cap 8
El pequeño azabache se despertó y se estiró sobre su cama. Había descansado bien a pesar de que se había quedado hasta tarde haciendo sus tareas con Mark. Su madre había quedado fascinada con la ropa que éste último le había comprado a su hijo, en verdad lo quería como si fuera un hijo más y agradecía que se preocupara de esa manera por su pequeño. Sabía que con él, nada podía pasarle a Jimin.
Tomó su teléfono y se metió al chat de Kook, sonrió y le escribió.
El mocoso.
Hola Kook Hyung
08:30 a.m.
El teléfono del rubio sonó, despertandolo del hermoso sueño que estaba teniendo. Gruñó bastante enojado y al ver el nombre de quién le escribía, se colocó una almohada en el rostro y gritó con todas sus fuerzas.
Kook hyung.
¿¡Por qué me escribes a esta hora, MOCOSO!?
08:33 a.m.
✓✓
Al ver esto, Jimin hizo un leve puchero y volvió a escribir.
El mocoso.
No era mi intención despertarlo, Kook Hyung :c
pero ya está bastante tarde como para seguir durmiendo.
08:34 a.m.
✓✓
Kook Hyung.
¡¿Y quién eres tú para decirme a qué hora levantarme?!
08:34 a.m.
✓✓
El mocoso.
Nadie pero...Podría ser un poco más amable
¿No cree? :c
08:35 a.m.
✓✓
Kook hyung.
¿Y por qué debería de hacerlo?
08:35 a.m.
✓✓
El mocoso.
Porque yo lo respeto y lo estimo mucho :3
08:35 a.m.
✓✓
Apenas leyó este mensaje, abrió sus ojos en demasía y tiró su celular a un lado. En definitiva ese niño estaba loco ¿Quién hacía eso con un extraño? Es decir, solo le salvó la vida, no era nada del otro mundo.
Torció su boca y luego de un rato volvió a tomar su teléfono, le escribió y volvió a salirse del chat.
Kook hyung.
Esta bien...Trataré
08:37 a.m.
✓✓
Jimin sonrió y dejó su teléfono a un lado. En ese preciso momento entraba su madre por la puerta y al verlo sonreír de ese modo, se cruzó de brazos y sonrió tiernamente.
—¿Se puede saber por qué estás tan contento, cariño?— lo miraba con una sonrisa de lado desde el marco de la puerta.
—Bueno pues...— pensó en decirle la verdad, pero si lo hacía, se iba a dar cuenta de lo ocurrido esa noche y no quería que eso sucediera —Salió el tráiler de la nueva temporada de Shingeki no kyojin— jugó con sus deditos esperando que su madre le creyera.
Escuchó una suave risa, alzó su rostro y vio a su madre negando divertida.
—De verdad tú no cambias, cariño— aquello lo hizo apenarse un poco haciendo que se sonrojara —Pero bueno, ven a desayunar, debes alistarte para ir a la escuela.
El menor hizo un leve puchero y asintió, ya no le estaba gustando ir a la escuela, lo estaban cargando de trabajos y tareas y eso ya no le agradaba.
Una vez su madre se había ido, tomó nuevamente su celular y le volvió a escribir al rubio.
El mocoso.
Me tengo que ir a estudiar, luego te escribo, bai :3
08:40 a.m.
✓✓
Kook al ver esto, no pudo evitar reír. Dejó el mensaje en visto y se quedó acostado en su cama.
—Es jodidamente inocente ese mocoso.
•••
Habían pasado ya varias semanas, semanas durante las cuales Jungkook se iba a recibir su entrenamiento por parte de Sinoda y Jimin iba a estudiar todos los días, siempre sin olvidarse de dejarle un mensaje de buenos días a su hyung. No sabía porqué, pero le agradaba mucho a pesar de no saber nada de él, lo mismo para con el rubio. Ya se le había hecho costumbre que el azabache le escribiera todos los días y siempre se quedaba en cama esperando su mensaje.
Era una mañana como cualquier otra. Se había despertado, pero no por el ruido de su celular, sino por su hermano gritándole al tiempo que entraba por la puerta.
—¡¿Se puede saber a qué horas piensas despertarte?! ¡Ya son las 9:00, debes estar con Sinoda en treinta minutos!
Abrió sus ojos como platos y salió de un salto de la cama, corrió hacia el baño y sin esperar a que su cuerpo desprendiera el calor provocado por el sueño, abrió la llave y empezó a bañarse lo más rápido que pudo.
—No me digas que esta vez te quedaste dormido, Jungkook— escuchaba los reclamos de su hermano desde el otro lado de la puerta.
Pero pese a esto, su mente no estaba poniendo atención y solo se hacía una pregunta una y otra vez en su cabeza.
¿Por qué hoy no me escribió?
Es decir, no quería sentirse dependiente de aquello ni que le importara mucho, pero no podía evitar sentirse afectado. Se sentía extraño al no recibir un mensaje de buenos días por parte de ese irritable mocoso que poco a poco dejaba de serlo.
Se dio una cachetada mental y terminó de bañarse, no podía ponerse a pensar en eso, tal vez se le había olvidado y más tarde le escribiría. Salió del baño y se vistió rápidamente, se terminó de alistar y salió como alma que lleva el diablo hacia la mansión de Sinoda. Sin desayunar, porque tampoco le había dado el tiempo.
[...]
Ya estaba atardeciendo y por fin conducía devuelta a casa. Estaba cansado por tanto esfuerzo y ejercicio, aunque debía admitir que poco a poco se estaba acostumbrando. Llegó a su casa y tras abrir la puerta, fue a saquear la cocina para comer algo, estaba muerto del hambre.
—Ey, estoy haciendo la cena. No comas eso— recibió una reprimenda por parte del de cabellos morados.
Solamente sacó una galleta y se dirigió al sofá pero al ver la mirada asesina que le brindó su hermano, soltó un bufido y se sentó en el piso.
Luego de terminar de comer, sacó su teléfono y de inmediato se metió al chat del azabache para ver si le había escrito.
Nada.
¿Por qué hoy no me escribiste, mocoso?
•••
Se despertó agitado a mitad de la madrugada. Había vuelto a tener una pesadilla y el protagonista de su sueño era Taehyung. Empezó a llorar, era tan real, lo tenía al frente y sentía como si pudiera tocarlo, pero al momento de hacerlo éste murmuró algo que no fue entendible para los oídos del pequeño y desapareció.
Su estómago y cabeza dolían, se sentía mareado. Caminó hasta la cocina para buscar una pastilla y un vaso. Al encontrarlo, lo tomó entre sus manos y se dirigió a la llave para llenarlo con agua, pero en ese preciso momento su vista se nubló y cayó desmayado, quebrando el vaso en el acto y despertando abruptamente a su madre.
—¿Jimin?— su madre bastante asustada corrió hacia la cocina y al ver el cuerpo de su pequeño en el piso, se asustó muchísimo más —¡Jimin!
[...]
Habían llegado al hospital, unos enfermeros se habían llevado al azabache en una camilla hacia una de las habitaciones. Su madre había querido ir con él, pero una de las enfermeras le impidió el paso y no la dejó entrar.
La azabache empezó a llorar en su asiento, le preocupaba mucho la salud de su hijo. No entendía cómo, si nomás ayer estaba bien, le había pasado esto al pequeño.
Al rededor de una hora, un enfermero salió por la puerta donde habían ingresado a Jimin y se dirigió a la sala de espera.
—¿Algún familiar del paciente Park Jimin?
La mujer rápidamente se levantó y fue hacia el enfermero.
—Yo soy su mamá ¿Cómo está mi hijo?— su voz sonaba tan preocupada que removió el corazón del profesional.
—Venga conmigo— le hizo señas para que lo siguiera. En seguida hizo caso y empezó a caminar a su lado —¿El paciente tiene algún trastorno alimenticio?
La señora Park se quedó atónita unos segundos pero luego reaccionó moviendo su cabeza indicando negación.
—¿El paciente se alimenta correctamente?
—Últimamente si.
—¿El paciente sufre de alguna enfermedad cohexistente?
—No.
—¿El paciente hace ejercicio físico?
—No.
—¿El paciente sufre de depresión?
—...
No sabía que responder ante esa pregunta, se suponía que su pequeño lo estaba superando, pero no podía estar 100% segura.
—Él...Está pasando por un momento difícil desde hace poco más de dos meses— se limitó a decir.
—¿Se puede saber la causa?— el enfermero iba anotando todos los datos en una libreta.
—Su novio murió asesinado.
Al hombre se le notaba en su rostro bastante preocupación. Anotó lo dicho por la castaña y luego guardó su bolígrafo.
—Su hijo sufrió un desmayo por un bajón de azúcar— empezó a decir —Pero en sí, lo que conllevó a eso fue una mala alimentación. También puede contribuir el hecho de que su hijo no está en constante movimiento y su metabolismo por lo tanto se ve afectado.
La señora Park iba escuchando todo con suma atención, no podía creer que no estaba al tanto de esto, ella creía que sabía todo lo relacionado con su pequeño pero ahora veía que estaba totalmente equivocada.
—Y...— trataba de que su voz sonara firme —¿Qué puedo hacer al respecto para que mi hijo mejore?
—Yo le aconsejaría primero que todo llevarlo a un psicólogo— apenas pronunció aquello, la mujer se quedó en un estado de shock —También le voy a recetar una dieta para que el paciente siga y también le recomiendo que haga ejercicio por lo menos tres veces a la semana— vio como anotaba algo en su libreta —Voy a llevar esta receta al laboratorio y de allí le van a suministrar unos medicamentos ¿Está bien?
Ella asintió y se quedó con su cabeza gacha.
—¿Puedo pasar a verlo?— preguntó con un hilo de voz.
—Por supuesto, venga conmigo.
Caminaron hasta una puerta, la cuál fue abierta por el enfermero.
—Aún no se despierta pero por lo que veo, usted está muy preocupada y creo que le tranquilizaría ver a su hijo— dijo antes de cerrar la puerta detrás de ella y dejarla sola con Jimin.
Unas lágrimas resbalaron por sus mejillas y con mucho cuidado, se sentó a un lado de la camilla, quedando de frente ante su hijo, quién dormía sobre aquella camilla con una intravenosa en su brazo.
Sollozó un poco, quería ser fuerte por su hijo pero a veces le era imposible. Tomó la débil y fría mano del azabache y le dió calor con la suya. No se sabe cuánto tiempo estuvo así, pero luego de cierto tiempo vió como aquella mano se movía y agarraba uno de sus dedos.
—Hola mamá— habló con un hilo de voz mientras sonreía.
La mujer dejó caer otras lágrimas, sonrió y acarició suavemente su rostro.
—¿Cómo te sientes, cariño?
—Cansado...¿Qué me pasó?
—Sufriste un desmayo. Pero ya todo está bien, el doctor ya me explicó todo, no tienes por qué preocuparte.
El azabache dió un suspiro y se quedó acostado mirando hacia el techo.
—¿Cuándo me van a dejar salir?
—Aún no lo sé... Pero apenas el doctor lo diga, te prometo que te llevaré a casa ¿Está bien?— sonrió cálidamente. Jimin apenas sonrió y asintió débilmente. Se sentía tan cansado, no se dió cuenta del momento en que volvió a quedarse dormido.
[...]
No sabía cuánto había dormido, miró hacia la ventana de su habitación y abrió sus ojos sorprendido al ver que estaba de noche ¿De verdad había dormido tanto?
Dirigió su vista hacia la puerta en el preciso momento en que una enfermera entraba a la habitación, quién con una sonrisa se dirigió hacia él con un plato de comida. Puso un desayunador sobre el regazo del azabache y allí colocó con sumo cuidado el plato.
—Si necesita algo solo me avisa— habló dulcemente y se retiró.
Hizo una reverencia con su cabeza y empezó a comer. A comparación de como lo recordaba, la comida no le sabía tan mal, después de todo tenía hambre y no había comido nada en todo el día.
Terminó de comer y en ese momento cayó en cuenta de algo. Buscó su teléfono sobre la mesa a su lado o alguna otra base pero no lo encontró.
Hoy no le escribí a Kook Hyung.
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