20/09

Jugamos a las promesas.

Tú las dabas, yo fingía creerlas. Tú besabas, yo me limpiaba cuando volteabas la cara.
Somos excelentes jugadores, los dos empujando para ganar a tener la razón, para no dar la mano a torcer.
Se te olvidó que llevo años en el juego y siempre gano, de una u otra manera, me das la razón.

No me sorprende, tanto así que no modifiqué mi rutina, aunque estuve a un paso de hacerlo, al final no vale la pena... No vales la pena.

¿Tu ego será lo suficientemente grande para nunca ver lo que dejaste ir?

Probablemente lo es, porque eres de los que no gusta perder, eres el escorpión que necesita dejar su veneno en todo lo que toca, en todo lo que dice amar. Espero ese ego te sea suficiente para evitar el karma.

Lo que haces, señalas, lo que mientes, reclamas. Y me da risa, porque crees que tengo la misma necesidad de llenarme de un amor superficial que solo dura unos meses y ya.

Lo pude hacer, pero mis valores no me lo permitieron. En eso sí me educaron bien, tal vez tu ego te permita aprenderlo.

Cualquiera te voltea a ver, lo sé, espero que también aguanten lo que eres, que se coman las mentiras y tengan el aguante que tuve, el amor que te idealizó.

No me duele, me enerva que des discursos de amor y ayuda cuando no tienes ni la más mínima idea o intención de aplicar el vómito de palabras que te cargas para hacer sentir mal.

Porque en eso fuiste excelente, en hacerme sentir que no valía, que no era suficiente y que tu deficiencia era mi culpa.

Pero desperté, llevo una semana despierta... Y cada que te veo me pregunto cómo renuncié a todo por alguien que no vale, no valía, ni valdrá la pena.

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