cap 2
Jimin suspiró, soltando aire frío por su boca.
—No creo que sea buena idea...— sus ojos se inundaron de lágrimas —¡Mejor déjeme matarme!— miró dolido al chico que estaba frente a él.
Éste último lo miró juzgándole —¿Sabes? Odio ver cuando los jóvenes se matan por tonterías— bufó y se acomodó nuevamente su gorra.
—Mataron a mi novio— soltó sin más, haciendo que el chico se sobresaltara.
—Oh, lo siento— torció su boca, sintiéndose mal por haber dicho lo anterior.
Jimin volvió a llorar, importándole poco parecer tan débil frente a aquel desconocido. El chico, sin quitarse el tapabocas, puso una mano sobre su cabeza y la movió suavemente.
—Emm...— aclaró su garganta —Yo... No sé cómo consolar a alguien pero, mi mayor sentido pésame por tu pérdida.
Jimin se limpió las lágrimas y sin mirarlo, aclaró su garganta y habló.
—Quiero morirme... Quiero estar a su lado.
El chico retiró su mano de la cabeza del menor y lo miró fríamente.
—Entonces ve— señaló con su cabeza el puente —Haz lo que ibas a hacer antes de que yo apareciera.
Jimin abrió sus ojos y lo miró confundido. Okay, no se esperaba eso.
—¿Qué? ¿No era eso lo que querías?— alzó una ceja, apenas visiblemente a la perspectiva del menor. Éste rápidamente se limpió las lágrimas y se levantó del suelo, sacudiendo su pantalón para apartar la nieve que se le había pegado.
—Sí— sorbió su nariz y regresó a la orilla del puente. Se subió al borde y le dio una última mirada al chico que estaba detrás de él, cruzado de brazos esperando a que él lograra con su cometido.
Suspiró y volvió a mirar hacia el abismo, pero apenas soltó la mano que se sostenía del poste, sintió otra rodeándolo por la cintura y jalándolo bruscamente hacia atrás.
—¡Ey!— se quejó al sentir su trasero impactar nuevamente contra la fría nieve del pavimento —Va a dejar que me mate ¿Sí o no?
—Sí que eres necio— sobó el puente de su nariz —Si eres inteligente, creo que ya sabes que no voy a dejar que te mates.
Jimin se levantó rápidamente, se dirigió a aquel chico con los brazos cruzados y lo miró con una expresión de burla en su rostro.
—¿Y eso por qué? ¿Acaso eres un ángel guardián?
El mayor rodó los ojos y se cruzó de brazos —No soporto ver a alguien como tú acabando con su vida por algo así.
—¿Le parece poco?— frunció su entrecejo —Veo que no tiene idea del dolor por el que estoy pasando.
—Vengo del entierro de mi madre.
Sus palabras sonaron tan frías y dolidas que hicieron estremecer al azabache.
—Yo... Lo lamento mucho.
Él no dijo nada, solamente se acercó a él y lo tomó por el brazo para empezar a caminar.
—¡Ey! ¿A dónde me lleva?— luchaba por zafarse del agarre del tipo, pero era casi imposible debido a que se hallaba desnutrido, producto de varios días sin comer adecuadamente. El chico parecía mil veces más fuerte que él.
—Te voy a llevar a tu casa— Jimin tragó grueso al escucharlo.
—¡Pero si ni siquiera sabe dónde es mi casa!— se quejó y siguió luchando por zafarse.
—Por eso tú me vas a decir tu dirección— siguió caminando.
—¡Está loco! ¿Qué le hace pensar que se la voy a decir?— preguntó con el entrecejo fruncido, pero detuvo todos sus movimientos al ver cómo el tipo se volteaba para encararlo. Lo miró a los ojos, los cuales estaban tan oscuros que le transmitían un aura de miedo a Jimin.
—Sé que me la vas a decir porque si no lo haces, me vas a ver en la obligación de llevarte a mi casa.
Sus palabras sonaban tan frías y seguras que Jimin no dudó en señalar la dirección por donde estaba su casa —Es por allí.
—Buen niño.
El viaje fue bastante corto a decir verdad, o por lo menos para Jimin que ya se sabía el camino y tenía su mente más ocupada en preocuparse de que aquel tipo lo pudiera secuestrar. Estaba idealizando un plan en su mente por si eso llegaba a ocurrir, pero inmediatamente lo desechó al recordar su condición. Estaba tan débil que no podía ni siquiera pensar en luchar contra aquel tipo. Era bastante fuerte, lo podía deducir gracias a que sus músculos se sentían por debajo del abrigo que llevaba.
En cambio el otro chico estaba bastante irritado, no pensaba que la casa del azabache quedara tan lejos.
¿Por qué demonios se había ofrecido a hacer eso?
Solamente seguía las indicaciones del menor y volteaba por donde él le decía. Llegado hasta un punto, se había comenzado a desesperar tanto que había empezado a suspirar cada cinco segundos, tal era el caso que Jimin llegó a pensar que esa era su respiración normal.
Pero se sintió mucho más incómodo al llegar a un barrio en el que habían muchas casas lujosas. Sus ojos examinaban todo el lugar y después miraban a aquel chico que estaba a su lado. Jamás se le ocurrió imaginarse que era rico ni mucho menos.
—¿Falta mucho?
Jimin negó con su cabeza y señaló una esquina —Por aquí se voltea y mi casa está a unas tres.
El chico asintió y se dirigió por donde el azabache le había dicho. Al llegar a la casa, cruzaron el jardín; el mayor iba a tocar la puerta hasta que la fría mano de Jimin se lo impidió.
—Espere— susurró —Mi mamá está dormida y no quiero que sepa que salí.
—¿Traes llaves?— habló en voz baja, recibiendo una negación por parte del chico —¡¿Y cómo mierdas planeas entrar si no tienes las llaves?!
—Shh— le hizo un gesto con su dedo para que guardara silencio —Me iba a suicidar ¿Cómo pensó que iba a llevar las llaves si ni siquiera planeaba volver?
El chico rodó sus ojos y se cruzó de brazos —¿Y entonces cómo piensas entrar?
Jimin lo pensó un momento para después volver a mirarlo —Puedo entrar por la ventana.
—¿Así como un ladrón?— arqueó una ceja.
—Ya se me ha hecho costumbre entrar por la ventana y varios vecinos me han visto ya, no se les va a hacer raro si me ven ahora.
El chico le hizo un ademán para que hiciera lo anterior dicho, a lo cual Jimin hizo caso y se trepó por el árbol que estaba justo al frente de la ventana de su habitación. Se trepó por la rama y luchó para poder abrir la ventana.
—Dale, que me hago viejo.
Dirigió su vista hacia el suelo, notando que el chico todavía no se había ido.
—¿Y usted qué hace ahí? Ya puede irse— le hizo una seña para que se fuera, por lo cual el tipo torció su boca indignado, pero éste acto no fue visible para el menor debido al cubrebocas.
—No voy a irme hasta estar completamente seguro de que esta sí es tu casa— se cruzó de brazos.
—¿Desconfía de mí?
—Algo.
Jimin rodó los ojos y siguió luchando por abrir la ventana hasta que logró su cometido. Sin decir nada, se metió a su habitación y miró al chico.
—Ya.
El chico asintió y empezó a caminar hacia afuera del jardín.
—¡Espere!— habló en voz baja pero lo suficientemente alto para que el chico lo escuchara.
—¿Qué quieres?— se dio la vuelta y lo miró.
—¿Cómo te llamas?
El chico lo pensó un momento para después volver a hablar.
—Soy Kook.
Sin decir más, se fue.
Jimin sonrió un poco al tiempo que cerraba su ventana, segundos después, se tumbó en su cama boca arriba para pensar. No podía estar enojado con el chico, después de todo, lo había salvado dos veces y se había tomado la molestia de llevarlo hasta su casa.
—No quiso decirme su nombre real... ¿Un apodo?
Colocó un brazo sobre su rostro.
—Así que kook ¿Eh?
•••
Ahora mismo, el rubio estaba llegando a su casa. Subió las escaleras pero cuando iba en pleno proceso, la voz de su hermano mayor lo detuvo.
—¿Dónde andabas, Jungkook?— se cruzó de brazos.
El nombrado inmediatamente bajó las escaleras y fue hacia su hermano para taparle la boca.
—Te he dicho muchas veces que no me llames por mi nombre cuando ellos estén cerca— recordó fastidiado.
—No hay nadie en la casa, los demás ya se fueron— pronunció apenas se quitó la mano del menor de su boca —Ahora responde.
Jungkook rodó los ojos y metió sus manos en los bolsillos de su abrigo.
—Estaba por ahí dando una vuelta— señaló con la cabeza hacia la calle —Y ya no me hagas preguntas, vengo cansado— se dio la vuelta para subir las escaleras pero la mano del mayor lo detuvo —¿Ahora qué?
—Sé sincero conmigo, Jungkook— su mirada era apacible —Sabes que no puedes ocultarme nada.
Suspiró mirando hacia sus pies, de verdad no podía ocultarle nada a su mayor.
—Estuve ayudando a un chico— torció su boca —Se iba a suicidar y yo lo impedí.
Su contrario alzó una ceja y se cruzó de brazos —¿Así que ahora andas de ángel guardián o qué?
Jungkook puso sus ojos en blanco.
—¿Sabes qué? Mejor hablamos mañana— se dio la vuelta, pero volvió a ser tomado por el brazo —¡Ya no hagas eso!— gritó y se soltó del agarre.
—¿Quién fue ese chico?— su mirada se había tornado más oscura.
—¿Y yo qué voy a saber? Sólo lo ayudé, no me tomé la molestia de preguntarle su nombre.
—¿No te vio la cara?
—¿Me crees idiota? Por supuesto que no.
—Más te vale.
Decidió ignorar a su hyung, subió las escaleras y se encerró en su habitación. El mayor bufó y echó sus cabellos teñidos de morado hacia atrás.
—Este niño.
Se fue a sentar en el único sofá que adornaba la sala y trató de relajarse, necesitaba vacaciones, su trabajo lo tenía bastante tenso los últimos días. Sacó su laptop y la acomodó en sus piernas, quería distraerse un rato hasta que una notificación en su bandeja de mensajes lo distrajo. Abrió el mensaje y frunció su entrecejo al leer su contenido.
Kang.
Hola Jackson, disculpa y sé que estas no son horas de escribirte, pero los idiotas de Minho, Changbin y Minhao quieren que les pagues por el trabajito.
Ante esto bufó, vaya que aquellos idiotas eran bastante puntuales con el cobro.
Jackson.
Ya, diles que mañana iré personalmente y les pagaré el dinero.
Kang.
Sí, pero...Quieren que les pagues en este
preciso momento.
Jackson.
¿Se volvieron locos? ¿Cómo voy a salir a estas horas de la casa? Además, no hace mucho enterramos a mi madre, deberían de ser más considerados.
Kang.
Lo sé, Jack y de nuevo mi más sentido pésame, pero sabes que estos cabrones no tienen sentimientos.
Jackson.
Ojalá y se pudran, diles que llego en unos 40 minutos al lugar de siempre.
Kang.
Sí señor, yo me encargaré de avisarles. Le esperan en la fábrica abandonada.
Soltó su laptop, la cerró y la colocó en la mesa que había a su lado. Completamente molesto, se levantó y caminó hacia su cuarto para alistarse, odiaba salir a esas horas y mucho más ahora que estaban en invierno.
Llamó a dos de sus hombres de confianza para que lo acompañaran, tomó el dinero que estaba guardado en una de las cajas fuertes y lo empacó en un bolso. Se vistió, sacó el arma que siempre llevaba para este tipo de asuntos y bajó por las escaleras, pero la voz de su hermano menor lo detuvo en pleno camino.
—¿Vas a salir?
—Pensé que no saldrías de ese cuarto hasta mañana.
—Responde.
—Sí, voy a salir.
Sin decir más, salió de la casa. Se subió a la camioneta, colocó el arma en la guantera y segundos después, ya se hallaba conduciendo hacia el puente donde había quedado de reunirse con sus hombres. Al llegar allá, éstos se subieron y lo saludaron cortésmente; cada uno llevaba dos revólveres en sus cinturones.
No pasó mucho para que llegaran a la fábrica abandonada donde habían quedado de reunirse. Los tres se bajaron del auto y tomaron sus armas para luego entrar en el oscuro lugar.
—Pensé que no vendría, Jefe Jackson— comentó uno de ellos con una media sonrisa de lado —Ya nos estábamos cansando de esperarlo.
—Cállate, que no me demoré nada, además el clima no ayuda mucho y ustedes son muy descarados como para sacarme de la casa a estas horas— retiró uno de sus cabellos morados hacia atrás —Bueno, aquí está el dinero— se los ofreció, a lo que Changbin no dudó ni un segundo en tomarlo —¿Hicieron bien su trabajo?
—Así es— intervino Minhao —El desgraciado no llevaba mucho, sólo un anillo de oro, una cadena del mismo material, su celular, dos tarjetas de crédito y lo demás que había en su billetera.
—Muy bien— los hombres que acompañaban al pelimorado se acercaron y tomaron las cosas que estaban en una caja —Hicieron muy bien. ¿Dónde lo dejaron?
Los tres hombres se miraron entre sí, algo nerviosos. Ésto le causó una sensación de inconformidad a Jackson, quien se cruzó de brazos y los miró arqueando una ceja.
—Lo repetiré ¿Dónde lo dejaron?
Minho se acercó y alzó su cabeza, pero no pudo sostenerle la mirada a Jackson por mucho tiempo.
—Se presentaron unos percances, el tipo no iba solo.
—¿Con quién iba?— se había comenzado a irritar.
—Iba con un chico, al parecer era su novio— intervino Changbin —Ese idiota nos dio muchos problemas.
Jackson se llevó sus dedos índice y pulgar al puente de su nariz para aliviar el dolor que se había instalado allí.
—¿Y qué hicieron? ¿Lo robaron también?
—No, el muy estúpido me atacó y no tuve más remedio que dispararle...— torció su boca y miró hacia el suelo.
—¿Y le dieron?— el contrario negó con la cabeza —¡Entonces hablen, maldita sea!
—El objetivo se interpuso y la bala le dio a él— se rascó su nuca —Nos consta que murió porque Minhao se camufló entre las personas que habían en el funeral y lo comprobó.
Los ojos de Jackson se tornaron más oscuros. Levantó el arma que traía con él, les apuntó y sin mediar palabra, disparó.
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