El poder de Lis y Nawin

El eco de la voz exasperada de Lis resonaba en el valle, llenando el aire con una tensión palpable. Sus ojos destellaban con un fuego de determinación, contrastando con la expresión seria de Dana y la imponente presencia de Shi-mae.

- Es decir, ¿me estás diciendo que soy una aprendiza de segundo pero con el poder de... NO SÉ, PODER REALIZAR CUALQUIER HECHIZO INDEPENDIENTEMENTE DEL PODER? - exclamó Lis, su voz temblando ligeramente por la emoción.

Dana asintió lentamente, su rostro marcado por la seriedad. 

- Lo que posees es un don excepcional, Lis. Pero con él viene una gran responsabilidad y la necesidad de aprender a controlarlo.

Los ojos de Lis brillaron con un destello de incredulidad y emoción. - ¡Entonces podría ser una poderosa archimaga sin pensarlo! ¡Podría irme de la Torre en cuestión de segundos! ¡Por eso mis padres no me decían nada! 

La expresión de Shi-mae se endureció ante la exuberancia de Lis. 

- No subestimes el poder que llevas, joven aprendiza. Con él, vienen desafíos que debes superar.

Lis tragó saliva, sintiendo el peso de las palabras de Shi-mae. Se dio cuenta de que la magia era mucho más que un simple acto de voluntad; era un arte que requería paciencia y disciplina.

- Entonces, el hechizo que realicé para cambiar mi aspecto físico, el que evitó que me leyeran la mente... todo ha sido obra mía y de mi poder. ¡Sabía que yo también era especial! exclamó Lis, su voz resonando con confianza renovada.

Dana y Iris sonrieron incómodas, mientras Shi-mae soltaba un pequeño bufido.

- Bueno, eso último no es del todo cierto... Si esos magos oscuros no te han comido la cabeza es porque alguien te protegió con un hechizo que rodea tu aura, contestó Shi-mae con voz cortante.

- Oye, no le quites la ilusión, protestó el gran dragón, pero la archimaga elfa se encogió de hombros.

Lis habló entonces en un tono más sensible, pensando en su padre y en el temor que sentía. Se dio cuenta de que ahora sus amigos y su familia corrían un gran riesgo.

- Jonás, murmuró Dana, sorprendida.

- El mocoso, dijo entonces Shi-mae. - Bueno, lagartija junior, añadió refiriéndose a Lis - Dado que tienes un gran poder, ayudémonos a abrir este sello mágico para poder... vengarme, digo, salvar a los patanes.

En ese momento, la aprendiza de segundo grado comprendió mejor el poder que llevaba dentro de sí y, gracias a las dos poderosas archimagas que tenía a su lado, podría conocer su verdadero potencial. Se adentró en la búsqueda por romper aquel sello mágico que le impidió llegar a aquellos a los que tanto quería.

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El alumnado de la Torre yacía en el suelo, abrumador por el inmenso poder de Morderek. Los aprendices, que habían participado valientemente desde un segundo plano, se encontraban ahora derrotados, con sus cuerpos inertes sobre el suelo. Sus rostros reflejaban una mezcla de dolor y desesperación mientras contemplaban impotentes la batalla épica que se libraba ante sus ojos.

Nawin se enfrentó a Morderek con determinación, sus ojos brillaban con una intensidad desafiante mientras canalizaba su magia. Con un gesto rápido, conjuró una vendaval de energía, lanzando relámpagos y ráfagas de viento oscuro hacia su enemigo. Los ataques de Nawin cortaban el aire con ferocidad, cada uno cargado con la fuerza de su deseo de proteger a los suyos.

Morderek respondió con una barrera de oscuridad, que absorbió los impactos de los ataques de Nawin con un chisporroteo ominoso. Sin embargo, la joven elfa  no se detuvo, redoblando su esfuerzo y lanzando un asalto aún más poderoso. Su determinación era palpable, una llama ardiente en medio de la oscuridad que amenazaba con consumirla.

La batalla entre Nawin y Morderek era una danza mortal de magia y voluntad. Los destellos de energía iluminaban el campo de batalla, mientras los dos luchaban en un enfrentamiento épico de fuerzas opuestas. Cada movimiento de Nawin era preciso y calculado, cada hechizo lanzado con la esperanza de detener al mago oscuro en su camino hacia la victoria.

Pero sin pensarlo demasiado Morderek tomo su ventaja, con un movimiento rápido de su báculo oscuro, Morderek lanzó un ataque devastador, atrayendo a Nawin hacia él con una fuerza oscura y siniestra. La joven luchó con todas sus fuerzas, pero era como si estuviera luchando contra una fuerza invisible que la arrastraba inexorablemente hacia su destino.

Pero entonces en un acto de valentía que resonó en la sala, Eric, uno de los alumnos, se interpuso entre la elfa y el malévolo Morderek con un coraje que desafió las expectativas. Al principio, Morderek rió con desdén ante la audacia de un simple estudiante de cuarto grado, preguntándose qué podría hacer contra el imparable poder oscuro.

-Estate quieto, exclamó Eric, extendiendo sus brazos y piernas en un gesto protector hacia Nawin. A sus dieciséis años, vestido con una túnica morada que identificaba su nivel, Eric provenía del la escuela del  Lago de la Laguna. Era un joven fuerte, maduro y astuto, imbuido de valores como el respeto y la voluntad de ayudar a los demás.

-¿Y quién eres tú para detenerme?, se mofó Morderek con malicia, burlándose de la determinación del joven estudiante.

-No soy solo un alumno de cuarto grado, respondió Eric con una confianza inquebrantable. -Soy alumno de Conrado.

-¿Y qué te ha enseñado Conrado, a organizar libros?, bromeó Morderek con desprecio.

-Emm... sí, murmuró Eric, momentáneamente desconcertado y avergonzado. Sin embargo, su confianza volvió a resurgir. -Pero Conrado me ha enseñado mucho más que eso. Me ha enseñado que cada libro contiene conocimientos importantes... como este, afirmó con determinación.

Con un gesto rápido, Eric pronunció el hechizo conocido como "Tierra del Subsuelo". El poder mágico brotó de él con una intensidad que sorprendió incluso a Morderek. Bajo sus pies, el suelo de la torre comenzó a humedecerse, transformándose en una especie de laguna que rodeaba al oscuro mago. Morderek luchó por mantener su compostura, intentando levantar su báculo para contrarrestar el hechizo que mantenía inmovilizada a Nawin. Sin embargo, el hechizo del aprendiz era inesperadamente poderoso, y lo atrapaba lentamente en su abrazo acuático.

En ese momento crucial, los compañeros de Eric se unieron a su valentía, posicionándose también para proteger a Nawin y sumando su fuerza a la del joven mago.

Julia, apenas una aprendiz del mundo de la magia, vestía una túnica blanca que, al igual que las de sus compañeros, mostraba las señales del combate y las caídas sufridas en anteriores enfrentamientos. Aunque su habilidad mágica aún estaba en desarrollo, tenía un talento innato para la persuasión, la conversación y, sobre todo, la distracción.

En ese momento crítico, mientras Morderek se hundía lentamente bajo el poder del hechizo de Eric, un inquietante silencio envolvía el subsuelo de la torre, ocultando sus secretos más oscuros. Julia, hábil en el arte de la conversación, aprovechó la oportunidad para iniciar una serie de preguntas dirigidas al mago oscura, comenzando por lo superficial y avanzando hacia territorios más íntimos y perturbadores.

-¡Niña! ¡Cállate ya!, espetó Morderek, cansado de las preguntas insistentes de la joven.

-Solo una última pregunta, por favor, insistió Julia con una mirada determinada.

-No tengo otra opción que responder, ¿verdad?, gruñó Morderek, visiblemente molesto.

-¿Tienes algún interés amoroso siendo un mago oscuro?, preguntó Julia con una curiosidad descarada.

-¿A qué viene esto?, protestó Morderek, sintiéndose incomodado por la dirección de la conversación.

-Me pregunto si la sexualidad de un mago oscuro tiene algún matiz oscuro, ¿sabes?, continuó Julia, sin inmutarse por la reacción de Morderek.

-Bueno, la verdad es que.... Morderek comenzó a responder, pero fue interrumpido por la creciente sensación de ser absorbido por el suelo de la torre. -¡Espera! ¿Por qué te estoy contestando?.

-Pues, resulta que hay libros mágicos sobre sexualidad. Aunque no estoy segura de si funcionarían para magos oscuros, dijo Julia con una calma sorprendente, como si estuviera comentando el clima.

-¿Qué tipo de libros?, preguntó Morderek, confundido por la conversación que estaba teniendo en medio de una situación tan tensa.

-Bueno, Jonás tiene uno. Pero parece que hay una lista de espera, así que tendrás que esperar tu turno para leerlo... oh, qué lástima. Cuando estés absorbido por el subsuelo, no creo que puedas leeerlo, comentó Julia con una tranquilidad que resultaba desconcertante, encogiéndose de hombros.

El enfado en los ojos de Morderek resurgió con fuerza. La distracción causada por Julia había proporcionado un breve respiro, pero no fue suficiente para permitir que el mago oscuro fuera consumido por el suelo. Con un movimiento rápido de su báculo, lanzó un poderoso hechizo contra el suelo, solidificándolo una vez más en una masa dura y resistente. Luego, volvió a dirigir su atención hacia Nawin, apuntándola con su báculo para absorberla, pero una vez más, un estudiante se interpuso en su camino.

-¿Y ahora qué? bufó Morderek, su paciencia alcanzando su límite.

-Yo también soy un alumno de cuarto grado, pero de Salamandra, respondió Raúl con calma, enfrentándose al mago oscuro con determinación. Y el otro día aprendí algo.

El joven Raúl cerró los ojos y se sumergió en la profunda concentración necesaria para ejecutar el hechizo que había practicado con su maestra. La invocación del demonio del fuego era una tarea desafiante, incluso para un mago experimentado. Sin embargo, Raúl confiaba en sus habilidades, especialmente después de recibir enseñanzas de la talentosa bailarina del fuego.

Mientras se concentraba, Raul recordó las palabras de su maestra en el arte del arcano, y la elegante danza de manos que precedía al hechizo. Sintió la energía del fuego envolviéndolo, unas chispas incipientes danzaban a su alrededor, alimentando su determinación.

-¡Raul, tú puedes hacerlo!, animó Julia, con los ojos brillando con esperanza mientras observaba la concentración del joven.

Abrió los ojos, esperando ver surgir al poderoso demonio, ansioso por derrotar al mago oscuro y poner fin a su amenaza. Sin embargo, para su consternación, el hechizo no tuvo el efecto deseado. Morderek lo miraba con un destello de burla, mientras las ráfagas de fuego que lanzó Raúl eran fácilmente detenidas por el mago oscuro. El hechizo había fallado, dejando a Raúl sintiéndose frustrado y desconcertado. Quizás había subestimado su propio poder o sucumbido a los nervios del momento.

Pero ahora no era momento de dudar. Morderek volvía a la carga, desatando un poderoso hechizo que envió a los aprendices a volar por los aires, rodeándolos con una barrera de oscuridad que los separaba de Nawin. El mago oscuro flotaba junto a su báculo, decidido a llevarse consigo a la elfa y su poder.

Nawin, sintiéndose arrastrada por la fuerza de Morderek, luchaba por mantenerse concentrada. Recordó un hechizo que su amigo Jonás había usado anteriormente, y las instrucciones que  le había dado a Conrado. Con una determinación feroz, Nawin repitió las palabras en su mente y, en un destello de energía, logró liberarse del agarre de Morderek, quedando atrapada por las plantas del  en  suelo de la torre. El mago oscuro gruñó de frustración al ser detenido por las mismas plantas que una vez sostuvieron a Conrado, pero sabía que su resistencia no duraría para siempre. Ahora, era una carrera contra el tiempo mientras Morderek luchaba por recuperar su control sobre la elfa y su poder.

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Los aprendices se levantaron del suelo una vez más, tratando desesperadamente de acercarse a Nawin, pero una densa neblina les impedía ver con claridad. Confundidos, intentaron lanzar hechizos hacia la niebla, gritaron y saltaron en un intento desesperado por combatirla, pero su esfuerzo parecía en vano. Estaban agotados, desanimados, destrozados, y el mal acechaba a su alrededor con una presencia ominosa.

-Deberíamos de ir a buscara  Lis. Espero que no le hayan hecho nada malo, pronunció Marcos con preocupación y tensión en su voz.

-Tranquilo, Marquitos. A esos inútiles no les interesan nuestros poderes, y dudo que les importe el de Lis, intentó infundir confianza Julia, aunque su propia preocupación por su amiga era evidente. No habían visto a Lis durante toda la batalla y no habían tenido la oportunidad de buscarla.

-Estoy realmente preocupado, repitió Marcos, su tono cargado de ansiedad.

-Tranquilo, enamorado. Lis estará bien, consoló Raúl, colocando una mano sobre el hombro de Marcos.

Marcos miró a su amigo con desconfianza, anhelando encontrar a la joven sana y salva una vez más.

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En ese preciso instante, los tallos que aprisionaban los pies de Nawin comenzaron a desmoronarse, como si el destino estuviera a punto de arrebatarle su poder. Los corazones latían con fuerza mientras el tiempo se detenía, cada segundo parecía una eternidad. Los ojos de Nawin reflejaban una mezcla de determinación y miedo, consciente de que su destino pendía de un hilo frágil. 

Y así, acercando el destino de Nawin a la oscuridad, los aprendices y la elfa  se vieron obligados a enfrentar la amarga realidad de la derrota. Aunque su valentía y sacrificio no fueron suficientes para salvar a su amiga, su lucha no terminó ahí. Con el corazón pesado pero la determinación intacta, se prepararon para continuar su lucha contra el mal, sabiendo que la esperanza aún podía ser encontrada incluso en los momentos más oscuros.

Pero, sobre todo, sabiendo que el Poder pertenecía ahora a Morderek, una fuerza oscura que acechaba en los rincones más profundos de sus corazones.

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Este capítulo ha sido todo un desafío de escritura. He tenido dificultades para encajar cada elemento de la trama de manera fluida. Anticipo mis disculpas por posibles errores en cuanto a tiempo, expresión y narración. Planeo revisar este capítulo para pulir algunos detalles.

A medida que nos acercamos al final de la historia, los capítulos también se volverán más extensos.

Agradezco mucho tu paciencia y tu apoyo. Nos vemos en el próximo capítulo

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