Capítulo 25: Hokage

Itachi Uchiha

¡Hokage! Era algo que en parte me aterrorizaba. Supongo que siempre fue uno de mis sueños, desde ese puesto podía proteger mi villa, a mi familia, podría proteger a todo el mundo, pero me aterrorizaba porque todos dependían de mí. Yo no quería convertirme en alguien como Minato que era capaz de sacrificarse a sí mismo por toda esta gente, de hecho creo que ya lo había hecho... me sacrifiqué haciéndome un criminal para protegerles a todos. Quizá era por eso por lo que me lo pedían a mí pero tenía mis dudas.

Sasuke y Temari me animaron para que aceptase y Naruto... tras muchos berrinches porque él quería ser Hokage, acabó haciéndome prometerle que él sería el siguiente a mí, así que no tuve más remedio que aceptar su propuesta. Ahora aquí estaba, en la terraza más alta de la torre del Hokage con la túnica que una vez fue de Minato y observando la villa bajo mis pies. ¿Sería un buen Hokage? Esa era una de las grandes preguntas que a veces me invadía. Si Danzo hubiera visto este momento no se lo habría creído jamás.

Desde aquí podía ver el recinto de los Uchiha, vacío desde hace años aunque ahora veía a gente trabajando allí reparando las casas que se habían ido deteriorando con el tiempo que estuvieron abandonadas. Supongo que desde que me convertí en Hokage, más gente venía a ayudar en la reconstrucción, antes sólo venían los amigos más cercanos a mi hermano o a Temari. Hasta los hermanos de Temari habían venido a ayudarnos durante unos días y es que Gaara no podía ausentarse durante mucho tiempo de su cargo y lo entendía, ahora que era Hokage lo entendía.

Escuché una voz a mi espalda y era Tsunade hablándome... o más bien riñéndome porque estaba aquí arriba en lugar de el despacho rellenando papeles, pero es que yo no era de papeles, para eso había más gente en la torre, yo estaba en el puesto para velar por la seguridad de todos, yo quería estar con mi familia y mi familia... era Konoha.

- ¿Se puede saber qué haces aquí arriba? – preguntó enfadada – hay mucho papeleo.

- Encárgaselo a alguien de confianza – le dije.

- ¿Qué? ¿Dónde vas tú? – me preguntó y sonreí

- Con la familia – le dije subiendo el pie por encima de la pequeña valla y desapareciendo mientras escuchaba de Tsunade un "no te atrevas a marchar...."

Desde que me había hecho Hokage y la voz se había corrido, la villa estaba más tranquila que de costumbre y es que no creo que nadie se atreviera a atacar sabiendo que estaría yo al otro lado para detenerlos, nadie quería luchar contra un Uchiha y menos... contra el genio Uchiha. Sé que Tsunade quería que me encargase del papeleo y podía hacerlo, pero yo era más como Minato, de andar por las calles, de escuchar a la gente, de hablar con ellos y saber lo que les preocupaba, de ser uno más y no encerrarme en un despacho bajo papeles, quería que la gente me conociera, que la gente pudiera hablar conmigo directamente de lo que fuera, que tuvieran confianza... porque con esa confianza podía hacer lo que quisiera, ninguna nación nos atacaría si sabía que Konoha respondería y desde luego, con la confianza, todos me escucharían, todos me respetarían, quería ser ese tipo de Hokage cercano a ellos. Creo que había mucha gente en la torre que podía firmar documentos, podían hacerme un resumen en las juntas.

Caminé por la calle principal hacia la puerta de acceso a mi clan. La técnica de Minato era realmente eficaz para escapar de Tsunade, nunca sabía dónde me iba a teleportar y ya me había dedicado a poner sellos por todos los lados, así que a la pobre la volvía loca buscándome, pero al menos gracias a ella podía relajarme y seguía haciendo lo que quería. Tsunade siempre decía que no enseñase esa técnica a nadie, porque no quería tener a un futuro Hokage como yo que se le escapase siempre. Yo me reía, porque a Naruto le estaba enseñando ya la técnica, al fin y al cabo era de su padre y como él no podía enseñársela, ya lo haría yo.

Las mujeres del lugar que estaban comprando por la calle se quedaron mirándome cuando empecé a caminar hacia mi clan. Todas sonreían, susurraban y me señalaban comentando que yo era el Hokage, quizá aún me tenían algo de respeto y no se terminaban de acercar o es que les daba vergüenza, porque los que sí se acercaban siempre corriendo eran los niños. Las madres siempre trataban de alejarlos de mí para que no me molestasen, les decían que seguro que estaba muy ocupado pero yo siempre les calmaba y les comentaba que tenía algo de tiempo para los niños y es que ellos eran el futuro de Konoha. Les enseñaba siempre algún truco o alguna habilidad del sharingan y sorprendidos se iban contentos. Las madres solían agradecerme que tuviera un tiempo para ellos y cuando acabé, seguí hacia el clan.

Escuchaba los rumores de que me había casado con una chica forastera, con la hermana del Kazekage y sí era cierto, nos habíamos casado casi a escondidas, no queríamos celebrarlo por lo alto, queríamos algo sencillo y es lo que hicimos. Sólo vinieron a la boda los familiares y amigos más cercanos.

Nada más entrar por el clan ya tenía a Temari saltándome encima y enrollando sus piernas a mi cintura mientras me besaba. Me encantaba estar en casa con ella, la amaba, creo que no podía encontrar una chica mejor que ella.

- ¿Ya te has vuelto a escapar? – me preguntó aún dándome besos.

- Sabes que odio el papeleo – le dije sonriendo.

- Lo sé - me sonrió – haces sufrir a Tsunade y ya está mayor para andar persiguiéndote – me dijo Temari.

- No quiere que enseñe esta técnica a nadie más – ambos nos reímos y es que la pobre le tocaba perseguirme por toda Konoha cuando desaparecía y siempre acababa más enfadada que de costumbre conmigo.

- Eres un caso perdido – me dijo Temari – pero me alegro de que estés aquí.

- ¿Va todo bien? – le pregunté.

- Sí. Sasuke está acabando con el tejado.

Había pasado tan sólo un año desde que me habían nombrado Hokage, desde que había vuelto a Konoha, desde que me había casado con Temari, desde que Danzo desapareció de nuestras vidas y al menos habíamos conseguido terminar tres casas enteras, la de Sasuke, la de Deidara y la nuestra, el resto de casas del clan aún estábamos trabajando en ellas.

Estaba besando a Temari cuando escuché de nuevo los susurros de gente tras de nosotros y es que cuando miré hacia delante, vi al enano que venía hacia nosotros caminando con lentitud buscándome. Un año y lo grande que estaba ya el pequeño Fugaku. Los aldeanos que estaban cerca sonreían al verlo y es que era muy gracioso como venía buscándonos. Bajé a Temari y lo cogí en brazos al pequeño acercándole el rostro para darle un beso en la mejilla. Adoraba a mi hijo, era lo más importante en mi vida y él sonrió al recibir el beso.

Naruto venía por detrás preocupado porque según él.... Había perdido al pequeñajo de vista pero al verlo conmigo se calmó. Miré al pequeño y sonreí al ver un sello que no era mío en su brazo, desde luego Naruto estaba practicando con mi hijo su técnica, pero al parecer aún no la controlaba. Con el tiempo imaginé que llegaría a controlarlo perfectamente.

- Desde que tu hijo a aprendido andar, me trae de cabeza – me dijo Naruto – no para, va de un lado a otro.

- No te preocupes Naruto, ya me ocupo yo de él ahora – le dije.

- ¿No tendrías que estar en la torre? – me preguntó y sonreí - ¿Te has vuelto a escapar? La vieja va a matarte – me dijo sonriendo.

- Debe de estar buscándome – le dije sonriendo.

- O encontrándote – me dijo Naruto mirando hacia atrás de mí.

- Itachi Uchiha – escuché a Tsunade tras de mí – estoy hasta las narices de esa habilidad que aprendiste del cuarto, no quiero ver esa habilidad en nadie más y menos en Naruto, no voy a pasarme el día persiguiéndole cuando llegue a Hokage – me dijo.

- Vieja... - dijo Naruto – tranquila que aunque aprenda esta habilidad, yo tendré más difícil escapar de mis tareas de Hokage, porque tendré a Itachi persiguiéndome, él no me dejará escaparme – yo sonreí al escucharle.

- Tiene trabajo – dijo Tsunade hacia Itachi.

- Pues sí – le comenté – pero con mi mujer y mi hijo

Cogí a Temari y volví a desaparecer dejando a Tsunade allí con Naruto. Me teleporté fuera de la villa y llegué a la habitación de Temari en Suna. De verdad que esta habilidad de Minato me gustaba, llegábamos en un momento y podía escaparme con rapidez.

- No se puede hacer nada contigo, no tienes remedio – me dijo Temari sonriendo.

- Es cierto, no tengo remedio pero te amo – le dije besándola.

- ¿Qué haces tú por aquí? – escuché al fondo que preguntaban y en la puerta abierta apareció Gaara con el niño en brazos y es que se me había escapado. Ahora sonreía mientras le cogía el cabello a Gaara y no paraba de reír.

- Lo siento Gaara – le dije – había que escapar de Tsunade.

- Te perdono pero porque me has traído a mi sobrino. Mientras vosotros hacéis vuestras... cosas de adulto – dijo sonrojándose – el pequeño Fugaku y yo nos vamos a divertirnos al parque ¿Verdad? – le preguntó Gaara al enano que aún sonreía tirándole del cabello.

Temari y yo nos reímos y Gaara cerró la puerta cuando salió llevándose al pequeño con él. Si no lo hubiera visto, jamás imaginaría que Gaara pudiera estar tan encaprichado con un crío, pero es que se le caía la baba con Fugaku.

- Te quiero – me dijo Temari besándome.

- Y yo a ti – le respondí.

- tachi... - la escuché entre susurros aún con sus labios pegados a los míos.

- ¿Qué? – le pregunté.

- ¿Y si vamos pensando en un hermanito para Fugaku? – me preguntó y sonreí.

- Eso está hecho.

Pasé mi brazo por su cintura y la arrastré bajo mí besándola mientras ella sonreía. Me encantaba su sonrisa, no podía dejar de besar sus labios. Sentí las manos de Temari quitando la chaqueta del Hokage y dejándola a un lateral de ella en el suelo y es que ni a la cama habíamos subido, nos habíamos quedado en el mismo suelo y me daba igual.

Sonreí cuando notaba sus manos por mi espalda buscando el final de la camiseta para quitármela también y le ayudé a quitarla mientras la acariciaba a ella. Metí mi mano bajo su falda y la escuché reír divertida cuando toqué su intimidad. Reí yo también y es que tenía una risa pegadiza, nos encantaba a los dos jugar y menos mal que Gaara se había llevado al enano un rato, porque así la tenía toda para mí.

Entré en ella y me moví con calma hasta que se acostumbró, pero no dejé de besarla durante todo el tiempo que estuve dentro de ella, la amaba. ¿Quién me habría dicho que acabaría enamorado de una chica de Suna? ¿Quién me diría que acabaría siendo Hokage? No me imaginaba nada, ni siquiera creí que llegaría a ser padre. Me corrí en ella pero yo me fijé cuando ella gimió y gritó cuando llegó al orgasmo.

Fui yo quien buscó al pequeño Fugaku mientras su madre se duchaba y es que teníamos que volver a Konoha. Gaara no quería separarse del niño, es que se le caía la baba con su sobrino y a Fugaku también le encantaba estar con su tío, sobre todo tirarle del cabello, creo que era por verlo de un color tan peculiar.

Volvimos a casa y acosté al pequeño Fugaku en su cama. Cuando quise darme cuenta, yo me había quedado dormido con él en su cama y me sorprendió ver a Temari frente a mí con nuestro hijo en medio. Sonreí, porque sabía que ella al no verme en nuestra cama, había venido aquí con nosotros y ahora dormía profundamente. Acaricié su cabello y abrió los ojos con lentitud mirándome y sonriendo. No podía ser más feliz de lo que lo era ahora mismo.

- Lo siento – le dije – me quedé dormido.

- No pasa nada – me dijo – te quiero.

- Y yo a ti Temari. ¿Qué te parece si cogemos a Fugaku y le metemos en la cama con nosotros?

- Sería perfecto – me dijo – tendré a los dos hombres de mi vida en mi cama – me dijo sonriendo.

- Dios como te amo – le dije besándola – me has dado todo lo que quería en mi vida.

- Vamos Hokage – me dijo sonriendo – vamos a dormir, mañana te espera papeleo.

- Odio el papeleo... mañana iré con Fugaku de excursión

- Tsunade va a matarte – me dijo mientras yo me levantaba y cogía a Fugaku en brazos para llevarlo a nuestra habitación.

- Seguramente, pero en el fondo... me entiende, vosotros sois lo primero para mí, siempre lo seréis. Me lo has dado todo y yo te daré todo también Temari, te amo demasiado.

- Yo también te amo – me dijo sonriendo mientras nos tirábamos en nuestra cama a dormir abrazando al pequeño.

Desde luego... lo único que ahora quería, es que ellos estuvieran bien y por supuesto, darle un hermanito a Fugaku, porque esperaba darle muchos hermanitos.


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