Prólogo
Polet esperaba afuera mirando la tormenta a través de los grandes ventanales del castillo mientras su madre, la nodriza real de Nasir, ayudaba a la reina a dar a luz al príncipe. Desde donde estaba podía oír el llanto y el dolor que le producía la labor de parto a la reina. Sabía que en algún momento estaría en ese lugar, ayudando a dar vida, pero agradeció que fuese su madre quien lo hiciera, pues todavía no se sentía preparada para eso.
Supo que algo no iba bien al escuchar el llamado de una de las sirvientas. Temerosa entró a la recámara, que ahora estaba en silencio. El rey Gideon dejaba caer lágrimas calladas a los pies de la cama, donde la reina, lívida y moribunda, con su último aliento besaba a su pequeño hijo Fabio —el nuevo heredero— para después entregarlo en manos de la nodriza. A Polet se le cerró la garganta de tristeza cuando contempló la cruel escena.
—Ven, Polet—la llamó su madre con rostro compungido—. Este bebé, nuestro amado príncipe, necesitará de tus cuidados, en especial deberás alimentarlo— A la nodriza se le quebró la voz—, su madre ya no podrá hacerlo, en cambio tú, que amamantas a tu pequeña hija, estoy segura que podrás compartir su leche con nuestro futuro soberano. Serás la nodriza principal del príncipe.
—¡Pero madre, aún no estoy preparada para esto! —dijo abriendo sus ojos oscuros, sorprendida de lo que su madre le pedía
—¡Eres madre, claro que lo estás! Cuando se tiene un hijo, todos los demás también son nuestros hijos —dijo la nodriza colocando al bebé en sus brazos.
Polet lo miró asustada. Apenas era más pequeño que su linda Suzette, y de inmediato sintió brotar en sí misma el amor que tranquilizó sus dudas. Las nodrizas reales de Nasir tenían una noble e importante función, eran las encargadas de llenar el corazón del futuro rey de amor, bondad, compasión y valor, así como también protegerlos hasta su coronación.
Una antigua canción de cuna acudió a sus labios, la misma con que todas las nodrizas arrullaban a los futuros reyes:
—De sangre real estáis hecho, la sangre real os protegerá.
Cuando de lejos un oscuro poder carmesí vendrá
A pesar de ser sangre real, traerá oscuridad.
Y el fuego eterno se encenderá.
Sangre real es luz y claridad.
Corazones que duermen en el reino del dragón despertarán,
solo así venceréis la maldad.
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