15. Libro al suelo

A pesar de todo lo sucedido, Leik sigue teniendo el grimorio. Lo único bueno de esto, es que las voces ya no están controlando a las personas, pero ahora tengo a un demonio con el libro que se supone que iba a ayudarme. No sé qué es peor, aunque necesitaba una solución rápida, ahora tengo que conseguir otra.

—¿Qué haré con esto? —Mira el libro ese malvado demonio —¿Qué tal un trato? —Sonríe.

—¡Ningún trato! —grita en alto el único que puede salvar el día.

Darren viene corriendo, sigue en su forma de mujer pero se ha cambiado, no tiene su ropa de hombre puesta, sino una remera y una falda. Salta, entonces le da una patada, lo que hace que la cabeza de Leik salga volando, separándose de su cuerpo, y que ruede por el suelo, aunque Misteik sigue sonriendo.

El libro termina en el suelo.

—Son rojas, que atrevida, Darlene —opina sonriente el demonio, refiriéndose a la ropa interior de Darren.

—¡¡Mariposa!! —Seyn se acerca hacia su pareja.

—¿Que apodo tan absurdo es ese? —Se ríe Leik.

El rubio frunce el ceño, pero no dice nada porque está más concentrado en buscar el perdón de Darren, así que está algo confundido.

—Hey demonio, no soy Darlene y además... —dice el restaurador presionando el puño, se nota enojado —¡¡Yo solo me puedo burlar de Seyn!! —Le pega otra patada y está vez la cabeza sale volando, tan lejos que se pierde.

El cuerpo sigue a la parte que le falta y todo se queda en silencio.

—Ma... Mariposa —dice el rubio nervioso.

—No me hables —Agarra el grimorio del suelo, se acerca hasta mí y me lo da —. Vine porque me avisaron —expresa tocando su collar de restaurador —y me iré.

—Mariposa —Seyn se pone delante de su camino.

Darren frunce el ceño y las voces vuelven a hablar en mi cabeza.

"Amamos ese odio".

"Nos alimenta".

—¡Ay, ya callense! —me quejo.

—Ya aclaré todo con tu hermana, así que no tienes que preocuparte —El restaurador se cruza de brazos y Seyn abre los ojos bien grande.

—¿Qué? —exclama aturdido el rubio.

—Si confiaras en mí, sería todo más fácil, pero a la mierda, no importa —Rueda los ojos —. El día que lo hagas, seguro será el apocalipsis, ya me voy —Comienza a caminar en dirección a la salida.

—¡Mariposa! —Lo sigue.

Mientras se alejan, veo una mariposa azul cambiar de color y revolotear alrededor de Darren, parece como si su brillo se apagará y siento a las voces como se regodean con la situación, toman fuerza de ese mal sentimiento.

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