cap 1

Flashback.

Los dos jóvenes caminaban por las tranquilas y solitarias calles de Seoul, estaban regresando de un partido de fútbol que había sido protagonizado y vencido por el pelirrojo.

—Felicidades por tu logro, hyung— sonrió enamorado, entrelazando sus dedos con los contrarios.

—Muchas gracias, bebé— recibió un beso en su frente y luego en sus labios por parte del mayor —Ya quiero que lleguemos a casa para celebrarlo.

—¡Igual yo! Mi madre cocinó una pasta deliciosa para celebrar tu vencimiento.

—¿Tan rápido se enteró?— preguntó sorprendido con los ojos bien abiertos y una sonrisa en el rostro.

—Bueno... Puede que alguien le haya dicho apenas vio que anotaste tu gol— rió mostrando sus dientes.

—Oww, qué tierno eres, Jiminie— apretó sus cachetitos con suavidad, agachándose un poco debido a la diferencia de altura.

Estaban tan concentrados el uno en el otro que no se percataron de que alguien los seguía.

Doblaron en una esquina para llegar a la casa del menor, pero en ese momento, fueron interceptados por dos hombres encapuchados que sin mediar palabra, les apuntaron con sus armas.

El primer instinto de Taehyung fue llevar a Jimin detrás de él.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren?— se atrevió a preguntar el pelirrojo.

No recibió respuesta, en su lugar, pudo ver y sentir cómo Jimin era arrebatado de sus brazos, lo que lo llevó a notar la presencia de un tercer hombre detrás de él.

—¡Suéltalo!— demandó con las manos hechas puños, la ira adueñándose de él y de su mirada.

—¡Tú no me dices qué hacer!— recibió una patada en el estómago por parte del tipo que tenía a Jimin pegado a su pecho con una arma a la altura de su sien.

Se levantó rápidamente y miró a los tres hombres.

—¿Qué quieren?— los tipos que estaban detrás de él empezaron a revisar sus bolsillos, logrando sacar su teléfono y su reloj.

—Sabemos que eres Kim Taehyung, el hijo de una de las familias más ricas de Corea— el tipo soltó una risa e hizo que los hombres le sacaran todas sus pertenencias, por supuesto, de gran valor cada una.

—¡Déjenlo en paz!— gritó Jimin, tratando de zafarse del agarre del tipo.

Como pudo, le pisó con fuerza el pie, logrando que aquel tipo lo soltara. Inmediatamente, corrió hacia donde estaba Taehyung y trató de auxiliarlo.

—Malnacido— el hombre le quitó el seguro a su arma y la apuntó en dirección a Jimin.

—¡No!— Taehyung se levantó rápido del suelo y se puso en frente de Jimin en el preciso instante que el tipo disparó.

El cuerpo de Taehyung cayó sobre el de Jimin, quien a su vez cayó al suelo en completo estado de shock. Los tres tipos aprovecharon y recogieron las cosas que le habían robado a Taehyung para después salir corriendo, escabullendose en la oscuridad de las calles a esa hora.

—Tae... Tae...— Jimin miró el cuerpo de su novio sin lograr asimilar nada —¡TAE!

Cuidadosa pero precipitadamente, se quitó de encima el cuerpo de su novio para después examinarlo, notando el agujero en su abdomen. Taehyung estaba casi inmóvil, seguía vivo pero no podía articular palabra. Jimin dirigió su mano a la herida para tratar de detener la hemorragia, pero lo único que consiguió fue sacarle un agonizante quejido de dolor al pelirrojo.

—¡Amor, lo siento!— alzó su vista y trató de divisar a alguien que los pudiera ayudar.

Nadie.

Su casa estaba a un par de cuadras, pero ir a buscar ayuda significaría dejar al mayor tirado en el suelo, sangrando y sobre todo, solo.

—No tardaré ¡Te lo prometo!— besó la mano de Taehyung para después levantarse y correr lo más rápido que las piernas le permitían.

Casi sin aliento, llegó a su casa y tocó el timbre desesperadamente.

—Ya va, ya va...— se abrió la puerta —Oh, Jimin, pasa— la castaña le hizo un ademán con la mano pero al ver la cara que traía su hijo, no pudo evitar preocuparse —¿Ocurre algo?

—Mamá, no podemos perder tiempo— las lágrimas resbalaban por sus mejillas —Le dispararon a Taehyung ¡Tenemos que buscar ayuda ya!

La mujer rápidamente sacó su teléfono y llamó al número de emergencias mientras cerraba la puerta y ambos corrían hacia el lugar.

Al llegar, Jimin se abalanzó nuevamente sobre TaeHyung para verificar que estuviera bien.

—Hyung, ya viene una ambulancia, sólo resiste un poco más— dijo tratando de animarlo pero no recibió respuesta de ningún tipo —¿Hyung?— silencio —¡¿HYUNG?!

El cuerpo de Taehyung estaba inmóvil en el suelo, sus ojos aún estaban abiertos pero él ya no estaba despierto. Había dejado de respirar y la sangre de su abdomen seguía saliendo, manchando su camisa, el pavimento y las manos de su novio que trataba de reanimarlo.

—¡TAEHYUNG! NO PUEDES DEJARME SOLO ¡POR FAVOR DESPIERTA!

La ambulancia no tardó en llegar y los paramédicos bajaron con rapidez del vehículo para subir en una camilla a Taehyung.

—Déjenme ir con él, por favor— rogó mientras no paraba de llorar —E-es mi novio.

Los paramédicos accedieron y subieron con Jimin a la ambulancia.

—Yo iré al hospital en el auto ¡Nos vemos allá!— gritó la madre bastante preocupada, pero éste grito no había sido escuchado por el azabache; para él, únicamente existía Taehyung en estos momentos mientras veía con algo de esperanza cómo el hombre trataba de reanimarlo.

Al llegar al hospital, salió corriendo al lado de la camilla, pero cuando lo iban a ingresar a urgencias, una enfermera lo detuvo.

—No puede pasar.

—¡Es mi novio!

—Lo lamento, pero no puedo dejarlo pasar— dicho esto, se perdió por los pasillos que Jimin moría por atravesar para estar con su novio.

Unos minutos después, llegó su madre, quien no tardó en correr hacia él apenas lo divisó —¿Dónde está Taehyung?— puso una mano en el hombro de su hijo al tiempo que lo miraba fijamente.

—S-se lo llevaron a una sala de urgencias— respondió con un hilo de voz.

Su madre lo consoló y abrazó por los hombros —Ya verás que todo va a estar bien, Taehyung es un chico muy fuerte.

Esas palabras trataban de calmar a Jimin. Sin embargo, había un pequeño pensamiento que no dejaba en paz la mente del menor.

Estuvieron en ese lugar por lo que parecieron horas. De un momento a otro, un doctor salió de la habitación donde habían internado a Taehyung con una cara que le daba muy mala espina al menor.

—¿Cómo está mi novio, doctor?— preguntó bastante desesperado.

—Lo lamento, hicimos todo lo que pudimos pero el paciente llegó sin signos vitales al hospital, no pudimos reanimarlo.

Y en ese preciso momento, todo el mundo de Jimin se vino abajo.

Fin del flashback.

Jimin lloraba desconsoladamente en el hombro de su madre sin que ésta pudiera decir algo que le diera ánimos, sólo lo acariciaba sutilmente mientras sentía un profundo dolor en su corazón por ver a su único hijo sufriendo de esta manera.

—¡Yo lo maté!— gritaba contra su hombro.

—No digas eso cariño. Tú no lo mataste, fue ese maldito delincuente el que lo hizo— el nudo en su garganta se hizo más grande.

—Si yo no hubiera golpeado a ese hombre, ¡Tae estaría vivo!

No podía hacer nada, Jimin se culpaba por la muerte de su novio y eso le dolía en el alma a la castaña.

Así pasaron varios días; días en los que Jimin no salía de su cuarto, casi no comía y se veía cada vez más deplorable. Había dejado de ir a la preparatoria, sus amigos estaban preocupados por él, pero por más que lo visitaban, el pequeño azabache se negaba a recibirlos o a hablar con alguien.

Lo único que quería era morirse para estar con Taehyung.

•••

Otro día como los demás.

Jimin estaba en su habitación, acostado sobre su cama, donde su única preocupación era ver las cristalinas gotas de lluvia que se resbalaban incesantemente por el cristal de su ventana.

Cuando se cansó de estar en aquella posición, se dio vuelta y sin querer, vio en la mesita de noche una foto enmarcada de Taehyung y él. Ese día habían cumplido un año de novios y se tomaron esa foto frente a un lago. Era bastante hermoso y doloroso al mismo tiempo recordarlo. Taehyung siempre fue hermoso, su cabello rojizo acentuaba tan bien con su piel canela, sus manos y sus caricias, sus labios y sus besos, aquella boca diciéndole las palabras más bonitas que lo enamoraban más y más.

Sin darse cuenta, ya estaba llorando.

No creía poder seguir viviendo así, el dolor en su corazón se hacía más grande y el vacío que sentía lo estaba matando.

Había tomado una decisión.

🥀

Estaba acostado boca arriba en su cama, su madre había entrado minutos antes a ofrecerle algo de comida pero él se negó a recibirla. La castaña se despidió dándole un beso en la frente y él sólo la miró con los ojos llenos de lágrimas. Ella salió de la habitación y minutos después, se fue a dormir con la esperanza de que su hijo despertara un poco mejor mañana. Cuando Jimin estaba seguro de que su madre ya dormía, se levantó y se colocó unos zapatos junto a una sudadera y un pantalón. No le importaba mucho cómo se viera, de todos modos, nadie vería.

Caminó lo más lento y silencioso posible por la casa para que su madre no se despertara y arruinara sus planes. Abrió la puerta principal, salió y la cerró suavemente.

Dejó salir un suspiro y sin más, empezó a caminar por las frías y solitarias calles de Seoul. Definitivamente no había ni un alma que se atreviera a salir, estaban en pleno invierno, por lo que salir era sinónimo de pescar un resfriado o morir de hipotermia. Nadie se atrevía a salir, a excepción de aquel chico azabache que tenía las mejillas, nariz y orejas rojas a causa del frío. Estaba temblando y lo peor era que todavía le faltaba mucho para llegar a su destino.

Y como si la noche ya no pudiera empeorar, empezó a nevar.

Cuando era niño, le encantaba cuando nevaba; se sentía feliz al ver los copos de nieve cayendo y terminando en su lengua. Ese recuerdo le daba felicidad.

Taehyung.

Su rostro se empañó de lágrimas, las cuales se iban casi congelando al momento de llegar a su mentón.

Los recuerdos de Taehyung divirtiéndose en la nieve junto a él lo azotaban y hacían que apresurara su paso.

Luego de varios minutos de estarse congelando, por fin llegó a su destino. Sonrió amargamente y caminó lo más rápido posible; al fin iba a volver a estar con Taehyung.

Puso sus manos en el frío barandal y allí se permitió llorar y gritar. Las lágrimas salían a torrenciales y los gritos lastimeros que daba podían removerle el corazón a cualquiera que lo escuchara.

Lástima que nadie lo estaba escuchando.

Con mucho dolor en su corazón, tomó valor y se subió al barandal, apoyando su mano en el poste que estaba a su lado para no caerse de inmediato. Una vez allí, tragó grueso al ver aquel vacío, sintiéndose un poco intimidado de repente. Las lágrimas no dejaban de salir, pues tenía miedo, pero le reconfortaba un poco saber que después de esto, podría reencontrarse con su novio y dejar de sufrir de una buena vez.

—Mamá, perdóname por lo que voy a hacer— suspiró y tensó su mandíbula para no gritar nuevamente.

Mientras tanto, una persona lo observaba desde atrás a una distancia considerable.

¿Qué piensas hacer, mocoso?

Decidió quedarse quieto con los brazos cruzados mientras esperaba un movimiento por parte del chico.

Cerró sus ojos y miró al cielo, sintiendo los copos de nieve caer en su rostro. Miró de nuevo al vacío al que se enfrentaba y sólo rezaba en su mente para que la caída no doliera tanto.

Con el rostro apagado, dejó de llorar y se soltó.

—¡Oye!

No le dio tiempo de caer ya que aquella persona había agarrado fuertemente su brazo y ahora se encontraba colgando del puente.

El chico hizo fuerza para no dejar caer al pelinegro que sólo rogaba porque lo soltara.

Cómo pudo, logró alzar a Jimin y lo tiró a la fría nieve que estaba acumulada en el suelo. Al sentir el impacto contra el suelo, el menor se quejó y cerró sus ojos con fuerza.

—¿Qué estupidez planeabas hacer, mocoso?— el chico lo pateó en una pierna provocando que frunciera su entrecejo por el dolor.

—¿Para eso me salvó? ¿Para golpearme?— se sentó en la nieve sin mirar al chico que lo había salvado.

—Con un simple "gracias" me basta— se cruzó de brazos.

Jimin imitó su acción y miró al suelo —No tengo nada qué agradecerle, quería morirme y usted lo interrumpió.

El chico bufó al tiempo que se acomodaba su gorra, caminó hacia él y se puso de cuclillas —¿Por qué querías matarte?— preguntó lo más sereno posible.

—¿Por qué cree que se lo diría?— alzó su cabeza y lo miró a la cara, logrando ver únicamente sus ojos debido al cubrebocas que llevaba.

—Porque te acabo de salvar ¿O no?

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