El recuentro Catastrófico:Parte 1

Con un gesto cruel, Morderek canalizó su poder oscuro y comenzó a absorber la energía vital de Nawin. Los ojos de la joven se llenaron de terror mientras sentían cómo su fuerza vital era drenada lentamente. Un grito ahogado se escapó de sus labios, lleno de dolor. Como si fuera una marioneta desgarrada por las cuerdas invisibles de la oscuridad, Nawin cayó al suelo, su cuerpo temblando con la agonía de la pérdida.

Entre sollozos y convulsiones de dolor, Nawin yacía en el suelo, su presencia ahora reducida a una sombra de su antiguo ser. Morderek, aspiro por la adquisición de su nuevo poder, se elevó frente a ella con una sonrisa siniestra, mostrando colmillos afilados como la misma noche. Los ojos de Nawin, llenos de angustia y desesperación, se encontraron con los de su enemigo, mientras la certeza de su propia impotencia se afianzaba en su mente. En ese preciso instante, el mago oscuro se erguía imponente, con Nawin postrada a sus pies, apenas capaz de articular palabra. La oscuridad ahora se cernía sobre ellos, amenazando con devorar todo lo que quedaba de esperanza y resistencia.

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Cuatro mujeres poderosas se reunieron frente a la puerta que los separaba de sus seres queridos. Las dos archimagas más destacadas parecían dispuestas a enseñar un ataque específico a la aprendiza, mientras Iris canalizaba sus fuerzas al ataque y Kai protegía con su enorme cuerpo y llamaradas cualquier posible amenaza de mago oscuro que se acercara.

-Está bien, Lis. Este hechizo requiere una concentración total, bloqueando todo lo que te rodea. Vas a sentir la energía vital de la persona que realizó ese sello, y te advierto, será escalofriante y maligna. Hará todo lo posible para desconcertarte, pero no debes dejar que te venza, explicó Dana con atención.

-¡Sí! ¡Podré realizar el hechizo que realizan las dos poderosas archimagas! ¡Sííííí! exclamó Lis emocionada, sin prestar mucha atención a las advertencias de Dana.

-Te hemos explicado esto varias veces. No podrás realizarlo al mismo nivel ni al mismo alcance. De hecho, si logras percibir esa energía que rodea este hechizo, es muy probable que te consuma, dijo Shi-mae con un tono firme, enfatizando la palabra final.

En ese preciso momento, Lis se estremeció ante las palabras.

-Pero tienes a dos poderosas archimagas a tu lado. No permitiremos que eso suceda, tranquila, intervino Dana, tratando de calmarla.

-Será tu protección, porque a mí, lagartija Junior, me da un poco igual... comenzó a decir con una sonrisa Shi-mae, pero fue interrumpida por una mirada tajante y imponente de Kai. -Es broma, rectificó rápidamente Shi-mae ante las advertencias implícitas.

En ese mismo instante, las cuatro magas se concentraron en el hechizo, determinadas a realizarlo correctamente y salir de esa situación

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Salamandra, sin pensarlo dos veces, se levantó de golpe tras el breve momento de tranquilidad, haciendo que sus compañeros se sobresaltaran al ver el cambio arrepentido en su actitud. Con renovada energía y determinación, anunciando:

-¡Se acabó el descanso! Voy a enfrentar a ese invencible, ya sea sola o con ayuda, dijo con decisión, dirigiendo su mirada hacia sus dos amigos, quienes aún debatían sus palabras con la mirada.

-No creo que atacarlo directamente sea una buena solución. Hemos sido testigos de su poder, agilidad y esa extraña habilidad para arrebatar nuestros propios poderes... Lo último que necesitamos es que se fortalezca aún más, comenzó a reflexionar Conrado, con el fruncido el ceño. -Pero... ¿y si pudríamos tomarlo por sorpresa?, planteó luego.

Salamandra escuchó sus palabras, dispuesta a seguir adelante con el plan de Conrado si eso significaba luchar por rescatar a los suyos. Sin embargo, Jonás negó con la cabeza.

-No creo que podamos derrotar a Morderek con el poder que tiene en este momento, murmuró Jonás, sumido en sus pensamientos.

-¡Pues a mí no me importa! ¡No pienso quedarme aquí plantada!, rugió Salamandra, desafiante.

Un silencio tenso se apoderó del lugar mientras Jonás y Conrado reflexionaban sobre qué decir y cómo actuar en esa situación. Sin embargo, de repente, una voz adormilada, cansada y musical se hizo escuchar.

-El laberinto de las sombras, murmuró Fenris.

Los tres giraron la cabeza para mirar al elfo, que se encontró encogido sobre sí mismo, con los ojos cerrados y buscando el descanso. A pesar de haber perdido la cordura, aún intentaba ayudar a sus amigos con sus palabras.

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Morderek, una vez más empoderado por el dominio de Nawin, se elevó majestuosamente sobre la Torre, mientras la elfa yacía encogida en el suelo, con el  sufrimiento reflejado en su rostro. La malévola sonrisa de Morderek se intensificó mientras flotaba sobre el suelo de la torre, rodeado por una aura de energía oscura. Levantó su báculo gradualmente hacia el cielo, acumulando poder con cada movimiento. Entonces, con un gesto decidido, desató una densa niebla que se extendió rápidamente por toda la estructura, envolviendo a cada ser presente en su abrazo tenebroso. Era una niebla que insidiosamente desgarraba la cordura de quienes se aventuraban en ella, consumiendo sus almas en su turbio manto.

En medio de esta atmósfera ominosa, Morderek fijó su mirada en Nawin con una sonrisa siniestra.

-¿Dónde están? preguntó con malicia, mientras Nawin luchaba en el suelo, incapaz de responder en medio de su tormento. Emitió un bufido de frustración, indicando que las condiciones actuales no le permitían hablar.

Sin darle más pensamientos, Morderek abandonó a la elfa a su suerte y se centró en los estudiantes, quienes pronto serían consumidos por las tinieblas del mal. Aunque intentaron protegerse con un círculo de luz, Morderek lo atravesó con desdén y se acercó hacia ellos.

-¿Dónde están? repitió su pregunta, esta vez dirigida a los estudiantes.

-¡¡No lo sabemos, y tampoco te lo diremos!!, respondió Eric con valentía.

Morderek esperaba esa respuesta, incluso en el fondo de su ser admiraba la valentía de los jóvenes. Con un suspiro de resignación, comprendió que podría haber penetrado en sus mentes para obligarlos a revelar la verdad, pero esta yacía justo frente a sus ojos. Marcos aferraba con firmeza un libro particular entre sus brazos: El libro de los archimagos. Con determinación, Morderek se abalanzó para arrebatarle el libro al chico, y aunque luchó, finalmente el libro cayó en manos de Morderek. Sonrió con satisfacción, dispuesto a buscar al archimago dentro de las páginas del antiguo tomo.

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En la guarida de Conrado, el plan comenzaba a tomar forma tras las palabras de Fenris, aunque no era una tarea sencilla. Debían atrapar a Morderek desprevenido y ejecutar el hechizo para lanzarlo al laberinto de las sombras, un lugar misterioso y peligroso que habían presenciado. Sabían que era un hechizo complejo y arriesgado, y que el fallo no era una opción, pues  sabían las consecuencias si no lograban cerrar el portal a tiempo y quedaban atrapados para siempre.

Sin embargo, la idea de regresar a ese lugar no convencía a todos.

-¿Y cómo vamos a pillarle de sorpresa si es más ágil, rápido y astuto que nosotros? cuestionó Salamandra, mostrando su preocupación.

-Va a ser sencillo. Tú serás el cebo. Te quedarás afuera en mi habitación como si nada, y en el momento en que Morderek te encuentre, Jonás y yo apareceremos por detrás y lanzaremos el hechizo. Fin del problema, Morderek estará en el laberinto de las sombras y nos ocuparemos del resto , explicó Conrado, tratando de tranquilizar a su compañera.

-¿Por qué yo?  se quejó Salamandra, sintiéndose un tanto molesta.

-Porque te odia, pero más allá de eso te ve como una rival. Es mucho más probable que se distraiga contigo y caiga en la trampa, explicó Conrado.

-Si ya, ¿Por qué me odiara tanto?, dijo Salamandra, abrumada.

-Supongo que todavía te guarda rencor porque lo rechazaste, respondió Conrado.

-¡¿Qué?! ¡¿Cómo?!", exclamaron Jonás y Salamandra al unísono.

-Fue hace mucho tiempo. Morderek sintió algo por ti, Salamandra, pero no duró más de un mes. Aunque parece que aún te guarda rencor por rechazarle, dijo Conrado con tono relajado.

-¿Qué? ¡Yo... yo... yo no!, comenzó Salamandra, escéptica. Luego, su rostro se iluminó. -Vale, he de admitir que a esa edad no pillaba muchas referencias, pero no recuerdo haber rechazado a Morderek, aunque no lo soportaba... , dijo mientras pensaba con tensión. Entonces, su rostro se iluminó aún más. -Puede que tengas razón.

-Claro que tengo razón. Él me lo contó, dijo Conrado, seguro de sí mismo.

-Bueno, nos desviamos del tema, chicos, dijo Jonás, buscando cerrar la conversación.

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-¡Aquí estás!, dijo Morderek después de un tiempo revisando el libro de los archimagos que le había arrebatado a Marcos. A pesar de los intentos de este último por recuperarlo, la astucia y el poder de Morderek estaban prevaleciendo.

En ese momento, el mago oscuro realizó un sello peculiar, claramente vinculado a la magia oscura. Aunque el libro proporcionaba algunos datos interesantes y personales sobre los archimagos, cierta parte de su intimidad estaba preservada. Sin embargo, el hechizo de Morderek amenazaba con romper ese velo de privacidad. Con su dedo índice, trazó varias líneas verticales en la imagen y detrás de ellas apareció un pequeño espiral. Luego, cerró los ojos y pronunció unas palabras: "Hazme saber toda tu verdad". Al abrirlos, las páginas doradas que envolvían el libro se volvieron grisáceas, lo que provocó una expresión de frustración en Marcos y una sonrisa de satisfacción en Morderek.

En ese instante, un índice diminuto apareció, señalando las intimidades más profundas del archimago: sus miedos, secretos, problemas e inquietudes, pero sobre todo, su ubicación. Esto representaba una oportunidad que Morderek no podía dejar pasar.

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Lis se sumergió en aquel hechizo que las archimagas le habían enseñado para abrir la puerta. Se concentró con todo su ser, pronunciando las palabras con precisión, y cerró los ojos al igual que las archimagas. El hechizo no era fácil, pero lo que más la aterrorizaba era la magia que percibía; sentía que la recorría por dentro, que sus manos sudaban y temblaban, a pesar de que Dana posó su mano sobre su hombro en un intento de tranquilizarla.

-Puedes hacerlo. Tómate tu tiempo, le indicó Dana con suavidad.

Lis se sorprendió. Ella temblaba al sentir tan solo la presencia de aquella magia que había convocado el hechizo, pero Dana parecía tranquila, serena. Shi-mae tampoco parecía atemorizada. Quizás ahora entendía lo que las archimagas trataban de explicar: una cosa era conectar con la magia y otra muy distinta era dominarla.

Sin embargo, la chica siguió concentrada, buscando poder abrir aquella puerta. Pero el mal que se encontraba al otro lado la hizo tambalearse; sentía que recorría todo su cuerpo, que buscaba desequilibrarla. Fue entonces, a pesar de tener los ojos cerrados, cuando una figura maliciosa se albergó en su mente: Morderek, mostrando una sonrisa que la llenaba de terror. En ese momento, la joven sobresaltada abrió los ojos y soltó un pequeño grito, asustada. La figura del mago oscuro parecía tan real e infundía tanto temor que casi cayó al suelo, pero Iris la sostuvo antes de que perdiera el equilibrio.

-Lis, ¿estás bien? dijo Iris con preocupación.

-Sí, respondió Lis, levantándose con rapidez. No le gustaba mostrar debilidad frente a las magas pero entonces observó a Dana y Shi-mae, ambas concentradas. Sus rostros no mostraban terror, solo concentración. Las admiró en ese momento; quería ser una de ellas, quería obtener aquel poder. No quería ser una niña que necesitaba protección. Pero entonces Iris la devolvió a la realidad.

-No te lo tomes como algo personal. Son unas archimagas muy poderosas, con un gran potencial. Llevan años dedicadas a la magia, o siglos en el caso de Shi-mae. Te tomará tu tiempo, dijo Iris con una pequeña sonrisa.

-Lo volveré a intentar. Puedo hacerlo, afirmó Lis, segura de sí misma.

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Morderek estaba hurgando en ese índice tenebroso que revelaba toda la información sobre el archimago. Parecía intrigado por las vidas personales de los archimagos, aunque el libro original ya era lo suficientemente intrigante. Sin embargo, no podía perder de vista su objetivo principal: obtener la localización de los magos y apoderarse de sus poderes, y finalmente, de Fenris. Su plan no podía fallar.

-Veamos... mayores miedos, traumas de la infancia, mayores conflictos... ¡Uff, esto está interesante! Pero no, busco la localización, murmuró Morderek mientras hojeaba aquel inmenso índice oscuro. -Facetas oscuras... ¿Jonás tiene facetas oscuras?  se preguntó, pero decidió no adentrarse en ese contenido.

-Conflictos emocionales, preocupaciones sobre la Torre, preocupaciones emocionales, preocupaciones académicas, preocupaciones de interés personal... me está dando hasta pena, continuó Morderek explorando el libro que lo tenía absorto. -¡LOCALIZACIÓN!, exclamó entonces con orgullo.

Morderek investigo en aquella opción y localizó el lugar donde se encontraba el archimago. 

-¿En serio, la habitación de Conrado? ¡Menudo sitio para esconderse de mí! Bueno, qué más da, lo encontraré, dijo con malicia. -Y por cierto, me quedo con tu libro. Espero que no te importe, pero está realmente interesante, añadió mientras Marcos yacía en el suelo con enfado, tratando de arrebatárselo. Sin embargo, Morderek ya había desaparecido.

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En medio de la concentración para realizar el hechizo, Lis sintió cómo la puerta finalmente se abría gracias al esfuerzo de las archimagas. Sin embargo, una sensación de frustración la embargó al darse cuenta de que ella no había contribuido en nada al éxito. Al final, Shi-mae tenía razón.

-No te preocupes, Lis. Es difícil. Eres todavía muy joven y la magia requiere mucho entrenamiento. Pero debes sentirte orgullosa, le consoló Dana con suavidad, intentando levantarle el ánimo.

-No te frustres demasiado, pequeña Lagartija. Te dijimos que sería complicado, añadió Shi-mae.

Pero Lis no quedó satisfecha con esa respuesta. No le agradaba esa mujer. Aunque tenía una profunda admiración y cariño por la raza élfica, desde su infancia había conocido a mujeres como Nawin, Gaya y otras de gran astucia y elegancia. Pero sobre todo, en su mente resonaba la imagen de Fenris, una figura enigmática que despertaba su admiración y atracción. En cambio, Shi-mae solo le infundía respeto y desconfianza.

De repente, la voz de Kai rompió sus pensamientos: 

-¡Nawin! ¡Y los aprendices!

Lis observó cómo, entre la oscuridad y la niebla que envolvía la Torre, se encontraban sus amigos y la reina Nawin. Sin dudarlo un instante, corrió hacia ellos para reunirse y abrazarlos.

Por fin, el tan esperado reencuentro se estaba dando. Sin embargo, al ver a sus amigos, notó que no estaban en las mejores condiciones. Sus túnicas estaban sucias, sus rostros cubiertos de sudor, y la presencia de Nawin en el suelo indicaba que había sido una batalla dura. Pero lo que más preocupaba a Lis era la ausencia de sus padres, Conrado, Fenris y Gaya. Era un reencuentro catastrófico.

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Aportaciones extras: Podríamos decir que aquí termina el capítulo, que resultó bastante extenso. Cada vez que nos aproximamos al final, los capítulos tienden a alargarse aún más. Como escritora, hay muchas cosas que mientras las escribo, las modifico, las edito, las descarto o las dejo para otro momento. Este capítulo tuvo muchas partes que decidí no incluir o cambiar.

Por lo general, suelo borrar esas partes, pero esta vez algunas las guardé porque personalmente me gustaron. Sin embargo, al final decidí desecharlas porque sentí que se desviaban del drama principal.

Si estás interesado en conocer más, te las dejo aquí. Pero te advierto que se alejan del núcleo de la trama.

Así que, sin más dilación, aquí tienes una de las escenas que decidí quitar...

Esta parte iba ser un FLASHBACK

Volvamos atrás en el tiempo, a hace varios años, cuando Morderek era un estudiante de 15 años con una túnica verde y Salamandra apenas una chica de 14 años que daba sus primeros pasos en el mundo de la magia. Aquel día, Salamandra se encontraba en la biblioteca sumida en un pesado libro, intentando descifrar los secretos del lenguaje arcano. Normalmente, solía estar acompañada de Jonás, quien siempre la ayudaba en sus estudios, pero esta vez estaba sola. En ese momento, Morderek pasó cerca de la sala y notó la característica cabellera de fuego de Salamandra. Era la oportunidad perfecta para entablar una conversación a solas y acercarse un poco más a ella.

Con un gesto sereno, se sentó a su lado y la observó durante unos instantes. A pesar de ser un chico algo reservado y poco dado a relacionarse con los demás, Salamandra poseía una belleza singular: sus pecas, sus rizos rojos y, sobre todo, su espíritu indomable, algo que a Morderek le resultaba sumamente atractivo.

—Hola —saludó con amabilidad, pero Salamandra no apartó la vista del libro ni respondió. Estaba completamente absorta en su lectura.

Decidido a no rendirse, Morderek volvió a intentarlo:

—¿Necesitas ayuda con el Arcano? Estoy aquí para ayudarte, si lo deseas.

—No gracias, Jonás ya me ayuda —respondió ella, sin siquiera mirarlo.

El rechazo de Salamandra frustró a Morderek, aunque también lo vio como un desafío que despertaba su interés aún más. Decidió intentar subir su ego y llamar su atención.

—Jonás lleva mucho tiempo en esta Torre, pero sigue estancado, usando la misma túnica desde hace años. Si quieres aprender paciencia, él es el indicado, pero en cuanto a magia, puede que no sea el mejor  —comentó Morderek, buscando ser reconocido por Salamandra.

Esta vez, Salamandra lo miró, pero no como esperaba Morderek. Su mirada era desaprobatoria y estaba claramente enfadada. Además, en ese momento, Jonás entró en la sala.

—Salamandra... ¿Morderek estás enseñándole arcano? —preguntó Jonás al entrar.

—No, aparentemente no. No parece tener demasiada paciencia —respondió Salamandra, con tono frío y una mirada de desaprobación hacia Morderek.

Salamandra y Jonás eran muy buenos amigos, incluso se podría decir que demasiado, algo que Morderek encontraba molesto. Sin embargo, iniciar una conversación que dejara en mal lugar a su amigo no parecía ser la mejor estrategia de coqueteo.

Con esto concluyo por ahora. Agradezco mucho tu atención y participación. ¡Nos vemos pronto y un fuerte abrazo!


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