21: Agua y fuego
—Voy a por algo de beber—. Risa se da la vuelta, intentando que su lenguaje corporal no la delate. <<¿Cómo puede ser tan...?>>—. ¿Os traigo algo?
Sin esperar respuesta, regresa al interior de la biblioteca y la atraviesa a paso rápido. En realidad, el estómago se le ha cerrado, pero necesitaba una excusa para estar unos momentos a solas. ¿Por qué ha reaccionado así? Ya no son pareja, ¿qué más le da lo que Yuuichi haga? Hace mucho que decidió que se había acabado...
El suave y cálido tacto de unos dedos cerrándose alrededor de su muñeca la sobresalta y la obliga a detenerse, aunque no se da la vuelta. Reconoce esa fragancia, pero no le ha oído acercarse.
—A estas alturas debería saber de sobra que no se puede confiar en sus promesas —le dice al pasillo, vacío salvo por la presencia de ambos.
—A estas alturas debería darte igual —replica él con su acostumbrada indiferencia.
Risa aprieta los labios.
—Alguien que nunca se ha enamorado no lo puede entender —deja caer con acritud, pero no consigue la reacción esperada: Atsushi no se enfada, sino que suspira y la suelta para reclinarse contra la pared.
—¿Tan enamorada estabas que sigues siendo incapaz de perdonarle?
La joven acusa el golpe con gesto agrio y reanuda la marcha. ¿En qué momento se le ha ocurrido pensar que no es el imbécil que aparentaba? ¡Por supuesto que lo es! Y más de lo que creyó en un principio. ¿Cómo se atreve a juzgarla cuando ni siquiera sabe lo que se siente? No conoce cómo es Yuu en realidad, no tiene ni idea de lo que le está haciendo pasar, no la conoce a ella...
Al no escuchar el sonido de sus pasos siguiéndola, Risa se detiene y se da la vuelta con violencia. Continúa apoyado en la pared, observándola con una mezcla de burla y condescendencia que hace que le hierva la sangre.
—¡No es tan fácil! —protesta—. Le quería muchísimo, ¿vale? ¡Imagínate cómo me tuve que sentir cuando me traicionó con una de mis mejores amigas! Y ahora tiene la desfachatez de regresar a mi vida haciéndose la víctima y tratando de manipularme. Yuu ha cambiado, ya no reconozco en él al chico que un día fue.
—¿Qué más hay?
Risa pestañea, perpleja.
—¿Eh? ¿Cómo que...?
Atsushi se aparta de la pared y salva la distancia que los separa con una tranquilidad tal que roza la insolencia.
—No es solo por tu ex novio, ¿verdad?
Risa empieza a retroceder, asustada e incómoda por la facilidad con la que el muchacho ve lo que ella pretende esconder; el baúl que guarda en el rincón más profundo y oscuro de su mente acaba de dar una fuerte sacudida, anhelando ser abierto.
—Deja de meterte en la vida de los demás sin su permiso —gruñe.
—¿Permiso? —Atsushi arquea una ceja—. No lo necesito cuando es evidente que deseas que lo haga. Me parece que la única víctima en todo esto eres tú.
La joven echa a andar de nuevo antes de que el chico tenga tiempo de ver sus lágrimas. ¿Por qué nadie se pone de su parte? ¿Qué le pasa a todo el mundo? ¡Si hasta Naoki piensa que debería perdonar a Yuuichi! Por eso prefiere guardarse las cosas, porque nadie quiere entender sus sentimientos. Su ex novio le pone los cuernos y la mala es ella; su ex novio la acosa y la mala es ella.
Atsushi chasquea la lengua, verla derrumbarse de esa manera le ha disgustado; ¿dónde están su carácter y su orgullo ahora? Sabe que son reales y no una pose estudiada, por eso le molesta que haya sucumbido a su ataque con semejante facilidad..., aunque puede que se haya pasado un poco. Es cierto que nunca se ha enamorado y que no sabe lo que es sufrir por amor, como también es cierto que podría rescatar un poco de su antigua empatía y ofrecérsela a la joven. <<Mis padres me están convirtiendo en un monstruo>>, piensa mientras apura el paso para alcanzar a Risa.
—Espera. —Ella se zafa de su agarre y murmura algo que no alcanza a comprender porque no lo ha dicho en japonés ni en inglés—. Por favor, espera... Lo siento... ¿Ves por qué paso de tener novia? —añade, irritado, cuando la muchacha hace caso omiso de su disculpa.
—Yo creía que era porque no tienes sentimientos —dice Risa, lanzándole una breve mirada por encima del hombro.
Con un suave resoplido por toda respuesta, Atsushi sigue a la muchacha hasta la máquina expendedora.
♫♪♫
Erika se siente flotar en una nube, una nube blanca y esponjosa que la aísla de la realidad. Su mente revive el recuerdo del beso como si fuera una grabación en bucle. No lo esperaba, creía que solo tendrían que pasear cogidos de la mano y comportarse como una pareja enamorada, pero, de repente, Yuuichi se ha inclinado hacia ella y todo a su alrededor se ha llenado de fuegos artificiales. Además, no ha sido un beso inocente para dar mayor realismo; Erika se ha derretido en los brazos del muchacho al sentir su lengua abriéndose paso en su boca y buscando la suya. Aunque ha sido breve, apenas unos segundos.
Ligeramente mareada, la joven se deja conducir de regreso a la sala del Consejo para hacer el descanso de la comida. Menos mal que está lo bastante embobada como para no advertir la mirada de frialdad con que Risa la recibe, mirada que desaparece de su rostro en cuanto Yuuichi entra y escruta su expresión; aunque quiera gritar y salir corriendo, no va a darle la satisfacción de verla sufrir. Atsushi le ha aconsejado que la mejor forma de vengarse es mostrarse indiferente y feliz. Tal vez sea un imbécil, pero en eso tiene razón.
Nagisa entra en último lugar y le lanza una mirada compungida, pero la joven finge no darse cuenta; lo último que necesita es que sientan lástima por ella. ¡Qué bien le sentaría abofetearlos a ambos! A Yuuichi por jugársela de esa manera y a Erika por no haber evitado el beso, aunque, siendo sinceros, ¿a quién pretende engañar? No puede culpar a su amiga por haber aprovechado una oportunidad única.
—Recordad que en media hora vendrán a maquillaros —dice Mimi mientras los cuatro jóvenes se dejan caer en las sillas y empiezan a pelearse por los bentō. Como ninguno le responde, la mujer resopla y abandona la habitación con un portazo.
—¿Le hemos hecho algo? — pregunta Mamoru, la vista clavada en la puerta.
—Quería ser la asistente personal de Koi. —Cuatro pares de atónitos ojos se clavan en Masaru, que está cazando un trozo de verdura con los palillos—. Sin embargo, las cosas no suelen salir como uno espera y esa chica tiene demasiados pájaros en la cabeza.
—¿De Koi? —repite Yuuichi, despectivo—. ¡Por favor, pero si sólo son otro producto comercial más!
—Pues han llegado bastante lejos —comenta Risa mientras cierra la puerta con llave por si a alguna alumna se le ocurre entrar sin permiso.
La joven contiene una sonrisa cuando el muchacho la fulmina con la mirada, sabe lo mucho que odia al grupo. Koi es una banda de J-Pop compuesta por cinco chicos monísimos que cantan canciones facilonas y bailan coreografías complicadas. Una de tantas, sí, pero su mánager ha sabido venderles tan bien que actualmente rivalizan con Ame en popularidad desde hace unos meses.
—Son estilos completamente diferentes —interviene Takeru, censurando a ambos jóvenes con una mirada de advertencia—; que el pop vende más que el rock es algo con lo que ya contábamos. Koi pueden haber llegado muy lejos en poco tiempo, pero la fama no les durará demasiado; la gente suele cansarse con facilidad de que sea siempre lo mismo.
—Tienes razón. —Yuuichi sonríe, probablemente imaginando la caída de sus rivales y su consecuente ascenso, y se vuelve hacia Erika, que no ha tocado su bentō y asiste a la escena solo a medias—. Bueno, ¿qué tal lo llevas de momento?
♫♪♫
Naomi observa a los pequeños grupos de alumnos que se han dispersado por el jardín y que comentan a voz en grito lo increíble que les parece el hecho de que Ame haya decidido grabar su nuevo videoclip en el Instituto Q. ¡Borregos! ¿Es que ninguno se da cuenta de lo evidente? Risa, la mestiza que se cree mejor que ellos, es amiga de Erika, la estúpida niñata que ganó el casting. ¿Cómo pudo pasar? No tiene estilo ni elegancia, su cara es vulgar y, para colmo, Yuuichi la ha besado. <<¡Dios, mataría por haber estado en su lugar!>>
Desde que Risa llegó, todo se ha ido a pique en la vida de la ex presidenta, y eso es algo que Naomi no está dispuesta a tolerar. Va a hacérselo pagar, pero tendrá que encontrar el modo ella sola, a juzgar por el desastroso desenlace de su anterior plan. Yuriko trató de convencerla de que la situación seguía bajo control, pero, después del engaño de Maki, Naomi ha aprendido a desconfiar; además, sus pajaritos le contaron que Atsushi es demasiado perspicaz, caló a Yuriko en el primer instante, así que mejor si olvida su sueño de ser una gran actriz. <<Bueno, si no ha podido cumplir con su tarea, tendré que buscarle un castigo...>> Que ya no forme parte del Consejo no significa que haya perdido toda su influencia.
—¡Por fin te encuentro!
Irritada, Naomi se vuelve hacia la joven que acaba de interrumpir el hilo de sus pensamientos. De primer curso, una de tantas que desea hacerse un hueco en su grupo selecto. <<Más te vale que sea importante>>, piensa mientras, con un ademán desganado, la invita a sentarse a su lado.
La chica se arregla los pliegues de la falda, nerviosa.
—No tengo todo el día, ¿sabes?
—¡Sí, sí! Esto... Perdón, es que...
—¡Habla de una vez!
—Esta mañana he visto a Serizawa con Tanabe cuando he ido a la máquina expendedora a por algo de beber para mis amigas y para mí. La que hay junto a la biblioteca es la única que tiene...
Naomi hace un gesto de fastidio.
—¿Y? Es un secreto a voces que ahora son amigos.
La joven traga saliva, intimidada, y se agarra la falda con fuerza. Acto seguido, se aclara la garganta y alza la mirada hacia la ex presidenta.
—Lo sé, pero estaban hablando de algo que te va a alegrar el día.
♫♪♫
—¡Y ahora, al karaoke! —exclama Shinobu, risueño.
La grabación del videoclip ha finalizado hace un rato, pero todavía se respira excitación en el ambiente y muchos fans (chicas en su mayoría) comentan en voz demasiado alta la posibilidad de ir al aparcamiento y pedirles un autógrafo o una foto antes de que se vayan. Eiji duda mucho que lo vayan a conseguir, aunque tampoco pierden nada por intentarlo; eso sí, como no se den prisa, se van a quedar con las ganas.
—Pero primero a cenar, ¿no? —inquiere—. ¡Que me muero de hambre!
—¡Tú siempre tienes hambre, tío!
—Yo me voy a casa —anuncia Risa antes de despedirse con un vago gesto de la mano y echar a andar.
—¿Qué le ocurre? —pregunta Erika—. ¿Por qué no viene con nosotros?
—¿Todavía no has aterrizado? —responde Eiji, molesto. Su amiga le lanza una mirada confundida, y él responde con un resoplido. ¿De verdad no se da cuenta de lo que ha pasado?
Risa, que ha oído la pregunta de Erika, se detiene en seco y deja escapar el aire con brusquedad; su parte emocional se empeña en darse la vuelta y enfrentarla, gritarle lo mucho que le ha dolido ver a Yuu besarla y el asco que la tiene en esos instantes, desahogarse como sea necesario, pero su parte racional consigue imponerse y la obliga a respirar hondo y a reanudar la marcha. Erika se ha salvado porque todavía quedan alumnos pululando en las inmediaciones del instituto. ¡Qué suerte tienen algunas!
Erika observa alejarse a Risa con la confusión pintada en la cara. ¿Qué le pasa? Que está enfadada es evidente, pero, ¿por qué? Ha sido un día increíble, ¿quién le iba a decir que conocería a Ame en persona y que encima...? La joven siente una descarga eléctrica cuando un relámpago de lucidez le ilumina la mente.
—¡Risa! —llama, y echa a correr tras su amiga al ver que la ignora—. Espera, perdona, no...
—Aquí no, Eri.
Erika lanza una discreta mirada a su alrededor.
—¡Ah...!, ya. Entonces, ¿vienes con nosotros?
Risa hace un gesto de contrariedad, lo único que le apetece es meterse en la cama y dormir cien años, pero en su casa la esperan Suzume y su impertinencia, y lo último que necesita es que su madrastra le pregunte qué tal el día con su característico tono de recochineo, como si solo ella hiciera cosas importantes. Con Masaru tampoco puede contar porque siempre ve más de lo que ella pretende mostrar y, al igual que Atsushi, no se corta a la hora de decir las cosas; es decir, va a empeorar su mal humor. No es que tenga muchas más opciones, así que se encoge de hombros y suspira.
Antes de ir al karaoke, pasan por un local de ramen y Risa deja vagar la mirada más allá de la ventana mientras sus amigos cenan y mantienen una charla banal con la intención de que se una y se distraiga, pero en su mente hay grabada a fuego una imagen.
—Salgo un momento.
Erika hace amago de levantarse, creyendo que es un buen momento para hablar, pero Risa sacude la cabeza y se apresura a abandonar el local. El aire fresco le sienta bien, ahí dentro estaba empezando a marearse, a pesar de que no hay demasiada gente y la calefacción no está puesta; es el olor de la comida, su estómago cerrado es incapaz de tolerarlo. ¡Y pensar que ahora mismo Yuuichi estará cenando como si tal cosa!
Por la acera de enfrente un joven, que va distraído con el móvil, está a punto de chocar con una anciana que no tiene mucha práctica paseando al perro. Risa observa cómo la mujer, creyendo que ha sido su culpa, pide perdón y cómo el chico continúa su camino sin ser consciente de lo que acaba de pasar; o tal vez sí lo sea, pero ha preferido ignorarla.
—¡Esta juventud de hoy en día! —protesta la anciana, hablándole al caniche—. ¡No tienen respeto por nada!
En lugar de reírse y dar por hecho que la mujer está loca, Risa tiene la impresión de que se siente muy sola, igual que ella, y algo en su interior se rompe y sus mejillas se inundan. Ojalá alguien se esforzase realmente por entenderla, pero todos parecen empeñados en defender a Yuu; incluso Naoki. ¿Qué diría su hermano si supiera lo que ha pasado hoy? ¿Qué diría Hideki? ¿Seguirían empeñados en que debe perdonarle? Pero, ¿cómo hacerlo cuando no lo merece?
Una mano en su hombro la sobresalta. Como a través de una ventana empañada, distingue a Atsushi a su lado y le ve mover los labios, pero no oye lo que dice. ¡Lo que le faltaba, que precisamente él la haya pillado en un momento tan vulnerable! Ya ha tenido suficiente con la discusión de esa misma mañana, no está dispuesta a oírle opinar de nuevo sobre un tema que le queda grande.
Atsushi se aparta un poco de la joven y espera pacientemente a que se sobreponga. La ha visto derrumbarse de repente y su cuerpo ha reaccionado por voluntad propia. Es la primera vez que le sucede y no lo entiende; ha visto llorar a Nagisa y a Erika en otras ocasiones y jamás ha sentido esa imperiosa necesidad de reconfortarlas, de borrar las lágrimas de sus ojos y pintar una sonrisa en sus labios. Supone que la personalidad ambigua de Risa le desconcierta. Es agua y fuego, contradictoria, hace añicos todos sus esquemas porque es la primera persona que le cuesta descifrar. ¿Cómo puede existir tanta fuerza y a la vez tanta debilidad en un mismo cuerpo?
—¿Mejor? —pregunta para romper el incómodo silencio que se ha instalado entre ambos y que parece separarlos como una pared invisible.
—Sí, no sé qué me ha pasado —responde Risa, arisca.
—¿De verdad merece la pena?
—¿Eh?
Atsushi se reclina contra el cristal del enorme ventanal y tarda unos instantes en responder:
—Tal vez no lo encuentres comparable, pero la situación me recuerda a lo que le pasa a Eri conmigo.
Risa frunce el ceño y se controla para no soltar lo que se le estaba pasando por la cabeza. ¿De qué va? Con esa maldita prepotencia, esa superioridad, como si lo supiera todo y realmente no sabe nada. Está mejor calladito. Está mejor terminándose la cena y dejándola en paz.
—Tú no sientes nada por Eri, no es comparable. —Por los ojos de su amigo pasa una fugaz sombra de lástima que la enfurece aún más—. Oye, gracias por intentarlo, pero no ayudas, ¿vale? Te recomendaría no meterte en los asuntos de otros sin su permiso, y mucho menos hablar de algo que no comprendes...
La frase muere en los labios de la joven cuando los de él le roban todo el aliento.
Bentō: ración de comida para llevar.
Sensei: es un título honorífico que se emplea con profesores, médicos, políticos y otras figuras de autoridad. También sirve para expresar respeto por una persona que ha alcanzado cierto nivel de maestría en una determinada habilidad, de modo que puede usarse con novelistas, poetas y maestros de artes marciales.
J-pop: Japanese Pop.
Ramen: es la versión japonesa de la sopa de fideos china.
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