Capítulo 3: Negocios
Sabaku no Temari
¿Cómo se atrevía ese maldito criminal a mandarme un mensaje? ¿Se había vuelto completamente loco? No quería ir a verle, no quería volver a saber nada de él, mataron a mi hermano y si no llega a ser por Naruto y los de Konoha, seguiría muerto, la abuela Chiyo se sacrificó para salvar a mi hermano, para devolverle la vida porque ellos lo habían matado. Eran despreciables pero también tenía una fuerte duda... ese maldito Uchiha me había salvado de su compañero ¿Por qué? ¿Por qué el mayor asesino que había pisado este maldito mundo no me había dejado morir?
Estornudé nuevamente y es que seguía enferma, esa lluvia de Konoha me había dejado en este lamentable estado, empezaba a odiar Konoha. Gaara como agradecimiento había acogido a los ninjas de Konoha aquí en nuestra casa y yo lo único que agradecía es que Shikamaru no había venido, por lo menos no tendría que aguantarle porque lo que era recordar... sólo con ver el emblema en las frentes de esos ninjas ya me hacía recordar cómo le hacía el amor a Ino Yamanaka y sé que ella no tenía la culpa... quizá, era él quien tenía una relación conmigo y quien debía mantener la bragueta cerrada, pero me había traicionado, me había herido.
Bajé a comer, todos estaban en la mesa y yo no quise pensar más en esa nota del Uchiha, era solamente otro hombre más de Konoha, de esos que te traicionan a la mínima de cambio, de esos que buscaban una chica hermosa y coqueta como eran las de allí. Me había citado a las afueras de Suna, cerca de un oasis al norte de aquí, no estaba muy lejos, pero tampoco estaba cerca, era un lugar neutral y seguro a la vista de gente. No me convencía ir allí ¿Quién me decía que no me mataría allí? ¿Ir sola sin protección? Pedía exactamente eso y no habría ido si no me hubiera amenazado en la nota con matar a media ciudad incluyendo a mis hermanos si no asistía y sé que de él era capaz, así que había tomado la decisión de hacerle caso, me tenía bien cogida, sabía mi punto débil. Para esta noche... iría a su encuentro.
Cuando llegué a la mesa, estaban allí Naruto hablando muy animadamente con Sakura y no pude evitar fijarme en ella, con su cabello ahora corto, pareciendo elegante y distinguida. No me extrañaba que los de Konoha las eligieran a ellas por encima de las de Suna, no tenía nada que ver con ella. Naruto se percató de mi presencia y se puso extrañamente serio.
- ¿Temari? – me preguntó - ¿Qué estás haciendo aquí?
- Vivo aquí – le dije intentando sonreír
- Yo creía que... ¿Y Shikamaru?
- Shh – le dijo Sakura mientras le daba un golpe con el codo en su cintura tratando de que se callase, pero yo sé que Naruto no hablaba con mala intención, es sólo que no entendía lo que ocurría.
- No pasa nada – le dije sonriendo – Ya no estoy con él – le dije fingiendo la sonrisa.
- Yo no sabía nada, lo siento – me dijo Naruto.
- Está bien ¿Qué tal va tú búsqueda de Sasuke? – le pregunté y sonrió efusivamente tal y como era él.
- Ya lo tengo localizado y voy a traerle de vuelta aunque sea a golpes – me dijo
- Me alegro – le comenté
¿Por qué había preguntado por Sasuke? Fácil y sencillo, porque me había cruzado con Itachi, esos ojos rojos eran complicados de olvidar y al ver a su hermano... me recordó a Sasuke y el gran interés de Naruto en encontrarle. Quizá si hacía correr la noticia de que Itachi estaba por aquí, Sasuke vendría a matarle y Naruto lo tendría más fácil, pero no podía hacerlo, primero quería entender qué le había pasado por la cabeza a Itachi para salvarme antes de mandarle a su tumba a manos de su propio hermano.
- Esos ojos – escuché a mi hermano de golpe al otro lado de la mesa – daban miedo – nos contó con tono que casi me daba miedo a mí – no esperaba que los Uchiha fueran tan temibles.
- Sé como son esos ojos – dijo Naruto – conocía a Sasuke.
- Son diferentes – dijo mi hermano – he luchado contra Sasuke... esos ojos, ese Genjutsu era capaz de derribarte con sólo verlos, Itachi da miedo, espero no tener que volver a encontrármelo nunca.
Yo me quedé pensando en aquello, yo tampoco quería tener nada que ver con los Uchiha y menos con el genio Uchiha, pero no tenía más remedio que ir, por mis hermanos, por la villa. Naruto aún nos miraba con asombro, pero después rápidamente, cambió de tema y empezó a sonreír como siempre hacía, eso me calmaba, tenía una sonrisa capaz de tranquilizar a cualquiera.
Al terminar de comer me volví a mi dormitorio y no pude evitar tirarme en la cama y llorar. No había llorado desde que me marché de Konoha, no había tenido tiempo con todo el asunto de Gaara y lo agradecía en parte... porque había tenido mi mente ocupada, pero ahora... una vez habíamos salvado a mi hermano y la villa volvía a ser tranquila bajo la protección del Kazekage, mi mente volvía a Konoha, volvía a aquel campo de entrenamiento donde encontré a Ino gimiendo como nunca mientras Shikamaru se hundía una y otra vez en ella. ¿Cómo fui tan idiota para no darme cuenta? ¿Yo en Konoha? ¿Qué hacía un cactus del desierto como yo en Konoha? Absolutamente nada, mi sitio estaba aquí, en la arena, en el desierto, en los vendavales de viento, en las tormentas de arena. La villa de la hoja no era un buen lugar para mí y desde luego... yo no podía ser como sus habitantes.
Itachi Uchiha me vino a la mente entonces, él era de Konoha, se le notaba a la legua, altanero, orgulloso, fuerte y valiente, él era como los de Konoha y aún llevaba en su frente su bandana para demostrarlo bien, él no sólo era de Konoha, era del clan más fuerte de la villa, era un Uchiha, el hombre de ojos rojos que podía atraparte en sus ilusiones, que podía sacar aquel Tsukuyomi donde torturaba a sus víctimas, no creo que nadie hubiera roto jamás una ilusión como esa, sus ojos eran demasiado fuertes para los simples mortales sin títulos de genios, fue demasiado para Gaara y fue demasiado para mí, no estábamos ni estaríamos a su nivel.
Controlar el tiempo y el espacio ¿cómo podíamos pararle algo así? Su Tsukuyomi era impresionante. Los de Konoha eran impresionantes, pero también los odiaba, sabía que nadie... ningún chico de los de allí podría fijarse en alguien como yo, sólo era una pobre chica del desierto y así me lo hizo ver Shikamaru. Ahora sólo tenía que ir a ver a Itachi Uchiha, tratar de que no me matase al pedirle una explicación para dejarme viva y volver a mi rutinaria vida entrenando a los nuevos ninjas que salían de la academia, porque yo sólo era una instructora más para las jóvenes promesas.
Me levanté y salí ya vestida con mucho cuidado al oscuro y silencioso pasillo, todo estaba en calma, se habrían marchado a dormir y es que era muy tarde, pero yo había quedado con Itachi Uchiha a las afueras de la villa. Cuando ya estaba en la puerta principal y di el primer paso a la calle, la voz de Naruto a mi espalda me sacó de mi ensoñación y es que no sabía responderle a su pregunta.
- ¿Dónde vas a estas horas y armada? – me preguntó.
- No podía dormir – le dije – lo siento no quise despertarte.
- ¿Por qué armada?
- Nunca se sabe lo que puede pasar, Naruto, Suna no es tan pacífica como Konoha – le comenté – vuelve a dormir, tranquilo, sólo daré un paseo.
- Si no es tan calmada como Konoha, entonces te acompañaré para que nada te ocurra – me dijo sonriendo – venga, vamos – me dijo y sonreí aunque me estaba fastidiando el plan ¿cómo iba a escaquearme de Naruto y llegar hasta Itachi Uchiha?
No había remedio, tuve que esperar a que Naruto decidiera irse, pero no parecía querer dejarme sola. Le acompañé a comer algo de Ramen a un local cercano y aprovechó para preguntarme si yo estaba bien. Le mentí, le dije que sí como siempre hacía, pero él no pareció quedarse tranquilo. Me habló de Sasuke, de cuánto le echaba de menos porque era como su hermano, quería traerle de vuelta fuera como fuera, pero también me habló de una chica por la que sentía algo y se sonrojó. Sé que me contaba todo esto para que yo me abriera a él, para que le contase lo que me había ocurrido y lo hice.
- Me engañó – le dije al fin – Shikamaru – le comenté cuando me miró extrañado – el primer día que llegué a Konoha, ni siquiera esperó al segundo día – le dije enfadada – había salido esa mañana porque tenía asuntos pendientes con la Hokage y yo me lo creí, me dijo que me quedase en casa hasta su vuelta, pero yo tras colocar mis cosas, decidí pasear un poco por los alrededores para empezar a conocer la villa donde ahora iba a vivir – le dije y Naruto me miraba sorprendido – me lo encontré en el campo de entrenamiento con Ino. El primer día que yo estaba allí... el maldito primer día – le dije sacando todo el dolor que tenía y que a Shikamaru no pude sacarle.
- Lo lamento – me dijo Naruto – no lo sabía
- Ya da igual... - le dije – estoy de nuevo en casa, de dónde nunca debí salir.
- ¿Qué vas a hacer ahora Temari?
- Volver a mi antigua vida, volveré a entrenar a los jóvenes.
Después de aquello, volvimos a la casa y me fue imposible apartar a Naruto, me acompañó hasta la misma puerta de mi habitación. Supongo que no le iba a gustar para nada al Uchiha que le hubiera dejado plantado, pero no podía hacer otra cosa, él dijo que fuera sola y no estaba sola, no lo había estado desde que llegué a Suna. Qué diferente era todo aquí, en Konoha desde que llegué, estuve completamente sola y aquí, todos se preocupaban por mí, pero era mi familia... no podía estar mejor que con mi familia.
Entré en el cuarto y Naruto se marchó al suyo, pero incluso antes de cerrar la puerta tras de mí, ya estaba buscando el interruptor de la luz pero no fue eso lo que encontré, sino el brazo de alguien que estaba a mi espalda y me amordazaba con la mano evitando que gritase mientras terminaba de cerrar la puerta tras de mí. Me asusté y más porque me inmovilizó de tal manera que no podía moverme. Quizá si hubiera sabido esto me habría podido defender pero... ¿Cómo narices iba a suponer que iba a atacarme alguien en la propia casa del Kazekage? Estaban los guardias siempre vigilando, nadie podría haber entrado, me sentía segura y ahora... tenía la boca tapada con la mano de este individuo.
- Cierra la boca y no pasará nada – me dijo el hombre con voz seria y varonil – tú y yo... vamos a negociar – me dijo colocándose frente a mí mientras me empotraba contra la pared y entonces... vi sus ojos rojos ¡Itachi Uchiha! – si gritas... mataré a todos los que hay en esta casa – me amenazó soltando finalmente su mano y destapando mi boca... no grité, sólo le miré y sentía mis piernas temblar.
Itachi Uchiha imponía demasiado miedo, verle tan cerca me causaba miedo, esos ojos me daban miedo, su seriedad me daba miedo... todo él me daba pánico, sabía lo que era... un criminal clase S de la villa de Konoha. ¿Por qué Konoha quería destruirme así? Primero Shikamaru y ahora quería matarme Itachi Uchiha ¿Qué narices había hecho yo para que los hombres de Konoha me odiasen? Yo no tenía nada especial, sólo era una pobre chica del desierto, bruta, áspera e insípida. Una lágrima resbaló entonces por mi mejilla y pude ver a Itachi abrir los ojos observando cómo creaba ese camino descendente hacia mi cuello.
- No le hagas daño a mi hermano, por favor – le supliqué – haré lo que quieras, pero déjales en paz.
- Entonces... no vuelvas a dejarme plantado. Ahora hablemos, siéntate.
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