Día 3: Perfectamente imperfecto

Universo canon

Prompt: Cicatrices

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La cortina de la ventana estaba corrida impidiendo la entrada de la luz que buscaba filtrarse en cualquier ranura.

Abrió los ojos con pesadez sintiendo el cuerpo engarrotado, como si hubiera hecho una cantidad exuberante de ejercicio. Esa sensación se le parecía a cuando solía tener casos difíciles y tenía varios enemigos al mismo tiempo. Sin embargo, a pesar de que su cuerpo se sentía cansando, ese dolor tenía algo de agradable.

Dolorosamente placentero.

Sintió el suave roce de las sabanas en su cuerpo y se estiró buscando liberar toda esa tensión que estaba acumulada ¿Por qué de pronto tenía el cuerpo tan adolorido? No había tenido una misión hace poco, por lo cual no hallaba razones para ese resultado. Ese movimiento fue suficiente, causando un gemido liberador. Pero despertó un solo recuerdo, un recuerdo que su mente se esforzaba en mantener oculto. Ese sonido que brotó de sus labios fue suficiente para ser una válvula de escape, desatando toda la sucesión de imágenes en su cabeza.

Los labios entrelazados con necesidad, las manos bajando por el cuerpo y adentrándose entre sus ropas, los labios masculinos besando cada rincón de su piel, el calor emanando con ferocidad y él adentrándose a ella, haciéndola sentir el mayor placer de toda su vida, seguida de una satisfacción absoluta. Las manos masculinas hundiéndose en sus caderas y estas moviéndose a la par para...

Abrió los labios sin poder creerse esas imágenes, con el rostro carmesí, luchando con el tono de la ropa que solía usar. En ese momento se dio cuenta de cómo la tela de las sabanas rozaba su piel aún sensible. Estaba desnuda, sus ojos contemplaron la habitación, dándose cuenta que no era la suya. Trago saliva sintiendo los nervios a flor de piel al girar sobre sí misma, encontrando al otro lado de la cama, durmiendo boca abajo a Loid Forger, su esposo.

Su corazón bombeó sangre con rapidez ante lo que todo eso significaba. Había tenido relaciones con Loid, realmente había pasado. Ella había estado fantaseando al respecto, cuando se percató que estaba mirándolo más de la cuenta, preguntándose cosas inapropiadas como el olor que tendría su piel y el sabor de sus labios. Eran un matrimonio a fin de cuentas, se suponía que deberían hacer ese tipo de cosas. Por eso sus amigas en el trabajo hablaban sobre eso y la curiosidad comenzó a despertar en ella, además del miedo de que si Loid no conseguía el placer en ella, pudiera buscar a alguien más.

O eso era algo que sus amigas solían decirle con regularidad, alarmándola más de la cuenta.

Aun no entendía como una inocente plática en la sala de la casa los había a acercarse lo suficiente para sentir el aliento del otro y fundirse en un beso que no se detuvo hasta que llegaron a la habitación de Loid. Tal parecía que era algo que ambos querían. Es decir, Yor realmente quería hacerlo, no negaría que Loid era apuesto, además que sus amigas no paraban de decirlo. Eso había despertado inquietudes en la Briar. Sobre cómo se sentirían las grandes manos de su esposo en su cuerpo...

Al fin había tenido la respuesta, había sido mucho mejor de lo que jamás hubiera soñado, entregándose al más delirante de los placeres. Sonrió avergonzada de sentirse emocionada por algo como eso. A pesar de que sabía que no había sido la primera vez de Loid, había sido la suya y estaba confiada en que él lo hubiera disfrutado tanto como ella. O al menos sus bajos gemidos profundos, sus mejillas sonrojadas y la mirada que le había dedicado eran los indicativos que tenía.

Una vez que se había girado, estaba más cerca del cuerpo varonil. Su cabello que siempre estaba peinado, ahora estaba sobre su frente, despeinado y aunque le daba una apariencia despreocupada, no sabía si le gustaba más de esa forma o como siempre solía llevarlo. Estiró la mano con cierta vergüenza, apartando los mechones de cabello de la frente de su esposo, para contemplar mejor su rostro. Su torso estaba fuerza de las sabanas, desnudo. Por lo que adivinada que estaba tan desnudo como ella y esa idea le agradó mucho.

La noche anterior se habían entregado al deseo en medio de la noche y presa de la intensidad de la situación, no había podido detallar el cuerpo de Loid. Ahora, con la luz filtrándose por la ventana, le daban una apariencia tan perfecta a su esposo que parecía que fuera mentira. Sus dedos, una vez que tomaron algo de valentía al recordar lo de la noche anterior, se deslizaron por la espalda masculina, sintiendo la suavidad y las curvas de su omóplato, espalda baja, deteniéndose en ese punto. Los nervios que la embriagaban no le permitían ir más allá de lo que había debajo de las sabanas.

Sus dedos siguieron moviéndose con cierta timidez por el torso del hombre, más que nada en su espalda que era donde tenía el mayor acceso. Esa intimidad de poder tocarlo, era tal que estaba despertando la llama de fuego que ayer la había consumido. Sus caricias se detuvieron al sentir una irregularidad en el cuerpo del hombre, cuando sus dedos habían bajado por su costado, adentrándose un poco por debajo de la sabana. La sensación le extraño tanto que se atrevió a tirar un poco de la sabana, dejando entrever en la cadera una cicatriz alargada.

―Ya tiene un tiempo.

La mano femenina se encogió al escuchar la voz varonil, asustada miró el rostro de Loid, viendo los ojos celestes contemplándola con intensidad, para después sonreír cálidamente, causando que sus mejillas se colorearan más.

―Lo siento mucho ¡de verdad no quise...!

―No te preocupes Yor, no me molesta, además después de lo de anoche... ―Las mejillas masculinas adquirieron un ligero color.

Yor controló los latidos de su corazón de haber sido atrapada en el acto, Loid tenía razón, no podía avergonzarse de tocarlo luego de... por lo que aun nerviosa, lo miró.

― ¿Dónde te la hiciste?

―En el trabajo.

― ¿En la clínica?

El hombre se mantuvo callado un momento, pensando en la correcta respuesta a proporcionar y analizando que no fuera a revelar de más al dar una respuesta.

―Sí, algunos pacientes a veces se salen de control.

Yor asintió sin decir más, no era alguien que analizara cuando alguien decía o no la verdad. Además que confiaba plenamente en su esposo... y no tenía sentido común.

―Tengo una más, acá ―Loid levantó un poco el brazo, revelando una cicatriz más pequeña cerca de su axila. ― Esta fue de cuando me caí en el bosque. ―Aunque la realidad era una que se había hecho en la guerra, había sido en el bosque por lo que no era del todo mentira.

Loid se giró un poco en la cama para adquirir una mejor posición, revelando una tercera cicatriz en su pecho. Era alargada y parecía más profunda que las demás. Presa de la curiosidad, Yor levantó la mano, sintiendo el contorno de la herida vieja y bajando hasta alcanzar la otra que estaba cerca de su cadera.

Siempre había considerado a su esposo como un ser perfecto, era excelente en su trabajo, era un buen padre, un buen esposo que la reconfortaba cuando ella se sentía menos, sabia cocinar y hacer labores de la casa, además de ser muy paciente, amable y cariñoso. Era el hombre perfecto a los ojos de cualquier otra mujer y de ella misma... Podía ser lo suficiente despistada pero había cosas que no podían negarse.

Pero en ese momento había encontrado que hasta un hombre como él tenía cicatrices, como las suyas. Yor tenía una en la cabeza que había recibido en alguno de sus muchos trabajos, pero que su cabello solía ocultar por lo que no le preocupaba. Además de tener una ligera cicatriz en la pierna que pasaba desapercibida al estar en su pierna interior.

Mucha gente solía odiar las cicatrices por lo poco estético que podían verse, pero en Loid eran fascinantes. Porque contaban una historia, de cómo habían sido hechas. O esa era su perspectiva de las de Loid. No podía haber algo que él hiciera o que él tuviera que estuviera mal. Todo en Loid Forger era perfecto, aun con su piel imperfecta, esa sonrisa torcida y la mirada que solo podía dedicarle a ella.

De verdad, ser su esposa, aunque era una farsa para encubrir su identidad como asesina, era de las mejores cosas que le habían pasado en su vida.

― ¿Papá? ¿Mamá esta ahí?

Ambos se paralizaron al escuchar la voz de Anya al otro lado de la puerta, porque eso solo podía significar una cosa. Que la niña había ido al cuarto de su madre y no la había encontrado ahí. La casa no era lo suficiente grande y no había forma de salir por la ventana...

No había forma de salir del cuarto sin que fueran atrapados, Anya los vería salir inevitablemente juntos del cuarto.

Habían sido descubiertos.

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