siete.
¿De verdad existía ese destino del que le habló la portadora del miraculous del conejo? ¿por qué tenía que estar con el hombre que le fue infiel? Gabriel no era su mejor opción, por supuesto, pero no dejaba de pensar en él, era tan tentador.
Tocó sus labios nuevamente, habían transcurrido unas cuantas horas desde aquel beso, pero incluso aún, todavía podía sentir el calor de los labios ajenos contra los suyos. Sentía una desesperación creciente dentro de ella por volver a repetirlo. Estaba perdiendo la cabeza, y su decisión era ¿podía permitirse perder la cabeza o no?
Su celular sonó, era un mensaje de Adrien. Al abrirlo, leyó el texto que acompañaba aquella imagen “Te tomé esta foto hace tiempo mientras estabas distraída, sales tan preciosa como nunca”
Marinette esbozo lo que se suponía era una sonrisa, pero pareció una mueca extraña. Sus sentimientos por el rubio ya no eran como antes, y no podrían volver serlo nunca, se esforzara cuanto se esforzara. Si su destino era estar con él, su destino era ser infeliz.
Se dieron las 2:00 am, y ella ya tenía una pésima idea en mente.
—Tikki, Tikki.
Susurró un par de veces, hasta despertar a la kwami.
—¿Qué pasó, Marinette? ¿ocurre algo?
—Al parecer hay un ataque en el banco central de París— mintió— necesito transformarme.
Tikki talló sus ojos, antes de asentir y estar preparada para que su portadora se transformase en Ladybug. Y así fue, pero Ladybug no iba a salvar un crimen, iba a cometer uno.
Tenía su camino bien ubicado, la prisión. No tardó mucho en llegar, y si se lo preguntaban, no tenía ni idea de lo que iba a hacer, solo necesitaba verlo de nuevo, sentirlo cerca e intentar saber la razón del por qué no puede estar sin ese maldito en su vida. Pero incluso ella se tenía miedo a sí misma, miedo de lo que podía ser capaz si volvía a tenerlo tan cerca.
Los oficiales se sorprendieron al ver a Ladybug ahí, no tardaron en hacer muchas preguntas, sobre si alguien estaba en peligro, o si había sucedido algo de lo que no se hayan enterado, ella se encargó de negar todo.
—Todo el mundo puede calmarse, París no podría estar más en calma, sin Hawk Moth acechando, la paz volvió a la ciudad.
La sala se llenó de aplausos, se sentían victoriosos de por fin haber capturado al hombre que les hizo la vida imposible los últimos años, sería tema de celebración por mucho tiempo más.
—De hecho, me encuentro aquí porque necesito ver a ese hombre. Como heroína, hay algunas cosas que aún necesito preguntarle, ¿hay algún problema que me evite estar unos momentos con él?
—Para nada, señorita Ladybug, estamos para servirle. Acompañeme.
Le respondió una mujer, a lo que ella obedeciendola, la siguió.
La llevó a una habitación cerrada, tenía una mesa por delante y una silla en frente de ella. Unos minutos después, Gabriel Agreste estaba en esa misma habitación. Cruzaron miradas un instante, aún sin decir palabra, pero por un momento, se sintió tan plena de tenerlo ahí, a tan solo unos metros de ella.
La oficial hizo que el hombre se sentará en aquella silla vacía, le pidió su brazo para encadenarlo debajo de la mesa, pero se dio cuenta de que la esposa que trató de ponerle no servía.
—Esto es un problema, permítame conseguir otras esposas.
La heroína se apresuró a negar con la cabeza.
—No se preocupe, él no puede hacerme daño, y aún si lo intentara, mire quien soy, tendría todo bajo control.
La mujer dudó algunos segundos, pero terminó por aceptar.
—De acuerdo, solo por ser usted haré está excepción. Tienen cinco minutos.
La policía cerró la puerta tras de ella. Marinette tenía solo cinco minutos, y no sabía siquiera por dónde empezar. Gabriel aún portaba la ropa que usaba la última vez que lo vió, al parecer no le habían dado aún el uniforme de preso, su cabello despeinado caía por su frente, y sin duda lo hacía ver más atractivo.
—Sabía que volverías, cariño. Te lo dije.
Ladybug se relamio los labios con frustración, ¿en qué momento pensó que ir a verlo era buena idea? comenzaba a arrepentirse, porque sus instintos comenzaban a aparecer.
—No sé qué diablos me hiciste, y tampoco sé lo que voy a hacer.
Ella se levantó de su silla, Gabriel ni siquiera se inmutó, no se movió ni un solo centímetro.
—No puedo decirte que escapemos, porque he revisado bien la prisión y no he venido preparada con un plan, tampoco sé si te quiero sacar de aquí, pero quiero hacer esto.
Sin más por decir, se sentó en las piernas del hombre, rodeando su cuello con sus brazos y estrellando sus labios en un voraz beso, con desesperación. Fue rápidamente correspondida por Agreste, quién la sujeto con fuerza de la cintura.
Duraron minutos así, tomando apenas aire para poder continuar con el hambriento beso. Nadie notó que el tiempo ya había terminado. La oficial de antes había regresado para pedirle a Ladybug que se retirara, pero al ver semejante escena, decidió no interferir porque se dio cuenta de lo que hizo; dejó al villano sin esposas y la “heroína” al parecer estaba enamorada de él. Eso iba a terminar mal para ella si decidía enfrentarlos sola. Así que se fue con rapidez a avisar a los demás policías.
Pasaron diez minutos más, el tiempo ya le había pesado a Ladybug y Gabriel. Extrañada, Ladybug apenas separó un poco sus labios de él para preguntar.
—¿Por qué será que me dejaron estar más tiempo contigo?
Una risa sonó detrás de ella.
—Porque estaban esperando que su reina llegará para salvar la situación.
Queen Bee y los demás héroes los tenían rodeados. La historia se volvería a repetir.
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