Preocupación por Fenris
Pasaron un par de semanas desde la visita de Oso. A pesar de la aparente normalidad y tranquilidad en la Torre, Lis seguía buscando respuestas ante la visita del forastero. Sus pensamientos seguían dando vueltas al mensaje que Oso había traído, un mensaje que no parecía ser muy optimista. La intriga y la frustración la consumían, ya que sabía que había algo más detrás de esa visita. Aunque Lis se sentía cada vez más adulta y capaz, sus padres seguían tratándola como si fuera una niña, y eso la inquietaba.
Lo que Lis no sabía era que sus padres, Jonás y Salamandra, estaban discutiendo en su despacho. La falta de respuestas a sus cartas y la preocupación por Fenris y Nawin los tenían en vilo. Jonás intentó buscar respuestas en un oráculo, pero ambos amigos estaban ocultos y parecía que el destino se resistía a darles pistas.
- Creo que debemos ir a buscarlos. Están en peligro, confesó Salamandra con un tono cargado de preocupación.
Jonás la miró con pensamiento, deliberando la idea de abandonar la Torre y su responsabilidad temporalmente. Salamandra notó su mirada y le respondió antes de que pudiera decir algo.
-¡Vente conmigo! Busquemos juntos a Fenris y Nawin , instó con urgencia.
-No podemos hacerlo así de sencillo. Tenemos una hija y una Torre con de aprendices. No podemos marcharnos sin más, respondió Jonás con calma, intentando mantener un enfoque lógico y práctico.
-Podemos... enviar a los aprendices con Iris y Conrado al lago de la laguna , sugirió Salamandra, esperando que eso pudiera aliviar la situación. Sin embargo, Jonás negó con la cabeza.
-Si hacemos eso, Conrado y Iris sospecharán y se preocuparán. No veo necesario añadir más preocupaciones , argumentó.
-Tengo que ir a buscarlos, repitió Salamandra, esta vez con más determinación en su voz.
Jonás guardó silencio, sopesando las posibilidades y los riesgos. Pero entonces, Salamandra susurró algo con un tono cargado de dolor, algo que él pudo captar y que desencadenó una discusión entre ellos.
-Siempre igual... ni siquiera cuando tus amigos están en peligro eres capaz de aventurarte conmigo. Siempre pones la Torre primero , murmuró ella, dejando escapar su frustración.
- Y tú siempre encuentras la excusa perfecta para salir en busca de Fenris, replicó Jonás, dejando escapar su propia frustración en un tono elevado.
La tensión entre ellos se palpaba en el aire, una tensión que reflejaba sus preocupaciones, responsabilidades y deseos personales. Ambos compartían la preocupación por sus amigos, pero también tenían diferentes perspectivas sobre cómo abordar la situación.
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Lis se encontraba en la biblioteca junto a sus amigos, totalmente fascinada por las habilidades mágicas de Raul. Observaba con admiración cómo agitaba los dedos y lograba ejecutar hechizos impresionantes, fusionando con maestría el fuego y el agua en un ballet mágico. Mientras tanto, Julia parecía estar enfocada en los hechizos de aire, aunque su frustración era evidente, ya que no lograba obtener los resultados deseados. Lis, sin embargo, seguía cautivada por los hechizos de Raul y no se percató de la dificultad que Julia estaba experimentando.
Cuando Raul finalmente concluyó su demostración, Lis no pudo evitar su admiración y curiosidad, y se atrevió a preguntar:
-¿Cómo lo haces?
Raul respondió con una sonrisa amable, compartiendo que se trataba de mucha práctica y concentración. Aprovechando el momento, Lis decidió compartir un poco sobre su propia experiencia con la magia, aunque se sentía un tanto cohibida en presencia de Raul, a quien encontraba atractivo.
La conversación fue interrumpida por los frustrados intentos de Julia por realizar un hechizo de libro de la tierra. Su exasperación dejó en claro lo complicado que le resultaba, y Lis, con su amistosa disposición, se acercó para ayudarla. Tomó el libro de hechizos y le señaló el error en la pronunciación, corrigiendo el término "plantón" por "planta".
Mientras compartían risas sobre el error, Raul elogió las habilidades mágicas de Lis, haciendo que sus mejillas se tiñeran de un rubor suave. Sin embargo, en ese momento, Marcos, otro joven aprendiz, se unió a la conversación. Marcos tenía 16 años y era conocido por su sinceridad y amabilidad. Poseía cabello rizado castaño, gafas que acentuaban sus ojos castaños con toques de verde y una figura delgada. Siempre llevaba una sonrisa, pero en esta ocasión su expresión reflejaba preocupación.
Con su sinceridad y una pizca de inseguridad, Marcos se dirigió a Lis con una mirada preocupada y la invitó a hablar en privado.
Julia y Raul saludaron a Marcos y asintieron, dándole espacio para conversar con Lis. Rápidamente, Lis se movió hacia un rincón de la biblioteca para escuchar lo que Marcos tenía que decir.
Marcos habló sin rodeos, expresando su preocupación por lo que había oído en el despacho de los maestros. Les había escuchado discutir, notando que no estaban en su mejor momento y que la conversación parecía tensa. Aunque Lis sabía que sus padres podían tener diferencias, nunca antes los había oído discutir de esa manera. Las noticias sobre Oso y la situación general parecían haber afectado a sus padres de manera excepcional.
"Gracias, Marcos, por decírmelo y por tu sinceridad", le respondió Lis con gratitud y una sonrisa reconfortante. El joven decidió acompañar a Lis de regreso a los aposentos de la Torre, brindándole su apoyo en un momento de incertidumbre.
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Antes de llegar a los aposentos del amo de la Torre, Lis y Marcos escucharon claramente los exasperados gritos de Salamandra. "¡Tengo que ayudar a Fenris! Está en grave peligro y no pienso quedarme aquí parada por tu miedo ilógico", resonaron los chillidos en los pasillos. Ambos se estremecieron ante el inesperado estallido de emociones de Salamandra.
En ese momento, Lis comprendió que sus padres le habían ocultado la gravedad de la situación. Su amigo de toda la vida, Fenris, quien la había conocido desde su infancia, estaba en peligro. Un nudo de preocupación se formó en su corazón al asimilar la verdad detrás de los hechos. Marcos, con su apoyo sincero y un gesto tranquilizador, la ayudó a volver a la realidad.
-¿Estás bien? Sé que esto debe ser abrumador, pero tranquila, encontraremos una solución , le dijo Marcos con una sonrisa de apoyo y calidez.
Lis apreció las palabras reconfortantes de Marcos, quien decidió esperar fuera del despacho para otorgarle privacidad y asegurarse de que estuviera bien. Ella le sonrió agradecida y se adentró en la habitación, tomando aire para enfrentar la situación. Escuchó a su madre expresar su enojo con gritos encolerizados hacia Jonás, y una sensación de tensión llenó el aire. Salamandra empujó bruscamente a Lis al abrir la puerta, visiblemente molesta, y abandonó la habitación con furia palpable.
Su padre, visiblemente preocupado, intentó seguir a Salamandra, llamándola con un tono suave: "Salamandra...". Sin embargo, Lis lo interrumpió, tomando su brazo con urgencia. Las palabras de Jonás quedaron atrapadas en su garganta, dejando en claro que la situación los afectaba profundamente.
-¿Qué está pasando, papá?, preguntó con genuina preocupación.
- No es asunto tuyo, Lis.
Jonás, en un gesto inusual, respondió con aspereza inmediatamente se dio cuenta de su tono y su falta de claridad, y se disculpó, diciendo "Lo siento". Su voz se quebró por la mezcla de emociones, pero antes de poder explicar más, la apartó de la puerta con cariño, buscando protegerla de lo que estaba ocurriendo entre ellos.
Lis, frustrada y ansiosa por entender, se encontró fuera de la habitación mientras su padre decía "Salamandra..." una vez más, desapareciendo tras su madre. Sintiéndose impotente y desconcertada, Lis salió de los aposentos, llenando su mente con las preocupaciones sobre la situación. Marcos, al notar su turbación, se acercó a ella con mirada preocupada.
La cercanía de Marcos le brindó cierta calma. Él la abrazó en busca de brindarle apoyo y tranquilidad. Lis, con la cabeza apoyada en su hombro, buscaba alivio en su gesto reconfortante.
-Lo solucionarán, ya verás , trató de animarla Marcos, buscando calmar sus temores.
Sin embargo, para Lis, lo más inquietante no era la discusión de sus padres, sino la angustia que sentía por Fenris, alguien que siempre había sido como un tío para ella. La incertidumbre y el miedo por su amigo la atormentaban, generando una sensación de impotencia que resultaba difícil de superar.
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