Capítulo 11: Misiones peligrosas

Itachi Uchiha

No me imaginé que pudiera dejar a Temari con esas agujetas, pero no podía dejar de sonreír, era tan inocente, tan pura y era mía. La pobre se quedó dormida casi al momento mientras yo le abrazaba y cuando sentí que ya nada podría despertarla con ese sueño tan profundo que tenía, le levanté un poco la camiseta del pijama para ver el sello, para comprobar que estaba ahí y era una tontería, claro que estaba, yo lo había puesto y sólo yo podía quitarlo, pero aún así, sonreí aún más al verlo y lo acaricié con las yemas de mis dedos delineando cada signo. En parte me gustaba como le quedaba, me gustaba saber que ahora... ella era mía, nadie podría quitarme jamás estos momentos.

Miré hacia la ventana, el resplandor del sol empezaba a vislumbrarse, el alba aparecía ante mis ojos y eso siempre era una mala señal para mí, porque tenía que marcharme. Le di un beso en la mejilla y ella se medio desperezó cuando casi estaba ya levantado poniéndome la capa de Akatsuki.

- ¿Ya te vas? – me preguntó.

- Sí Temari, lo siento, ya saber que no puedo quedarme.

- Lo sé – me dijo – Itachi... Naruto lo sabe – me comentó

- ¿Se lo has dicho? – le pregunté sorprendido.

- Sí – me comentó – pero me guardará el secreto, él me apoya y estaba demasiado preocupado pensando que ibas a por él, no podía dejarle con esa duda, apenas dormía ya creyendo que querías capturarle – yo me empecé a reír cuando lo escuché.

- Has hecho bien – le dije – no te preocupes.

- ¿Vendrás luego?

- No lo sé Temari, lo intentaré, pero tenemos una misión, no sé cuánto tiempo estaré fuera, quizá no pueda venir en unos días.

- Te voy a echar de menos

- Y yo a ti preciosa.

- Ten cuidado ¿Vale? Vuelve sano y salvo.

- Soy el genio del clan Uchiha – le dije quitándole importancia para no preocuparla - ¿Qué podría pasarme a mí? Deberías preocuparte por los demás.

- Te quiero a ti, no a los demás – dijo y me sorprendí.

- ¿Me quieres? – le pregunté con una sonrisa y se sonrojó.

- No he dicho eso – me comentó poniendo pucheros como una niña pequeña.

- Si lo has dicho y me ha encantado. Yo también te quiero y volveré, te lo prometo. Mantén mi lado de la cama calentito para cuando vuelva, en un abrir y cerrar de ojos, estaré de nuevo aquí contigo, ya lo verás – le dije sonriendo.

- Eso espero.

Me marché de allí tras besarla, toqué el Kunai y me teleporté a la base. Allí estaban ya todos los compañeros de Akatsuki y a las pocas horas, nos llamaron para ir a la reunión, teníamos que ir a una misión y no me gustaba nada, sentía algo extraño, una sensación de vacío, seguramente porque no quería permanecer mucho tiempo alejado de Temari, pero no me quedaba más remedio que aguantarme y hacer esa misión, cuanto antes empezásemos antes acabaría y podía volver con ella.

Ni siquiera me habían dejado descansar como dios manda, eran muy pesados todos ellos cuando había que hacer misiones y lo más extraño, es que íbamos prácticamente todos a buscar a un individuo, creo que a uno de los demonios.

Viajamos durante varios días y yo sólo podía pensar en Temari cada vez que nos deteníamos en algún lugar y miraba el kunai con el sello impreso en él. Me moría de ganas de volver a esa habitación y hacerle el amor hasta que nos diera el alba, pero no podía, todos en akatsuki me vigilaban, todos tenían sus ojos clavados en mí pensando en qué diablos me ocurría últimamente para estar tan ausente de la base.

Esta vez, a mí me tocó hacer la ronda y no quería decir nada, pero me dolían los ojos, apenas veía ya, mi visión fallaba y mi corazón no sé cuánto más aguantaría. Tenía que aguantar, porque yo sólo me dejaría matar por mi hermano, a él le daría ese placer, él me había buscado durante demasiado tiempo y clamaba venganza por lo que hice, a él se la daría, le daría el placer de disfrutar de mi muerte, pero antes... le quitaría a Orochimaru de su cuerpo, porque aún podía sentir a esa maldita serpiente dentro del cuerpo de mi hermano tratando de arrebatarle el cuerpo y yo me ocuparía de exterminarle por completo, porque nadie poseería jamás a mi hermano pequeño.

- Bonito Kunai – escuché a Deidara detrás de mí y se sentó a mi lado mirando como daba vueltas al Kunai en mi mano.

- Gracias – le dije sin apenas mirarle.

- ¿Qué son esos signos?

- Un sello – le aclaré – algo que aprendí de Konoha – le dije sin dar más información.

Deidara estaba bastante serio, desde que mataron los de Konoha a Sasori, estaba de esta forma tan deprimente, no era el chico juvenil y divertido que era antes, era como si hubiera ocupado la personalidad de Sasori, era serio, gruñón, impaciente, había intentado enseñar a un Tobi que no hacía caso a nadie, que pasaba de todo y sólo hacía el tonto, menudos compañeros teníamos él y yo.

- ¿Aún me culpas? – le pregunté

- Sí – me dijo muy seguro – tus malditos ojos me trajeron a esta organización – me dijo sonriendo – pero encontraré la forma de vencer esos ojos, ya te lo dije.

- Solo un Uchiha puede vencer a otro Uchiha – le dije muy serio – mi hermano es el único que acabará conmigo.

- Sé que estás viendo a una chica – me dijo de golpe en susurro para que no le escuchasen y yo le miré sorprendido – no me mires así, es cierto, sales a escondidas de la base, desaparecer en un abrir y cerrar de ojos, tu chakra desaparece como por arte de magia y no hay forma de encontrarlo en varios kilómetros a la redonda, está claro que te vas a ver a una chica – me dijo.

- ¿Y si fuera así? – pregunté.

- Me parece bien, llevas mucho tiempo solo Itachi – me dijo – tranquilo... no sé a quién ves y guardaré tu pequeño secreto, diré que te he visto entrenar cuando desapareces de esa forma tan rara.

- ¿Por qué me cubrirías?

- Porque yo también estuve enamorado una vez y sé lo que es, pero recuerda una cosa Itachi... para nosotros... no hay redención que valga, somos criminales, ellas acaban dándonos la patada, no podemos darles nada excepto la muerte o provocar que las acusen de traición.

- ¿Dejaste a ese amor para salvarla?

- Sí – me dijo – no podía ponerla en peligro por mis fechorías, para nosotros no hay perdón que valga, recuérdalo.

- Lo sé, pero ella es diferente, no me abandonará.

- Si no lo hace, entonces está en grave peligro, si se enteran de que está con un criminal la acusarán de alta traición, de haber podido desvelar secretos, de estar contigo, la pondrás en peligro por el simple hecho de haber mantenido contacto contigo. Ten cuidado dónde vas a meter a esa chica si tanto te importa – me avisó – voy a dormir un rato, mañana tenemos un duro día.

La misión del día siguiente fue más o menos rápida, capturamos sin problemas al demonio pero cuando ya estábamos acabando de sustraerlo, una explosión sonó en la entrada de la cueva que estábamos utilizando y nos mandaron largarnos de allí y reunirnos en cuanto pudiéramos en la base del norte, pero yo no tenía sello puesto en aquella base, decidí salir de allí al modo más rápido, sin pelear, sin matar a nadie y sin herir, porque eran los de Konoha los que venían, podía sentir el chakra de Naruto, el de Sakura, el de Kakashi, el de ese chico que rondaba a mi chica, podía sentirles a todos y no quería hacerles daño, así que decidí sacar el kunai y marcharme directamente a Suna, a la habitación de Temari, pero otra explosión detrás me hizo soltar el Kunai que cayó al suelo.

Un trozo de madera se clavó en mi abdomen haciendo que cayese de rodillas al suelo ensangrentado y no sé cómo no vi aquel trozo de madera, yo siempre veía todo, siempre esquivaba todo, pero mi visión ya no era lo que era, la perdía, cada vez estaba más enfermo y tenía que centrarme más y más en lo que hacía para mantenerme vivo. Fingía en Akatsuki estar bien para evitar que el resto de miembros pudieran hacerme algo, para evitar que me pasaran por encima, porque yo seguía siendo Itachi Uchiha, el genio del clan más fuerte de Konoha, yo siempre ganaba, no podían subestimarme.

Busqué el kunai casi a ciegas por el suelo pero seguía viendo borroso y entonces vi una figura que venía corriendo y se detenía de golpe frente a mí. No podía pelear ahora pero si tenía que hacerlo lo haría, mataría a quien fuera y entonces escuché la voz de ese rubio hiperactivo.

- ¿Qué haces aquí? – me preguntó preocupado – Tienes que largarte – me dijo

- ¿No lucharás contra mí?

- Ganas te tengo – me dijo – pero confío en Temari y se lo prometí, lárgate de aquí Itachi, antes de que vengan mis compañeros y te descubran, no podré cubrirte si te ven.

Me ayudó a levantarme mientras escuchaba al resto de ninjas ir diciendo que no encontraban a nadie por el resto de pasillos y rincones de la cueva, Naruto se mantenía en silencio y yo me quejé al tratar de levantarme, el abdomen me estaba destrozando, no paraba de sangrar.

- Joder – me dijo Naruto - ¿Puedes marcharte? – preguntó.

- Sí – le dije – sigo siendo un Uchiha.

- Un Uchiha cegato – me dijo al ver como buscaba el Kunai con la vista y no lo veía.

- Toma – me dijo agachándose a recoger el Kunai, cogiendo mi mano y colocándolo encima presionando su mano sobre la mía para que la cerrase entorno al mango.

- No se lo digas a Temari – le dije.

- ¿Qué no ves nada? – me preguntó - ¿Cuánto has utilizado el Sharingan? – preguntó ahora preocupado.

- Demasiado – le dije – demasiadas veces en mi vida.

- Sois descuidados, tú y Sasuke, utilizáis esos ojos como si no tuvierais otra opción y miraos ahora, os quedáis ciegos. – miró hacia el Kunai de golpe – Estos símbolos... - comentó - ¿Has robado esta técnica de Konoha?

- La tomé prestado.

- ¿Estás loco? Esto es del cuarto Hokage.

- No tuve más remedio – le dije y volvimos a escuchar a sus compañeros.

- Aquí no hay nadie – gritó Naruto de golpe – voy al siguiente pasillo.

- ¿Por qué cubrirme? – pregunté.

- Ya te lo he dicho, se lo prometí a Temari, vuelve con ella, ahora.

- Naruto – le dije antes de que se marchase – sólo dos cosas... una... salva a mi hermano - le comenté y él sonrió – y la segunda... te haré un favor porque creo que nadie en la villa te ha contado nada, ésta técnica que acabo de aprender... era de tu padre – le dije y él se sorprendió aún más, pero al sentir los chakras de sus amigos, desaparecí teleportándome a la habitación de Temari.

Caí al suelo en un charco de sangre y ante mi quejido de dolor, Temari apareció por allí y a mí me extrañó que estuviera en su habitación. Se asustó mucho de verme así y me ayudó a levantarme como pudo llevándome hacia el baño para curarme la herida. Me enteré allí de que todos se habían ido a una misión y yo le expliqué... que venían por nosotros. No sé si desde Suna llegaría a tiempo a la base de Akatsuki, al menos no en la que habíamos quedado, no había estado allí en mucho tiempo y no había puesto el sello, tenía que ir andando, pero en este momento todo me daba igual, estaba a salvo y besando a Temari, porque la había echado demasiado en falta, ahora estaba seguro, de que me había enamorado de esta chica de cabellos dorados.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top