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Pasó un buen rato hasta que sintió como comenzaban a descender, podía sentir una ligera brisa fresca, confirmando sus sospechas.
Se estaban acercando a los territorios del oeste, zona donde aparentemente estaba el palacio de aquel sujeto, ¿cómo se llamaba? Ah si, Sesshōmaru.
Aún con todo el movimiento, nunca soltó a Haku, el cual estaba encantado por la atención que estaba recibiendo.
Estar en los brazos de su madre era lo que más le encantaba, cada que podía lo aprovechaba al máximo ya que su madre no acostumbraba a tenerlo en brazos durante mucho tiempo.
Inuyasha solamente pensaba en como se libraría de aquella situación, jamás en lo que llevaba viviendo se había imaginado que algo así llegaría a pasarle.
Se mantuvo tanto tiempo en sus pensamientos que no se dio cuenta que ya estaban frente al enorme palacio de Sesshōmaru. Sus ojos se abrieron de más, sorprendido por la gran estructura que estaba frente a él.
Mientras que Haku aplaudía feliz de lo que estaba viendo.
Sesshōmaru lo bajó al piso de una manera delicada, cuidando que no diera un paso en falso para evitar que cayera al suelo, más aún teniendo a Haku en sus brazos.
Inuyasha sintió el césped entre los dedos de sus pies, se sentía muy suave, muy diferente al césped que rodeaba a Sengoku.
Siempre fue de la idea de no usar ningún tipo de calzado ya que así fue adaptado a vivir desde su niñez, antes de vivir con la anciana Kaede, más que nada porque su difunta madre en aquel entonces no tenía el dinero suficiente para poderle comprar algún tipo de zapato que cubriera sus pies.
Y con el tiempo se acostumbró a no usar zapatos ni nada por el estilo.
Sesshōmaru pasó caminando a su lado para ingresar a su palacio, mientras que él se había quedado en el mismo lugar.
Ni de chiste lo seguiría, era su oportunidad para escapar.
Justo cuando estuvo a punto de retroceder un paso, la imponente voz de Sesshōmaru lo hizo detenerse.
—Ni siquiera lo pienses, aunque intentes huir te encontrare, no importa a donde vayas o donde estés.
La mirada que le dirigió estaba llena de determinación, esa mirada dorada le atraía peligrosamente. De cierta manera, lo seducía.
—Camina —ordenó para seguir caminando.
Inuyasha dudó por un momento, pero no quería arriesgarse. Observó a Haku el cual lo veía con su mirada plateada, le sonrió mostrando unos pequeños dientecitos que apenas le estaban comenzando a salir.
No podía dejarlo solo, si Sesshōmaru fue capaz de dejarlo a merced de esos exterminadores, no sabía que le depararía en el futuro si por alguna u otra razón ya no estaba a su lado.
Antes de que Sesshōmaru se volteara por completo empezó a caminar, no tenía de otra. La emoción en el rostro de Haku se hizo presente, parecía estar de acuerdo con lo que estaba aconteciendo.
Inuyasha gruñó al verlo mostrar eso, parecía que aquella alimaña estaba de acuerdo con Sesshōmaru.
Lo acercó un poco a él para poder olerlo y tratar de percatar un olor conocido, y, como era algo obvio desde siempre, el anciano Myōga se había dado a la fuga en cuanto pudo.
"Maldita pulga cobarde, en cuanto lo vea lo aplastare como lo que es"
Los guardias que custodiaban los pasillos le hacían una reverencia a Sesshōmaru, demostrando el respeto que le tenían y el estatus que el mayor poseía.
Daba ligeros vistazos a la estructura de las paredes así como a las decoraciones que estaban en ellas, los pilares parecían hechos de un material lujoso, si lo analizaba bien podía jurar que era mármol.
Por lo que sabía por parte de la anciana Kaede, solamente las personas como los Daimyō o los terratenientes más influyentes, ahora veía que eso mismo aplicaba para los Yōkai.
Al llegar al salón principal Inuyasha vio a dos Ōkami Yōkai que eran prácticamente iguales pero podía diferenciarlos, ambos tenían el pelo cenizo, ojos heterocromáticos. Con la diferencia de que uno tenía las orejas puntiagudas y el otro orejas de animal.
Los gemelos al verlos llegar no tardaron en hacer una reverencia, mostrando lo educados que eran.
—Ellos serán tus sirvientes personales, se encargaran del cuidado de ambos así como aportar todo lo que requieran.
Inuyasha lo miró confundido, no esperaba aquello y tampoco estaba de acuerdo. No iba aceptarlo, negó rápidamente y se lanzó a un duelo de miradas con Sesshōmaru, el cual tampoco iba a desistir.
—No vine a esto, no necesito de nadie, puedo valerme por mí mismo.
—No me importa lo que digas, son mis órdenes y las cumpliras al pie de la letra, Inuyasha.
Se abstuvo de decir algo al escucharlo decir su nombre, jamás le había dicho cual era, ¿cómo lo sabía?
—Sé todo sobre ti, la futura señora del Oeste no puede ser cualquiera, así que no intentes nada estúpido o tendré que ser duro contigo.
A pesar de las pequeñas amenazas que el mayor le estaba dando, no retrocedió. Algo por lo que siempre se le reprochó fue por su actitud altanera y su capacidad para sacar de quicio a los demás.
—No soy un inútil, no voy a estar sentado sin hacer nada viendo como todos los demás hacen lo que fácilmente puedo hacer. No soy como tú que pudiste tener cualquier lujo desde que naciste, no tuviste que sobrevivir en las frías noches a una temprana edad para evitar que los más grandes te devoraran. Desde niño aprendí a valerme por mí mismo, y eso no va a cambiar ni ahora ni nunca.
Tanto Haku como los gemelos sintieron una enorme tensión en aquellas miradas, tan parecidas pero tan diferentes al mismo tiempo.
Sesshōmaru permaneció callado por unos segundos, observando la mirada determinada de Inuyasha, no iba a retroceder. Se dio cuenta que lidiar iba a ser un poco más complicado.
Pero no era nada contra el gran Sesshōmaru, el señor del Oeste.
—Solo obedece a lo que te digan, después hablamos —se dirigió a los gemelos los cuales no despegaron su mirada —. No se despeguen de ellos, y si algo sucede a causa de ustedes, olvidaré la promesa que le hice a sus padres.
—No planeamos decepcionarlo Lord Sesshōmaru.
—Daremos nuestra vida por la señora y del Waka-sama de ser necesario.
Dicho eso, Sesshōmaru se retiró dejando a Inuyasha y a Haku con los gemelos, los cuales no tardaron en presentarse.
—Un gusto en por fin conocerlo Ōji —lo dijeron al mismo tiempo para después hacer una reverencia.
Inuyasha se puso nervioso, no estaba acostumbrado a recibir ese tipo de atención y servicio.
—No son necesarias tantas formalidades, no durare mucho tiempo aquí.
Ambos gemelos no dijeron nada, aparentemente todavía no sabía cuál iba a ser su posición de ahora en adelante.
Realmente si lo sabía, pero quería ignorarlo y enfocarse en buscar una manera de huir de ahí, aunque Sesshōmaru le advirtió no hacerlo ni intentarlo.
Sin embargo era conocido por no seguir órdenes de nadie.
—Nos presentamos, somos Hikari y Hikaru, lo llevaremos a su habitación para que se ponga cómodo y pueda descansar junto al Waka-sama —habló el de orejas de animal.
Ambos esperaron a que Inuyasha comenzará a seguirlos, decidió hacerlo ya que así vería alguna manera de poder escapar de las garras de Sesshōmaru.
¿En que diablos se había metido y por qué había aceptado tan fácil?
Daimyō: Señor feudal destacado entre la clase alta.
Waka-sama: Joven maestro o señor joven.
Ōji: Príncipe.
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