5. Control

ADVERTENCIA: el siguiente capítulo podría contener texto sensible para algunas personas, se sugiere discreción.

Estaba tan molesto, la rabia lo consumía por dentro.

Generalmente siempre lograba guardar la compostura y seguir con su vida, pero en esa ocasión había sido tan difícil mantener los estribos de una situación que no pudo controlar.

Estaba furioso.

Había sido despojado moralmente de su autoridad, otra vez había sido humillado.

Por su mente cruzaban un montón de pensamientos, desde amigables ideas sobre mantener la calma y hacer relajantes ejercicios de respiración, hasta sádicas fantasías sobre imponer su voluntad sobre una mente más débil.

Con todo el enojo que estaba sintiendo en ese momento, dejó que la segunda opción se apoderara de su psique, tomando control de sus acciones y guiándose una vez más bajo sus cruentos y oscuros deseos.

El sujeto miró el reloj sobre su muñeca, era tarde, no habría ni una sola persona cerca, era el escenario perfecto. Y mientras trataba de ceder ante la diminuta parte racional de su ser, sus impulsos nublaron su razón en cuanto vio a la joven mujer esperando a la orilla del camino.

Redujo la velocidad de su automóvil, sabía que la mujer no iba a subirse inmediatamente, así que dándole la sensación de que iba a detenerse por completo, aumento la velocidad y siguió por su camino.

La mujer se sorprendió de aquella acción, creyendo que el sujeto iba a darle la oportunidad de llevarla a su destino. Incluso si a primera vista no hubiera accedido, después de todo, estaba precavida a las instrucciones que se hacían correr entre amigas; no te subas al auto de un hombre que viaja solo, no te subas a un auto que sospechosamente ronde el camino sin rumbo aparente, no te subas a un auto que solo tenga dos puertas y nunca te subas al asiento delantero.

Cuando la mujer había visto el auto acercarse a lo lejos, creyó que el coche poseía las justas características que debía evitar, pero al percatarse de que el auto no tenía intenciones de detenerse, se apresuró a llamar su atención.

—¡Deténgase por favor! — gritó la joven mujer haciendo ademanes con las manos y corriendo en dirección al auto que volvía a disminuir la velocidad.

El coche se estacionó a un costado de la carretera, la mujer corrió de prisa.

—¡Muchas gracias! — el cristal del asiento del copiloto estaba abajo, la chica se acercó para saludar.

—¿Hacia donde vas? — preguntó el conductor.

Otra de las advertencias a seguir era que debías preguntar tu primero sobre el destino antes de que convenientemente el conductor diga que va hacia el mismo lugar.

—Voy al centro— mintió la chica, para distraer al sujeto que la observaba desde el interior del auto.

—Que mal— el hombre al interior volvió a encender el coche —Me dirijo hacia la zona este de la ciudad.

La mujer vio como el sujeto se ponía en marcha de nuevo.

—Puedes solo dejarme cerca— intervino de pronto —Puedes tomar la autopista y tomar el retorno en la 57 y seguir hacia el este.

El sujeto la observó sin estar muy convencido de aquello, dando la imagen de escepticismo aunque por dentro sonriera al haber logrado meter a la chica dentro de su trampa.

—Voy tarde y ese camino me desvía mucho— añadió el hombre.

—Por favor, a esta hora no hay muchas personas que pasen por esta zona...— pidió la mujer.

—De cualquier manera...— el sujeto se acercó a la ventana para cerrar el cristal —¿Qué hace alguien a estas horas al lado de la carretera? Es sospechoso.

—Estaba haciendo trabajo extra como niñera— contó la mujer —En una casa a unos 300 metros adentro de las praderas... insistí en que todavía podía tomar el bus pero se me fue la última ronda y mi teléfono esta descargado.

Tantas explicaciones le venían bien al hombre detrás del volante.

—De acuerdo...

—¡Muchas gracias! — la mujer volvió a sonreír y se atrevió a romper todas las reglas de una sola vez. Se había subido al auto de un hombre que viajaba solo, sin aparente rumbo fijo, había tomado el asiento delantero y había dado la información sobre a donde se dirigía antes de que el conductor le dijera su rumbo, aun cuando fuera falsa, ella también iba hacia el este de la ciudad, pero no lo iba a revelar.

El hombre acomodó el espejo retrovisor, colocó mejor las gafas sobre sus orejas y encendió el motor para partir.

—¿No es peligroso quedarse hasta tarde en una casa ajena?

—Conozco a la familia de hace tiempo... así que...

—Ya veo...— el hombre pisó el acelerador y tomó el camino que la chica había sugerido.

El transcurso en auto fue silencioso, demasiado incómodo, pero luego de varios minutos conduciendo, finalmente se acercaban a la desviación que la chica había sugerido.

—¿Cuál es tu nombre? — preguntó el sujeto después de un rato.

La chica a su lado prefirió guardar silencio —Uh.

—Oh, está bien si no me lo dices...— se apresuró a retractar sus palabras.

La chica sonrió y mantuvo alerta la mirada en el camino, estaban a pocos metros de toparse con el retorno que había sugerido que tomaran.

—¿Sabes qué día es hoy? — preguntó el hombre detrás del volante.

—Jueves— habló la chica, nerviosa de ver pasar el anuncio que indicaba el retorno.

—Si— el hombre sonrió, una sonrisa que le provocó escalofríos a la joven que veía con temor por el espejo retrovisor como se habían pasado el retorno.

—¿Podemos regresar a tomar el retorno? Está bien si solo me deja ahí.

El sujeto amplio su sonrisa, le dio un rápido vistazo a la joven a su lado y siguió conduciendo por la autopista.

—Por favor...— murmuró la chica con suficiente miedo pero tratando de mostrarse valiente.

—Te llevare a donde quieras— indicó el hombre de anteojos —Primero debes hacer algo por mí.

—¿Qué cosa? — preguntó con temor la chica, arrinconándose contra la puerta de su lado.

—Espera y verás...

Siguieron recorriendo la autopista durante silenciosos quince minutos, estaban punto de tomar el tramo que los llevaría a la ciudad vecina, pero antes de ello, el sujeto hizo una maniobra en el volante para pasarse a un carril opuesto, condujo durante un par de minutos más y tomó un camino aledaño, iban pasando una vereda de terracería. La ciudad se veía a la distancia, estaban tan alejados del destino de la aterrorizada chica.

—Por favor, señor... podría llevarme de regreso al centro...— pidió la chica casi al borde de las lágrimas, había visto las últimas noticias en el periódico y los anuncios de sus redes sociales no dejaban de llenarla con periodismo amarillista sobre el crimen cometido hacia una joven estudiante de enfermería.

—Sí, ya te dije que te llevare a donde quieras pero primero debes hacer algo por mí.

El auto siguió su camino durante unos cientos de metros más adentro del tramo.

La chica estaba llena de pavor, recordó con más detalle las advertencias de sus padres; cuerpos encontrados, desapariciones anunciadas, sin poder evitarlo comenzó a sollozar, tenía miedo de cualquier cosa que fuera a pasarle.

—Por favor no llores— pidió el sujeto a su lado —Si lloras...— hizo una mueca que expresaba tensión, apretó el volante entre sus manos y trago duro.

—Solo le pido que por favor me lleve de regreso...— murmuró la joven limpiando su rostro de las tibias lagrimas que no dejaban de salir, los nervios estaban carcomiéndola por dentro, la actitud del tipo a su lado había cambiado por completo, ya no mostraba desinterés, se veía tenso.

—Sólo tienes que hacer algo por mí y te llevaré de regreso, lo prometo— indicó el sujeto de anteojos detrás del volante.

La chica bajó la cabeza, asintiendo en silencio, mientras con discreción hurgaba en el interior de su bolso, debía encontrar a tiempo el gas pimienta que llevaba consigo, pero una mezcla entre el miedo y los nervios de desear no ser sorprendida en el acto volvieron topes sus dedos, no podía palpar el cilindro con el líquido.

El conductor por su parte, disminuía la velocidad lentamente hasta por fin detener el coche a un lado del camino de terracería, cerca de una zona llena de vegetación seca y árida.

El tipo tomó las llaves y las guardó en uno de sus bolsillos, bajó del coche y cerró la puerta con fuerza, la chica entonces aprovechó para buscar con urgencia el gas pimienta, pero tan pronto pudo tomarlo entre sus manos, fue sacada del coche con violencia.

El hombre de lentes la arrastró de uno de los brazos y ambos se sumergieron cuesta bajo de una pequeña colina repleta de arbustos secos, la chica caminaba torpemente, temía quejarse del fuerza aplicada contra su brazo, vio de reojo al sujeto que la llevaba a rastras. Él lucía tan apacible, con la mirada fija en el camino donde apenas podía verse algo por la escasa iluminación que ofrecían la luna y las estrellas.

La chica fue empujada con fuerza sobre el suelo.

—¡Por favor! — gimoteó la mujer cuando observó al sujeto acercarse a ella —Por favor, no...— no pudo evitar volver a llorar cuando el hombre se posicionó sobre ella, apoyando todo el peso de su cuerpo sobre una de sus palmas colocada en el suelo, a un costado de su cabeza. —Ppp...

La chica no pudo seguir hablando pues el sujeto había tapado su boca con la mano desocupada, la chica entonces comenzó a oponer resistencia, movió sus manos y pies con rudeza en un intento por alejar al hombre de ella.

—Quédate quieta— habló el hombre presionando con más fuerza su mano contra la boca de la chica, ocasionando que su cabeza friccionara con el terroso suelo donde yacía.

La mujer siguió dando golpetazos aleatorios, pero pronto, la presión sobre su boca fue tal que sintió un insoportable dolor sobre los dientes y encías, el hombre estaba recargando todo su peso sobre la mano que la silenciaba y la mano que estuvo sobre el suelo se movía libre. La chica no supo que estaba pasando, usaba sus manos para separar la mano del hombre de su boca, sentía que perdería los dientes si la presión sobre su boca seguía ejerciéndose.

El tipo del auto rebuscó en los bolsillos traseros de su pantalón un par de cuerdas que procuraba siempre llevar consigo y con una inusual habilidad logró tomar una de las muñecas de la chica para apresarla en un nudo de cuerda, jaló el extremo libre y pudo apretar una de sus manos.

Los ojos llenos de horror de la chica se abrieron desmesuradamente cuanto sintió una nueva presión, ahora en la mano que había sido capturada por el delincuente, era tanta la constricción sobre su muñeca que por el pobre retorno venoso de su mano apenas podía moverla.

El criminal dejó de presionar la boca de su víctima para poder seguir con la tarea de sujetar a la chica.

—¡AYUUDA! — la mujer no desaprovecho la oportunidad y gritó por auxilio, pero tan alejados de toda civilización iba a ser difícil que alguien la escuchara —¡AUXILIO!

El hombre seguía luchando contra los golpeteos en su contra, finalmente pudo apresar uno de los tobillos de la chica en otro nudo y anudó la cuerda de manera que la muñeca y el tobillo del mismo lado quedaron anudados bajó el mismo pedazo de cuerda, la mujer quedó inmovilizada de un lado del cuerpo, pero eso no le impidió seguir gritando por ayuda y seguir lanzando patadas y golpes contra el perpetrador.

Pero la agilidad de aquel tipo era bastante, era como si hubiera obtenido la suficiente práctica para someter a las personas, sin dificultad logró atar la muñeca y el tobillo del otro lado y la chica quedó completamente imposibilitada. Con las rodillas flexionadas para lograr que los brazos alcanzaran sus pies, la chica había sido atada, seguía retorciéndose en el suelo y continuaba exclamando con todas sus fuerzas por ayuda.

—¡AYUUUDAAA! — las lágrimas corrían por su rostro, el sujeto sonrió con malicia y volviendo a colocarse sobre ella y entre sus piernas, llevó sus manos hasta el extendido cuello de la chica —¡AGH!

La voz fue acallada, el hombre sujeto la tráquea de su víctima con los pulgares y con el resto de sus dedos presionó con fuerza los vasos sanguíneos de su cuello. La chica se retorció debajo de él su rostro comenzaba a ponerse rojo ante tanta presión ejercida. El hombre apretó con más energía, recargó su peso sobre el cuello y mantuvo apretando.

La chica seguía batallando en sus últimos intentos para lograr librarse, movía sus hombros y sus rodillas para intentar golpear al sujeto, pero con él encima y sus miembros atados de una manera tan precisa para evitar un escape, volvía imposible la liberación.

—Sólo un poco más...— hablaba el hombre. El sujeto entonces mantenía una expresión llena de desprecio, el ceño fuertemente fruncido y los dientes apretados, observaba el rostro de su víctima, sintiendo la satisfacción de verla tan vulnerable y completamente a su merced, recordó el motivo de su enojo y con furia apretó el cuello con mucha más fuerza.

Los minutos pasaban y parecía que el deseo de la joven por vivir era tan grande que la asfixia estaba teniendo un efecto mucho más retardado, ni siquiera se veía que fuera a caer inconsciente pronto.

El hombre alejó una de las manos del cuello de la mujer para levantar la cabeza de la chica, posicionó mejor los dedos sobre su cuello y apretó con tanta fuerza que finalmente la mujer se desvaneció.

El conductor dejó la cabeza caer, observó el rostro inconsciente de la chica y se puso de pie, regresó al auto para buscar más material y volvió hasta el cuerpo atado de la chica que yacía en posición fetal sobre la tierra. El tipo dejó sus utensilios sobre el suelo y se acercó a la joven una vez más, manipuló su cuerpo de tal manera que quedó nuevamente entre sus piernas flexionada, palpó con torpeza el lacio cabello castaño de la joven y delineo con una enfermiza sonrisa los contornos de su cráneo. Tomó la pistola que había llevado consigo y disparó contra su cabeza.

La cabeza de la chica se sacudió por el impacto y la sangre comenzó a brotar. El tipo alejó la pistola y sin dejar de observar el rostro de la chica que recién acababa de asesinar perpetró su cuerpo en una agresión sexual, utilizó sus manos para abrirle paso a su masculinidad. Golpeó el interior de la chica con fuerza, el cuerpo se movía bajo él aún inerte. El tipo encontró la satisfacción en su horripilante acto y se alejó del cuerpo de la chica, únicamente para tomar el resto del material criminal que había llevado consigo.

Con un grueso cuchillo y una sierra, cortó las extremidades de la mujer, sus manos, sus pies, sus piernas. Incluso en aquella actividad encontraba una enfermiza satisfacción, el hombre no tuvo ninguna dificultad en su desmembramiento, arrancaba las partes del cuerpo casi con demasiada facilidad.

Era de noche y seguramente le llevó alrededor de dos horas terminar de desmembrar todo el cuerpo. Tomó pieza por pieza y las llevó hasta la cajuela de su auto, guardó toda la evidencia criminal en el interior de su coche. Se cercioró durante largos minutos que no hubiera dejado ni un solo rastro de evidencia detrás y dejó el lugar.

Tomó la autopista nuevamente y condujo hasta la ciudad vecina, para cuando estuvo a las afueras de la urbe, estacionó su auto al lado del camino, fue hasta el maletero y arrojó las partes del cuerpo mutilado hacia un barranco cercano. No había ni un solo testigo cerca, a tan altas horas de la madrugada, todo el mundo ignoraba lo que estaba sucediendo.

El tipo terminó con su trabajo y regresó a su auto, ajustó el espejo retrovisor y tomó el camino de regreso a casa, había dejado el cuerpo de la víctima detrás, en esa ocasión no se había molestado en buscar lugares estratégicos para esparcir las partes del cuerpo, no se sentía con la suficiente motivación para hacer un trabajo limpio, de todas maneras, confiaba en que no iban a encontrar el cuerpo de la joven en al menos dos semanas.

El tiempo transcurrido había sido tal, que para cuando el criminal había llegado a su casa, los primeros rayos de sol estaban saliendo, debía darse prisa para entrar a su hogar o alguien iba a sospechar de sus ropas ensangrentadas y roídas de tierra.

Estacionó su coche en la entrada de la casa y fue hasta el maletero una última vez, tomó una bolsa negra del fondo e ingresó a su hogar. Fue directamente hasta su habitación, dejó la bolsa de plástico sobre una de las cómodas de ropa y deshizo el nudo que había hecho.

Bajó el plástico de la bolsa y quedó al descubierto la cabeza desmembrada de la última víctima, el sujeto sonrió, satisfecho y algo en su interior reaccionó, su mente volvió a revivir el crimen, pensar en la lucha que la chica inútilmente había hecho en su contra, como había logrado asfixiarla, todas las sensaciones de su terrible crimen revivieron y su cuerpo habló, su excitación había regresado y necesitaba descargar la represión sexual que estaba acumulándose entre sus piernas, así que con urgencia tomó la decapitada cabeza y haciendo uso de sus cavidades llegó al éxtasis una vez más.

Tomando la cabeza por los cabellos la dejó sobre una de las mesitas de noche al lado de su cama, se quitó la ropa sucia y la metió dentro de la bolsa donde había llevado la cabeza consigo, tomó sus cosas de baño e ingresó a la ducha.

Toda la rabia y la frustración que había sentido al inicio de la noche anterior se había disipado, sentía que podía volver a actuar como un miembro totalmente funcional de la sociedad, sus retorcidas fantasías habían sido satisfechas y podía volver reintegrarse con normalidad a su "cotidianidad".

Estaba tan seguro que no iba a ser atrapado que resultaba sencillo para él reincorporarse a sus actividades sin problema.

Pero no estaba preparado contra uno de los mejores agentes de la ciudad que estaba trabajando arduamente para atraparlo, pero él tenía la suficiente confianza retratada en egolatría.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top