Capítulo 7: Se lee 'Kamasutra'

Se hizo de día y Wallace despertó como si hubiera dormido una semana completa. Cuando abrió los ojos, en lo primero que pensó fue en aquel restaurante de Southwark donde servían un desayuno gigante y se le hizo agua la boca con solo imaginarlo. Star lo vio despertar de tan buen humor que sonrió al notar que había tenido una noche reparadora.

—Hola, Wallace —lo saludó la joven—. No voy a tener que preguntarle si durmió bien, pude darme cuenta.
—Esto me hacía falta —el Aquilae se estiró y se sentó en la cama—. ¿Qué hora es?
—Las diez y cuarto. Tendremos que apurarnos si queremos llegar con luz de día al lugar de nuestra próxima misión.
—No, señorita. Vamos a comer algo primero —Wallace se puso de pie y tomó la mano de Star con firmeza para ayudarla a levantarse—. Alístese, la llevaré a desayunar.

Ambos decidieron que tomarían un tren para que la joven tuviera una auténtica experiencia londinense. Cuando pasaron por el distrito de Southwark, salieron de la estación y caminaron unas cuantas cuadras hasta llegar a un sitio lleno de flores en la fachada, mesas para dos personas al aire libre y un par de mujeres que servían a sus clientes con una sonrisa. Una de ellas, que parecía ser la dueña, reconoció al Aquilae de inmediato y rápidamente lo ubicó junto con su acompañante en la mesa del balcón del segundo piso.

En cuestión de minutos, Star vio frente a sus ojos un gran plato con porciones de comida que solo conocía de oídas y nunca creyó que vería en Londres: salchichas asadas en salsa agridulce, trozos de tomate, huevos fritos, unas cuantas tiras de tocino, frijoles blancos al horno, puré de patatas y un par de rebanadas de pan con mantequilla, para concluir con un jugo de naranja fresca y una rodaja de tarta de zanahoria como postre. Definitivamente, algo de Inglaterra que la joven extrañaría cuando regresara a casa.

Apenas terminaron el desayuno, ambos Aquilae regresaron al tren para tomar sus cosas y luego abordar un carruaje con dirección al sitio conocido como Stonehenge. Durante el primer tramo del camino, Star estuvo dormitando un poco mientras Wallace miraba uno de los libros que había encontrado en su casa. Estaba escrito en un idioma que desconocía y con símbolos que no lograba entender, pero tenía unos cuantos dibujos que llamaron su atención. Si todos los libros hubieran tenido ilustraciones como esas, no le habría molestado leer más seguido.

El carruaje golpeó una piedra y dio un salto brusco, despertando a Star de su ligero letargo. Ella se sobresaltó y se llevó la mano al costado, pues había sentido dolor luego de aquello. Después de recobrarse de aquel susto, la joven miró a Wallace con un poco de extrañeza. No era usual que él se interesara por la lectura, pero al mirar más de cerca, comprendió todo mejor.

—Se lee "Kamasutra". —dijo Star. Amery levantó la vista.
—¿Qué cosa?
—El nombre del libro —ella señaló las intrincadas letras en la cubierta—. Está en sánscrito.
—Oh, ya veo. ¿Es una de sus historias nocturnas favoritas?
—No, mi madre me lo dio cuando cumplí dieciséis años —la joven sonrió—. Aparte de que se usa cuando quieres compartir la cama con alguien y no necesariamente para dormir... tiene varias enseñanzas para ser mejor persona.

Los dibujos que le habían llamado la atención a Wallace eran diferentes posiciones eróticas, pero eso no era lo único que mencionaba el libro.

—Es bastante... educativo.
—Si se refiere a los dibujos, tal vez... pero el texto es mucho más rico en conocimientos de lo que parece. Lástima que no sepa el idioma, porque el libro tiene frases muy interesantes.
—¿Usted lo entiende bien? —Star asintió.
—Lo he leído suficientes veces como para entender el porqué de cada cosa que está ahí. Hablo muy en serio cuando me refiero a que los dibujos son lo de menos.

Star tomó el libro y se dirigió a una página muy específica donde halló un verso que podía resumir bien todo lo que enseñaba.

"Cuando se aplican distintas formas de amar,
conforme a las costumbres de ella
y a los usos del lugar, surgen en las mujeres
afecto, pasión y gran respeto."

—En esencia, lo que dice es que se debe poner el placer de la mujer primero... y luego llegará el del hombre. —la joven cerró el libro y se enderezó. Wallace la miró pensativo.
—¿No cree que leer este tipo de cosas deja muy poco a la imaginación? —Star soltó un suspiro breve y se cambió de silla para sentarse junto a él.
—Wallace, Wallace, Wallace. Lo único que ve ahí son los dibujos, pero eso solo es anatomía humana. Además, el libro es una guía, el valor real de la persona con la que se pone esto en práctica reside en la mente, y eso es algo que se debe explorar. Esa es la verdadera imaginación.

Un poco nervioso, Wallace pasó saliva. Jamás se le había ocurrido algo así. Star lo miró con curiosidad al notar la exagerada cantidad de tiempo en la que él se devanó los sesos al procesar aquellas palabras.

—Un penique por sus pensamientos, señor Amery. —el Aquilae suspiró.
—Menos mal no sé sánscrito, o estaría bastante más confundido ahora. —la joven se rió por lo bajo.
—¿Puedo preguntarle algo? —él asintió—. ¿Cuándo se dio cuenta de que no solamente le atraían las mujeres?

Aquella pregunta tomó por sorpresa a Amery, por lo que miró al techo luego de cruzarse de brazos. Star mantuvo la vista en él a la espera de una respuesta, sin importar cuál fuera.

—¿Podría regresarle la pregunta? Quisiera saber cómo llegó a esa conclusión.
—Se necesita uno para poder encontrar a otro —respondió la joven—. No es algo malo.
—Lo sé, pero no todos lo reciben de buena manera cuando se enteran de eso —él se rascó la barbilla—. Creo que siempre lo supe, pero a veces me daba la impresión de no entender bien lo que quería.
—Para nada, Wallace —ella apoyó las manos sobre el hombro de su cofrade—. Alguien como usted o como yo no es una persona indecisa, sabemos muy bien que lo queremos absolutamente todo.

Wallace no se había dado cuenta de lo cerca que tenía a Star hasta que giró la cabeza y notó que su rostro estaba adornado por unas cuantas pecas. La ligera corriente de viento que se colaba por la ventanilla del carruaje llevó al olfato del Aquilae un suave olor a violetas proveniente del cabello de la joven, y ella completó aquel cuadro subyugante con una sonrisa inocente.

—Star, he notado que usted es muy inteligente. ¿Está tratando de cortejarme?
—Usted es más inteligente que yo, Wallace. Ya se habría dado cuenta si lo estuviera haciendo. Solo estamos teniendo una charla amistosa sobre un libro que nos gusta.

El carruaje se detuvo frente a una posada cercana a Stonehenge cuando ya se estaba haciendo de noche. Amery se bajó primero para ayudar a Star, y el conductor del carruaje les ayudó dejando en la puerta el poco equipaje que llevaban. Antes de entrar a la cabaña, un gatito blanco de cola amarilla y ojos azules se acercó a la joven amistosamente, a lo que ella de inmediato se hincó ante él y comenzó a acariciarlo. El Aquilae la miró extrañado.

—¿Se postra ante un gato? Qué curioso.
—Usted debería. Son dioses entre los humanos. Hay un rumor de que en el Antiguo Egipto existía una necrópolis para gatos en Bubastis. Eso habría mantenido muy feliz a la diosa Bastet.
—Qué bonito y qué tétrico —dijo él mientras tomaba una de las maletas—. Voy a dejar todo esto aquí, iremos caminando hasta las rocas gigantes.

Estar allí en la noche había sido completamente intencional, pues el objetivo de ir a Stonehenge era ver el cielo estrellado en total calma sin los edificios de la ciudad. Era un paisaje relajante que definitivamente le gustaría mucho a Star. Ella y Wallace llegaron hasta la formación circular de piedras gigantes justo en el momento en que la luna se alzaba por encima de aquellas rocas y las iluminaba con un pálido tono azul. La Aquilae Inceptor alzó la mirada y quedó maravillada con la cantidad de estrellas que vio.

A pesar de que aun le costaba un poco moverse, a Star no le importó dar una caminata dentro de aquel grupo de rocas. Era uno de esos misterios que se veían mejor sin resolver, tenían un toque de magia que hipnotizaba y que generaba muchas teorías a su alrededor. Ella misma tenía una, pero no había alguien que pudiera confirmarla todavía.

Después de tomarse un tiempo para recorrer el lugar, Star se sentó en el centro de la estructura. Wallace la imitó después de quitarse el abrigo y el sombrero para estar más cómodo.

—¿Y bien? ¿Se siente más relajada? —ella asintió.
—El cielo me recuerda a mi hogar. Una gran diferencia es que este clima es fantástico porque no hay insectos que se atrevan a picarme, así que podría quedarme aquí toda la noche.

La joven sacudió y levantó su falda a la altura de la rodilla. Wallace tuvo un fugaz vistazo de algunas manchas de colores que definitivamente no podían salir de manera natural en la piel humana: eran hechas con tinta.

—¿Eso que veo cerca de su rodilla es un tatuaje? —Star sonrió.
—Mi madre me llevó a China y allá conocí a alguien que pintaba la piel de las personas en secreto. Dijo que era un lienzo perfecto y me ofrecí para que hiciera algo lindo. ¿Quiere verlo completo?

Creyendo que sería algo pequeño, Wallace asintió. Star se acomodó y levantó su falda hasta el final del muslo para revelar un mono azul sosteniendo una reluciente moneda antigua. Los intensos colores dejaron al Aquilae boquiabierto. Le costó muchísimo trabajo apartar la mirada, probablemente por lo bien hecho del tatuaje... o tal vez porque poquísimas veces una mujer descubría tanta piel delante de sus ojos teniéndole ese nivel de confianza. Se aclaró la garganta para intentar ocultar su nerviosismo de la mejor manera que pudo.

—Es muy... detallado.
—Y doloroso.
—¿Por qué un mono azul? —Star se encogió de hombros y se cubrió otra vez.
—La persona que me tatuó dijo que nací en el año chino del mono, y el azul es mi color favorito.
—Bueno, ahora me da un poco de vergüenza mostrarle el que tengo... fue producto de una noche de demasiado alcohol.
—Oh, estoy segura de que también es bonito —la joven lo animó—. Por favor, déjeme verlo.

Amery no se hizo de rogar demasiado para desabotonar parte de su camisa y mostrarle a Star un caballo con tinta negra en el pecho, cerca del hombro. Ella pudo comprobar que estaba hecho con una gran cantidad de diminutos puntos en una técnica limpiamente ejecutada.

—Este sí que debe haber dolido.
—Si le soy honesto, no lo recuerdo. Como dije, me emborraché hasta quedar inconsciente para no tener que ver cómo me clavaban una aguja miles de veces. —Star rió.
—Es irónico, no le teme a la muerte que puede traerle la persecución de un Serpens pero sí a una aguja que no va a hacerle daño —la joven puso la mano en el hombro de Wallace, apartando su camisa para ver el tatuaje completo—. Este en específico tiene significados muy interesantes: los caballos traen consigo libertad, fuerza, abnegación... y un inobjetable deseo de dominación.

Amery respiró hondo.

—Star... ¿puede hacerme un favor?
—El que quiera.
—¿Le ofendería si le pido que me quite las manos de encima? Están heladas.
—Para nada —ella obedeció—. Lo siento.
—No se disculpe... es solo que me hace cosquillas.
—Está bien, mantendré mis manos quietas.

Wallace volvió a acomodarse la ropa. Star se recostó boca arriba para mirar al cielo de nuevo.

¿Qué pasó después?

El comportamiento de Star había causado una polémica bastante fuerte entre Zahara y Jenny: la adolescente decía que la chica sabía perfectamente lo que hacía cuando presionaba a Wallace de la forma en que lo vieron, y su amiga decía que no tenía idea de lo que pasaba, también señaló que se habría detenido de haber sido consciente de eso, lo que abrió el debate.

—Ella no le iba a decir esas cosas en el tono que estás imaginando, Jennifer —afirmó Zahara—, ya vimos que era una mujer demasiado inteligente.
—Eso era lo que la hacía tan peligrosa —Jenny siguió elaborando su idea—, Star sabía cómo distraer a Wallace y definitivamente fue intencional. ¿Quién te muestra tanta carne para luego no dejarte probar ni siquiera un bocado?
—¿Por qué querría hacer algo así? —la adolescente se encogió de hombros.
—No lo sé... por diversión, tal vez. Nadie te habla del Kamasutra de esa manera sin aplicaciones prácticas después, es regla universal.
—Te cuesta creerlo, pero ya verás que tengo razón —Cordell le entregó unas hojas a su novia con algo que escribió—. Gracias, mi amor. ¿Quieres que las lea en voz alta?

Daba igual la respuesta que su novio diera, Zahara iba a canturrearla con música de Giuseppe Verdi de fondo si hacía falta.

"Ver a ese par en Stonehenge fue desconcertante. Wallace Amery está haciendo todo lo posible para mantenerse profesional y Star se lo dificulta bastante con esa actitud de 'femme fatale', pero debo decir que no lo hace de manera intencional.

Sin embargo, es aun más inquietante entender el contexto de aquello, y creo que todo reside en la bisexualidad de ambos. Ella, viéndolo como algo natural, hizo que él aceptara su diversidad en lo que yo llamaría una especie de terapia de choque muy rudimentaria (si se me permite la expresión), pero siempre mantuvo una asociación amistosa en ello. Básicamente, Star no percibía a Wallace como un hombre superior o distinto a ella en el aspecto romántico, lo veía como una persona común y corriente, sin diferenciación alguna de género, probablemente por las circunstancias de su crianza. Sin duda, Raisa Gungâkan y su pareja hicieron un excelente trabajo al enseñarle desde siempre lo que era la aceptación. Dentro de su mente culta, Star aun mantenía un nivel de inocencia más que particular.

Sigo insistiendo en que ella puede ser la chica que se le escapó a Amery, pero hay detalles aquí que siguen sin encajar. ¿Estaremos pasando algo por alto aquí antes de saber la verdad?"

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