El fuego ardiente de Salamandra

Morderek tomó su báculo con energía y sin dudarlo dos veces lanzó un rayo destructor de energía oscura hacia el archimago. Sabía que la batalla ya había avanzado y mientras sus compañeros debatían con Salamandra, Nawin y Conrado, él debía impedir que los otros magos avanzaran y quitárselos de encima cuanto antes. Viendo que sus enemigos habían aprovechado la distracción de Fenris, él aprovechó la distracción del archimago para atacarlo.

El rayo avanzó ferozmente hacia Jonás, quien, algo aturdido, parecía demasiado preocupado por su mujer para percibirlo. Pero hubo alguien que lo notó. Sin pensarlo dos veces, Fenris empujó a Jonás con valentía, evitando así el rayo destructor del mago oscuro. Ambos cayeron rodando al suelo de la torre de manera brusca, y aunque la caída fue dolorosa, ambos se levantaron sin pestañear. El mago oscuro no dudaría en atacarlos de nuevo.

Cuando Jonás y Fenris se encontraron de pie, se miraron seriamente, con gratitud y cariño. Asintieron, sabían a lo que se enfrentaban y no permitirían desconcertarse de nuevo.

-Nos ha tocado el trabajo sucio, eh, amigo - comentó Fenris con una amarga sonrisa. Jonás sonrió y comenzó a mover sus dedos mientras pronunciaba un hechizo que el mago conocía muy bien. Ambos asintieron al mismo tiempo, preparados para lanzarlo.

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Salamandra estaba avanzando con fiereza, chamuscando a cada mago oscuro que se le acercaba. Sin embargo, incluso ella tenía que admitir que la batalla era intensa. Le lanzaban hechizos de un potencial que desconocía, y agradecía en silencio las advertencias de Dana, quien continuaba guiándola a través de la maraña de magia oscura. El fuego, su gran aliado, no parecía fallarle, envolviendo en llamas a todo aquel que intentaba acercarse demasiado.

Mientras buscaba con la mirada los cuerpos inertes de los estudiantes, en especial el de su hija, se percató de que estaban aún lo suficientemente alejados.

-SALAMANDRA, CUIDADO DETRÁS DE TI -gritó Kai.

En ese momento, un mago oscuro comenzó a envolverla con una magia oscura, y Salamandra, con rapidez, comenzó a conjurar una poderosa barrera. Al mismo tiempo, preparó una bola de fuego dispuesta a lanzarla. No le daban tregua; cada vez que avanzaba un poco, los magos oscuros volvían a atacarla desde todos los ángulos.

-Salamandra, usa una barrera lo suficientemente fuerte. Ten cuidado, ese hechizo busca desestabilizarte y nublar tu vista -aconsejó Dana, intentando ayudarla.

Salamandra siguió las indicaciones de su maestra y, con éxito, activó la barrera. Luego, sin dudarlo, lanzó la bola de fuego en dirección a los magos oscuros. Sin embargo, se daba cuenta de algo preocupante: cada vez se sentía más debilitada. Las bolas de fuego no tenían la misma precisión, y a pesar de contar con la sabiduría de una poderosa archimaga a su lado, sabía que seguir avanzando suponía un reto cada vez mayor.

-SALAMANDRAAAAA -volvió a gritar Kai.

La bailarina del fuego se encontraba rodeada por seis magos oscuros, todos ellos con siniestras sonrisas en sus rostros. La lucha se intensificaba, y Salamandra necesitaba encontrar una solución para mantenerse en pie. Realizó dos bolas de fuego sobre sus manos, lanzándolas con destreza mientras esquivaba los ataques de los magos oscuros. Sin embargo, sus esfuerzos parecían ineficaces; los enemigos esquivaban y extinguían las llamas con facilidad, y su potencial mágico se debilitaba con cada instante.

En busca de ayuda, Salamandra dirigió su mirada hacia Dana, quien no dudó en ofrecer orientación. La archimaga recordó un antiguo hechizo relacionado con el fuego y aconsejó a Salamandra invocar a Ifrit, el poderoso demonio del fuego.

-Salamandra, escucha con atención. Invoca a Ifrit y canaliza su energía, dijo Dana con firmeza, transmitiendo confianza a su estudiante.

Aunque conocía la complejidad de invocar a este demonio, Salamandra se preparó para el desafío. Animada por las palabras de Dana, cerró los ojos y comenzó la invocación. Su cuerpo fue envuelto y levitó por las llamas mientras pronunciaba las antiguas palabras del hechizo. En un destello de luz y calor, Ifrit emergió con un rugido poderoso.

El demonio del fuego irradiaba una presencia ardiente, y Salamandra se sintió momentáneamente imbuida por su poder. Aprovechó esta nueva fuerza para lanzar llamas mortales hacia sus enemigos, creando una danza destructiva a su alrededor.

Sin embargo, el precio de invocar a un demonio del fuego era alto. Salamandra, exhausta, vio cómo las llamas danzaban de manera descontrolada, y su visión se volvía borrosa. Dana y Kai se apresuraron a su lado, expresando preocupación por su estado.

-Salamandra... estás..., comenzó Kai, visiblemente preocupado.

-No te callas nunca, ¿eh?" respondió ella, levantando la vista con agotamiento.

La escena alrededor era caótica: Conrado luchaba valientemente contra varios magos oscuros, Nawin demostraba su destreza mágica levitando y lanzando hechizos con astucia, y Fenris y Jonás se enfrentaban a Morderek en una batalla intensa.

-SALAMANDRAAAA- dijo Kai

-¿Y ahora, qué? -dijo Salamandra, intentando ponerse en pie.

Rodeada nuevamente por los magos oscuros, no pensaban darle un respiro. Salamandra se preparó para enfrentar a los magos oscuros que la rodeaban. Estaba decidida a superar este desafío, pero por primera vez, la bailarina del fuego se encontraba en verdaderos apuros.


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