👑 Capítulo 5

El expresidiario pasa por mi lado para dirigirse a la persona que le ha llamado segundos atrás. Yo, mientras tanto, me quedo mirando la pared sin intención alguna de darme la vuelta. Debería ponerme a buscar información sobre ese bestiario, seguro que encuentro algo relacionado con Axel en él.

—Hola, Fred —le saluda Williams a mi espalda.

Afino el oído e intento prestar la mayor atención posible a la conversación que van a mantener ambos ahora mismo, a la vez que intento pasar lo más desapercibida posible para el nuevo muchacho.

—Me alegro de volver a verte, hacía ya mucho tiempo de eso —dice entre risas el chico desconocido, ahora llamado Fred.

—Me viniste a visitar ayer —comenta Axel.

—Aun así, se te echaba de menos —confiesa.

Este hace una pausa y deja de hablar durante unos segundos, después añade lo siguiente:

—Oye, ¿y esa quién es? —Su voz sale con cierta confusión.

Supongo que el chico se está refiriendo a mí, así que me voy dando la vuelta con lentitud completamente rígida, ya que mis músculos han terminado por tensarse. Cuando ya estoy de cara a ellos, un chico de cabello moreno, más bajito que Axel, de ojos marrones muy oscuros y de piel un tanto bronceada, aparece en mi campo de visión.

Él se lleva una mano a la nuca dándole un aire de incredulidad, lo que luego aprovecha para colocarse las pequeñas ondulaciones de su cabello que se encuentran desordenadas por toda su cabeza. A pesar de que tiene el pelo corto, esos mechones rebeldes dan la sensación contraria.

—Hola. —Me limito a saludarle mientras levanto mi mano derecha para hacer lo propio.

—Es una ladrona —informa Williams con tono de burla—. Bueno, un intento de ello.

Cuando pronuncia estas últimas palabras, puedo llegar a captar un indicio de sonrisa en sus labios. Parece que la está reteniendo.

—Ya veo que no pierdes el tiempo. Es buena forma de recuperarlo —comenta Fred haciendo presente en su rostro una sonrisa pícara.

El moreno no aparta la mirada de mí ni un segundo, cosa que empieza por incomodarme y no tardo en hacérselo saber arqueando una ceja y arrugando mi nariz.

—Oye, deja de pensar cosas raras —le regaña el expresidiario, secamente—. No es mi novia ni nada que se le parezca.

Se nota que no le ha hecho mucha gracia la suposición del chico. Aunque bueno, a mí tampoco es que me haya gustado.

—Era una broma. Te has vuelto muy insoportable desde que entraste en la cárcel —se defiende Fred, mostrándonos una expresión de indignación en su cara.

—Dame lo que me tengas que dar y vete —espeta Axel mirando con molestia al chaval.

—Tranquilo, hermano. —Enseña las palmas de sus manos y da un paso hacia atrás.

Sus ojos miran con temor a Williams.

—No comencemos tu regreso con mal pie —añade mientras saca de uno de los bolsillos de su sudadera unas llaves—. Toma. De parte de Charlie. —Se las tiende, haciendo que Axel las tome entre los dedos de su mano libre—. Te ha conseguido un piso.

Axel se queda observando las llaves, a la vez que tira el cigarrillo que sujetaba su otra mano, al suelo. Acto seguido, lo pisa para apagarlo.

—¿Y dónde está él? —cuestiona el criminal.

—Ha ido a recoger a Phillip —le hace saber el moreno, al mismo tiempo que mete las manos en el interior de sus bolsillos—. Por cierto, ya tienes todo amueblado. —Señala levemente las llaves en las manos de su amigo.

—¿De dónde cojones ha sacado el dinero? —pregunta Axel frunciendo el ceño.

Fred se le queda mirando unos segundos y luego suspira pegando la mirada en sus pies calzados por unas deportivas negras. Esto parece contestar a la pregunta de su amigo, ya que no tarda en reírse sin una pizca de gracia. El silencio dice más que mil palabras, vaya.

—Por cierto. —Llama mi atención Fred mientras me tiende la mano—. Soy Fred Turner, encantado.

Estoy durante un tiempo observándole, sin hacer absolutamente nada. Pienso en lo que debo decir para no cometer ningún tipo de error y enseguida lo asimilo; Kristen. Ahora soy Kristen Byrne.

—Kristen Byrne, igualmente. —Estrecho su mano y le doy un suave apretón.

Fred vuelve a sonreír pícaramente. Comienzo a sentirme incómoda bajo su mirada, por lo que deshago el contacto físico con él cuanto antes.

—No sé para qué te presentas si no la vas a volver a ver —interviene Williams.

Su amigo simplemente se encoge de hombros, haciendo que el criminal suspire con frustración.

—Te veo luego, hermano —le comenta, para después darse la vuelta y comenzar a caminar—. Vamos, princesita —me llama haciéndome un gesto con una de sus manos sin abandonar su camino.

Tras echarle un rápido vistazo al moreno, me dispongo a seguir al expresidiario. Pero apenas doy un paso y la mano de Turner rodea mi muñeca derecha, haciendo que me vuelva a girar para quedar de cara a él.

—Quiero proponerte una cosa —declara sonriente—. ¿Te apuntarías a venir a una fiesta mañana? Es en el polideportivo que hay a las afueras, sobre las diez de la noche.

Ahí va. Estoy a punto de darle una respuesta negativa, sin embargo, la repentina aparición de Axel a mi lado consigue que ni un sonido salga de mi boca.

—No. Ella no quiere ir a esa mierda —contesta este por mí.

Su voz sale amenazadora, lo que logra ponerme la carne de gallina. El moreno me suelta la muñeca a causa del repentino acto de su amigo.

—Ella no ha dicho que no quiera —objeta Fred un tanto perplejo.

—Mierda, Fred... —maldice Axel tomando una de mis manos—. Me da igual que no lo haya dicho. No va a ir.

Dicha su sentencia, se da la vuelta y tira de mí para que camine a su mismo ritmo. Me cuesta un tiempo adaptarme a su paso, ya que casi me caigo, pero finalmente acabo por conseguirlo.

—¡Oye, esperad! —grita Fred a nuestra espalda.

Axel, de mala gana, frena y, sin girarse para poder ver a su amigo, espera a que él llegue hasta nosotros. Unos instantes después, se posiciona delante de nuestros cuerpos.

—¡Fred, despierta! —le grita Williams con cierta tristeza en sus ojos.

Eso solo hace que me dé cuenta de que esas fiestas no van a traer nada bueno a mi vida. El moreno da un paso hacia atrás, como si no entendiese nada de la situación que está viviendo.

—Hablaremos luego —agrega.

Axel vuelve a tirar de mí para que mueva mis pies en la dirección que él y su ritmo están marcando. Regreso la vista hacia atrás, viendo a Turner un poco desconcertado por lo que acaba de suceder, pero después no tarda en girarse e irse por donde ha venido, cabizbajo.

El expresidiario pega un tirón más al notar que no sigo el compás que ha implantado, lo que provoca que mis pies se crucen entre sí hasta el punto de que casi me como el suelo. Pero para mi suerte, tengo un equilibrio bastante bueno que me salva de estas situaciones; este hombre me mata antes de que yo pueda empezar mi trabajo en condiciones.

Harta de que siga tirando de mí como se fuese un animal, me deshago de su agarre con éxito; no soy ningún burro cabezón al que tenga que tratar así para que obedezca. Él se para al mismo tiempo que lo hago yo, para echarme una mirada cargada de seriedad.

—Sé andar yo sola —le informo con molestia.

—Pues camina —ordena.

Parece que está cabreado y, algo me dice que no es conmigo. Cuando él sigue con su camino, yo no tardo en posicionarme a su lado para no perderle de vista.

—¿Por qué no puedo ir a la fiesta? —pregunto con la intención de sacarle información sobre lo que se trama en ellas.

—¿Es que quieres ir? —indaga mirándome por el rabillo del ojo.

No, pero si vas tú... es lo que me toca.

—¿Vas a ir tú? —cuestiono.

Esto más que trabajo, parece que estoy ligando con él. Pero bueno.

—Sí... —responde como si le espantase la idea de ir allí.

Entonces tendré que ir.

—¿Quieres ir? —repite, con voz más seria.

Muevo la cabeza en respuesta afirmativa y él suspira con frustración.

—No irás —sentencia.

Frunzo el ceño, exasperada; me va a ser muy complicado hacer que él confíe en mí. Poso la mirada en el frente y me preparo para hacer la siguiente pregunta:

—¿Por qué me prohíbes ir?

—Como pongas un pie allí, te matarán —declara, con un tono de voz igual o más serio que antes.

Mientras me den un arma con la que poder disparar al que me intente matar, eso no me importa. Me atrevo a fijar la mirada en su perfil derecho.

—¿Eso quiere decir que te preocupa mi vida? —inquiero, arqueando una ceja.

—No. —Niega, seguro de su respuesta.

—Entonces iré. —Me encojo de hombros.

Axel frena de golpe mientras se ríe sin gracia alguna, para luego situarse enfrente de mí. La expresión de su cara me muestra sorpresa.

—¿Quieres que te maten? Pues allá tú, haz lo que te dé la gana —escupe con fastidio en su tono.

Vuelve a darse la vuelta y comienza a alejarse de mí sin intención de esperarme. Yo no hago otra cosa que abandonar la conversación y seguirle como he hecho hasta ahora. Está claro que no voy a conseguir nada si sigo insistiendo. Al menos sé que en las fiestas se cuece algo peligroso, por lo que debo ir preparada.

🐈

Tras más de una hora de camino, la calle con la cafetería y el supermercado aparece en mi campo de visión. Al fin llegamos después de tanta incomodidad acumulada. No hemos intercambiado palabra alguna desde que dejamos el tema de la fiesta cerrado.

—Hasta nunca, princesita. —Williams rompe el silencio una vez que hemos llegado al lugar acordado.

—Hasta nunca es mucho tiempo —digo observando a la gente a nuestro alrededor.

Muchas personas se han dado cuenta de la presencia del expresidiario y no le quitan el ojo de encima.

—No creo que nos volvamos a ver —asegura.

—¿Y eso cómo lo sabes? A lo mejor intento robarte de nuevo —le vacilo.

Cruzo los brazos cobre mi pecho. El chico arquea una de sus cejas y me muestra una sonrisa de medio lado.

—Atrévete y verás —amenaza con cierta gracia en sus palabras.

Dicho esto, se da la vuelta para comenzar a caminar, pero yo le freno gritándole desde mi posición lo siguiente:

—¡Aún no me has dicho tu nombre!

Axel se gira para poder verme y, la misma sonrisa que me ha puesto segundos atrás, vuelve a hacerse presente en su rostro.

—¿Para qué lo quieres saber? —cuestiona entre risas.

—Curiosidad. —Ladeo la cabeza

—No te hace falta saberlo. —Niega con la cabeza a la vez que suelta una pequeña carcajada.

Bah, de todas formas, ya me lo sé.

Tras darme nuevamente la espalda para continuar con su camino, yo hago lo mismo, pero en dirección contraria.

El tema del bestiario ocupa mis pensamientos de forma repentina, por lo que no puedo evitar sacar mi teléfono móvil y ponerme a buscar información sobre ello. Ni siquiera puedo esperar a llegar a casa para hacerlo con mayor comodidad. Durante unos minutos, mi búsqueda no tiene éxito, pero termino encontrando un titular que me llama especialmente la atención. En él pone:

"El bestiario de Nueva Orleans."

Frunzo el ceño y presiono en el nombre mencionado. Alzo la mirada unos segundos para ver por dónde camino y así evitar caerme. Hecho esto, vuelvo la vista a la pantalla del móvil. Ante mis ojos aparece una larga lista de nombres y, cuando diviso una pequeña explicación de la misma, me dispongo a leerla.

"El bestiario de Nueva Orleans se compone de todas aquellas personas que han asesinado a alguno de sus familiares más cercanos. El objetivo de esta lista es concienciar a la gente de las bestias salvajes que hay por nuestra sociedad sin nosotros darnos cuenta. Ya no puedes sentirte a salvo ni con los de tu propia sangre."

Desvío la mirada hacia los nombres que componen dicha lista y me sorprendo al ver la cantidad de asesinos que hay y ha habido aquí. También proporcionan su fecha de nacimiento y muerte. Parece que va de más antiguo a más reciente.

Llevo bastante tiempo viviendo por aquí y nunca he oído hablar de tal cosa. Deslizo mi dedo por la pantalla en busca de un nombre en concreto: el de Axel. Y, justo cuando llego al final de la lista, él aparece en el último lugar. Axel ha sido la persona más reciente en matar a alguien de su propia sangre.

Su madre.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top