Capítulo 14: "May."
¡ADVERTENCIA!
El siguiente capitulo contiene Abuso que puede ser delicado para algunos lectores. Si te molesta, te recomiendo que dejes de leer y continúes con el capitulo 15.
Gracias por su atención.
_________________________________________
"You picked a dance with the devil and you lucked out."
Capitulo 14
- ¡¿Qué sucedió aquí?! -Pregunto de nuevo Zafer enojado.
La habitación estaba en silencio.
- ¿Nadie piensa contestar? Perfecto. -Zafer se dio la vuelta hacia unos soldados que se encontraban en la puerta del harem. -Ustedes dos, llévenlas hasta el aposento de la Srta. Nisa ¡Ya! -Nos señaló cuando hablo.
Los soldados asintieron, antes de venir uno hacia mí y el otro hasta la concubina de ojos verdes. Me agarraron fuerte de los brazos donde me habían golpeado anteriormente, antes de comenzar a tirar de mi hasta los pasillos y llegar a una habitación. Una mueca de dolor en mi cara.
Zafer, quien venía siguiéndonos desde atrás, toco la puerta antes de entrar y cerrarlas en nuestra cara. Después de unos cinco minutos salió y sostuvo la puerta abierta para que entremos. Los soldados nos hicieron caminar hasta el medio de la habitación dejándonos frente a la Srta. Nisa quien se encontraba tomando te, observándonos atentamente. Su rostro no revelaba nada.
-Encontré a la concubina May, golpeando y gritando a la concubina Cristina. -Explico alterado, Zafer.
- ¿Y las demás concubinas? -Pregunto la Srta. Nisa mirando de May hacia mí.
-Las demás alentando la pelea.
-Srta. Nisa... -Comenzó a suplicar May, arrodillándose y sollozando. -C-Cristina comenzó todo, e-ella me insulto a m-mí y a mi m-madre, yo solo me defendí. Lo juro, por favor, no me hagan n-nada...
Sus gritos desesperados solo estaban empeorando mi dolor de cabeza, toque mi labio inferior donde dolía y note por el rojo de mis dedos y el espeso líquido, que este estaba sangrando.
-No soportamos peleas inmaduras ni cualquier otra, en este castillo -Hablo Nisa, cortando toda suplica de May. -Ustedes deberían estar agradeciendo de poder vivir aquí con todas estas comodidades que nuestro querido Sultán Ömer les ofrece, sin embargo, están aquí peleando la una con la otra. No crean que se irán sin un castigo... -May comenzó a llorar más fuerte. La Srta. Nisa se volvió hacia Zafer. -Llévalas hasta las mazmorras, quiero que les den cinco latigazos en la espalda a cada una.
Zafer asintió.
-Pero... ¿Qué sucede con el Sultán? -Pregunto. Al ver que la Srta. Nisa no comprendía lo que decía, le explico. -Me refiero, a que no creo que nuestro Sultán Ömer quiera que una de sus concubinas tenga ni una sola marca en su cuerpo.
-Una pelea, implica involucrar un castigo de este nivel. Son las reglas del castillo y el Sultán sabe eso. -Hablo lentamente la Srta. Nisa. -No importa quién sea la persona, si es de este castillo y la pelea se organizo dentro, con eso ya es suficiente para merecerlo. -Luego se volvió hacia nosotras. -Si el Sultán no las quiere en sus aposentos después de esto, no es mi culpa, yo nunca las mande rebajarse así. Ahora que quedo todo claro, llévenselas.
Te lo mereces...
No.
Si...
Yo no había comenzado ninguna discusión entre nosotras. May fue quien me insulto primero, yo solo le respondí y ella me golpeo a cambio. Supongo que merecí eso, pero este castigo era demasiado incluso para May.
Pensé en eso y en el dolor que me provocaría cada latigazo en todo el camino hasta las mazmorras. Una vez que llegamos, note que el olor allí era desagradable y todo estaba tan oscuro y frio.
Nos hicieron pasar hasta dentro de una celda, en donde nos arrodillaron las dos, una a la par de la otra, en el centro de esta con un soldado detrás de nosotras que tenía un látigo de cuero en sus manos.
-Bájense el vestido hasta la altura de la cadera, ¡Rápido! -Nos apuró Zafer.
Temblando, lleve mis manos hasta el lazo que unía mi vestido atrás en mi espalda. Sentía las lágrimas caer de mis ojos y mordí mi labio inferior para detener un poco el hipo.
May, a mi lado, no estaba mejor que yo. Ella seguía llorando y suplicando que por favor no la toquen, no la lastimen. Tratando de calmarla un poco y de no sentirme sola, lleve mi mano hasta la suya. Ella sollozo un poco pero no me soltó, me sostuvo fuerte aun temblado de miedo.
-Cuenten. -Dijo un soldado con voz profunda.
Splash...
Solté un fuerte grito de dolor, sintiendo como si fueran miles puñaladas en mi espalda.
-U-uno...
Splash...
Otro más vino, logrando que me retuerza de dolor queriéndome alejar de esa cosa malvada. May me sostuvo más fuerte la mano, gritando de agonía.
-D-dos...
-May, no te escucho contar. -Hablo Zafer desde la esquina de la celda, donde nos estaba observando seriamente.
Splash. Splash.
-T-tres. C-cua-tro...
Uno tras otro, el dolor no terminaba y pude sentir como una liquido caliente caía de las heridas en mi espalda. La concubina a mi lado vómito, el olor entrando en mi nariz logrando que yo también hiciera lo mismo segundos después.
Splash.
El ultimo apenas lo sentí, mi espalda se encontraba caliente y entumecida de los golpes anteriores.
-Muy bien. Ahora...
No pude escuchar lo que dijo antes de que mi vista se ponga borrosa y el frio suelo de piedra se estrellera contra mi débil cuerpo. Mi mano soltándose del lugar donde en algún momento estuvo contra la de May.
....
Me desperté en mi aposento con un fuerte dolor de cabeza. Mire a mi lado viendo como unas sirvientas limpiaban el desorden que había en mi mesita a mi lado. Unos trapos con sangre, y lo que se podía ver como alcohol para desinfectar heridas y un ungüento.
Me removí un poco en la cama, siseando de dolor cuando sentí mi espalda desnuda rozar contra las sabanas.
-No, no. Quieta allí. -Dijo una sirvienta acercándose hasta a mí con un vaso de agua, el cual llevo hasta mis labios y logre terminar en unos pocos segundos antes de darle las gracias con voz ronca. -Tu espalda tardara en curar en dos semanas probablemente y la cicatrización un tiempo más. Desinfectamos todo para evitar cualquier problema, una sirvienta vendrá aquí una vez al día para cambiar las vendas durante esta semana, la próxima ya lo harás tu sola. No te preocupes, nosotras te enseñaremos como hacerlo. -Me explico rápidamente una vez que vio mi cara angustiada.
- ¿Cuánto tiempo estuve durmiendo?
-Un día probablemente.
- ¿Cómo se encuentra May? -Pregunte rápidamente, una vez que me acorde de aquella concubina de ojos verdes brillantes.
- ¿May?
-La otra concubina que también fue castigada con ella. -Le contesto una sirvienta que venía entrando a la habitación con un plato de comida y un vaso de agua. Cuando me miro, me sonrió suavemente. -Esto es para ti, lo mejor que puedes hacer es mantenerte saludable y así te recuperas mucho más rápido, créeme. -Me guiño un ojo. Le agradecí antes de llevar la cuchara con sopa de pollo hasta mis labios. Estaba riquísimo. -Bueno, mejor me voy. Tengo muchas tareas que hacer, espero que mejores pronto Cris. Luego nos vemos Maryam.
-Adiós. -Contesto la otra sirvienta que ahora sabía que se llamaba Maryam. -Ahora pude acordarme de esa chica May. -Maryam se volvió hacia mí. -Seguro esta igual que tú, aunque tú te ves peor.
-Me siento horrible... -Me queje.
- ¡Por supuesto que sí! Después de todo ella ya te había golpeado antes de que recibieran su castigo. Tú estabas mucho más débil, es por eso que el Sultán hecho a May del castillo. ¡Se enojó muchísimo cuando se enteró de lo que te paso! Fue una locura... -Exclamo dramáticamente echando sus manos al aire para expresarse mejor.
No puedo creerlo...
¿El Sultán hecho a May del castillo, por mí? Tiene que ser una maldita broma.
...Tengo que retirarme, Cris. Sera que mejor que no te levantes de esta cama hasta que se complete una semana. -Continuo Maryam. -En serio, tienes que descansar. Si necesitas ayuda para ir baño o quieres algo, no dudes en hacer sonar esta campana. -Señalo una campanita de mano que se encontraba apoyada en mi mesita de noche. -Vendré, o una de mis compañeras lo hará. Debo irme, antes de llegar tarde. ¡Adiós!
Salió rápidamente de la habitación.
Una vez que termine de comer y las demás sirvientas se marcharon cuando terminaron de limpiar todo el desorden que dejo el curar mis heridas, decidí cerrar un poco los ojos sintiéndome somnolienta. Segundos después, ya me encontraba profundamente dormida.
Sin embargo, pude sentir en mis sueños como una gran mano cálida, acariciaba suavemente mi mejilla.
.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top