cap 11
Al llegar a su casa, se extrañó de ver al pequeño azabache sentado frente a su puerta. Éste al verlo, abrió sus ojos y salió corriendo y se abalanzó a sus brazos.
—¡Markie!— empezó a llorar asustando al más alto.
—Bebé, no llores ¿Qué sucedió?— acarició sus cabellos con suavidad tratando de tranquilizarlo, algo que para el menor era imposible.
—¿Cómo que "¿Qué sucedió?"?— se alejó un poco para verlo a la cara —Te llamé varias veces... Estaba preocupado porque no contestabas, vine a tu casa y tus papás me dijeron que habías salido hace más de dos horas y no habías vuelto... Yo... Pensé que te había pasado algo— volvió a llorar al tiempo que lo abrazaba por la cintura —¿Estás bien? ¿Dónde estabas?— lo miró a los ojos con sus propios ojitos hinchados y rojos de tanto llorar, ofreciéndole una imagen tierna y dolorosa al mayor.
—Ya Mini... No llores— lo besó en la frente —No me pasó nada, estoy bien— sonrió tratando de calmarlo —Solo... Fui a dar una vuelta a pie y me perdí, casi que no regreso— rascó su nuca esperando que eso convenciera al azabache.
—Pero... ¿Y tu celular?— preguntó sorbiendo su nariz.
Mark mostró sus dientes y trató de disimular su miedo, ya no sabía que decirle a Jimin para que éste no se preocupara.
—Amm...Me lo robaron.
Ok, eso no fue lo mejor que le pudo ocurrir.
—¡¿Cómo que te lo robaron?!— abrió sus ojos asustado y lo examinó por todas partes —¿Te hicieron daño? ¡Dime, Markie!— el nombrado puso sus manos sobre los hombros contrarios y lo obligó a mirarlo.
—Estoy bien, Mini. Tranquilo— retiró un mechón de su cabello —Ya me compraré otro, y entremos que está haciendo frío ¿Cómo pudiste quedarte aquí afuera?— lo condujo hacia el interior de la casa.
Jimin estaba seguro de que iba a contraer un resfriado.
•••
Un muy molesto Jackson entró sin avisar a la habitación del pálido, asustandolo por el estruendo que hizo al abrir la puerta de golpe.
—¿Qué demonios te pasa?— se incorporó en su cama y apretó sus puños por inercia al ver que el mayor se acercaba peligrosamente a él.
—¿Quién te dijo que puedes ir por la vida secuestrando y amenazando personas, eh?— reclamó realmente enojado.
—¿Y tú como supiste, ah? ¿Quién te contó?— respondió con la misma molestia que su contrario.
—¡Yo te pregunté primero, grandísimo patán!— espetó mirándolo seriamente.
—Pues tengo todo el derecho, son asuntos personales en los que no tienes porqué meter tus narices— picó la nariz contraria ganándose una palmada en sus manos.
—¡Meto mis narices porque no puedes hacerle daño a personas inocentes, idiota!
Una risa entre burlesca y socarrona salió de los labios del menor, haciendo que la paciencia de Jackson se fuera agotando cada vez más.
—¿Y acaso no es eso lo que hacemos? Robar, secuestrar y extorsionar a los demás— iba enumerando con sus dedos cada delito que decía —Así que no sé porqué te quejas ahora.
—Te lo advierto, Jungkook— llevó sus dedos índice y pulgar a su entrecejo para suavizarlo un poco —Ni se te ocurra hacerle daño a Mark, porque si lo intentas te vas a arrepentir toda tu miserable vida.
—¿Y por qué lo defiendes, ah?— se levantó totalmente harto —Tú no tienes por exigirme nada ¡¿Entiendes?!— un golpe seco hizo eco en la oscura habitación.
Jungkook dirigió su mano hacia su mejilla, cerrando sus ojos por el ardor. Miró con ira a su hermano, quién lo miraba de la misma manera.
—No tienes derecho...— su voz salió débil —¡No tienes derecho, Jackson!— lo empujó hasta sacarlo de su habitación y cerró la puerta con seguro.
—¡Jungkook abre la puerta!— golpeó varias veces ésta sin recibir respuesta. Admitía que se había pasado al golpearlo pero el menor lo había sacado de sus casillas —No hemos terminado, te juro que si le haces daño a Mark, vamos a tener serios problemas.
Y acto seguido se alejó de la puerta.
Adentro, un Jungkook con el orgullo herido estaba sentado en la orilla de su cama mirando hacia el suelo, se sentía dolido, no solo por el golpe, sino también por el hecho de que su hermano apoyara a un desconocido en lugar de a él, no se valía.
Se acostó en su cama y se quedó viendo su celular por unos minutos, esperando algún mensaje por parte del azabache pero éste nunca llegó. Frunció su ceño enojado y apagó totalmente su celular, no quería hablar con nadie. Si el mocoso ese no le escribía, no le iba a escribir él.
•••
Al final nadie había sospechado nada, los padres de Mark le habían creído su historia de que se había perdido y habían acordado comprarle un nuevo celular a su hijo.
El pequeño Jimin se iba a dirigir a su casa hasta que la lluvia lo detuvo. Había esperado varios minutos esperando a que parara de llover pero el clima no daba indicios de estar a su favor, por lo que no le quedó más remedio que llamar a su madre para avisarle de que llegaría tarde.
—Oye bebé ¿Por qué no duermes hoy aquí?— propuso el peli morado una vez habían terminado de cenar —Esta lluvia no da indicios de terminar y no quiero que te vayas a casa tan tarde— le sonrió gentilmente y colocó una de sus manos sobre su hombro —¿Qué dices?
Jimin lo pensó por un momento para luego sonreírle y asentir varias veces con su cabecita.
—Está bien, Markie— sacó su teléfono y abrió la app de mensajes —Voy a avisarle a mamá— marcó el número de la azabache y se sentó en el sofá para poder hablar más cómodamente. Unos minutos después, se acercó su mejor amigo con una sonrisa de oreja a oreja —Mamá dijo que está bien, ella también prefiere que me quedé aquí— cerró sus ojitos ofreciéndole una imagen muy tierna a su mayor.
Éste realmente estaba agradecido de que ese tal Jack estuviera de su lado, se moriría si tuviera que separarse de su adorado pequeño.
[...]
Jimin no había parado de estornudar desde que se levantó, definitivamente se había resfriado.
Buscó unas pantuflas y se levantó para darse un baño con agua caliente, esperando que eso pudiera curarle el resfriado. Al salir, se encontró la figura de Mark con dos platos de comida y una ceja arqueada.
—Así que te resfriaste ¿No?— preguntó aunque sabía que la respuesta era muy obvia. En parte sentía culpa por haber causado que el menor se quedara esperándolo en el frío.
—Ya se me pasará— estornudó —No te preocupes— sonrió y recibió gustoso el plato de comida que el mayor le brindaba.
Ambos se sentaron a comer en la habitación como siempre lo hacían cuando Jimin de quedaba a dormir, era como una costumbre que tenían ambos. Siempre lo habían hecho desde que eran unos niños y como mejores amigos se sentían realmente a gusto compartiendo el uno con el otro.
Una vez terminaron de desayunar, el menor se ofreció para lavar los platos pero Mark se lo impidió argumentandole que si se mojaba, se iba a resfriar más. Algo que para Jimin no tenía sentido pero aún así decidió desistir de su idea. Se acostó en la cama boca arriba y desbloqueó su teléfono para distraerse un rato, olvidándose completamente de la existencia de cierto pálido pelirubio que justo en ese preciso momento, estaba muriéndose de la rabia en su habitación.
Estaba jugando una partida de su videojuego favorito: Among Us, cuando vió que la pantalla de su teléfono se quedó en negro por un par de segundos, para luego mostrar una llamada entrante. Al ver el nombre de la persona que lo llamaba, sintió como todo el color de su rostro se desvanecía y su piel se puso de gallina. Con todos los nervios del mundo, deslizó su dedo en la pantalla y contestó la llamada.
—¿H-hola?
—¿¡ACASO NO PENSABAS VOLVER A ESCRIBIRME MALDITO MOCOSO!?— apenas escuchó aquellas palabras frunció su ceño notoriamente y se incorporó sobre la cama.
—Oiga, no me trate así. No toda mi vida se trata de usted— contestó totalmente molesto, una cosa era tenerle mucho aprecio a ese hombre y otra muy diferente dejarse tratar como un trapo viejo, eso sí no lo iba a permitir.
—No, por supuesto que no— habló con notorio sarcasmo en su voz —Pero ya llevas desde ayer sin hablarme ¿Estás enojado conmigo o qué mierdas te pasa?
—No lo estaba ¡Pero ahora sí estoy muy enojado con usted!— gritó —Déjeme en paz, estoy acompañando a mi mejor amigo que sufrió un percance ayer y ahora él es más importante...— fue interrumpido.
—¿¡Más importante que yo!? ¡Anda dilo!— ya estaba harto.
—¡Pues sí, más importante que usted, así que no me moleste y déjeme en paz!
Sin darle chances de contestar colgó la llamada y tiró su celular a cualquier lado de la cama. El artefacto volvió a sonar indicando otra llamada entrante pero solo la ignoró. Conforme pasaban los minutos el teléfono seguía sonando y el ruido se hacía más y más insoportable, decidió apagar su teléfono para al fin, poder descansar de ese ruido tan molesto. Estaba realmente enojado, sí, tenía que aceptar que se le había olvidado escribirle, pero esa no era razón ni motivo para que el rubio lo tratara así, no se valía.
El moreno entró a la habitación y miró divertido al menor al verlo con los brazos cruzados, su entrecejo fruncido y un adorable puchero en sus labios. Se acercó a él y se sentó a su lado en la orilla de la cama.
—¿Qué sucede, bebé? ¿Por qué esos pucheritos?— rió tocando sus labios abultados.
—Nada Markie, no me pasa nada— volteó su rostro hacia otro lado, despertando un deje de preocupación en el contrario.
—Minnie, dime que pasó— insistió cambiando un poco el tono de su voz.
—¡Es Kook!— exclamó haciendo que el mayor se pusiera nervioso —Me acabó de llamar y me trató super feo— volvió a hacer pucheros mientras movía sus manos en el aire.
—¿Ese malnacido se atrevió a tratarte mal?— preguntó en un susurro mirando serio hacia sus piernas.
—Sí...— bajó su mirada jugando con sus dedos —Pero lo puse en su lugar y le dije que no me volviera a molestar.
El moreno sonrió y acarició suavemente el cabello del menor, se acercó un poco y lo abrazó tiernamente, sintiendo como el pequeño correspondía inmediatamente. Se sentía impotente por no saber cómo ayudarle a su bebé, sentía que debía protegerlo de todo y de todos porque a pesar de ya ser adolescentes, él aún estaba chiquito.
Cómo te atreves, idiota.
•••
"El teléfono al que usted marcó se encuentra fuera de servicio”
Era lo que siempre escuchaba al tratar de llamar al azabache. Sentía mucha ira acumulada, primero su hermano y ahora el mocoso. No sabía porqué razón reaccionaba así, pero le daba mucha ira que el pequeño lo tratara de esa manera.
Tú también lo trataste mal.
Torció su boca y se acostó sobre su cama, tal vez sí había actuado mal, pero ya no podía ni iba a arrepentirse. Su orgullo era tan grande que no lo dejaba disculparse con él.
Aunque...Si lo pensaba mejor, él no sabía cómo se llamaba.
Se dió una facepalm mental al darse cuenta ¿Cómo podía ser tan idiota? Todo este tiempo que llevaba de conocer al chico y ni siquiera sabía su nombre. Era un caso perdido. Tal vez le podría preguntar la próxima vez que hablara con él... Pero ¿Cuando volvería a hacerlo? El azabache estaba molesto con él y no se dignaba a contestarle las llamadas.
Estaba considerando seriamente ir a buscarlo a su casa –la que por cierto tenía muy bien memorizada– hasta que la figura de su hermano irrumpió en su habitación.
—Baja a desayunar, tienes que ir a tus clases con el señor Sinoda— bufó y se levantó de su cómoda cama.
Sin responderle nada, pasó por su lado y bajó hasta el comedor para empezar a desayunar. Las cosas con su hermano aún estaban tensas y estaba demasiado ofendido con él como para siquiera dirigirle la palabra.
¿Quién iba a pensar que esa tensión sería la causa lo que pasaría esa noche?
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