Capítulo 19: "¿Pesadilla o realidad?"
"El amor no prospera en corazones que se amedrentan de las sombras."
Capítulo 19
Me encontraba corriendo por los pasillos.
Correr estaba prohibido en el castillo del Sultán.
Otra regla que me impusieron cuando llegue hasta aquí, y otra más del montón que se está rompiendo. Al igual que yo...
¿Ya me estaba considerando rota?
Supongo que-...
Un sollozo me interrumpió antes de poder dar mi respuesta ante mi propia cabeza.
¿De dónde venía ese horripilante ruido? ¿Acaso, provenía de... mi?
Sé porque corro, sé de quien huyo... de quien me quiero esconder. Pero no sé a dónde me dirijo,
¿Qué camino estoy siguiendo?
Mi cabeza palpita de dolor, de recuerdos que quiero borrar, tengo ganas de vomitar, pero mi estómago se encuentra tan vacío que lo único que puedo hacer en este momento son gárgaras y seguir corriendo sin tomar importancia de nada.
Me encuentro en una esquina, hay dos lugares para seguir, decido ir por la derecha.
En este momento, de alguna forma recuerdo la frase de mi madre antes de que pierda su memoria como siempre pasaba; ella decía que la izquierda era algo malo, muy malo, de mala suerte, y que no por nada existía el viejo dicho de levantarse con el pie izquierdo. Recuerdo también reírme por su absurda imaginación. Pero cuando siento que alguien sostiene mi brazo de repente, y comienzo a escuchar voces en una profunda conversación sobre algo que no puedo distinguir, empiezo a entrar en pánico y la idea de reírme de mamá por hablar de esas cosas todas esas veces, ya no me suena tan mala idea.
La derecha también puede sorprenderte...
Con todos mis músculos temblando, trato de resistirme ante su agarre. Me quiero alejar.
No quiero que me toques. ¡Suéltame!
Trato de hablar, pero cuando abro la boca, de mi brota un sonido quejumbroso, un sollozo con un pequeño grito de pánico que había estado atascado en mi garganta. Golpeo el pecho del guardia, pero de repente aparece otro detrás de mí y de alguna manera son muchas manos tocándome y... no puedo más.
Mi vista se vuelve negra, antes de sentir la tensión de mis músculos adoloridos relajarse en brazos de aquellos extraños.
...
El sonido de voces hace removerme del lugar en el que estoy descansando.
-¡Niña!
Una voz aguda habla en mi oído, lo que me hace gruñir y pegar mi cara en la almohada.
...Uff, eres de complicada. -Escucho que vuelve a decir. -De veras necesitas despertarte, si no lo haces por las buenas lo harás por las malas y no te gustara, te lo prometo.
Me doy la vuelta y abro lentamente los ojos.
Me arden mucho...
El dolor hace que todos mis recuerdos lleguen de repente, y en un segundo siento como vuelvo en todo mi sentido. Trata de pararme, pero solo llego a sentarme completamente en aquella cama, antes de que mi vista se nuble.
-Hey, tranquila. -Habla esa voz aguda de nuevo. Levanto mi vista para encontrar a una de las enfermeras del imperio. -Has estado durmiendo dos días, estas muy anémica. Lo mejor sería que te lo tomes con calma.
Finalizo, acercando hacia mí una cuchara que contenía un líquido que parecía miel, lo tome en mi boca pensando que lo era, pero sabía horrible.
-Esto no es miel. -Afirme, queriendo escupirlo.
Ella rio, divertida.
-No, no lo es. Son hiervas, te diría su nombre, pero no tiene sentido, si en cinco minutos te lo olvidaras. Son muy difíciles. -Me guiño un ojo.
- ¿Dónde estoy?
-En tu aposento.
-No, este no es mi aposento. -Dije seria mientras miraba a mi alrededor otra vez a pesar que sabía que aquellas paredes azul claro no me pertenecían, y la ventana con su nueva vista al mar nunca la había visto antes en mi vida.
-Mm... Tal vez la caída te afecto un poco. -Susurro pensativa, mirándome fijamente. -No seas tonta, ¡claro que lo es! La Sultana Akile me lo dijo personalmente. -Esta vez lo dijo fuerte, mientras me hablaba confiada de sus palabras.
Saber que la sultana Akile seguramente estaba involucrada ahora también en todo lo que me había pasado, me dio escalofríos y antes que pudiera evitarlo, me encontraba vomitando al lado de la cama.
- ¡Qué horror! -Exclamo apartándose rápidamente con asco.
-Lo siento... -Me disculpé sollozando, otra arcada vino a mí, y volví a expulsar todo de nuevo en el mismo lado de hace rato. Llore más fuerte.
-Será mejor que llama a las sirvientas para limpiar este desastre. -Dijo lentamente, mientras se daba la vuelta hacia el escritorio al lado de la puerta y comenzaba a guardar diferentes materiales que suponía que eran suyos. -Cristina, antes de irme te daré una serie de reglas que necesito que hagas para que te recuperes. Primero que nada, necesito que descanses y mucho. Te encuentras sin calcio y débil, sé que recién te despiertas de dormir por dos días enteros, pero trata de no levantarte de la cama o hacer algún esfuerzo físico por una semana. También hablare con el cocinero para que te prepare una dieta especial para ti, necesitas recuperar energías y fuerza de nuevo. -Con maletín en la mano se dio la vuelta y se dirigió a la puerta, pero antes me miro por encima de su hombro. -Hablare con la Sultana en este momento sobre tu estado, así sepa que no puede molestarte y te deje descansar tranquila. Debo irme, mucha suerte.
Y en un segundo se fue, dejándome sola en una habitación que me era desconocida para mí y con recuerdos que solo querían hacer que me saque cada parte que fue tocada de mi cuerpo.
Quise levantarme, pero me encontraba tan cansada que lo único que pude hacer fue apoyar mi cabeza en la almohada antes de cerrar los ojos y quedar profundamente dormida en un sueño de puras pesadillas.
...
La fría brisa que se coló por la ventana, hizo que levantara mi cobija bordo más arriba, a mi cuello para taparlo.
Después de aquella pesadilla que me había tocado vivir, los días habían pasado lentamente hasta convertirse una semana. Fui obediente y tal como dijo la enfermera no me levante ni un solo día, más que solo para ir a los baños y darme una ducha.
A las horas que salía para ir a los baños, nunca había nadie, por lo tanto, hace mucho tiempo que no veía a ninguna concubina, pero tampoco es quisiera nada de ellas, o de nadie en general...
Últimamente me la pasaba durmiendo. Al principio lo hacía para dejar de recordar y para que mi pecho deje de dolor con cada sollozo que lazaba cada lagrima, pero al parecer, con el paso de los días a mi cuerpo se la había vuelto una costumbre el dormir, por lo tanto, llorar me cansaba y dormir ya no costaba. Solo me despertaba cuando tocaban mi puerta. En ese momento, por lo general, entraba en pánico pensando en que podría ser aquella persona de mis pesadillas, pero luego me convencía de aquel hombre no tocaría la puerta para entrar, y entonces quedaba la última opción para mí...
Llego la comida.
Así es, me traían la comida, por orden de la enfermera, pero sabía que ahora que había acabado la semana de descanso, ya no sería así. Tendría que salir a buscarla yo misma. Y eso me aterrorizaba. Entonces decidí no salir a buscar nada. No tenía mucho apetito igual.
Aunque sabía que esa no era una de las decisiones más razonables que había tomado en mi vida el no salir a comer, era la mejor para mí en ese instante. Pues mi habitación se convirtió en mi zona segura, allí nadie podría dañarme.
Después de todo, ¿Quién de la realeza le gustaría acostarse en un aposento de concubina? Donde las almohadas no son de pluma de ganso, y la cama es simplemente de paja.
Pero tienen privacidad...
Sacudí mi cabeza, tratando de borrar mis pensamientos y concentrarme en otro.
Dos días después, sin comer nada, solo agua que tomaba de los baños. Mi estómago dolía y mucho. Pero estaba tan contenta de pensar en algo más como mi estómago, que aquellos feos recuerdos. No podía haber tomado una mejor decisión, aunque seguramente pronto me arrepentiría...
Tres días. Tenía arcadas, pero no podía vomitar, si no había consumido nada en días...
Esto era horrible, pero el otro lado de mi mente se negaba a reconocer tal hecho y me decía que todo esto valía la pena para olvidar.
Cuarto día. Me desmaye.
Me encontró una sirvienta en los pasillos y llamo automáticamente a la enfermera. Había tenido tanta hambre que ya no me importaba si me miraban o no las concubinas. Quise ir a la cocina, pero como dije antes, nunca llegue.
-Te tomaste en serio cuando te dije que no salieras, aunque yo solo te dije una semana. -Era la misma enfermera de la otra vez.
-Gracias por cuidarme.
Me ofreció una pequeña sonrisa.
-Es mi trabajo. Ahora por favor, solo trata de comer. -Dijo mientras acercaba otra cuchara con sopa de pollo a mi boca y yo la tomaba complacida.
En ese momento tocaron la puerta. Me puse tensa, la enfermera se dio la vuelta.
-Adelante.
Entro la Srta. Nisa.
Al pasar recorrió lentamente la habitación con sus ojos antes de posarse en mí. Pude notar como frunció el entrecejo.
-Vine a dejar un mensaje. -Levante una ceja, esperando a que continuara. -El Sultán Ömer te llama a su habitación esta noche, pero ya veo que tendré que decirle que no iras.
Con todo lo que había pasado, me había olvidado completamente de Ömer. No podía volver a verlo, o tal vez si...
Él podría ayudarme si le cuento la verdad...
Tal vez me ayudaría a escapar de este sitio.
Pero, entonces... ¿Dónde me escaparía?
-Dile al Sultán, que Cristina se encuentra enferma en este momento. Y que, lamentablemente, no podrá verla durante otras dos semanas más. Ella necesita recuperarse. -Hablo la enfermara firmemente, sacándome de mis pensamientos.
Al escucharla, suspire aliviada. No tendría que lidiar con el todavía.
Solo por ahora.
-Y ¿Se puede saber porque se encuentra en ese estado? -Pregunto la Srta. Nisa, curiosa.
-Es información clasificada.
Nisa, suspiro pesadamente.
-Entiendo. -Luego me miro. -Espero que mejores. Adiós.
Y se marchó, dejándonos en un profundo silencio.
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Holaa, como están?
Lamento no haber podido subir capítulos nuevos, pero no se preocupen que ya regrese ;)
Siendo sincera, este mes fue muuy agitado. Estuve con covid, pero por suerte ya me recupere y todo esta bien.
Aproveche ese tiempo de recuperación para escribir un poco, y debo admitir que estoy realmente muy emocionada por todos los giros que esta dando este libro. Yo no había planeado esto y me sorprenden algunas cosas, pero de la mejor manera obvio jajajajj. Espero que ustedes también lo estén disfrutando como yo escribiéndolo!
¡Les deseo un buen fin de semana! <3
xoxo.
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