandera.

Ambas se vieron con preocupación tras notar una leve marca brillante que se iba desvaneciendo a la altura de su vientre bajo.

-Si, si creo.- concluyo.

Los llevaron a una carpa, les curaron, y durmieron mas tiempo del imaginado.

★★★

Muy buenas ¿Cómo les va? Espero que bien, de verdad 🙏

¡Sábado de Arabella!

Es que quiero agilizar un poco, así que algunas veces publicaré los sábados.

Perdón si no prometo lastimar a los personajes, esto es la vida real, todes se lastiman.

Espero que hayan notados las referencias del señor de los anillos, y algo de The Witcher 👼

Espero que le haya gustando el capitulo de hoy; besitos, besitos, chau, chau.

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