Ya no hay crisantemos blancos.
Facturas ordenadas, presupuesto revisado e incluso, preparado para los siguientes meses. Así como solicitudes rechazadas y aprobadas en forma y orden, puestas en sus respectivas carpetas.
Un excelente trabajo, a su punto de vista.
Sin embargo, esto también le resultaba... curioso. Aunque no necesitaba del matón de Pietro para investigar las razones, puesto que el mismo sospechoso estaba aquí; sentado con una mueca de aburrimiento en una de las sillas de la mesa que el mismo concejo estudiantil usaba para sus reuniones o trabajar.
– Creí que odiabas hacer papeleo.
Enzo soltó un bufido al mismo tiempo que ponía los ojos en blanco, evidenciando su hastío –. Por supuesto.
Y aunque su grosería, lejos de molestarlo, lo hizo sonreír. A Chesire le hubiera gustado jugar un poco más con su tonto hermanito pero esto era un asunto que estaba interfiriendo con sus planes (molestar a su querido subdirector).
– ¿Estás huyendo de alguien? – preguntó directamente, borrando su sonrisa juguetona y sobresaltando a su hermanito.
–... En absoluto – refutó Enzo, cruzándose de brazos y mirándole molesto –. Sólo estoy siendo diligente con mi deber como tesorero.
–... Entonces si ya terminaste con tus deberes, ¿por qué sigues aquí, en la sala del concejo estudiantil?
La postura de Enzo vaciló un segundo; había hecho todos sus deberes lo más tardado posible porque Ruby se había quedado en casa a descansar por su periodo –que casi siempre, le pegaban fuerte– y no podía pedirle que lo acompañase a casa para evitar a Isuke, quien desde la última vez había estado comportándose de una forma extraña.
Y esta había sido su solución: hacer el tonto en el concejo estudiantil.
Aunque ahora, estaba arrepintiéndose por esto mismo al ser confrontado por su desagradable hermano.
– Qué te importa.
Chesire lo observó un rato más en silencio, antes de suspirar con aparente (fingido) cansancio mientras se levantaba de su asiento y tomaba sus cosas. No sin antes, dejarle la llave para cerrar la puerta.
– Muy bien, entonces te encargo cerrar cuando termines de esconderte – y sin darle tiempo a responder, cerró la puerta. Dejándolo finalmente solo.
Enzo solamente suspiró desganado, antes de levantarse de su lugar, tomar la llave y meterla en el bolsillo de su pantalón, y guardar sus papeles además de otras cosas. No dudaba que Chesire ya sabía quién era la persona de la que se estaba escondiendo y lo que estaba haciendo con tal de no topárselo; y eso que Chesire no era muy amable para decirle algunas cosas, aunque en esta ocasión le concedió esto.
Posiblemente para ir a acosar al subdirector.
– Menudo hermano mayor me tocó – murmuró para sí, sintiendo un poco de lástima por aquel hombre adulto y lo que Chesire estaría haciéndole pasar.
Una vez terminó de acomodar los archivos y sacar las hojas sobre la reunión de mañana, Enzo decidió que era hora de irse a casa, además de cerciorarse que Ruby estuviera bien.
Lo que no esperaba al momento de ir la puerta para salir, era encontrarse con Isuke al otro lado.
– Enzo–
Su primera reacción fue cerrar aprisa la puerta y echarle seguro, aunque significara quedarse encerrado. Mirando la ventana por unos segundos como su posible –y desesperada– salida. Los suaves pero firmes golpes en la puerta lo sacaron de sus alterados pensamientos, dejándolo sólo con su corazón latiendo de los nervios.
– ¿Podemos hablar?
Enzo miró nuevamente hacia la ventana.
– No tenemos nada de qué hablar – su lengua adelantándose siempre a su mente; desvió su atención hacia la puerta que, por estos instantes, servía para mantenerlos separados, por ahora –. Más bien, ¿qué haces aquí? ¿...Te dijo Chesire que yo estaba aquí?
Si la puerta no estuviera ahí, Enzo hubiera sido testigo de la confusión en el rostro de Isuke.
– Creí que estarías aquí porque eres el tesorero del concejo estudiantil... y porque últimamente, has estado evitándome.
Decidiendo ignorar la obvia y lógica respuesta; Enzo se enfocó en lo último que Isuke le dijo, que por unos segundos, le pareció escucharlo un poco triste.
(Enzo nuevamente decidió ignorar, esta vez, como su corazón se encogía un poco).
–... No estoy evitándote, sólo, he estado ocupado.
Por alguna razón, no se sentía del todo sincero, y las palabras, le sabían amargas. (Tal vez porque era una mentira a medias o tal vez...)
El silencio se prologó más de lo que esperó, aunque Enzo nunca había sido amante de este.
El silencio sólo terminó en cuanto Isuke dijo –: Entiendo.
Y luego de eso, el sonido de sus pasos alejándose fue todo lo que Enzo escuchó al final.
-Traumada Taisho
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