Dana, Kai y Salamandra
La batalla en la Torre continuaba, y a pesar de la victoria en algunos frentes, Salamandra se veía cada vez más debilitada. Una multitud interminable de magos oscuros parecía surgir de todas partes, impidiéndole llegar a los estudiantes y a su propia hija. Luchaba con todas sus fuerzas, lanzando ráfagas de fuego y manteniendo una barrera mágica a su alrededor, pero el agotamiento y los mareos la acosaban.
Dana y Kai observaban con creciente preocupación. Dana sugirió a Salamandra que pidiera ayuda, aunque inicialmente la bailarina del fuego resistió la idea. Sin embargo, los mareos intensos la obligaron a ceder. Buscó con la mirada a su alrededor, intentando localizar a alguien que pudiera asistirla.
Conrado parecía el más cercano, pero estaba ocupado combatiendo. Salamandra suspiró con fatiga y continuó su búsqueda. Buscó a su marido, anhelando su apoyo y calma en ese momento crítico, pero estaba lejos, enfrentándose al propio Morderek.
Finalmente, Salamandra se rindió y se dejó caer al suelo. Cerró los ojos y se concentró en reforzar la barrera que la protegía de los hechizos enemigos. En ese instante, sintió una presencia envolvente que la abrazaba. Abrió los ojos para encontrarse con Dana y Kai, quienes buscaban darle apoyo y energía. Puede que no fuera una ayuda física, pero sentirla era reconfortante.
-Salamandra, estamos aquí contigo. Eres una poderosa maga, aguantarás esta batalla. le dijo Dana
- Se que he sido un pesado estos días, apareciendo sin avisar y todo eso, pero también eso me ha permitido conocer el potencial de la bailarina del fuego- busco animarla Kai
Salamandra rio ante las palabras de Kai, no estaba sola aunque lo pareciera, los tenía a ellos dos a su lado, Dana entonces tomó la mano de Kai con fuerza, preocupada por su alumna. La expresión de preocupación en los ojos de Dana reflejaba el dolor de una madre, mientras oprimía la mano de Kai en busca de consuelo.
-¿Qué le estará pasando a mi niña? -se preguntó Dana con el dolor en su corazón, buscando apoyo en la mano de Kai.
-Espera, ¿no lo sabes? -dijo Kai, algo sorprendido.
-Tengo mis ideas, pero no lo sé con certeza. ¿Tú sí? -preguntó Dana, notándose la preocupación en su tono de voz.
-Claro... -respondió Kai, mirándola un poco perplejo. Ante esto, Salamandra no pronunció palabra; tal vez estaba demasiado agotada y concentrada en el hechizo.
-¿Por qué no me dijiste nada...?
-Aunque me encante estar al tanto de cada cotilleo, me tomo en serio las cosas y también la privacidad de las personas -confesó Kai. Dana lo miró con una dulce sonrisa. Kai tenía esa esencia divertida, pero los momentos que lo requerían mostraban su madurez, algo que la archimaga admiraba profundamente en él.
-¿Puedo saber qué es? -preguntó Dana con suavidad.
Salamandra no pronunció palabra, pero trató de asentir con la cabeza, dándole a Kai permiso para contarlo.
-Está embarazada... -dijo Kai con suavidad.
Los ojos de Dana se abrieron de par en par, mostrando una grata sorpresa.
-No sé si preguntar cómo te habrás enterado, Kai...-
-Pues fue bastante sencillo. Me he pasado la mitad de una vida como dragón viendo cómo tus queridos alumnos maduraban hasta convertirse en magos a tu lado, y me he pasado la otra mitad viendo cómo crecían como personas. No es muy difícil saber cuando les pasa algo en su interior. A veces solo hay que saber hacer la pregunta correcta para saber verdaderamente qué pasa -dijo Kai con sinceridad.
-Así como sabes lo que a mí me pasa en cada momento -terminó diciendo Dana con una sonrisa.
Kai tenía una gran habilidad para conectar con las personas y con circunstancias personales. Tenía algo especial que les permitía saber cuándo estaban contentos, tristes o preocupados. Esa era una de las cosas que más admiraba Dana de él: siempre sabía lo que necesitaba sin necesidad de decir mucho más, y para eso ella era un alivio porque siempre se preocupaba por todos los demás, pero a veces se olvidaba de sí misma, y ahí estaba Kai para recordárselo. Ahí estaba Kai para protegerla una vez más. En ese momento, las mejillas de Dana se sonrojaron, y Kai rió antes de besar su mano con cuidado.
-Bueno, también es que, Kai, me persigue por todas partes, no me deja muchas opciones para no contarle las cosas -terminó diciendo Salamandra en un tono cansado pero relajado.
En ese momento, todos rieron suavemente y se envolvieron en un abrazo, buscando darle a la maga toda la energía necesaria para enfrentar el próximo ataque que se avecinaba.
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