Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas.

Tácito

Nada más ingrato y a la vez más honesto que hacer críticas. Es ingrato porque como escritores, muchas veces amamos tanto nuestras obras, que no estamos preparados para que otros no las amen. Queremos ser amados por ese pequeño pedazo de alma que dejamos en cada palabra que es parte nuestra y deseamos que el mundo —el lector— conozca. Pero... ¿no es amor también cuando un padre te enseña algo que impide que te hagas daño? En cierta forma, criticar tratando de ser todo lo objetivo posible, no es otra cosa que una muestra de amor para con el autor, su obra y por supuesto los lectores.

A través de la crítica podemos mejorar, avistar aquello que por premura se había escapado, que por ansiedad terminamos de golpe, o lo que simplemente no tuvimos en cuenta. Lamentablemente, como muchas verdades, a veces son duras de digerir. Pero cuando entiendes que se hacen desde el principio del afecto por la literatura, comprendes que ese tiempo y energía que el crítico ha usado en tu historia, no es otra cosa que una muestra de amor desinteresado.

Prepara tu espíritu, apróntate a la lid, que acá viene la crítica.