Día 4: Desenmascarada
Universo alterno
Prompt: Identidad secreta
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Su puño se impactó en la mejilla del hombre en el suelo con gran fuerza, haciendo brotar sangre de la boca, salpicando el suelo. La piel de sus nudillos ardía, sin embargo, asentó otro par de golpes más, hasta soltar el cuello de la camisa del hombre, haciendo que se estrellara en el suelo.
Flexionó sus nudillos que estaban rojos por los golpes, agradeciendo a sus rápidos reflejos, había logrado ver al hombre llegar por el reflejo del café en su taza y esquivado la bala que iba directa a su cabeza. Por supuesto que lo querían muerto, al grado de enviar un sicario profesional para acabarlo, a fin de cuentas había estado destapando los trapos sucios de los altos funcionarios de Westalis.
Había estado siguiendo desde hace meses la red de corrupción de la ciudad, enlazando a cada uno de los hombres ricos del país, para poder alcanzar a su objetivo, el senador Donovan Desmond. Estaba respirándoles en la nuca, se habían sentido amenazado de un investigar privado. Loid Forger sonrió ante esa ironía, no le temían a la policía que tenían comprada. Estaban siguiendo sus pasos, querían detenerlo antes de llevar la evidencia que había conseguido.
Por eso mismo habían enviado a ese asesino ese día, pero no contaban que pudiera defenderse. Siendo un investigador privado, tenía conocimiento que en algún momento de su carrera terminaría molestando a la gente incorrecta. Ademas le sorprendía que si se tomaban la molestia de enviar a alguien para acabar con su vida no hubieran investigado su expediente y descubrir que varios años atrás había sido un detective. Por supuesto que sabía defenderse, era algo bastante conveniente para evitar una muerte prematura.
Tal vez su desesperación por callar su boca era porque estaba demasiado cerca y habían actuado en desesperación. Loid había conseguido la evidencia que necesita para poder proceder contra Donovan. Documentos de transferencias bancarias, una gran cantidad de ellas, que una vez que las rastreó descubrió que estaban conectadas con fiscales que lo hacían intocable de ser procesado en la cárcel por crímenes que le adjudicaran y a diversos forenses, que desaparecían evidencia de los casos que podrían tener en su contra. Por supuesto que la gente que pensaba en denunciar a Donovan por alguna malversación, aparecía muerto a los pocos días. Dejando en claro que de igual forma le pagaba a los sicarios, que eran los nombres que aparecían en el resto de los movimientos bancarios.
Todo estaba tan fríamente calculado y Donovan se sentía tan intocable, por lo que se había confiado de más. Loid había conseguido los documentos y con eso hecho una sentencia al fin de su reinado en Westalis.
Aunque sabía que si llevaba esos documentos y el resto que tenía en su oficina, no sería suficiente, pero él había conseguido una pieza clave.
Sacó un pañuelo de su bolsillo trasero, limpiando los restos de sangre en sus nudillos. Volteó para observar al hombre en el suelo, que se movía agonizante por la paliza que le habían dado. Soltó una risa agónica, burlándose a pesar de que él era el que había sido sometido.
― ¿Crees que es una victoria para ti? ―Soltó una quejido gracioso, escupiendo la sangre acumulada en su boca. ―Vendrán más por ti.
―Pueden hacerlo, los detendré.
El hombre en el suelo soltó una carcajada, como no tuviera las costillas rotas, si hacia movimientos bruscos podría terminar perforando un órgano importante.
― ¿No lo entiendes? No tienes nada, tus esfuerzos no servirán de nada.
Loid Forger como antiguo detective y ahora investigador privado, sabía que siendo el senador de la ciudad, Donovan era intocable. O casi, a pesar de tener mucha evidencia circunstancial, necesitaba algo más fuerte para llevar el caso a juicio. Tenía a toda la policía comprada, fiscales, gente importante en la bolsa. Y es ahí cuando entraba su pieza clave.
― ¿De que estas hablando?
―Han ido por él y con eso tu caso desaparecerá.
Loid se petrificó ante sus palabras, ante lo que eso significaba. Su pieza clave, aquel que podía ser lo decisivo para ganar ese caso o al menos tener una posibilidad. Su informante.
Cuando tomó ese caso entre sus manos, acercarse a Donovan lo suficiente para obtener información incriminatoria había sido imposible. Era muy precavido, por lo que nadie fuera de su equipo de trabajo se acercaban a él. Y como si hubiera caído del cielo, un sobre con únicamente dos palabras en el exterior llegó a la puerta de su oficina. Una persona que quería a Donovan Desmond hundido tanto como él. Al inicio pensó que había sido un tipo de broma del mismo Desmond para distraerlo.
Sin embargo, luego de un tiempo había corroborado la información, dejando en claro que sus intenciones eran las mismas. Un informante que estaba en la oficina del senador, era perfecto. Recibió información de cada movimiento importante del senador, facilitando que pudiera armar el expediente que armaba contra él.
Luego de unos largos meses, con últimos documentos obtenidos, solo necesitaba algo más para lograr su cometido.
El detective maldijo mentalmente mientras salía corriendo de su oficina, subiéndose a su auto y encendiendo el vehículo, pisando el acelerador hasta el tope. Solo necesitaba un testigo que haya presenciado lo que en sus documentos había plasmado. Luego de esos meses trabajando juntos, su informante mostró su intención de hablar en el jurado. Había visto los juegos sucios de Donovan, con eso tenía su victoria.
Y claro que Desmond lo sabía, a pesar de que se había descuidado al sentirse intocable, había leído sus movimientos. Lo había rastreado y encontrando que tenía a alguien dentro de su oficina. Estaba dispuesto a silenciarlo, el único cabo suelto. Tenía que evitarlo, no había estado trabajado tan duro en estos últimos meses para perderlo con tanta facilidad.
Se pasó un alto, iban a matarlo, iban a enterrar su investigación.
Aún más preocupante, es que había involucrado a una persona inocente en todo esto. Él no lo había convencido de pasarle información. Para ser honesto no sabía quién era, ni su nombre o su físico. Lo único que sabía es que un sobre había llegado a su oficina.
Por un momento consideró en investigarlo para saber su identidad secreta, la única pista que tenía era el remitente con el que siempre era firmado el sobre. Thorn Princess, sin embargo, eso no le daba nada, solo era un sobrenombre. Si tan solo supiera su nombre o la hubiera visto en persona, tendría algo seguridad desde el inicio de que era alguien confiable y no una especie de trampa. Sin embargo, si esto era real y lo investigaba, levantaría sospechas por sus movimientos y descubrirían al informante que podría ser su ventaja. Por eso mismo decidió dejar el tema, analizar los sobres hasta que finalmente terminó confiando.
Comenzó a preguntarse quién era y si tuviera una familia, lo cual sería peor. Por qué cargaría con la vida de una persona inocente y si no fuera poco, arrebatándosela a su familia. Dobló violentamente en la esquina, derrapando en la carretera, una vez que se estabilizó volvió a pisar el acelerador. La adrenalina llenaba todo su organismo, ante lo que parecía que era inevitable. Si los sicarios habían actuado al mismo instante, él sabía que una vez que ingresara a la oficina del senador, solo vería un cuerpo desangrándose. Y esta podría inculparlo de eso.
A pesar de las grandes desventajas de aparecerse ahí, no podía ignorar la esperanza de llegar a tiempo.
Frenó de golpe el auto y justo cuando bajó casi de un salto del vehículo, el sonido de un arma siendo disparado lo obligaron a levantar la mirada, contemplando el segundo piso de la oficina del senador. ¿Acaso había llegado demasiado tarde?
Un nuevo disparo resonó y Loid preso por la adrenalina se adentró al edificio, percatándose que estaba vacío. Corrió hacia la escalera subiendo de dos en dos, con el corazón a punto de salirse. Temiendo ver la sangre derramada y los ojos vacíos de un hombre inocente...
Llegó al segundo piso escuchando un estruendo, seguido de una maldición. Se aproximó hacia el lugar de donde provenía el ruido. Sintió el arma en la parte trasera de su pantalón, eran sicarios profesionales, si se descuidaba un instante tendría el cuello rebanado. Abrió la puerta y todo paso muy rápido, aunque el tiempo pareció ralentizarse por lo que pudo ver todo en cámara lenta.
Todo su cuerpo se tensó estallando en adrenalina, retrocediendo un paso, esquivando la bala que pasó muy cerca de su rostro. En ese mismo instante una mujer salió corriendo agachando la cabeza, esquivando de esa forma la bala que iba directamente a su cabeza, y dos hombres la seguían de cerca.
Un sinfín de pensamientos vinieron a su cabeza ante esa única escena, sin embargo, los apartó, centrándose en lo que sucedía en ese momento. Golpeó con su antebrazo la mano del atacante, desarmándolo. A la par otra bala se dirigió hacia él, del sujeto que veía detrás y lo había visto llegar. El Forger se inclinó esquivándola y con impulso de su mano giró en el suelo tirando al primer hombre, dejándolo en el suelo. Se levantó a tiempo para bloquear el golpe con el arma que el hombre pensaba darle. Sujetó el brazo del hombre y con un movimiento limpio lo levantó y lo estrelló en una pared.
El primer asesino regresó para enfrentarlo, sacando una navaja. Loid esquivó cada uno de sus ataques, hasta que la navaja se clavó entre sus dedos de la mano derecha. El sicario sonrió, aunque se sorprendió de ver al detective con un gesto animado, sujetó la mano del hombre, desarmándolo y clavándole la misma navaja en su abdomen haciéndolo retroceder.
Ambos sicarios se lazaron a atacarlo, Loid se movió con maestria, esquivando los golpes. Sin embargo esos hombres eran asesinos profesionales, por lo que pronto uno de los hombres llegó por detrás golpeándolo con un arma en su cabeza, provocando que la sangre corriera. Posteriormente lo sujeto por el cuello, asfixiándolo mientras el otro lo golpeaba en el abdomen. Los golpes le sacaron el aire y lo desestabilizaron. Necesitaba actuar, por lo que lanzó una patada alta, alcanzando el rostro del hombre de enfrente. En un rápido movimiento Loid con ayuda de sus piernas lanzó al hombre que lo sujetaba hacia adelante. Rodó en el suelo recuperando el arma que tenía cerca y disparando alcanzando la pierna de uno de los sicarios, provocando una maldición profunda. Finalizó con un golpe fuerte en la cabeza del otro hombre, dejándolo a ambos en el suelo sin poder moverse.
Loid Forger guardó el arma en sus pantalones, no podía dejar evidencia ahí. No una que lo relacionara con la escena. Aunque estaba bastante seguro que Donovan se encargaría de limpiar el lugar. Respiraba agitadamente, mientras avanzaba, con la sangre manchando su cabello rubio. La había visto correr por ahí, siguió caminando por el pasillo, hasta la última puerta, girando el pomo. Su visión periférica le avisó de los rápidos movimientos, por lo que actuó de forma instintiva, sin pensarlo, interponiendo el brazo en su rostro para evitar que la madera se estrellara en su ya lastimada cabeza.
― ¡Loid-san! Pensé que.... ¡lo siento! ―La mujer dejó caer la madera de entre sus dedos, inclinando la cabeza en señal de vergüenza.
Por supuesto que lo conocía, ella había ido a su oficina meses atrás para dejar el primer sobre. Tenía que haberlo investigado con anticipación para decidir confiar en él.
Loid contempló la madera en el suelo a un lado de la mujer. Se había preparado por si iban por ella, había resistido lo suficiente hasta que él había llegado. No pensó que alguien pudiera resistir vivo ante dos sicarios profesionales, era algo digno de admirar. Era bastante rápida o tal vez más fuerte de lo que aparentaba, a pesar de no tener entrenamiento de defensa personal.
Pero lo que tenían realmente sorprendido a Loid Forger no era que ella pudiera defenderse, sino el hecho de que su informante era una mujer.
La contempló por primera vez, su cabello negro como la noche recogido, con dos mechones cayendo perfilando su rostros. Unos ojos de rubí que destellaban más brillantes que la piedra preciosa y un suéter largo que resaltaba aún más su color. Facciones delicadas y gentiles, además de una sonrisa dulce. Era sumamente atractiva.
Siempre se preguntó cómo era que no habían descubierto a su informante en todos esos meses que le había pasado información. Ahí tenía su respuesta. La mayoría de las ocasiones nadie sospechaba en primera instancia de una mujer y mucho menos si era atractiva. Además que por la manera en que la mujer enfrente suyo se disculpaba con movimientos en la cabeza y ese adorable sonrojo en sus mejillas, pasaba desapercibida. Al menos para sospechar de ella como informante. No podía pasar desapercibida ante un hombre por su evidente belleza.
Ni siquiera para Loid Forger, quien no solía fijarse en ese tipo de cosas desde hace mucho tiempo. El detective sonrió cautivado ante esa mujer. Al ser lo suficiente inteligente para confabular con él y no levantar sospechas. Era astuta, además que ella lo había buscado a él. Estiró una de sus manos, ofreciéndola.
Era la primera vez que se veían en persona, algo que tenía establecido que pasaría. Sin embargo, Loid presentaba gran curiosidad en esa fémina, sin negar una ligera atracción. Había algo en ella, no podía decir, que lo obligaban a seguir mirándola. El mismo aire se sentía cargado a su alrededor, como si fuera un imán que estuviera atrayéndolo.
―Loid Forger, aunque eso ya lo sabes.
La mujer enfrente sonrió aún con el sonrojo materializado en sus mejillas, estirando su mano, alcanzando la masculina hasta que se estrecharon.
―Thor Princess o mejor dicho, Yor Briar.
Una corriente eléctrica se desató ante la unión de ambas manos, intensificándose por el fuego que se encendió cuando ambos pares de ojos, celestes y rojos, se encontraron con intensidad.
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