14. Estado Latente

KyungSoo tomó una gran bocanada de aire y con lentitud regresó la mirada hasta el expectante semblante del detective Park.

Entonces ChanYeol no pudo notar una diferencia en la expresión del menor, su apariencia vista desde el perfil lucía mucho más melancólica de lo que ofrecía ahora. KyungSoo contemplaba en silencio. Dado que ChanYeol había lanzado una pregunta, aguardó un par de segundos más antes de reformular el cuestionamiento.

—Sólo necesitas conocer la identidad de la primera persona que mate para conocer la respuesta— pero KyungSoo habló de pronto.

El detective Park entrecerró los ojos, abandonando toda su formación policial, dejando entrever emociones humanas mientras dialogaba con el sospechoso.

Dadas las circunstancias de los asesinatos, ChanYeol ya había pensado que una de las principales motivaciones del homicida era el poder ejercer alguna clase de control de índole sexual, KyungSoo tenía en su historial jóvenes mujeres que rondaban su propia edad, así que imaginó que alguna de las dos primeras víctimas era la clave para lograr escudriñar más profundo en el caso.

—¿Kim YuNa? — preguntó el detective, eligiendo a la chica únicamente por haber sido la de mayor edad entre las dos.

KyungSoo bufó con diversión, encogiéndose de hombros al mismo tiempo que negaba con la cabeza.

ChanYeol entonces optó por la segunda y última opción, pero antes de que pudiera expresar lo que había inferido, KyungSoo volvió a emitir sonido.

—Mi abuela.

Tanto el detective Byun como el detective Park, abrieron los ojos de manera inconmensurable, llenos de impresión.

¿Acaso había muchas más víctimas de las que llevaban contabilizadas?

BaekHyun se apresuró a buscar la información en su carpeta personal de investigación, SeHun se lo había sugerido, que había al menos un par más de cuerpos que aún no encontraban.

ChanYeol por su parte, fue mucho más hábil con la información que le fue revelada. Pensó de inmediato en la pregunta hecha y la relación que esta guardaba con las primeras dos víctimas, haciendo rápidas conjeturas en su cabeza, llegó a una inequívoca conclusión.

En su mente, se reprodujo la imagen del archivo policial, KyungSoo portador de un arma calibre .24, no era un ciudadano que debía poseer un arma por los antecedentes psiquiátricos que tenía y al indagar en el tema, se mostraba escéptico.

—¿Inimputable? — aventuró ChanYeol, esperando haber dado en el clavo.

El sospechoso, bajó los ojos únicamente para que el detective no pudiera ver el regocijo en su mirada, pero podía ser percibido por la sonrisa de complacencia.

—¿En serio? — preguntó el detective, mucho más interesado en aquel caso —¿C-cómo...?— no sabía la manera de hacer las preguntas de la forma más educada, si lo que KyungSoo estaba confesando, debía ser amable con sus palabras.

El joven Do volvió a levantar la vista, sin ocultar la enorme sonrisa —Esquizofrenia.

El detective Park no pudo evitar levantar una ceja en muestra de escepticismo.

—Cabe resaltar que no estoy loco— aclaró KyungSoo después de un par de segundos.

—¿Cómo sucedió? — cuestionó ChanYeol refiriéndose al primer crimen cometido.

KyungSoo tomó una nueva bocanada de aire antes de poder continuar con su historia.

Estaba listo para decirlo tal y como había ocurrido.

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Cuando KyungSoo nació, tenía ya dos hermanas en casa; SungKyung de tres años y SooJin de siete.

Había sido un producto poco esperado por su madre, desde que se enteró del sexo del bebé descartó la idea de esperarlo con ansias, muy al contrario de su padre que estaba emocionado por los dos.

Los primeros meses de vida de KyungSoo había sido vigilado estrechamente por su padre, quien lo cuidaba con cariño y procuraba alentar a su esposa de atenderlo de la misma manera, pero la señora Do, siempre se negaba a desenvolverse en su papel de madre.

—Seguramente terminará siendo un bueno para nada igual que tú— reclamaba continuamente la mujer cada vez que el señor Do le pedía alimentar al bebé.

Ese y muchos más comentarios hirientes eran hechos al jefe de familia días tras día. La señora Do veía su unión con su esposo como un fracaso de vida, se sentía medianamente afortunada de haber engendrado hasta entonces mujeres solamente, pero cuando descubrió que la descendencia de su esposo iba continuar su legado, despreció la idea.

De esa manera KyungSoo no había sido cuidado por su madre ni un solo minuto de su vida, con el papá en el trabajo, la mayor de las hermanas tuvo que hacerse cargo del cuidado del bebé a muy temprana edad, por ello un infantil KyungSoo cursó con diversos cuadros de infecciones sustentados en la notable desnutrición que acarreaba.

El señor Do decidió cambiar de trabajo a uno que le permitiera velar por el menor de sus hijos. Mientras la señora Do se encargaba del hogar, tomaba una carrera universitaria por correspondencia.

El ingreso monetario era muy inferior al que necesitaban para sobrevivir y la señora Do no ocultaba su desdén por la mala vida que le había tocado vivir al contraer nupcias.

—Eres un desperdicio de oxigeno— repetía la mujer cada vez que se topaba con su esposo cuidado del menor de sus hijos.

Y a pesar de todas las adversidades, la familia había permanecido junta, los años habían pasado y KyungSoo ahora de tres años, jugueteaba con sus hermanas mientras su madre seguía viéndolo con profundo desprecio, pensando día y noche que seguramente su hijo se convertiría en un parasito de la sociedad por acarrear los genes de su esposo.

Y cada vez que el señor Do intentaba mantener un lazo afectivo con KyungSoo, la madre lo reprendía.

—Si lo consientes de esa manera terminará siendo una persona débil.

KyungSoo con una percepción ya desarrollada, pudo notar el trato que su madre tenía con su padre y sobre todo, podía notar lo distante y poco afectiva que se comportaba con él.

Entre los primeros recuerdos de KyungSoo, se encontraban imágenes esporádicas de su madre abrazando a sus hermanas, mientras le gritaba cosas para que se alejase de ellas, podía recordar momentos específicos de su madre peleando con su padre, escupiéndole insultos y en ocasiones agrediéndolo físicamente.

En aquel encantes no tenía sentido para él, pero conforme creció se dio cuenta que su madre tenía un serio problema con el alcohol.

Y mientras crecía, el pequeño KyungSoo se encontró a sí mismo, necesitado de afecto. Dado que su madre se rehusaba a tratarlo con amor y a que su padre evitaba conflictos por tratar de mostrarse cariñoso, KyungSoo comenzó a desarrollar un sentimiento de rechazo.

Con cinco años cumplidos, creía que sus padres no lo querían, porque a diferencia de sus hermanas que eran abrazadas y besadas, él solo recibía regaños por las mínimas equivocaciones. Veía como la familia Do convivía de manera armoniosa hasta que él se acercaba y su madre empezaba a molestarlo.

Le resultaba complicado aceptar que la mujer a la que llamaba madre lo rechazara constantemente.

Pero aquello debió haber servido de escarmiento.

Pues desde el primer día de clases, KyungSoo se había convertido en un blanco fácil para las bromas pesadas de sus compañeros, niños de su edad que se metían con su baja estatura.

KyungSoo se repetía una y otra vez que era normal, que su altura era normal, pero los niños de su clase lo ofendían gritándole cosas sobre su aspecto enclenque.

Y es que con una infancia tan complicada, en la que nadie se preocupaba por su bienestar, el estado nutricional de KyungSoo hizo sus estragos impidiéndole desarrollar sus máximas medidas, no era un niño tan bajo, pero era el niño más bajo de su clase.

—¡Eres un fenómeno! — le gritaban, mientras lo empujaban contra su mesa de trabajo.

—¡Eres un tonto!

—¡Eres solo huesos! ¡Eres como una calavera!

Los constantes maltratos por parte de sus compañeros de clase, lo hicieron abstraído, dificultando su concentración en las lecciones, convirtiéndose ahora en un objeto de mala comparación por parte de sus profesores.

KyungSoo vivía en su mundo, un mundo en el que no era querido por ninguna persona a su alrededor.

—¡Vamos a jugar KyungSoo! — el infantil grito de su hermana mayor lo distraía en el justo momento en que comenzaría a soltar lagrimas después de recordar como en la escuela los niños le habían jalado el cabello.

—¡Toma tus juguetes, vamos! — SungKyung lo agarró de la mano y los tres salieron de casa con destino al parque más cercano.

Parecía que su única ancla con la realidad, era el afecto de sus hermanas. SungKyung tenía entonces nueve años y SooJin entraba a la adolescencia con trece años. A pesar de las marcadas diferencias de edad, los tres se sumergían en aventuras de la imaginación.

SooJin y SungKyung sabían que su madre detestaba que se relacionaran con KyungSoo, por lo que procuraban jugar en lugares alejados de casa, después de todo los tres habían crecido juntos.

Pero la felicidad no le duró mucho, SooJin prefería ahora charlar con sus amigas por teléfono y SungKyung se inclinaba más por la lectura.

KyungSoo se sintió desplazado una vez más, pero en esta ocasión su razonamiento le permitió comprender la situación.

Al menor de los Do no le quedó de otra que convivir consigo mismo. Con una innegable deficiencia para entablar relaciones sociales por ser víctima de funestas acusaciones por parte de su madre, rechazo afectivo por pate de su padre y blanco fácil en la escuela. KyungSoo fue un niño solitario.

Y el sufrimiento de KyungSoo no era el único que se vivía en silencio.

Un buen día, harto de la vida de humillaciones que llevaba, el señor Do solicitó el divorcio.

Su esposa no tardo en aceptar la propuesta.

Y cuando menos lo vio venir, KyungSoo estaba despidiéndose de su padre para siempre. Más que rechazado, se sentía ahora abandonado, por el único adulto que cuidó de él motivado por el amor verdadero.

KyungSoo no pudo evitar ser un rio de lágrimas, actitud que su madre reprochó rápidamente.

—Si continuas llorando voy a encerrarte en el sótano— amenazó la mujer sacudiendo al menor por los hombros.

Pero los sentimientos de KyungSoo eran desbordantes, con apenas siete años, no sabía de autocontrol, nadie a su alrededor le había enseñado a lidiar con sus envolventes emociones.

Su madre colmó su paciencia, tomó a KyungSoo del brazo y lo echó de un rudo empujón al húmedo sótano.

KyungSoo continuó llorando y ahora asustado, en medio de un oscuro lugar lleno de humedad y alimañas. Deseaba poder desaparecer de ese lugar, deseaba con todas sus fuerzas poder esfumarse del mundo.

El niño lloró hasta que cayó profundamente dormido, acostado entre un montón de mantas sucias y viejas. Pasó la noche encerrado en el sótano y para asegurarse de que no fuera a salir, su madre colocó la mesa de la cocina en la puerta para bloquear el acceso.

El cruel trato de la mujer hacia su propio hijo tenía un mal fundamentado odio, la madre de KyungSoo pensaba que entre más ruda y distante fuera con su único hijo, menos posibilidades habría de que terminara por convertirse en una despreciable persona. Creía que los castigos y los regaños servirían de precoz amenaza para asegurar un buen comportamiento. Y porque claro, veía en KyungSoo el reflejo de su ex esposo, la persona que consideraba responsable de haberla hecho dejar la escuela y de haberla hecho caer en un estilo de vida de mala muerte.

KyungSoo pensó que la noche en el sótano iba a ser única, sin embargo, su madre tenía otros planes.

—Dormirás ahí dentro, de hoy en adelante— comunicó la mujer —Me enteré de tus malas calificaciones en la escuela, siempre supe que serías un bueno para nada igual que tu padre, así que lo único a lo que eres acreedor es a dormir en el sótano.

El menor de los Do aceptó el castigo, no sin antes hacer por primera vez, una mueca de profundo desprecio, una mirada llena de rabia dirigida hacia su madre.

KyungSoo estaba sumergido en un estilo de vida en el que parecía que todos pasaba por encima de él. El rechazo que sentía estaba convirtiéndose en rencor.

Rencor cuando escuchaba a sus hermanas reírse mientras él dormía encerrado en el sótano.

Rencor cuando se enteró que su padre se había vuelto a casar y formaba una nueva familia.

El corazón de KyungSoo estaba dejando todos los buenos sentimientos de lado. Con ocho años se sentía sumamente frustrado con todo, la rabia que crecía en su interior era difícil de controlar, así que como primer válvula de escape, había empezado a destrozar las cosas ajenas.

En una inmadura mente el agredir la propiedad de otras personas le significaba una manera de desahogarse, destrozaba los útiles escolares de otros niños, escondía los libros de estudio de su madre y le quitaba las cabezas a las muñecas de sus hermanas.

—¡MAMAAAAÁ! ¡KyungSoo lo volvió a hacer!

SungKyung había encontrado a una de sus muñecas favoritas sin cabeza, la señora Do no dudó en dar un duro escarmiento a KyungSoo, ahora además de mandarlo a vivir al sótano, le retiró el derecho a cenar.

—¡Debe ser por eso que no tienes amigos! ¡Eres un maldito fenómeno! — gritaba su madre mientras arremetía contra el joven KyungSoo.

Quien no paraba de llorar ante cada roce contra su piel, apretando fuertemente la cabeza degollada de la muñeca en su pequeño puño.

—¡Me tienes harta! — gritaba su madre —¡Te odio, KyungSoo! ¡Te odio!

Las hermanas Do observaban a lo lejos, SungKyung con lágrimas en los ojos arrepintiéndose de haber acusado a su hermano menor, prefiriendo ser ella en lugar de KyungSoo.

No había un solo lugar donde KyungSoo se sintiera a salvo, sus compañeros, sus maestros, su madre. Todos parecían estar ahí para hacerle la vida imposible.

Pero la desdicha y la desgracia fueron sustituidas cuando una tarde después de que su madre llegara a casa de su nuevo trabajo en la Universidad, conoció a la mascota de la familia.

Un pequeño gato de apenas meses de edad. Los menores de la familia se divirtieron con él.

KyungSoo pudo cuidar de él, convirtiéndolo en un cómplice de juegos.

En esos momentos de su vida, KyungSoo experimentó lo más cercano a la felicidad, sonriendo con sinceridad cada vez acariciaba el suave pelaje del felino.

—No puedes jugar con él— regañaba su madre, quitándole el gato para empujar a KyungSoo fuera de su vista —No quiero verte, me pones de mal humor.

El bienestar que le traía el gato desapareció pasado apenas el año. KyungSoo ya a punto de cumplir diez de edad, vio como el felino prefería ser acariciado por una de sus hermanas mayores. El sentimiento de rechazo y abandonó atacó sus frágiles sentimientos.

Así que con gran rencor, desquitó su furia contra el animal, poniéndolo en una caja de zapatos para después enterrarlo en el jardín trasero de la casa. KyungSoo escuchó los maullidos de horror del minino y él se limitó a sonreír complacido. Parecía que ya no era el único que sufría.

Esa había sido la primera vez que KyungSoo cruzó la línea, había dejado de destrozar la propiedad ajena para empezar a dañar a seres con vida, disfrutando de picar los ojos de los animales que se le cruzaran con una vara de madera o lanzándoles piedras a las aves que se acercaban a su casa.

Él no lo sabía aún, pero estaba escalando en dimensión. Pronto, no iba a ser suficiente solo con animales.

—¡¿Pero que hiciste?! — su madre había encontrado al gato muerto cuando decidió empezar a plantar un jardín de rosas.

KyungSoo temió ser sometido a una nueva clase de tortura física, por lo que antes de que su madre lo alcanzara, tomó su mochila y salió corriendo de casa.

Corrió tan rápido como pudo, corrió hasta que el aire le faltó tanto que se derrumbó sobre el asfalto de la carretera.

KyungSoo tirado sobre el camino, rodó hasta quedar bocarriba, observó el cielo azul. En medio de la nada, todo se sentía tan tranquilo. Cerró los ojos para disfrutar del momento y desde entonces, no hubo nada que deseara más que rodearse de esa apacible sensación.

La madre de KyungSoo lo alcanzó, con diez años, no podía correr tan lejos.

Y lo que le siguió a continuación era tan difícil de recordar para KyungSoo, que prefería pensar que desde que había cerrado los ojos en medio de la carretera no había pasado nada hasta que volvió a abrir los ojos en la cama de una de sus hermanas, con bolsas de hielo sobre la cabeza y un mal colocado cabestrillo en el brazo.

SooJin cuidaba de él, entre gimoteos apenas audibles.

KyungSoo pudo dormir plácidamente, con todos los analgésicos que le habían hecho tomar, no pudo sentir ningún dolor.

A la mañana siguiente, su madre lo sacó de la cama, únicamente para lanzarlo al auto que recién había comprado, se dirigían a la central de autobuses.

Nadie dijo nada al interior.

—Ahora serás problema de alguien más— sentencio su madre, aventando el boleto de camión, sin decir nada más abandonó al niño en la estación de autobuses.

KyungSoo tomó el boleto, un destino que no conocía, pero seguramente sería mucho mejor que seguir viviendo con su madre, rodeado de tanta injusticia.

Preguntando a los responsables de la estación de autobuses pudo llegar al camión que lo sacaría de la ciudad, llevaba consigo una única maleta.

Al momento de llegar a su destino, no supo hacia dónde dirigirse o que era lo que debía hacer, tal vez su madre lo había abandonado para siempre.

—¡KyungSoo! — su nombre fue gritado con emoción, el menor reconoció de inmediato a su abuelo materno.

El joven Do corrió a abrazar a su abuelo quien lo recibió con la misma emoción.

—¿En qué problema te metiste? — sonrió su abuelo, viendo la gran cantidad de heridas que el niño portaba.

—Una pelea con otros niños— mintió el menor, con una nostálgica sonrisa, se había obligado a olvidar cada detalle detrás de cada moretón.

—Vamos, vamos— el abuelo Do le ayudó con la maleta y ambos fueron caminando hasta el domicilio.

Los abuelos Do vivían en una granja alejada del pueblo, era un lugar enorme, decenas de hectáreas llenas de verde pradera, graneros gigantescos que albergaban toda clase de animales de corral. Un par de perros corrían por la vereda cuidando a las ovejas.

KyungSoo no había visto nunca una imagen tan agradable.

Desde entonces su vida cambió de rumbo, el abuelo Do figuraba como una eminencia paternal, enseñándole todo lo que sabía sobre el ganado y la agronomía, le había enseñado a cosechar sus propios vegetales, a cuidar de las plantas y árboles de frutas, le extendió todo su conocimiento sobre animales y sus cuidados.

KyungSoo pasaba confortables momentos al lado de su abuelo, prefería estar todo el día cuidando la granja, cosechando las frutas y verduras para después lavarlas, alimentando a los animales o jugando con los perros, cualquier cosa que pasar tiempo dentro de la casa al lado de su abuela.

La abuela Do, no era más que una extensión de su madre, de fuerte carácter y mala actitud, dado que fungía como escritora su empleo se desarrollaba en casa. Y la anciana mujer no duda en hacer notar los defectos de KyungSoo cada que podía.

—Ahora entiendo porque tu madre te regalo.

—No lo regaló— reprendió su pareja.

—No estoy hablando contigo— habló la abuela con mala cara.

KyungSoo identificó la misma dinámica que su madre sostenía con su padre.

En aquella situación trató de pasar por alto la calidad de vida que su abuelo sufría, así como KyungSoo se sentía aliviado de tener a una persona en quien pudiera apoyarse, le parecía que su abuelo compartía el sentimiento al estar rodeado de su nieto.

El abuelo Do se encargó de ser la mejor figura ejemplar que KyungSoo pudiera tener y la vida fue relativamente mejor durante el par de años siguientes.

—¿Cómo funciona? — preguntó KyungSoo de doce años cuando su abuelo le extendió su primer regalo de cumpleaños.

—Sólo... colocas los cartuchos...— explicaba el anciano mientras sostenía el arma de caza y le mostraba como debía hacer las cosas —cierras... jalas un poco para cargar— ejemplificó el abuelo Do —Quitas el seguro...

KyungSoo observó detalladamente, guardando en su memoria cada instrucción.

—Apuntas..., sostienes firmemente, colocas el dedo en el gatillo con cuidado para no disparar...

El joven Do se acercó un poco más para poder observar finamente cada paso.

—Y disparas.

El estruendoso sonido de la pólvora hizo dar a KyungSoo brinco, sobresaltado pero extasiado por la demostración.

—Déjame probarlo— pidió extendiendo los brazos para recibir la escopeta.

Y con la guía de su abuelo, aprendió a disparar la escopeta que le habían dado de regalo.

KyungSoo había recibido el presente para que pudiera ayudar a su abuelo a la hora de la caza pues los estragos de la edad empezaban a hacer aparición en el miembro más longevo de la familia.

El abuelo Do tenía preocupantes episodios de amnesia inmediata, al principio a KyungSoo le pareció tierno la manera en la que su abuelo preguntaba las mismas cosas con apenas minutos de diferencia.

—Jajajaja— KyungSoo creía que aquello se trataba de una broma —Te lo dije recién, abuelo.

—Ajajaja— el abuelo temía estar siendo víctima de los gajes de la vida —Por supuesto, eres muy atento KyungSoo.

Y como la percepción de su abuelo no parecía mejorar, la abuela decidió enviar solo a KyungSoo a hacerse cargo de la granja mientras el abuelo guardaba reposo.

Sus días se volvieron a tornar pesados, con la ausencia de su abuelo, la abuela Do aprovechaba para reclamar sin miedo sobre lo incomoda que se sentía con la presencia de su nieto.

—No terminaste la escuela, KyungSoo, no estás trabajando de verdad, nosotros te estamos manteniendo a cambio de nada— decía la anciana mujer mientras preparaba el desayuno —Incluso tengo que cocinarte, aprende a hacer algo útil de tu vida o al menos deja de ser tan jodidamente irritante.

KyungSoo se ofrecía a lavar los platos, a hacer la limpieza de la casa además de cuidar de la granja, pero la mujer siempre se negaba a ello, alegando que KyungSoo era tan torpe que rompería la vajilla, que arruinaría los pisos o que rompería todo a su paso.

—Eres un bueno para nada.

El menor añoraba los días en los que pasaba horas al lado de su ahora convaleciente abuelo.

—¡Y ese anciano no hace más que hartarme! — gritó la mujer cuando escuchó su nombre salir de la cansada voz de su esposo —Viejo decrepito...

KyungSoo repitió la mueca de desprecio, dirigió una pesada mirada hasta su abuela y salió de la casa para empezar a trabajar en la granja.

La abuela Do no sólo se atrevía a insultar a KyungSoo o a su esposo, también hablaba mal de la madre de KyungSoo, de su padre y de sus hermanas, parecía que la anciana simplemente tenía una mala actitud frente a la vida.

—Guarda silencio, estoy escribiendo— regañaba la mujer cuando percibía los de por sí, ya cuidadosos y silenciosos masticados de KyungSoo.

El menor dejó de comer, se levantó de su asiento para dirigirse hasta la habitación donde se abuelo reposaba.

—¿KyungSoo?

—Abuelo— sonrió el más joven, acercándose a la cama para tomar una de sus manos —¿Podemos ir a pescar?

El anciano asintió con la cabeza —Hoy me siento mejor.

El más joven sonrió. Ayudó entonces a su abuelo a ponerse de pie, lo instruyó para colocarse la ropa y los zapatos de manera adecuada, parecía que su enfermedad ahora le dificultaba realizar tareas básicas de la vida cotidiana, KyungSoo sintió temor por el destino final de su querido abuelo.

Los dos bajaron las escaleras hasta el recibidor de la casa.

—¿A dónde van?

La anciana mujer los interceptó, con una molesta expresión.

—Iremos a pescar, hoy me siento un poco mejor— explicó el abuelo, colocando una de sus manos sobre el hombro más cercano de KyungSoo.

—¿A pescar? — cuestionó la mujer con el ceño fruncido —No vas a ir a ningún lugar, después vas a regresar quejándote y yo voy a tener que escucharte.

KyungSoo dio un paso al frente —Yo lo cuidaré.

—¿Tú? — la mujer comenzó a reír escandalosamente y de manera sarcástica.

—No llegaremos muy tarde— anunció el abuelo Do, yendo a la puerta, listo para marcharse.

KyungSoo lo imitó y sin decir nada más, la mujer los observó salir de la casa.

—Ojalá no regresen— musitó en voz baja, pero no lo suficiente como para que KyungSoo pudiera entender sus palabras.

Los dos Do habían ido al granero para tomar las cosas de pesca y mientras se alistaban, KyungSoo de pronto se sintió sumergido en un torbellino de ideas.

Estaba tan cansado de todo lo que pasaba a su alrededor, parecía que cada vez que conocía a una nueva persona, esta se empeñaba en ver sus defectos, lo llenaba de malos tratos y poca cortesía y las pocas personas que parecían tener una buena disposición con él, terminaban por alejarse.

KyungSoo no quería recordar el último evento que pasó al lado de su madre en casa, pero era imposible no sentir una profunda rabia cuando se hacía remembrar que había pasado dos meses con un yeso, que todavía tenía pesadillas que olvidaba en cuanto abría los ojos, recordaba cada una de las hirientes palabras de su madre, gritándole cuanto lo odiaba.

Y no podía evitar pensar que cuando su abuelo muriera, su vida sería la misma desgracia que cuando su padre se fue de casa.

Así que tomó una decisión.

—Olvidé mi suéter en casa— anunció KyungSoo a su abuelo —Volveré en un momento— el bajito se levantó del suelo y salió corriendo del granero.

Se dirigió con prisa hasta el garaje al lado de la casa, tomó la escopeta que era habilidoso manejando, caminó decidido hasta la casa, abrió la puerta de manera estrepitosa y se dirigió hasta la cocina, donde sabía que su abuela estaba escribiendo.

—¿Olvidó algo el anciano ese? Ja— se burló la mujer en cuanto escuchó los pasos detrás de ella.

KyungSoo frunció el entrecejo fuertemente, apuntó el arma ya cargada y después de haber quitado el seguro...

Disparó.

La bala salió eyectada directamente hasta el cráneo de la abuela Do, atravesándolo de extremo a extremo, la mujer cayó de bruces sobre sus escritos, la sangre se desbordo por los lados de la mesa. La muerte había sido instantánea.

KyungSoo cerró los ojos y sin soltar la escopeta, respiró calmadamente, la apacible sensación que buscaba pudo apreciarla una vez más.

Abrió los ojos y con decisión, esperó en las escaleras principales, sentado en el penúltimo escalón, con la escopeta al lado.

Transcurrieron un par de minutos antes de que el abuelo volviera a la casa, para buscar a KyungSoo quien se había demorado bastante rato.

—KyungSoo, vamos, se hace tarde— el abuelo cruzó el umbral de la entrada y se dirigió hasta el menor —¿Para qué has traído eso? — dijo refiriéndose a la escopeta.

El arma fue empuñada y el cañón se dirigió al cuerpo de su abuelo, KyungSoo disparó nuevamente y observó cómo su abuelo se desplomó en el suelo. Había dado al centro de su abdomen.

—Ah...— un débil suspiró salió de sus caducos labios y de manera precoz, la vida escapó de sus ojos.

El bajito observó el cuerpo de su abuelo, frunció los labios y regresó a las escaleras.

Estuvo un buen rato sentado en el mismo lugar, pensando en lo que había hecho recién y en la tranquila sensación que encontraba en el silencioso hogar.

La razón por la que había terminado también con la vida de su abuelo, había sido por compasión, o al menos eso había sido lo declarado.

KyungSoo pensaba que si su abuelo se enteraba que su esposa estaba muerta, sufriría emocionalmente y creía que eso solo agravaría su enfermedad y le daría un tortuoso y lento desenlace para su calidad de vida.

El chico permaneció sentado en el mismo lugar hasta que el sol se puso, había pasado todo el día aguardando en las escaleras, en un granja alejada del pueblo, difícilmente alguien iba a enterarse de lo sucedido.

Pero no sabiendo que hacer ante aquella situación, se apresuró a llamar a la policía.

Al principio, no creyeron en él.

Pero tras mucha insistencia y lágrimas de desesperación, la policía optó por dar un vistazo a la granja de los Do.

Las sorpresa fue enorme cuando se encontraron los dos cuerpos y al inmutable joven al interior.

Por supuesto que aquello se volvió un escándalo enorme, la madre de KyungSoo tuvo que ir por él y el proceso legal que estaba por enfrentarse no se sabía cómo manejar.

KyungSoo fue interrogado por varios detectives, psicólogos y psiquiatras, lamentablemente ninguno de los que estuvo en contacto con él, era un especialista tratando pacientes de su edad. Por lo que a la hora del enjuiciamiento, el tribunal lo había declarado mentalmente incompetente.

Por ello, sus cargos fueron retirados pero la sanción sería pasar lo que debió haber sido su sentencia en un hospital psiquiátrico como condena reformatoria.

Y finalmente el famoso antecedente salió a la luz.

KyungSoo había sido admitido en un hospital psiquiátrico a los recién cumplidos trece años, bajó el diagnóstico de esquizofrenia paranoide.

Sin embargo, el personal del hospital se replantearía el diagnóstico adjudicado en los primeros días de estancia del menor.

Dado que las instalaciones no estaba equipadas para pacientes de tan joven edad, los especialistas decidieron ponerlo en un pabellón acondicionado especialmente para él cerca de los consultorios principales de los psiquiatras.

Como parte de las evaluaciones iniciales para estructurar un tratamiento, uno de los psiquiatras encargados de KyungSoo aplicó una prueba para valorar sus capacidades intelectuales. Fue ahí donde descubrieron que su coeficiente intelectual superaba la media por cincuenta puntos.

—KyungSoo es un chico muy inteligente— admitía uno de los doctores a la hora de discutir el caso con las autoridades —Lo cual nos resultó sorpresivo dados su antecedentes escolares, no terminó ni siquiera la educación básica. Pero su capacidad resolutiva y la visión matemática y espacial que tiene son impecables.

—¿Nos llamó para decirnos que KyungSoo es un genio incomprendido? — preguntó el oficial a cargo de aquel caso.

—No— negó el doctor extendiendo el expediente del joven —Una parte fundamental a la hora de diagnosticar esquizofrenia es la presencia de una regresión de la capacidad cognitiva— explicó el médico —expresada en la falta de resolución de conflictos o meramente en un deterioro en el razonamiento. Algo que KyungSoo tiene perfectamente preservado, me atrevo a decir, que incluso mejor desarrollado que en la mayoría de nosotros.

—¿No está loco entonces?

El psiquiatra le dedicó una mala mirada, por haber utilizado un adjetivo peyorativo para con su paciente.

—Evaluamos a KyungSoo a profundidad, para cerciorarnos de que es una persona mentalmente sana, pues de ser así... puede enfrentar los cargos correspondientes para sus crímenes— dijo el doctor pasando las hojas de evaluaciones —Sin embargo, aunque KyungSoo carece de la gran mayoría de los aspectos clínicos de la esquizofrenia, si posee una basta categría de ellos.

—¿Qué quiere decir?

—Fue positivo a todos los síntomas negativos— afirmó el responsable del paciente —Lo que quiere decir, que en el área emocional, KyungSoo revela serios problemas... muchos de los cuales explicarían su actuar.

—¿Quiere decir que aún podemos enviarlo a la cárcel? — quiso saber el único tópico que le interesaba.

—Más bien, pensaba en redirigir su sentencia reformatoria, necesita ayuda, es obvio— explicó el doctor.

—¿Entonces?

—Creemos que se puede reformar— dijo el psiquiatra con emoción —Los estudios demuestran que con el tratamiento específico y la educación del paciente sobre su enfermedad se pueden obtener resultados favorables.

—¿Si está loco entonces?

El médico apretó la quijada al escuchar nuevamente la despectiva referencia —Hemos diagnosticado a KyungSoo con un temprano trastorno de la personalidad.

El oficial que había estado a cargo del caso de los asesinatos de la pareja Do, dejó que el hospital hiciera los ajustes necesarios para lograr que el culpable en cuestión pudiera superar sus dificultades.

Y así había sido.

Durante los primeros años de la terapia readaptativa de KyungSoo, había tenido extensas sesiones con el par de psiquiatras a su cargo.

A pesar de que los médicos escuchaban atentamente cada detalle dicho por el menor, KyungSoo seguía percibiendo en ellos la especie de personas que sólo indagaban en su vida porque parecía demasiado anormal y no por verdadera preocupación, después de haberse despedido de la última persona que quiso con sinceridad, eligió con confiar en nadie más.

Los avances de KyungSoo eran admirables; había dejado de ser el chico retraído y ajeno a los demás pues había comenzado por entablar conversaciones con otros enfermos, algo que era favorecedor en el espectro del desarrollo interpersonal. Los doctores veían con buenos ojos que empezara a relacionarse con otras personas y permitían en ocasiones que ayudara al cuerpo de enfermería en los cuidados básicos de los enfermos.

KyungSoo no se había dado cuenta de lo favorecedor que era aquello, hasta que uno de los psiquiatras le dio una idea de manera indirecta.

—Hemos visto que has evolucionado favorablemente— explicó con una sonrisa —Tus comportamientos emocionales erráticos están desvaneciendo, es bueno verlo.

El menor se había limitado a sonreír ligeramente. En su cabeza había traducido las palabras a algo como "Nos estas dando lo que estamos esperando"

Por lo que a partir de aquel día, se dispuso a ofrecer más detalles sobre su conducta favorable. La realidad era, que tampoco le disgustaba pasar su vida en el hospital, todo era tranquilo la mayoría de las veces, no había nadie que le gritara, humillara o molestara, era como un alivio para él. Pero a pesar de ello, dentro de él se seguía construyendo la impulsividad para cometer un crimen de nuevo.

La tranquilidad y el éxtasis experimentado al terminar con la vida de su abuela no eran equiparables con las situaciones vividas dentro del psiquiátrico. Tenía que volver a regocijarse de la sensación de ser él quien humillara.

Así que se propuso terminar su condena reformatoria de manera tan ejemplar, que sus records tendrían que ser borrados y mientras estuviera dentro del hospital, iba a aprovechar cada minuto para encontrar la mejor manera de seguir cometiendo crímenes sin llamar la atención.

—Escuche que mataste a tu esposa— KyungSoo había ganado la total confianza de sus psiquiatras, así que ahora se dedicaba a aplicar las pruebas diagnósticas mientras los doctores llegaban a los consultorios.

El hombre al lado de KyungSoo lo observó con temor y una mirada que reflejaba delirio total.

No fue la única vez que KyungSoo elegía acercarse a los enfermos que eran hospitalizados por conductas agresivas o compulsiones insanas, era una manera de conocer un terreno que desconocía y en donde planeaba ir de excursión.

El joven Do, pudo por medio de entrevistas disfrazadas de nobles conversaciones, averiguar el modus operandi de varios convictos, supo los detalles del por qué los habían atrapado, conoció la manera correcta de elegir víctimas, se le informó como cerciorarse de no dejar pistas, de cómo evadir a la policía. Descubrió como ganar la confianza de las personas en cuestión de segundos.

Y todas las experiencias que escuchaba de los otros enfermos las corroboró en los textos psiquiátricos que le permitían leer con total libertad. De esa manera también pudo aprobar todos los exámenes de control.

—KyungSoo, estoy muy orgulloso de ti— expresaba el mayor de los psiquiatras que había estado a su cargo durante los cinco años que pasó dentro del hospital —Tu evolución ha sido la mejor que he visto en toda mi vida.

—¿Lo cree así? — preguntó KyungSoo, con el semblante que adoptaría a partir de ese momento; sereno, ligeramente sonriente, capaz de transmitir tranquilidad.

—Si— asintió con emoción —Estamos muy contentos de que podrás salir dentro de poco.

—¿En serio? — cuestionó el más joven, sorprendido, no esperaba que el tiempo hubiera ido tan rápido —¿Saldré pronto?

—En un par de semanas, estamos preparando tu expediente...

La sonrisa de KyungSoo se desvaneció y ahora reflejaba una actuada preocupación. Había pensado en ello durante semanas —Mi expediente...

—¿Sucede algo, KyungSoo?

—Doctor...— el más joven lo observó, pidiendo compasión —Si la meta de mi estancia en el hospital era mi readaptación a la sociedad...— guardó silencio para tratar de transmitir su preocupación —¿Cómo se supone que empezaré a desarrollarme con seguridad si tengo un expediente con todos esos antecedentes tras la espalda?

El médico guardó silencio, entendía la situación...

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El par de detectives había quedado boquiabierto ante la amplia explicación que KyungSoo había dado, los detalles tan bien preservados hacían todo mucho más creíble.

BaekHyun del otro lado del cristal no sabía cómo sentirse al respecto, estaba tan contrariado. Finalmente tenía el conocimiento del antecedente que tanta intriga le producía. No imaginaba que se trataría de un suceso tan traumático.

ChanYeol por su parte había permanecido en completo silencio, estaba aturdido por la enorme cantidad de información que se le había revelado, había tanto que analizar en la cinta. No había podido escribir nada en sus anotaciones más que un pequeño recordatorio sobre localizar a las hermanas Do.

—¿C-cómo...?— KyungSoo había guardado silencio así que ChanYeol todavía quería saber cómo fue su vida tras su salida del hospital y sobre todo como había logrado que antecedentes tan importantes como el asesinato de sus abuelos fueran borrados de su historial.

Pero antes de que pudieran continuar con el interrogatorio, llamaron a la puerta de la sala y sin esperar por una respuesta, esta se abrió.

Se pudo ver entonces a un hombre, perfectamente vestido, irradiando seguridad.

—Tienes que estar bromeando...— susurró BaekHyun desde su asiento en cuanto reconoció el rostro del abogado que representaría a KyungSoo —¿En serio era el único disponible?

—Tú— el licenciado señaló a KyungSoo mientras se adentraba a la habitación —No digas nada más.

KyungSoo lo observó con seriedad, obedeciendo sus palabras pero pensando que él no había solicitado la ayuda de ningún cuerpo legal.

—Y tú— se dirigió ahora a ChanYeol —Deja de hacer preguntas— el hombre se acercó a la mesa, detuvo la grabadora, guardó los papeles de la investigación dentro de la carpeta y le extendió el expediente a ChanYeol —Hablare con mi cliente ahora.

—Adelante...— musitó el detective Park tomando la carpeta, sujetando sus notas y guardando su bolígrafo.

—A solas— dijo el abogado con una fuerte expresión en el rostro.

ChanYeol hizo una mueca, pero obedeciendo los protocolos establecidos, salió de la sala de interrogatorio, esperando afuera.

—Mi nombre es Kim JaeJoong— se presentó con KyungSoo, tomando asiento en la silla junto a la que habían ocupado el par de detectives —Y soy el mejor abogado que podrás tener.

El menor lo observó con escepticismo.

—Ahora dime, KyungSoo— el hombre sonrió de manera elegante —Me dijeron que te declaraste culpable. ¿Qué tanto de lo has dicho puede tacharte como culpable?

El más joven quiso declinar la opción de la defensa legal, pero decidió aceptar el trato llevado por la curiosidad de conocer el desenlace del futuro juicio.

—Nada— respondió el menor —Al menos no del delito que me acusan.

JaeJoong levantó una ceja, complacido —De acuerdo, dime ahora todo lo que has hecho.

KyungSoo apretó los labios, presintiendo que el abogado se refería a los crímenes cometidos y por los que podrían culparlo, decidió enumerar cada uno de los asesinatos que estaban bajo investigación, el licenciado le había pedido las pistas clave que pudieran inculparlo y que estuvieran en posesión de la policía.

El abogado se dio cuenta entonces, que KyungSoo iba a ser hallado culpable sin importar lo que hiciera para defenderlo. Por lo que hizo la propuesta de trabajo.

—Vamos a buscar la menor sentencia posible— dijo el abogado Kim —Si nos esforzamos lo suficiente, te conseguiré el derecho a libertad condicional.

KyungSoo abrió los ojos, lleno de sorpresa.

—Lo sé— sonrió el hombre —Soy el mejor que podrás tener.

El menor aceptó la propuesta, JaeJoong permitió que ChanYeol siguiera con el interrogatorio.

—¿Por qué no hay registros sobre tus antecedentes psiquiátricos? — preguntó el detective Park, reanudando la grabación, sentado frente a KyungSoo y teniendo a su lado al abogado Kim.

Tras una señal aprobatoria de JaeJoong, KyungSoo respondió.

El joven se encogió de hombros —Les dije que lo borraran.

Su abogado sonrió.

ChanYeol frunció el entrecejo. Y anotó rápidamente en las hojas blancas, la segunda palabra que encontraba perfecta para describir al criminal frente a él: "Manipulador"

La noche había sido dejada detrás, junto con una extensa confesión sobre los antecedentes del menor, aún quedaba el resto de la madrugada para obtener la información complementaria.

Aunque la presencia del abogado Kim, parecía que sería un obstáculo difícil de sobrepasar.

____

Me da mucha pena este trasfondo...

Estuve leyendo un montón sobre esta clase de casos y sólo podía sentirme triste e impotente... Hasta que leí un artículo que me voló la cabeza...

Habrá mucho que analizar, una vez más... No se dejen engañar.

¡AH! Y dado que he visto mucho que wattpad está borrando historias de contenido "maduro" y temo que me borren todas mis historias jajaja, les pasó el dato: tengo una cuenta en Ao3, es el mismo nombre de usuario "HeiwajimaOrihara" así que si alguuuuna vez nos borran de acá, allá podrán encontrar todas las historias.

uwu para todos.

Nos leemos próximamente.

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