Sombras en el Camino: Secretos y Desafíos

En la Torre, los desajustes continuaron sucediendo, pero ninguno desafiaba la solución que la magia pudiera proveer. A pesar de los persistentes esfuerzos de Jonás, Dana seguía inmersa en un sueño profundo que dejaba un regusto amargo en aquellos que la conocían. Mientras tanto, la relación entre Salamandra y Jonás crecía en fortaleza, finalmente saliendo a la luz de manera pública. La mayoría celebraba su unión, aunque no todos compartían ese sentimiento. En medio de este escenario, Paul lidiaba con un corazón dividido, pero buscaba disimularlo mientras se esforzaba por elevar las habilidades mágicas de sus compañeros.

Una mañana, tras su rutina de entrenamiento con Alan, Paul se sintió lleno de orgullo al observar el progreso del joven. Pensó que merecía una recompensa y decidió hablar con el amo de la Torre al respecto. Anunció su presencia tocando la puerta, una señal de respeto antes de entrar al despacho. Aunque no necesitaba esperar una respuesta para entrar como maestro, la cortesía dictaba su acción. Al entrar, encontró a Jonás rodeando a Salamandra con sus brazos en medio de una conversación personal. Se separaron para saludar a Paul y cambiar el tono de la conversación para incluirlo.

-"¡Hola, Paul! ¿Cómo estás? ¿Cómo fue el entrenamiento con Alan?", preguntó Jonás con una sonrisa afable.

."Saludos a ambos. Alan ha avanzado enormemente. Ahora, cuando se siente nervioso, ya no desencadena ráfagas de nieve y mucho menos congelación involuntaria. Por eso quería hablarles... pensé que podríamos llevar a Alan a comprar unos guantes. A veces, siente cierta aprehensión al abrazar o tener contacto físico con los demás. Aunque ya tiene un par de guantes, pienso que sería útil explorar diferentes diseños y permitirle elegir los que mejor se adapten a él. Además, esta sería una oportunidad para que salga de la Torre y supere algunos de sus temores. ¿Qué opinan?"

-"Me parece una excelente idea, Paul. Estoy totalmente de acuerdo. Pero, ¿estás familiarizado con el pueblo?," comentó Jonás, curioso.

-"Hasta cierto punto, aunque no demasiado. Por eso me gustaría saber si alguien podría acompañarnos."

-"¡Tengo una idea fantástica! Podríamos organizar una excursión al pueblo con Alan y algunos de sus amistades. Salamandra puede ser vuestra guía, ya que conoce muy bien el lugar y podría mostrar los mejores sitios", sugirió Jonás con entusiasmo. Aunque Salamandra pareció mostrar cierta incredulidad y molestia al principio, Jonás la convenció con una mirada de súplica.

-"Entonces, hablaré con Alan, le explicaré los detalles y pediré los nombres de sus amigos más cercanos para coordinarlo todo."

Tras concluir el día y fijar la fecha de la excursión, Paul se puso manos a la obra. Se comunicó con los amigos de Alan y organizó un encuentro en el establo. Las amistades de Alan incluían a Thot, un joven de 15 años (que apareció en el capitulo del  el enfrentamiento con el demonio de fuego). Cursando cuarto grado, su destreza natural con el agua lo distinguía, manejando esta habilidad con maestría. Su pasión por los superhéroes y la serie "Ladybug" revelaban su lado lúdico. Thot irradiaba energía contagiosa y su personalidad extrovertida lo convertía en el alma de cualquier evento. Su corazón generoso y su empatía sólida lo posicionaban como un amigo confiable.

Luego estaba Jesús, de 14 años, caracterizado por su tranquilidad y observación aguda. Su cabello oscuro enmarcaba su rostro sereno y sus ojos penetrantes capturaban cada detalle. A pesar de esta cualidad, demostraba respeto y consideración hacia los demás, mostrando una madurez notable. Si bien en segundo grado, Jesús luchaba con cierta incomodidad en la práctica mágica, lo que en ocasiones obstaculizaba su progreso. Su presencia serena y su capacidad para escuchar lo convertían en un amigo confiable y consejero.

Simon, de 13 años, destacaba por su orgullo y seguridad en sí mismo. Con su cabello oscuro y ligeramente despeinado, sus ojos verdes vivaces irradiaban curiosidad y vitalidad. A pesar de llevar solo dos años en la Torre, mostraba una asombrosa agilidad tanto en la socialización como en la magia, aprendiendo hechizos con destreza. Además de su talento mágico, disfrutaba de los juegos y tenía un ingenio juguetón que se reflejaba en sus bromas y risas contagiosas.

En contraste, Ana, una encantadora chica de 12 años, experimentaba su primer año en la Torre. Aunque era relativamente nueva, se adaptaba admirablemente. A pesar de explorar el significado de la magia, sentía una fuerte afinidad por las plantas y los animales. Con cabello castaño ondulado que caía en suaves mechones sobre sus hombros, sus grandes ojos color avellana absorbían cada detalle de su entorno. Su pasión por las historias la llevaba a escribir relatos cautivadores, utilizando esa destreza para tejer rumores y narrativas con maestría. Su creatividad y habilidad para dar vida a sus historias añadían un toque de misterio y diversión a su presencia.

Por último, Aria, de 14 años, irradiaba una aura de inseguridad. Vistiendo su túnica de segundo grado, buscaba constantemente confianza en sí misma. A pesar de sus dudas internas, mostraba una pasión innegable por la música. Sus ojos curiosos, con un matiz enigmático entre verde y gris, reflejaban un anhelo constante de exploración. Aria escondía un corazón audaz bajo su apariencia tímida. Participaba en batallas mágicas con otros magos, demostrando asombrosa habilidad en la ejecución de hechizos. Su tenacidad y amor por la magia la convertían en una fuerza impresionante, desafiando sus inseguridades con cada destello mágico que emanaba.

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Paul se presentó en la habitación de Alan con determinación, listo para anunciarle los detalles del plan.

-"Alan, el jueves vamos a hacer una excursión al pueblo. Nos encontraremos a las 5 en los establos, y Salamandra nos guiará y nos mostrará todo. ¿Estás de acuerdo?"

Alan pareció incómodo cuando mencionó a Salamandra. "Salamandra... Bueno, no es que tengamos una buena relación", admitió con sinceridad.

-"¿No has hablado con ella? ¿Resolvieron sus diferencias?" preguntó Paul.

-"Bueno, si hablar significa que ella entró a mi habitación a regañadientes y me dijo que lamentaba haberme gritado, pero que era importante que controlara mis poderes... Supongo que sí."

-"Jonás me dijo que ella había venido a hablar contigo sobre su experiencia con los poderes del fuego y te había brindado su apoyo..."

-"En realidad, no fue exactamente así... Pero supongo que a Ana le parecerá genial que Salamandra venga para que le cuente todos los chismes..."

Paul asintió y esperó que no surgieran problemas durante la excursión. La situación parecía un tanto tensa, pero tenía la esperanza de que todo saliera bien y que la excursión fuera una experiencia positiva para Alan y sus amigos.

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El jueves por la tarde, la emoción palpitaba en el aire mientras los jóvenes magos se congregaban en los establos de la Torre. Paul había meticulosamente planificado la excursión al pueblo, y todos estaban impacientes por adentrarse en el mundo exterior y pasar un día juntos. Alan, Thot, Jesús, Simon, Ana y Aria formaban un grupo unido, listo para abrazar la aventura que les esperaba.

Salamandra se reunió con el grupo, lista para mostrarles las maravillas del pueblo. Montaron en sus caballos y se dirigieron hacia el destino. Una vez llegaron, ataron los caballos en una cercana finca, donde Salamandra negoció con el propietario y les indicó que no se preocuparan por los caballos.

Adentrándose en el pueblo, los jóvenes magos captaron una mezcla de miradas: algunas llenas de asombro, otras de curiosidad y, en algunos casos, incluso de miedo. La presencia de jóvenes aprendices de magia no era común en aquel lugar. Salamandra les aconsejó limitar las conversaciones y mantener la prudencia en sus interacciones.

Uno tras otro, exploraron las tiendas del pueblo hasta que entraron en una elegante tienda de ropa que exhibía una variedad de guantes de colores y estilos. Alan examinó los guantes con interés, y Paul le preguntó qué tipo estaba buscando. Antes de que Alan pudiera terminar su frase, Paul le interrumpió, susurrando un consejo para evitar mencionar la magia en público.

Después de ese intercambio, Alan continuó su búsqueda y finalmente se detuvo ante un par de guantes azul eléctrico decorados con delicados copos de nieve. Parecían ser los guantes perfectos para él. Con un entusiasmo palpable, Alan declaró su elección, y los magos procedieron a pagar al comerciante, quien, aunque no muy entusiasmado, aceptó la venta.

Una vez fuera de la tienda, Salamandra tomó la decisión de otorgarles a los jóvenes magos un tiempo libre para explorar el pueblo hasta las 8 de la noche, momento en que debían regresar a los establos. Con esa libertad recién adquirida, el grupo se dispersó por las calles del pueblo, absorbiendo las vistas, los sonidos y los aromas de un mundo que se extendía más allá de los muros de la Torre

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Simon, Ana y Alan decidieron explorar una tienda de antigüedades en busca de tesoros ocultos. La dueña de la tienda, al ver a los aprendices, mostró un sobresalto momentáneo pero hizo un esfuerzo por sonreír y los invitó a pasar. Dentro, los chicos se maravillaron con diversos artefactos: maceteros adornados, plumas majestuosas, cadenas y pulseras meticulosamente hechas a mano. Ana quedó cautivada por una pila de libros antiguos mientras los exploraba.

Sin embargo, la travesura se apoderó de Simon cuando observó que Ana estaba absorta en la lectura de un libro. Pensó que sería entretenido cambiar el color de la tapa del libro que tenía entre manos, transformándolo en un dorado brillante. Ana levantó la vista con una expresión de molestia, y Alan también intervino, susurrándole a Simon que no estaba bien usar magia de esa manera en público.

-"Simon, no debemos hacer magia aquí... devuélvelo a su color original", le dijo Alan con firmeza en un susurro.

-"Vamos, solo es una broma... y además, seguro que ahora ese libro vale más", respondió Simon con una sonrisa traviesa.

-"Simon, en serio... este no es el lugar para jugar. ¿No ves cómo nos mira la gente?". Alan insistió mientras Ana revertía el color de la tapa a su estado original.

A pesar de los esfuerzos de los chicos por corregir la situación, la dueña de la tienda pareció haber notado la manipulación mágica y se acercó a ellos con aire de curiosidad. Su tono denotaba cierta molestia mientras les preguntaba qué estaban tramando.

-"¿Qué están haciendo, jóvenes aprendices?" dijo la mujer, su mirada llena de desconfianza.

-"No es nada, señora. Estábamos a punto de irnos", respondió Alan con prisa, esperando disipar cualquier malentendido.

Pero la mujer no pareció convencida por las palabras de Alan, y su expresión se tornó aún más amenazante mientras se acercaba a ellos. Ana retrocedió hacia la puerta, sintiendo el nerviosismo en el ambiente.

-"¿A dónde crees que vas, jovencita? ¿Intentan robarme, estúpidos aprendices?", espetó la mujer con un gesto amenazador, atrapando a los muchachos en una situación incómoda y tensa.

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Salamandra y Paul eligieron un rincón tranquilo en un bar del pueblo, donde se sentaron y pidieron un par de cervezas. La relajación invadió sus cuerpos al alejarse temporalmente del bullicio de los aprendices en la Torre. Salamandra dejó escapar un suspiro de alivio mientras tomaba un sorbo de su cerveza, sintiendo cómo se desvanecía la tensión.

-"Por fin un poco de paz", dijo Salamandra con una sonrisa genuina, como si un peso hubiera sido levantado de sus hombros.

-"Sí, gracias por acompañarme, Salamandra. Sé que la relación con Alan no es la mejor", respondió Paul, expresando su gratitud.

-"Oh, no te preocupes por eso", respondió Salamandra con una mirada cómplice. "Tengo un gran aprecio por ti y por Jonás. Si no fuera así, no estaría aquí en este momento", bromeó mientras se tomaba otro sorbo de cerveza.

La mención de Jonás hizo que Paul se animara a hacer una pregunta que llevaba tiempo rondando en su mente.

-"Hablando de Jonás, me alegra mucho que estén juntos. Pero, Salamandra, me intriga saber cómo surgió esa relación entre ustedes dos", indagó Paul, buscando conocer más sobre ese aspecto de su vida.

Salamandra se sonrojó sutilmente ante la pregunta, pero decidió responder. "Bueno, Jonás y yo siempre tuvimos una conexión especial, pero los sentimientos pueden ser complicados de manejar a veces", admitió con sinceridad, su tono ligeramente cortante mientras cambiaba el enfoque de la conversación. "Paul, siempre eres el que me hace estas preguntas. ¿Y tú? Nunca me has contado sobre tu vida sentimental", comentó con curiosidad genuina.

Paul sintió cómo su corazón latía con fuerza en su pecho, pero decidió abrirse y confesar lo que llevaba tiempo guardando en su interior.

-"Hablar de eso es complicado para mí, Salamandra, pero el motivo detrás de mis preguntas es porque... me gustas. Me has gustado desde el momento en que te vi en esta Torre. No puedo evitar sentirme atraído hacia ti", admitió con sinceridad, su voz temblando ligeramente por la revelación. Un instante después, Paul se acercó un poco a ella, buscando el momento oportuno para un posible beso.

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-Disculpe, señora, hubo un malentendido. No tenemos intención de robar nada, de verdad - intentó explicar Alan, tratando de calmar la situación.

La mujer, sin embargo, parecía estar decidida a no creerles. Agarró la túnica de Ana con fuerza, cerrando la puerta del local para asegurarse de que no pudieran escapar. La tensión en la habitación aumentó y los chicos se sintieron atrapados en un problema cada vez más complicado.

La voz de Simon surgió en un susurro, sugiriendo el uso de la magia para solucionar la situación. Sin embargo, antes de que pudieran considerar esa opción, la mujer señaló directamente su conocimiento de la magia, lo que sorprendió a los jóvenes.

-¿Así que han usado magia, verdad? - inquirió la mujer, sus ojos fijos en ellos con desconfianza. Los chicos intercambiaron miradas nerviosas, buscando una salida ante la acusación.

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Salamandra se recostó ligeramente hacia atrás, evitando con su gesto que Paul consumara el beso que parecía acercarse. Su expresión se suavizó mientras miraba a Paul con comprensión y afecto, reconociendo la valentía que había mostrado al expresar sus emociones.

-"Paul, te agradezco mucho tu sinceridad. Aprecio enormemente nuestra amistad, y quiero que sepas que valoro mucho tu compañía", explicó Salamandra, su voz transmitiendo calidez y respeto por el joven mago. "Pero, como bien dices, estoy con Jonás, y mi corazón ya tiene un lugar donde pertenece", añadió con una sonrisa amable pero sincera.

Paul asintió, sintiendo un destello de dolor en su interior pero sabiendo que tenía que aceptar las palabras de Salamandra. Había tenido sus esperanzas, pero también había estado preparado para esta respuesta. Se sintió, de alguna manera, liberado al finalmente dejar salir sus sentimientos, y comprendió que seguir siendo amigos era lo más importante.

-"Entiendo perfectamente, Salamandra. Gracias por ser tan sincera y comprensiva", respondió Paul con un tono de resignación, pero también de gratitud. "Nuestra amistad es lo que más valoro, y siempre estaré aquí para ti, sin importar nada más", agregó con una sonrisa amistosa.

La conversación fluyó hacia otros temas, alejándose de la intensidad del momento anterior. Hablaron de las aventuras del día, de los aprendices y de las anécdotas de la Torre. La atmósfera se relajó nuevamente, y ambos disfrutaron de su tiempo juntos, recordando por qué habían forjado una amistad tan especial en primer lugar.

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En un instante oportuno, los amigos entraron en la sala, rápidos para rescatar a sus compañeros en apuros. Thot, con su dominio del agua, rápidamente lanzó una burbuja acuática sobre la cabeza de la mujer, desconcertándola y provocando que soltara a los jóvenes magos. Con la distracción creada por Thot, todos se apresuraron a escapar de la tienda. Mientras se alejaban, Thot tomó una decisión audaz: provocó una pequeña inundación en la tienda para mantener a la mujer ocupada y alejada de ellos. Esta maniobra permitió que el grupo corriera a un bar cercano, donde se encontraron con sus maestros, incluida Salamandra.

Los jóvenes magos entraron al bar algo agitados, y Salamandra, junto a Paul , notó su estado de excitación y preocupación. Preguntaron a los chicos sobre lo que estaba sucediendo y por qué estaban corriendo de esa manera. Las explicaciones que los aprendices improvisaron no convencieron completamente, y Salamandra, con su perspicacia, sospechó que había algo más detrás de la historia que estaban contando.

-"Vamos, chicos, sé que hay más en esta historia. ¿Qué estaban haciendo realmente?" preguntó Salamandra con firmeza, brindándoles la oportunidad de ser honestos.

Los jóvenes se miraron entre sí, indecisos sobre si revelar la verdad o mantener su versión inventada. Pero antes de que pudieran responder, un grito de enojo y frustración se dejó oír en la distancia, revelando que la mujer estaba en su búsqueda.

Salamandra, consciente de la gravedad de la situación, tomó una decisión rápida. Pidió a Paul que llevara a los chicos de regreso a la Torre de manera discreta, mientras ella se quedaría atrás para enfrentar a la mujer. Se aseguró de pagar lo que habían consumido y encargó a Paul la tarea de llevar a los jóvenes al establo, donde los caballos ya estaban listos para regresar.

Mientras tanto, Salamandra se mantuvo en el bar, preparándose para enfrentar la confrontación con la mujer enfurecida. 

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