Nawin se encontraba en medio de una intensa batalla con los magos oscuros. Su destreza mágica y conocimiento de hechizos improvisados la convertían en una formidable oponente. Rayos de energía mágica chocaban en el aire mientras Nawin esquivaba y contraatacaba con rápidos gestos de sus manos.

En medio del caos, observó con horror cómo Salamandra, agotada y debilitada, luchaba por mantener su barrera mágica. Nawin sintió una oleada de determinación al ver a su amiga en peligro. No podía permitir que la bailarina del fuego cayera.

Con agilidad, Nawin lanzó destellos de luz que desviaron los hechizos oscuros dirigidos hacia Salamandra. Sin descanso, tejía escudos mágicos improvisados para proteger a su amiga, pero la situación era cada vez más desesperada.

En ese instante, los magos oscuros atacaban a Nawin por todas partes, mientras ella buscaba sacar a Salamandra  de la oscuridad, luchaba por llegar hasta su amiga. Nawin no lo pensó dos veces y lanzó una luz blanca cegadora, despistando a los magos que la rodeaban y permitiéndole alcanzar a Salamandra. Este hechizo, aprendido años atrás como reina, le había servido en diversas circunstancias, y una vez más, le otorgó la oportunidad de llegar hasta su amiga.

Finalmente, Nawin llegó a Salamandra, viendo cómo sus ojos se entreabrían mientras ella estaba arrodillada en el suelo, esbozando una débil pero agradecida sonrisa.

-Nunca me alegré tanto de verte, estúpida elfa - dijo Salamandra suavemente.

-No podía permitir que la gran bailarina del fuego, a la que he contratado para tantas misiones, cayera. ¿Qué se diría de mí si no? - bromeó Nawin.

Mientras tomaba el hombro de Salamandra, buscando transmitirle la energía que necesitaba, logró devolver poco a poco a la bailarina del fuego a la realidad.

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Como es capitulo corto, os dejo uno extra para reírse y eso:

UNA CONVERSACIÓN CON LA ESCRITORA Y SALAMANDRA

Salamandra: ¡OYE TÚ, ESTÚPIDAAA! NI SE TE OCURRA MATARME, EH...

Escritora: ¿Eh? Perdona...

Salamandra: SÍ, SÍ, LO QUE TE ESTOY DICIENDO, QUE NI SE TE OCURRA.

Escritora: Pero si eres de mis personajes favoritos, ¿por qué querría...

Salamandra: ¡QUE NI SE TE OCURRA!

Escritora: Vale, vale, tranquila.

Salamandra: A MÍ NO ME DIGAS QUE ME TRANQUILICE.

Jonás: ¿Qué está pasando aquí? ¿A quién estás gritándole ya, Salamandra?

Escritora: JONÁSS, uf, siempre llegas a tiempo, menos mal :)

Jonás: ¿En serio te estabas peleando con la escritora?

Salamandra: ¡Está intentando matarme!

Jonás: No creo que quiera matarte...

Escritora: Jonás, no te preocupes, es normal que piense eso, se lo estoy haciendo pasar un poco mal a la pobre, tiene en cierta parte razón. Pero que no se preocupe, no la mataré de verdad.

Jonás: Ves, la escritora es buena gente... Pero ya que estamos, ¿puedo pedirte un pequeño favor? No es que no esté contento con mi personaje ni nada, sé que es tu función como escritora y todo eso, y de verdad la admiro, pero eso de ponerme tantas responsabilidades y trabajos... a ver si la próxima vez puedo estar algo más tranquilo.

Escritora: UMMM, veremos qué se puede hacer...

Salamandra: EH, A ÉL, LE HACES CASO Y A MÍ NO, no es justo.

Escritora: Es que tú me has venido gritando... Bueno, chicos, os voy dejando que tengo que ver las Timoteas de Iris, un abrazo.

Salamandra: EH, NO espera... yo también quiero pedirte cosas, porfaaa, eh, lo admito, lo siento ¿Hola?