Capítulo VI: Visita sin anunciar

Magia de Flores: Jardín de Afrodita —anunció la chica con su grimorio abierto. Era rosado, con una línea gruesa de color blanco que lo dividía horizontalmente, en esta línea había flores rojas, azules y violetas dispuestas a lo largo de la línea. Mientras que en las partes rosadas habían pétalos más pálidos dispuestos de forma desordenada. Era un grimorio realmente hermoso.

Luego de sus palabras, comenzó a crecer flores de diversos colores y formas a nuestro alrededor. Se percibía un dulce aroma de ellas, era tal que tenía ganas de echarme a dormir en ese instante.

—Es hermoso. La fragancia de estas flores es relajante y agradable —elogió Darrell. Ésta se ruborizó y sonrió agradecida.

—Gracias. Tú también tienes una magia hermosa. No puedo creer que seas capaz de eso —aunque tuviera toda la razón, que ella elogiara de esa forma a Darrell me incomodaba. Deseaba que la reunión terminara pronto.

Ambos siguieron mostrando hechizos uno al otro. El joven Ronnie estaba totalmente enfocado en correr tras una mariposa, mientras que yo solo estaba sentado en el jardín miniatura creado por la señorita Amelia. Así pasaron un par de horas hasta que por fin uno de los mayordomos de la casa nos informo que la reunión de los duques había terminado.

Todos nos dirigimos hacia el comedor, donde nos estaban esperando los adultos.

—Espero que no se hayan aburrido —dijo el señor Eugene.

—Para nada, usted posee una magnífica colección vegetal —dijo la chica.

—Viniendo de ti, me siento muy alagado. Gracias —sonrió amablemente—. Vamos a tomar una pequeña merienda. Tenemos que darles un anuncio muy importante. Aunque estoy seguro que la joven Amelia ya sabe de qué trata—la mencionada asintió mientras soltaba una risita.

—Mis padres me lo comentaron antes de venir aquí. Y estoy totalmente a favor de ello.

"¿De qué se tratará?" —pensé. Parecía algo muy serio y a la vez normal.

Pero nadie dijo nada al respecto durante la espera que llegara los sirvientes con la comida. No fue hasta que comenzamos a merendar cuando el señor Eugene comenzó a hablar.

—Verán, muchas veces las alianzas pueden darle vuelta a la guerra. Cuando nosotros participamos en ella hace muchos años, durante la invasión del vecino reino de Stacia, las alianzas entre las familias más poderosas fueron capaces de darnos ventaja en la guerra. De no ser por eso, hubiera podido ser más difícil nuestro triunfo. Pero no solo basta un papel firmado que diga que nos aliamos, hace falta algo que sea solido ante todos...

De repente uno de los guardias de la mansión se acercó rápidamente al señor Eugene. No alcanzaba a oír lo que decían, pero parecía que el guardia era muy insistente.

—Quiero disculparme por dejar el anuncio a medias, pero parece que alguien necesita hablar conmigo con urgencia.

Sin decir más, el señor Eugene salió del comedor junto al guardia.

A partir de ese momento el silencio reinó en el lugar. Únicamente se escuchaba el sonido de los cubiertos y el de las aves cantando en el exterior.

Yo aun mantenía mi intriga sobre el anuncio. No comprendía porque comenzó hablando de las alianzas y la guerra de hace veinte años. A veces el protocolo me resultaba demasiado tedioso.

Cinco o seis minutos después que salió, el señor Eugene regresó. Pero su semblante alegre se había esfumado, ahora era sombría y melancólica. Al mirarme, aprecie en sus ojos muchas cosas que no lograba descifrar.

—Zack. Ven conmigo por favor —dijo con un tono de voz apagado, todos se dieron cuenta que algo andaba mal. Sin entender nada me levante de mi asiento y fui en su dirección, Darrell inmediatamente copió mi acción—. Tú quédate aquí, luego hablaremos a solas.

Y así sin más, ambos dejamos el lugar.

A medida que caminábamos el ambiente se sentía aun más pesado. Sentía ganas de preguntar la razón de esa actitud, pero muy en mi interior sentía que no quería saber la respuesta.

Nos detuvimos justo en la puerta de su oficina. Se giró hacia mí y me abrazó fuertemente.

—Tú eres libre de escoger. No te sientas mal si tu corazón desea irse. Estas en todo tu derecho —dijo, parecía que estaba a punto de llorar. Eso me estaba confundiendo aun más.

—P-pero... n-no lo entiendo.

—El hombre que vino a hablar conmigo está allí dentro, te quiere conocer. Cuando me lo dijo, no le creí. Pero me mostró pruebas irrefutables.

—D-de que está hablando...

—Cuando hables con él vas a entender. Yo volveré al comedor para culminar el anuncio —volvió a darme otro abrazo—. Decidas lo que decidas, siempre te voy a apoyar.

Y así sin más me dejó a las puertas de su oficina, en medio de un mar de intrigas y tormentosas confusiones.

Temeroso a lo que ocurría, entre lentamente a la oficina. Allí había un hombre de espaldas sentado en una silla, observando lo que parecía ser una fotografía. Al percatarse de mi presencia se levantó rápidamente y me quedó mirando, absorto y con dos gotas cristalinas a punto de caer de sus ojos.

Era un hombre de mediana edad, pero su cabello estaba totalmente blanco. Llevaba una túnica formal color celeste y blanco. Aunque no recordaba haberlo visto antes, tenía una sutil sensación de familiaridad.

—Z-Zack... —parecía que no podía formular las palabras—. Por fin te encontré.

—¿Q-quien es usted? —pregunté.

—¿No me recuerdas? —negué con la cabeza—. N-no me sorprende, han pasado muchos años. Disculpa que me comporte así, es que... me emociona mucho haberte encontrado.

—Sigue diciendo que me ha encontrado, pero no me ha dicho quien es y que quiere conmigo.

—Oh, tienes razón. Me llamo Evan Navolger, hermano menor de tu padre, Sebastian Navolger.

—¡¿Q-q... —tal fue mi sobresalto que se me hizo imposible articular las palabras. Mi corazón comenzó a latir de forma errática y violeta, a la vez que mi mente casi colapsaba por la impresión.

A medida que pasaban los años, mis recuerdos de antes de quedar huérfano desaparecieron poco a poco, hasta quedar casi sin memorias referente a mi familia. Sus nombres se esfumaron de mi mente y apenas recordaba borrosamente sus caras.

—Se que debe ser una sorpresa para ti. Pero es verdad —dijo—. Cuando supe de la muerte de mi hermano y su esposa, pensé que tú también habías muerto. Pero me entere que un noble te había llevado con él —comenzó a narrar—. Te busqué por muchos años, pero terminé dándome por vencido. Solo esperaba que al menos no pasaras ninguna necesidad.

—¿Como logró dar conmigo? —indagué. Mientras él estaba contando su historia, yo me recuperaba de la impresión. Ahora yo tenía un montón de preguntas que hacerle.

—Hace unas semanas atrás estaba de visita en un pueblo en la región central. Mientras tomaba mi desayuno en un restaurante, entró un hombre junto a su hijo y tomaron asiento a mi lado. En un principio no les presté atención, hablaban de cosas estúpidas y sin importancia. Pero despertaron mi interés cuando comenzaron a burlarse de un chico que no tenía atributo —tragué fuerte cuando dijo eso ultimo—. También dijeron que eras alguien que no tenía ningún hechizo en tu grimorio. Al final me decidí por preguntar y pues, me hablaron sobre ti. A pesar que se trataba de una pista sin mucho valor, decidí seguir a mi instinto y así fue como llegué hasta aquí.

—¿Cómo es que esas cosas te pudieron dar pistas sobre mi? —pregunté cabizbajo.

—¿Aun no te has dado cuenta? —no fue necesario decirle que no, él mismo se había dado cuenta al ver mi rostro de confusión—. Vaya, supongo que ha sido difícil para ti no tener ningún hechizo.

—No se imagina cuanto. Desde que recibí este grimorio sin color, me he sentido como un desecho —le mostré mi grimorio monótono. Él, a diferencia de mí, lo miraba con maravilla y asombro.

—Es casi igual al de Sebastian. Aunque su patrón era como de una tabla de ajedrez, en vez de un rompecabezas. Pero fuera de eso, lo demás es idéntico. No hay ninguna duda que eres su hijo.

Quitando lo abrumador de la situación, me sentía emocionado por saber que tenía familia de sangre. No estabas solo ni tampoco era alguien sin nombre, como muchos se habían encargado de recalcarme. Al fin podía decirles a esas personas quien era yo y de donde venía.

—¿C-como eran mis padres? —pregunté emocionado.

El hombre sonrió—. Tu padre fue una excelente persona, al igual que Verónica, tu madre. Ambos construyeron una academia para aquellos con habilidades peculiares pero con el infortunio de no poseer los recursos para entrar a una academia regular. También acogían a huérfanos o que simplemente sus padres no podían cuidar. Fueron personas estupendas —parecía que al rememorar esos tiempos se llenaba de añoranza. Pero luego su rostro se oscureció por la tristeza—. Aun me duele todas las mañanas cuando recuerdo que es otro día sin ellos.

—A mí también me da tristeza. Yo pensaba que no tenía familia y siempre había alguien que se encargaba de recordármelo. A veces me desesperaba por intentar recordarlos y no poder hacerlo. Apenas y puedo recordar borrosamente sus rostros.

Al escucharme decir eso se apresuro a sacar algo de un maletín que traía. Sacó un trozo de papel y me lo dio.

—Tal vez esto te facilite las cosas.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver la vieja y descolorida fotografía. Por fin podía darles nitidez a esos rostros que recordaba gracias a un sueño perdido o memoria fugaz. La mujer poseía un hermoso rostro junto a un largo y oscuro cabello ondulado que caía sobre sus hombros. Se le veía sonriente y rebosante de vida. El hombre era apuesto y con un rostro que le gritaba al mundo su amabilidad. Lo más destacable de él era su cabello blanco, rasgo que compartía con el hombre frente a mí. En medio de ellos estaban dos chicos, uno más grande que el otro. Por más que intentara recordar su rostro, no podía.

—¿Quién es él? —señalé al joven.

—¡Oh cierto, que tonto soy! Olvidé mencionarlo —rió apenado—. Él es Elijah, tu hermano mayor.

Mi corazón dio un salto por la emoción. No podía creer que también tuviera un hermano.

—Él está viviendo conmigo desde que... bueno, ya sabes.

—¿C-cuántos años tiene? ¿Cómo es ahora? ¿Se acuerda de mí?

Soltó una carcajada al ser bombardeado por mis preguntas—. Tiene veinte años y está muy bien. Creo que se acuerda de ti, pero al igual que tu, probablemente se le haga complicado reconocerte.

—Sería genial conocerlo.

—Apenas digas, podemos partir —sugirió.

En ese instante caí en cuenta de un detalle importante. La actitud del señor Eugene tenía que ver con este momento. Ahora lo comprendía.

Me encontré en una encrucijada. El primer camino era irme con mi familia y conocer más de ella, después de tanto tiempo sin saber que poseía una. El segundo camino era permanecer allí, con la familia que el destino me dio, estar junto a Darrell y continuar con mi meta de ir a la academia avanzada y convertirme en su guardia personal. Ambos eran caminos con sus pros y contras. Ninguno estaba hecho de flores y algodón. En suma, cualquiera que eligiese, iba terminar hiriendo al contrario.

Tenía que pensarlo mucho para tomar el camino que menos lastime. Pero cuando se está tanto tiempo en mi situación, se aprende a querer las cadenas y hace más difícil escoger entre la libertad o permanecer cautivo por sentimientos profundos.




¡Hola! ¿Cómo están?

Espero que la historia les esté gustando tanto como a mi me gusta escribirla.

Quisiera saber sus comentarios y opiniones respecto a la historia.

¿Qué quisieran leer? ¿Habría algo que mejorar? Espero sus respuestas.

Como regalo, haré una segunda actualización c:


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top