18- El collar de Avalon.

Con Zoe vivieron en una relación por bastante tiempo hasta que esta llegó a su fin. Mejor dicho fue la maga quien le dio fin; le corto a la bruja, porque los misteriosos viajes y actitudes eran cada día mas, y con eso crecían los secretos.

En 1827 se comprometieron a pesar que para ese entonces dos mujeres no se podían casar. Sin embargo para 1831 la relación amorosa se había terminando, y como todas las relaciones de Arabella quedaron como amigas.

Arabella se había desacostumbrado a no tener un hogar fijo, razón por la cual por muchos años recorrió todo tipo de territorio sin descanso.

Una noche cuando paseaba por alguna calle en Tokio, noto algo raro e inusual en su collar, una mancha. Al principio no le dio importancia, era quizás, según ella, alguna basura. Y la preocupación disminuyó porque no lo volvió a notar. Sin embargo volvió a ocurrir, ya no era una simple mancha, se había puesto oscuro, como carbón, eso si la asusto.

Según ella la única persona que la podía ayudar era Zoe, mas bien creía eso porque la extrañaba y quería verla después de un tiempo. Y era gracia a la correspondencia mágica que aún podía ubicarla o cualquiera de sus amigos.

  Tenia entendido que Zoe estaba en Inglaterra, que por ahí también vivía Hisirdoux, y la única que estaba en otras tierras era Circe que se alojaba en Nueva York.

Viajo otra vez al viejo continente haciendo una que otra parada, llegando a lo de Zoe más tarde de lo que esperaba.

Como bien sabia, no la pudo ayudar, según Zoe el collar estaba bien, que quizás era su imaginación. Arabella lo aceptó aun que sabia que sus ojos no mentían.

Decidió quedarse unos días en su casa, para descansar del agotador viaje, y porque Inglaterra la recibió con un diluvio sobre su cabeza. Pasar la noche en una cómoda cama, al resguardo de fría naturaleza, era por lejos el mejor lujo que se podía dar Arabella.

En la mansión descubrió algo nuevo, que Zoe había pasado tiempo con otra mujer humana. Su espíritu aun vagaba por la vieja arquitectura de la hechicera. A Arabella se le hizo raro que la dueña no lo notara, puesto que era Zoe quien estaba mas conectada con lo espiritual.

—Ella dice que esta bien, ahora esta en un mejor lugar.— le comunicó Arabella a Zoe, al entrar a su antiguo cuarto.—Ahora también puedes descansar.

—Gracias.— contestó por lo bajo la castaña, dando una leve sonrisa de superación.

Esa noche, Arabella no solo durmió con cierta tranquilidad de que nadie le seguía el paso, sino que lloro por toda la pena que cargaba desde hace muchos años. Llorar sin temor a que la descubran era otro lujo.

Al día siguiente, Zoe le extendió su estadía hasta después del almuerzo, algo que Arabella agradeció, porque no comía nada decente desde que piso Inglaterra.

—Se lo que hiciste con la magia de Blaise.— le comentó durante el almuerzo.

White vio a Arabella tragar con fuerza lo que había en el tenedor.

—Al principio no le creía, pero después pensé "es Arabella, obvio que puede hacer algo así." — relató.

—¿Qué es hacer algo así?— pregunto con curiosidad aun sabiendo la respuesta.

Zoe rodó lo ojos ante el desentendimiento fingido de Arabella, que mas parecía que le estaba tomando el pelo.

—Robar magia.— respondió bebiendo vino de una copa antigua.

Arabella oculto su sonrisa de culpabilidad tras una servilleta de tela que tenía bordado las iniciales de Zoe.

—Ay lo dices como si fuera algo terrible.— dijo con cierto tono burlón.—Él y muchos se lo merecen, no me voy a disculpar por quedarme con algo de mas.

—Quizás es eso lo que mancha tu collar, magia maligna.— le reprochó, apartando el plato vacío.—Imprudencia.— añadió apoyándose sobre la mesa para verla mas de cerca.—No te preocupes, lo voy a estudiar igual.

Arabella se levantó alegre de su lugar, para ir hasta donde estaba Zoe que no le quitaba la mirada zafiro de encima. La tomó de las mejillas, y planto un dulce beso en la frente.

—Déjate de tanta cursilería.— exclamó avergonzada Zoe mientras apartaba a Arabella de encima.

—Déjate querer, Zoe Ashildr.— insistía Arabella tratando de abrazarla.—Quiero ser cursi contigo.

Luego de ese almuerzo, se despidieron con la esperanza de volverse a ver en una mejor época.

—Ve a ver a Hisirdoux, quizás te pueda ayudar.— le dijo antes que la rubia se marchara.—Además pronto volverá a América.

Haciéndole caso, fue hasta donde estaba el pelinegro, a pesar de no saber donde estaba. Caminaba por una zona campestre, donde el único temor era que le robe alguna criaturas maligna.

Iba sola, White se había ido a pasear muchas horas antes, así que andaba con su lista mental como compañero.

—Comprar un nuevo diario, y no olvidar donde lo dejo.— pensaba en voz alta.—No usar mas el hechizo de sueño en las largas y tediosas noches. Tampoco jugar con mi memoria.— siguió enumerando.—Maldición, no recuerdo quien me enseñó aquel hechizo.— golpeó la frente tratando de recordar.—Escribir una lista con los nombres de las personas que conozco.

Así iba por las polvorosa calle pensado en lo que le hacia falta, desde coletas para su cabello, hasta algún nuevo vestido; hasta que escuchó a alguien gritar su nombre. Cuando focalizó mejor su vista al frente, lo vio. Estaba igual que siempre, y sonrió alegre como cada vez que se veían.

Corrió con mas potencia a su reencuentro, y se fundieron en un caluroso abrazó.

Como anticipaba el tiempo metros atrás, la lluvia cayo sobre sus cabezas, empapandolos en cuestión de minutos. Corrieron, riendo bajo la lluvia, hasta que llegaron a la pequeña cabaña donde se alojaban el mago.

Archie los recibió con tazas de té caliente, y Arabella lo abrazó sin percatarse de lo empapada que estaba.

—Basta de cariños por el momento, señorita Pericles.— dijo este alejándose del húmedo abrazo. —¿No viene con usted ese bicho parlanchín? Es una falta de respeto que la deje así de sola.

—White es un espíritu libre, cuando estoy en peligro viene al instantes.— le respondió al gato negro.—Que es casi siempre.

Con Hisirdoux se pusieron algo al corriente. No recordaba cuándo fue la última vez que si vieron, si fue en el viejo contiene, en algún limite, quizás por cinco minutos o solo segundos, no, no lo recordaban. Mientras que Arabella andaba de país en país haciendo de todo menos descansar, él se dedicaba a pequeños labores, casi siempre como cadete, si tenia algo de tiempo iba por ahí divirtiendo, y engañando al público. A veces daba clases de música, y otras pequeños shows al aire libre.

Así como Arabella tenía sus secretos, de los cuales era mejor no hablar, el mago también los tenía; aun que la bruja pudiera leerlo con facilidad, lo que Hisirdoux ocultaba, de alguna forma estaba muy bien escondido.

—¿Qué te trae a mi?— preguntó curioso mientras prendía el fuego, puesto que la noche se había puesto helada.

—Zoe me trajo a ti, y esto.— le paso el collar.

—¿Lo que me dijiste que no robaste cuando tenias catorce?— recordó nostálgico tomándolo.—¿O tenias trece?

—Trece, y tu me creíste porque así quisiste.— respondió, apoyando el codo sobre la mesa, y su cara cansada sobre la mano en el aire.—¿Tu que crees? ¿Esta maldito o algo? Zoe no le vio nada, pero yo se que se mancho.

No respondió de inmediato, examinó el collar, a simple viste no le pasaba nada, tras ver mas allá de lo físico con uno que otro encantó, tampoco le pasaba nada.

—Estas cansada, es lo único que te puedo decir.— respondió al fin después de casi una hora en silencio.—No digo que sea una alucinación, quizás si paso pero por desgaste.— dijo y le coloco el collar, dándole un suave toque a sus hombros.—Quizás debas parar un rato. Si entiendo algo de la magia de Morgana, este collar esta ligado a tus energías.

Arabella se reclinó hacía atrás, apoyando su cabeza en la panza de Hisirdoux, y guardo silencio con los ojos cerrados por un rato, hasta que el pelinegro noto que se durmió sentada. Algo de razón tenia, estaba cansada, y por lo visto aun le faltaba camino.

—Llévala a tu cama, yo te invito a que duermas en mi cucha.— le sugirió Archie.

—Tu cucha es el sillón.— dijo Hisirdoux cargado a Arabella en brazos.

—Lo se, por eso te invito.— decía burlón el gato que caminaba a su lado.

La dejo sobre su cama, y la observó por un instante. Su costumbre de dormir con la boca abierta aun seguí ahí. Al igual que arrugar la nariz cada cierta cantidad de tiempo, o los leves ronquidos. A pesar de todo lo que le rodeaba, mientras ella dormía todas sus preocupaciones se disipaban, y eso se notaba en la calma en que su cuerpo se expresaba.

—¿Tu crees que si me hubiera marchado con ella nada le hubiese pasado?— le preguntó al gato negro que se poso sobre su hombro.

—Mi fiel amigo, debes entender que no siempre se puede cambiar el destino de la gente.— respondió con cierta vaguedad mientras posaba sus ojos gatuno sobre el collar de la bruja.—La dejemos descansar. Mi cucha tu cucha.

—Es el sillón, no chucha.— insistió mientras le quitaba los zapato a la rubia.

Dormir, bien o mal, cómoda o incómoda, sobre la tierra o una mullida cama, no importa el tiempo, eso la ayudaba a reparar las grietas que la magia le podía producir. Dormir era una de sus pocas acciones seguras.

Su sueño fue tan profundo que no noto que le sacaban los zapatos, el collar y menos que menos el corsé que le costaba abandonar. Por el resto de la noche fue mecida por lo cálido del hogar, y el danzante sonido de la lluvia con el chispear del fuego.

En la mañana siguen desperto, con White durmiendo a sus pies, no recordaba haberla escuchado entrar. El sol le daba con suavizad en la cara, como una caricia matutina, todo indicaba que quizás no iba haber tanta humedad.

Salio de la cama, sin calzarse, menos ponerse aquella pieza de tela y ballenas que a veces la dejaba sin aliento. Camino fuera de la habitación y vio a Hisirdoux durmiendo, se apoyó sobre el respaldar del sillón, y se limito a observarlo.

—Te hubieras acostado a mi lado en la noche.— dijo casi como un susurro pasando su dedo índice sobre la nariz de Hisirdoux, a quien le costaba un poco abrir los ojos.

El pelinegro se estiro sobre el sillón, dando un largo bostezo, abriendo apenas los ojos.

—No, esta bien, no quería molestarte.— dijo, cubriéndose la cara con las manos.

—como quieras, pero no me molesta que duermas a mi lado.— dijo alzando los hombros, dando media vuelta, y encaminadose a la zona de la cocina.—Hare el desayuno.

Luego de unos minutos viendo el techo, y pensado en lo que le acaba de decir, se sentó y vio por encima del respaldar del sillon a Arabella yendo de un lado a otro, como danzado descalza en punta de pies, canturreando alguna canción.

Se levantó, con cierta pesadez, y fue hasta ella. Apoyó su mentón sobre el hombro de la bruja, que se había quedado quieta mientras limpiaba algunas frutas.

—¿Desde cuando cocinas?— le preguntó curioso al verla cortar lo que tenia en frente.

—¿Por qué todos se sorprenden cuando me ven en la cocina?— preguntó riendo, mientras le echaba una mirada a Hisirdoux, quien no quitaba los ojos de sus manos.—Cuando vives sola un tiempo algo debes aprender.

Desayunaron luego de un rato. Estaban en medio de alguna conversación sin sentido como las que solían tener antes durante su vivencia en Camelot.

—En unos días me iré a América, al norte, donde esta Circe y unos conocidos.— le comentó.—Te dejo esta casa para que descanse, si quieres.— le sugirió.

—No te prometo nada, pero haré lo que pueda.— respondió vagamente. —Mientras ¿Qué haremos hasta que te vayas?

Los días que pasaron fueron de todos menos comunes para Arabella; amanecían temprano para ir de pesca a un pequeño lago por ahí cerca, se pasearon por el mercado. Comían lo que que pescaban, y lo que encontraban en el mercado. Se fueron a pasar un día de campo, a un pueblito por ahí cercano. Arabella se detenía a oler las flores, a sentir la magia de la naturaleza, e Hisirdoux no podía creer todo el tiempo que pasaban juntos, donde no la perdía de vista, porque ella no se iba.

Ninguno podía recordar cuando fue la última vez que algo así había sucedido.

A Hisirdoux le costo mucho pasar la última noche con ella. A Arabella no le gustaba la idea de tener que soltarlo, pero tampoco iría a América con él.

—No debiste quedarte tanto tiempo conmigo.— le reprochó Arabella, mientras se abrazaba a su brazo, y se hundía aún mas en el sillón frente al fuego.

—Ven conmigo a Estados Unidos, vive un tiempo conmigo.— le sugirió, con cierta esperanza a pesar de la posible respuesta.

Arabella no le respondió, se quedo en silencio, viendo el fuego, con un nudo que crecía en su interior. No podía, no quería arrastrarlo a lo que era vivir con ella  Así se sentía algo bien, de alguna forma sentía que lo protegía de si misma.

Al día siguiente, la mañana parecía saber que Hisirdoux se estaba por marchar. No había sol, hacia frio, y soplaba un viento terrible. Arabella preparo café, con unas tostadas. Fue un desayuno silencioso. La bruja tenia los ojos hinchados por llorar tan silencioso que nadie lo noto, y el mago tenía el semblante frío y entristecido.

"—Te voy a extrañar." Se dijeron mutuamente, con un fuerte abrazo, y un amargo beso en los labios, de eso que nunca se deseaban dar, pero lo repetían mas de la cuenta, que ya no le veían sentido seguir despidiéndose.

Arabella y White se marcharon una semana después de él.

Se fueron a Grecia, a rezarle a las diosas que por favor acaben con el dolor que le provocaba dejar ir a las personas que quería. Anduvieron por ahí un tiempo, hasta que por fin se atrevieron a ir tierras desconocidas, la tan aclamada América.

—Escucha White, me dijeron que en Argentina ya son un estado libre e independiente ¿Vamos? Dicen que son agradable.

La gata no respondio, como siempre, así que Arabella lo tomo como un si.

—Y después podemos ir a Brasil, segun Nomura, hablan como en Portugal también ¿Qué te parece?

Arabella hablaba de todos los nuevos lugares que iba a conocer, con la gente que se iba a topar. Se sentía un poco mas alegré con su nuevo próximos viaje.

Se sentía alegre porque ya tenia con que tapar aquel vacío de su soledad.

★★★

Hola, hola, hola, primer publicación del año ¿Cómo va? Espero que bien.

Con este capítulo se cierra una etapa (relacionada con todo los secretos ocultos) y se viene la última etapa (con 7 capítulos, y dos relatos)

Perdón por no dejarlos vivir en paz, pero para eso esta el presente 👄

Besitos, besitos, chau chau.

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