DIECISIETE

Desde Colombia llega este anónimo...

Mi primera experiencia fue en una edad temprana durante vario lapso de tiempo, diría que desde mi nacimiento hasta la edad de 5 años, en ese lapso mis padres y yo vivíamos en la casa de mi abuela y bisabuela, esta última era demasiado devota a la religión y también a las almas del purgatorio, cada día les colocaba un vaso de agua y algunas monedas como símbolo de alguna petición. Mi madre y mi abuela estaban en desacuerdo con ello, pensaban en que aquellas almas debían permanecer en paz, mas no en ser invocadas y por ello, cuando mi bisabuela no estaba en la casa, ellas no colocaban agua o monedas y eso se convirtió en un error fatal, sombras y figuras oscuras pasando rápidamente por los corredores, en algunas ocasiones asomándose por los marcos de las puertas que se hallaran abiertas, las luces inservibles, bruscos sonidos en el techo y fuertes golpes en la puerta cuando ya nos encontrábamos dormidos. Lo más curioso de esto es que yo tuve un amigo en esa casa, pero no era imaginario como yo pensaba, era un alma atormentada del purgatorio siempre acompañándome en mis momentos de juegos y en mis llantos de enojo o tristeza.

La otra experiencia ocurrió hace 3 años atrás, en mi antiguo colegio, que anteriormente fue un internado para jóvenes niñas y convento de monjas; recuerdo claramente que todo ocurrió en una clase de Matemáticas y nos hallábamos en el piso más alto donde la mayoría era todo viejo y casi abandonado. En esa clase una amiga encontró un libro escrito por una estudiante del mismo año que se fundó el colegio (1914) y al abrirlo todo se tornó tenebroso; mi amiga comenzó a llorar desconsoladamente, diciendo que unas voces le habían dicho que dentro de unos minutos su tía se lastimaría con un cuchillo, algunas chicas que estábamos a su alrededor no creímos del todo y esperamos algunos minutos para hablar con la tía de nuestra amiga y preguntar si algo había pasado, para nuestra sorpresa, al hablar con ella nos dijo que tuvo un accidente con un cuchillo al cocinar y que se había hecho una cortada, todas nos quedamos estupefactas. Al poco tiempo de todo esto mi amiga comenzó a escribir en un pequeño papel con un idioma extraño y al terminar, no sabía ni qué significaba, así que yo me había ofrecido para investigar el idioma y por ende, me llevaría la nota a casa; las cosas ese día se calmaron un poco aunque mi amiga aún seguía viendo cosas y oyendo voces. Recuerdo que al final del colegio, cuando me dirigía hacia mi casa, mi amiga me tomó bruscamente por el brazo

—Ten cuidado en tu casa —me dijo con una extraña actitud—. Ellos te vigilarán.

No quise alarmarme o sugestionarme por ello, así que traté de bloquear ese comentario tan misterioso, al llegar a mi casa y al disponerme a realizar tareas, además de averiguar lo escrito en el papel, todo transcurrió normal y pensé que aquel mensaje había sido mentira, pero, lastimosamente, me equivoqué. Por la noche, varias sombras me miraban desde la escalera flotante que llevaba a un ático, cerré la puerta incluso con seguro pensando que todo se calmaría, pero no fue así, inexplicablemente la puerta se volvió a abrir y las sombras se situaban en distintos lugares de mi habitación observándome silenciosas y estáticas, por más que quisiera gritar o moverme no podía, las reacciones en mi cuerpo eran negadas y tan sólo pude mantenerme asustada aquella noche despierta, pensando en que si dormía podrían hacerme algo. El día posterior entregué ese papel a mi amiga y no me quería involucrar más en aquel tema.

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