23. Charla de hermanos

Maik

Rein está en su forma de chico y come chocolates, mientras me mira fijamente, entonces sonríe.

—Olvídala, que se pudra Eliza —opina —¡Recibirá todo el peso de mi furia! Pero antes, comeré esto —Mantica otro poco de su golosina mientras sigue sentado en la silla de la cocina y me río —¿Qué?

Apoyo mi taza de café sobre la mesa y me siento en la silla de al lado, a beber un poco.

—Nunca sé si tomarte en serio.

—Que mi apariencia y actitud parezca de un angelito, no significa que lo sea —explica —de hecho...

—No, no me cuentes cosas que no quiero saber —expreso mientras muevo la cuchara en mi taza y luego la apoyo a un costado —. Soy un médico, no me gusta escuchar que lástimas personas, se supone que soy quién las salva.

—Mi error, tienes razón.

—¿Fuiste a algún lado ayer? —Cambio de tema.

—¡Sí! Emmet me llevó a ver muchas tiendas, por eso tengo tantas golosinas —expresa hasta casi babeando cuando agarra varias de la mesa.

—Te hará mal al estómago.

—Claro que no —Rueda los ojos.

—Yo te lo advertí, después no vengas llorando que quieres un digestivo.

—¡Tengo estómago de hierro!

—Sí, lo que digas —Tomo un sorbo de mi café.

—Créeme, es verdad.

Se forma un silencio.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—¡Lanza!

—¿Quieres que vuelvan esas cosas que llamas voces? —Tomo un poco más de mi café.

—Eso no se pregunta, obvio que sí.

—¿Por qué?

Golpea la mesa.

—¡¡Porque son mías!!

—Pero le hacen mal a las personas.

—No me importa, yo no quiero a nadie —Mueve la mano.

—Gracias por lo que me toca —digo con sarcasmo y bebo otro sorbo.

—Tú eres la excepción —Me sonríe.

—¿Y Emmet? Tengo entendido que esas cosas no lo quieren —Alzo una ceja.

—Emmet que se aguante.

—Creo que tiene mucha paciencia.

—No, está obsesionado conmigo —Se ríe.

—Creí que era enamorado —opino.

—Es lo mismo.

—Claro que no —Frunzo el ceño.

—La única diferencia es que si te rechaza, a uno lo dejas ir y al otro no —aclara.

—Cuanta razón, entonces... ¿Tú estás obsesionado con las voces?

—¿Qué tienen que ver las voces con Emmet? —se queja.

—Si en el hipotético caso que tuvieran un cuerpo ¿Te irías con ellas? Me refiero, hablando como pareja.

Alza una ceja.

—No ¿Por qué haría eso?

—No lo sé, ¿no dijiste una vez que te cortejaron?

—Sí, ¿Y?

—¿No te das cuenta que ellas sí quieren contigo?

—Si te refieres a que voy a fornicar con ellas, eso no va a pasar —expresa sonrojado.

—Rein, ese vocabulario...

—Perdón —Se ríe y luego cambia su gesto —.  Además eso sería incestuoso, quieren el cuerpo de mi sobrino, que asco —Saca la lengua.

—¿Y eso no te molesta? —Apoyo el codo en la mesa y mi mano en mi mejilla.

—¡Pues sí! —Hace puchero —¡Es mi sobrino!

—Deberías ponerles un límite.

Alza una ceja.

—¿Disculpa?

—Si no se van a separar nunca, ponles un límite, si te quieren tanto, se van a detener.

—¿Y quién dice que no les pongo uno? —Se cruza de brazos.

—Deberías ser más severo con ellas, seguro te escuchan.

—Claro que... sí, pero... —Queda confundido.

—Esa relación no es recíproca —me burlo.

Se sonroja.

—¡No es una relación!

—¿Y con Emmet sí estás en una relación?

—¡¡No sé!! —Se revuelve el cabello.

—Dejaste que las voces decidan por ti por mucho tiempo ¿No lo crees?

—¡¡No es cierto!! —Se enfada y veo como las luces parpadean —¡¡Las voces, ellas... ¡¡Ay estoy confundido!! —La lámpara de techo explota y me sobresalto.

—Tranquilízate —le pido.

Baja despacio las manos, y parece concentrado.

—No estamos hablando de mí —Sus ojos celestes se levantan a mirarme —¿Y tú qué quieres en tu relación? Porque ya la cagaste, te recuerdo —me ataca porque ya no tiene argumentos.

—Ese es un golpe bajo.

Sonríe.

—Lo sé, charlar con mi hermano es divertido.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top