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Después de que Hikaru se recuperara un poco, Sesshōmaru indicó que ya era hora de regresar al palacio. Sin embargo, Inuyasha aún no quería irse, sabía que debía hacerlo, pero necesitaba un poco más de tiempo.

Debía hablar con la anciana Kaede.

Por eso mismo, le había pedido a Sesshōmaru que lo esperara junto con Hikaru, el Yōkai al comprender la situación intento convencer al DaiYōkai de darles espacio para que hablaran.

Sesshōmaru jamás comprendería el sentir de los humanos, consideraba que era algo completamente innecesario. Pero al ver el rostro de Inuyasha, pensó que tal vez no era tan innecesario.

Por lo que accedió a las peticiones que le hicieron, tanto de Inuyasha como de Hikaru, y ahora esperaba pacientemente a que su compañero terminara de hablar.

—¿De verdad estas bien? —le preguntó preocupado al estar frente a ella.

—De verdad Inuyasha.

—¿Segura? Puedo ir al campo de Jinenji y pedirle algunas hierbas si no te sientes bien.

La anciana Kaede sonrió, era una sonrisa que reflejaba lo orgullosa que estaba del Hanyō. Dijeran lo que dijeran, sabía que no era una mala persona, ni un mal demonio.

Y a él no lo determinaba la sangre qué corría por sus venas, si no los sentimientos que lo conformaban.

—En serio Inuyasha. Estoy bien, no tienes que preocuparte.

Inuyasha no estaba conforme con esa respuesta, pero tampoco podía exigirle mucho. No después de todo lo que había pasado.

—Has crecido mucho Inuyasha —dijo de forma abrupta, sacando de sus pensamientos a Inuyasha —. Hablo de la madurez con la que has enfrentado la situación, sobre la criatura que tuviste en tu cabaña.

—Anciana Kaede, yo-

—No es necesario que me des explicaciones. Si he de ser sincera, no creí que fueras capaz de cuidar al bebé de un demonio, creí que delegarías esa responsabilidad. Sin embargo, me dio mucho gusto saber que no lo abandonaste.

—¿No estas molesta por ocultartelo?

—Claro que no Inuyasha. Siempre te he enseñado que seas leal a tus sentimientos y principios, no a los que te imponen los demás porque muchas veces escalan a la crueldad. Si tus sentimientos querían salvar la inocencia de una criatura, entonces esta bien.

Inuyasha se sintió apenado, la anciana Kaede lo conocía muy bien. No fueron correctas las intenciones que tenía Toyotomi con Haku.

—Supongo que aquel demonio tiene que ver con eso.

Inuyasha al ver como la mirada de la anciana Kaede observó cuidadosamente a Sesshōmaru, terminó bajando sus orejas avergonzado.

—Es el padre biológico de Haku.

—¿Con que así se llama? —alzó una de sus cejas curiosa, pero sonrió divertida —. Es un buen nombre.

Inuyasha se sintió ansioso ante la mención de Haku, habían sido varias horas desde que se había separado de él, pero sentía que había sido demasiado tiempo.

La anciana Kaede al ver su inquietud sonrió comprensiva. Intuía que Haku estaba a salvo en el hogar de aquel demonio, sin embargo, Inuyasha necesitaba volver con él.

—Inuyasha, hay algo que he querido darte desde hace tiempo, pero no había encontrado el momento adecuado —se quedó callada por unos segundos y prosiguió —. Y veo que este es el momento.

—¿Qué sucede?

La anciana Kaede sacó de sus ropajes un rosario de perlas moradas qué parecía algún tipo de collar.

Inuyasha al verlo detenidamente abrió sus ojos sorprendido. La última vez que lo había visto, había sido en el cuello de su difunta madre.

—A-anciana Kaede, ¿acaso es...?

—Poco tiempo después de que tu llegaras, mande a varios hombres para ver si podían recuperar las pertenencias de tu madre. Llegaron con esto y sabía que tenías el derecho de tenerlo en tus manos. Y considero que este es el momento de que este contigo.

Inuyasha no le iba a reprochar por tenerlo con ella durante muchos años, desconocía sus razones, y si tenía que ser sincero; no le importaba.

En ese preciso momento, lo único que le interesaba es que aquella posesión que perteneció a su madre cuando estuvo viva, ahora pasaría a sus manos.

La mayor alzó sus manos con el rosario en ellas, Inuyasha comprendió lo que quería hacer y se inclinó un poco. Permitiendo que le colocará el rosario alrededor de su cuello.

La anciana Kaede estaba feliz por la imagen que estaba frente a ella. Viéndolo así, era el vivo retrato de su madre.

Pero de nuevo, las inquietudes aquejaban a Inuyasha y Sesshomaru se percató de ello. Por lo que no tardó en llamar su atención.

—Es hora de irnos. Haku nos está esperando en casa.

«¿Casa?

Es verdad, tenía un lugar más al que pertenecía»

Aunque Inuyasha aún no se quería ir, no sin antes despedirse de quien se había hecho cargo de él. Porque sabía que no la vería en mucho tiempo.

Al menos hasta que Haku fuera un poco más grande.

—Ve Inuyasha, nosotros te estaremos esperando aquí cuando decidas visitarnos.

—Volveré pronto, hasta entonces, espérame.

La anciana Kaede sabía a que se refería con esas palabras, en sus adentros pensaba que el tiempo no se detenía por nada ni por nadie.

—Así lo haré.

—Déjame llevarla a la aldea, no tardaré mucho —pidió viendo al mayor, el cual mantenía sus ojos cerrados.

Tardó un poco en responder, pero al final asintió.

Inuyasha fue rápido en llevar a la anciana Kaede a su cabaña, y aprovechó para despedirse de sus amigos. Sango entre lágrimas le pidió perdón por el comportamiento de su padre.

Sin embargo, Inuyasha no aceptó sus disculpas porque sabía que ella no había tenido la culpa, y que en todo caso, debía ser Toyotomi quien pidiera las disculpas.

Con la promesa de volver, Inuyasha volvió al lado de Sesshōmaru. Mientras que Hikaru los seguía a una distancia segura, con la intención de no incomodarlos con su presencia.

Inuyasha al verlo una vez más, se preguntaba como Sesshōmaru lo pudo traer de vuelta a la vida, y solo con el blandir de una de sus espadas.

Sin querer quedarse con ninguna duda, tomó valor para preguntar.

—Oye Sesshomaru, ¿cómo reviviste a Hikaru?

—Colmillo Sagrado.

—¿Colmillo Sagrado?

—Una de las espadas del Lord Sesshōmaru es el Colmillo Sagrado, el cual tiene la capacidad de revivir a los muertos al eliminar a los sirvientes del inframundo —informó Hikaru siendo conocedor de que Sesshōmaru no daría una explicación tan precisa.

—¿De verdad, entonces puedes revivir a los muertos cuantas veces quieras?

Eso era una gran ventaja en batalla, sin importar las pérdidas estas podrían volver a la vida con ayuda de esa grandiosa espada.

No tendrían que preocuparse de nada.

—Así no funciona, amo Inuyasha.

—¿De qué hablas?

—Colmillo Sagrado solo puede revivir a un muerto una vez.

—Espera, si tu vuelves a morir, entonces...

Hikaru no respondió, agachando su cabeza. Inuyasha volteó a ver a Sesshōmaru en busca de una explicación.

A pesar de que no lo veía, sintió su mirada.

—La vida tiene sus propios límites. No hay que abusar de ello.

Después de eso, un silencio los acompañó durante todo el viaje.

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