cap 12

Había caído la noche y un friolento Jimin salía de la casa de su mejor amigo, había pasado todo el día junto a él y ya consideraba que era hora de regresar. Obviamente el mayor se había ofrecido a llevarlo, pero pese a sus insistencias, el azabache se negó argumentando que quería comprar unas cosas para su mamá y que podía regresar solito a casa, además ya lo había molestado lo suficiente.

Mark se estaba preocupando mucho, temía por la seguridad de su bebé. Las imágenes de la noche anterior aún seguían frescas en su mente y de verdad no quería ni imaginarse los alcances de un tipo como Kook. Trató de acompañarlo pero el pequeño volvió a negarse y se fue, alejándose cada vez más hasta que lo perdió de vista.

Por favor, que nada malo te pase, Mini.

El pequeño se fue caminando hasta un supermercado veinticuatro horas que quedaba un poco alejado de la casa de su mejor amigo. Al entrar en el establecimiento, se abrazó a sí mismo para apaciguar el frío ¿Quién demonios ponía aire acondicionado en Seoul? Es decir, aunque estaban en pleno verano, en las noches aún se sentía como si estuvieran en invierno. Y lo peor es que no se había mejorado de sus alergias, ahora sí iba a salir enfermo de allí.

Se apresuró a meter a la canasta las cosas que iba a comprar, tenía planeado hacerle un pastel de cumpleaños a su madre, la cual iba a cumplir 36 años ese fin de semana. Metió en su canasta leche, huevos, harina y demás ingredientes. Al terminar, se acercó a la caja registradora y pagó todo, tomó la bolsa con sus compras y salió a paso apresurado del lugar, de verdad estaba haciendo mucho frío.

Se acomodó su abrigo y emprendió marcha hacia su hogar, las nubes grises que se asomaban en el cielo eran una clara señal de que iba a llover y la idea de mojarse no le agradaba para nada. Aceleró el paso y tomó un atajo para llegar más rápido al barrio donde vivía, aunque estaba más que claro que ese atajo no le gustaba, tenía que cruzar un barrio bastante peligroso y le daba mucho miedo, ahora sí se arrepentía de no haber aceptado la compañía de su mejor amigo.

Al cruzar, sintió varias miradas posarse sobre él, podía ver a lo lejos un grupo de jóvenes que tenían un aspecto temerario e intimidante, trató de ignorarlos y seguir con su camino, apretó la bolsa bajo su agarre y apresuró el paso rezando porque esos maleantes lo ignoraran como a un simple gusano.

Pero lamentablemente la suerte no estaba de su lado.

Pudo sentir como lo seguían y eso le hizo erizar los vellos de cada centímetro de su cuerpo, tenía mucho miedo y para el colmo, unas gotas de agua empezaron a caer sobre su rostro. Al principio unas cuantas, pero luego empezó a llover más y más fuerte hasta que la lluvia se convirtió en aguacero.

Genial.

Salió corriendo para refugiarse de la lluvia y esperando que ésta lo camuflara de esos tipos, era demasiado joven para morir.

Llegó hasta la parte trasera de un edificio que tenía algo de sombra para evitar que se mojara, por el momento ese problema ya estaba, ahora por lo que tenía que preocuparse era por esos tipos que parecían buscarlo en la lluvia. Se acurrucó en el suelo y abrazó sus piernas haciéndose bolita y así evitar que lo vieran. Pudo visualizar como uno de ellos señalaba en su dirección y todos caminaban hacia él, su respiración se fue agitando y empezó a llorar, ahora sí iba a morir.

Escuchó un frenazo delante de él, lo cual lo obligó a abrir los ojos asustado. Su vista se quedó plasmada en la camioneta color negro que se hallaba frente a él, se levantó de golpe y miró hacia el interior del vehículo pero no lograba divisar nada hasta que el conductor bajó la ventana.

—¿Que no piensas subir, mocoso?— el rubio le abrió la puerta del copiloto y le hizo un ademán para que ingresara al auto.

—N-no...— estaba dudando si subirse o no.

—Te recomiendo que si no quieres morir, será mejor que subas, esos tipos sí que son peligrosos— habló con un deje de molestia.

Jimin no lo pensó más y subió rápido a la camioneta, cerrando la puerta con seguro.

A través del vidrio de la ventana, pudo divisar como aquellos hombres que antes lo buscaban le hacían gestos obscenos y groseros. Ahora entendía todo, ellos no querían robarlo, querían violarlo.

Jungkook aceleró la camioneta y poco a poco se alejaron de ese horripilante lugar. Jimin vagó su vista hacia la carretera, no logrando ver nada debido a la lluvia. Volvió su vista hacia el mayor, el cual tenía su vista fija al frente.

—Muchas gracias, hyung— susurró.

El mayor volteó a verlo por un par de segundos, se notaba que estaba muy nervioso, su labio temblaba y en sus pestañas habían unas diminutas gotas de lágrimas. Soltó un suspiro cansado y volvió su vista al frente, no quería ni imaginarse de qué hubiera pasado si él no hubiera llegado a tiempo.

—No hay de qué, tuviste suerte de que te viera corriendo entre la lluvia, fue una completa estupidez de tu parte que te acercaras por este lugar ¿En qué demonios estabas pensando?— su voz era una combinación de reproche y preocupación. Lo cual le hubiera parecido tierno a Jimin si no estuvieran en esa situación.

—Lo siento— se disculpó agachando su cabeza —Yo solo quería llegar rápido a mi casa— estornudó.

—¿Estás enfermo?— paró en un semáforo y lo miró fijamente.

—N-no— estornudo —No estoy enfermo— otro estornudo.

—Ajá— torció su boca y al ver que el semáforo estaba nuevamente en verde, aceleró.

En el camino no se escuchaba más que el sonido de la lluvia y los estornudos del menor que cada vez se hacían más frecuentes. Tanto que estaban empezando a desesperar al mayor.

—¡Ya deja de estornudar!

—¡Achú!

•••

Jimin sostenía su pequeña naricita entre sus manos para no soltar otro estornudo, miraba fijamente al mayor mientras que éste seguía manejando. Minutos antes había sido amenazado de que si no paraba de estornudar, lo iba a tirar del auto, y por lo que veía, el mayor no estaba bromeando.

Luego de estarse aguantando por varios minutos un estornudo, cayó en cuenta de algo y se permitió estornudar libremente, ganándose un frenazo del auto por parte de Jungkook y éste mirándolo con cara de querer asesinarlo.

—Te lo advertí— desabrochó el cinturón de seguridad del asiento donde iba el menor y abrió la puerta.

—¡Espera!— se agarró fuerte de los brazos del más alto para evitar que éste lo tirara, quedando a escasos centímetros de su rostro.

Un leve sonrojo se instaló en las mejillas de Jimin, pero ninguno se dió cuenta, solo estaban mirándose a los ojos ajenos y luego de un par de segundos se separaron.

Jimin tomó la puerta y la cerró para volver a mirar al mayor, quién no lo veía y mantenía su vista fija en el volante, a pesar de que ya no estaba conduciendo.

—Se supone que yo estoy enojado con usted— atacó el pequeño, ganándose una mirada de indignación por parte de Jungkook.

—¿¡Ah!? ¿Cómo te atreves? ¡Te acabo de salvar la vida!— lo apuntó con su dedo, haciendo que Jimin hiciera un pequeño puchero.

—Ya lo ha hecho tres veces— le recordó —Pero eso no quita que me trata muy feo a veces— se cruzó de brazos e incrementó el puchero, dándole un aspecto divertido y tierno, haciéndole parecer un niño pequeño.

—¿Cuántos años tienes?— preguntó con gracia, no podía creer que un hombre pudiera verse tan tierno.

—16 años.

Jungkook al escuchar esto se ahogó con su propia saliva y empezó a toser, alarmando un poco a Jimin, el cual lo miraba preocupado.

—¿Qué tiene?— empezó a dar suaves palmaditas en la espalda del rubio para desahogarlo.

—¿Cómo que "¿Qué tiene?"?— preguntó una vez había dejado de toser —No pensaba que fueras tan chiquito— el menor de ambos frunció el ceño.

—¡Oiga, no soy tan chiquito!— agachó su cabeza, pero la volvió a alzar para mirarlo —¿Usted cuántos años tiene?

—26 años.

Ahora fue el azabache quién se ahogó.

Ninguno de los dos había pensado que se llevaran tantos años, es decir, cuando Jungkook ya estaba en la secundaria, Jimin apenas estaba entrando al jardín de niños.

Se quedaron callados por unos minutos, lo único que se podía escuchar era el sonido de la lluvia al caer sobre la calle y el techo del auto. Ninguno se miraba, cada quien miraba hacia un punto fijo para tratar de distraerse y no hacer más incómoda la situación.

—¿Cómo te llamas?— preguntó mirando al pequeño, quién lo miró con una cara entre confundido e indignado.

—No me diga que no sabe mi nombre— hizo pucheros.

—Nunca me lo dijiste— contraatacó.

—Me llamo Jimin— sorbió su nariz debido a que su nariz goteaba. El mayor sonrió de lado al escuchar por primera vez el nombre del pequeño.

Es un nombre bonito.

—Tengo pañuelos desechables en el asiento trasero— se volteó hacia atrás para sacar los mencionados, pero justo en ese momento, el pequeño también se volteó, haciendo que los labios de ambos chocasen.

Tan solo fue un toque, pero fue lo suficiente para que una corriente eléctrica pasara por los cuerpos de ambos.

—Yo... Lo siento— se disculpó volviendo a sentarse correctamente y dejó que Jungkook buscara los pañuelos.

Éste no entendía lo que había pasado, buscó los pañuelos en un pequeño maletín que se situaba sobre el asiento, pero en realidad no estaba concentrado en lo que hacía. Sus manos empezaron a temblar un poco y una sensación bastante incómoda se instaló en su estómago. Debería de estarse enfermando.

—Toma— le extendió los pañuelos. El azabache los tomó y se limpió la nariz con uno de ellos.

Trataba de no mirar al rubio, tenía mucha vergüenza por lo que había pasado. Al terminar de limpiarse, dobló el pañuelo y lo metió a su bolsillo para desecharlo una vez llegara a su casa. Se limpió las manos y mantuvo su cabeza gacha, mirando hacia sus piernas. Deseaba que la tierra lo tragase y lo escupiera en su habitación, lugar donde se permitiría gritar y hacer un pequeño berrinche por sentirse tan estúpido.

Jungkook lo miraba fijamente, no se atrevía a decirle nada, por lo que solo volvió a encender al auto y emprendió marcha hacia la casa del menor.

Decir que el momento incómodo había desaparecido sería una completa mentira, ambos se sentían incómodos y ya no eran capaces de articular palabra alguna. Jimin se limitó a mirar por la ventana de su lado y así distraerse mientras llegaban a su destino, iba tan ensimismado en sus pensamientos que no se daba cuenta que mientras conducía, Jungkook lo miraba de vez en cuando y sonreía sin razón alguna. Hizo una pequeña mueca al volver a sentir esa sensación tan incómoda, la cual lo hizo llevar una mano a su estómago, sentía que iba a vomitar en cualquier momento.

Luego de un cuarto de hora de viaje, llegaron a la casa del menor, éste miró un poco apenado a su mayor e hizo una reverencia.

—Muchas gracias por haberme traído— se volteó para abrir la puerta, pero la mano del más pálido tocando su rostro lo detuvo. Sintió como sus mejillas iban calentándose al sentir el toque del mayor.

—¿Qué sucede?— preguntó con la voz un poco ronca, haciéndole erizar la piel al pobre azabache.

—N-nada— trató de voltear su rostro para no mirarlo pero volvió a sentir como el mayor lo obligaba a verlo.

Por primera vez esos ojos de Bambi le transmitían una sensación algo confusa y su corazón empezó a latir fuerte sin razón aparente. Mantuvo su vista en los ojos del mayor, notando que éste estaba mirando hacia sus labios. Inconscientemente se relamió y esa fue la gota que colmó el vaso. Jungkook lo tomó de ambas mejillas y sin darle tiempo de nada, empezó a besarlo.

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