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Cuando estuvieron cerca de los terrenos del palacio el cuerpo de Inuyasha se agitó por las ansias que lo carcomían por dentro, y él sabía por qué.
La necesidad de ver a Haku se expandía a cada segundo que pasaba, como el agua en corrientes turbulentas.
Sesshōmaru sintió como el poco yōki que poseía Inuyasha se encontraba ligeramente perturbado.
Podía entender el por qué, pero no diría nada. Esperaría a que el peliplata decidiera hablar con él.
Pese a que Hikaru no podía saber con la misma certeza que Sesshōmaru, podía sentir a su amo inquieto.
Sin embargo, Inuyasha jamás diría en voz alta que extrañaba a Haku, al menos no en frente de ellos ni de nadie.
Solo del involucrado, o sea, Haku.
Caminaron por un rato más hasta que llegaron a los pies de las escaleras del palacio, Inuyasha no lo pensó dos veces para correr con velocidad hacia el interior del palacio.
Escuchó que Hikaru lo llamó, pero decidió ignorarlo y continuó con su camino.
Hikaru antes de seguirlo, se disculpó con Sesshōmaru en nombre de Inuyasha, se despidió y siguió el mismo camino que había tomado Inuyasha.
Sesshōmaru simplemente negó con una pequeña sonrisa en su rostro, entendía la desesperación de Inuyasha y no tenía planes de reprenderlo.
Y a pesar de que habían varias cosas de las que tenían que hablar, decidió aplazarlo por un tiempo más.
Hasta que su familia se sintiera comoda y segura.
Un sirviente se acercó y le comentó algo, el ceño en el rostro de Sesshōmaru se frunció al escucharlo.
Dio un par de indicaciones y se encaminó a lo que era su estudio. Donde alguien ya lo estaba esperando.
A paso lento llegó hacia la puerta de su estudio y dio un largo suspiro antes de adentrarse en este.
Inuyasha siguió el olor de la persona que más ansiaba ver en ese momento, y como era de esperar, el olor lo guió hacia la que era su habitación. Siendo ahí donde se concentraba más el aroma de Haku.
No perdió tiempo y abrió la puerta con rapidez. El estrenduoso movimiento alteró a Hikari, el cual estaba ahí también.
Algo que Inuyasha agradecía en el fondo ya que eso le hacía ver que los hermanos cumplirían con todas las promesas que le habían hecho.
La sonrisa que adornó el rostro de Hikari al verlo fue muy notoria, y lo fue más cuando vio detrás de él a Hikaru.
No le presto atención y enfocó su vista en algo mucho más importante.
Un bulto permanecía encima del futón, podía percibir un leve aroma a tristeza emanando de él.
Antes de que pudiera dar un paso aquel pequeño bulto comenzó a moverse. Se enderezó con ayuda de Hikari, se había despertado al pecatar un olor familiar y entrañable en esa habitación.
En cuanto su mirada platinada chocó contra aquella mirada ambarina, sus ojos se pusieron acuosos y no tardó en extender sus brazos, a su vez que con pequeños balbuceos lo llamaba.
Un mamá se escuchó repetidamente entre sollozos.
Inuyasha no tardó en acercarse hacia donde estaba, Hikari retrocedió con pasos rápidos para no incomodar en el momento madre e hijo.
Cuando llegó con él lo apretó entre sus brazos, protegiendolo en un abrazo cálido y reconfortante. Algo que ambos necesitaban con urgencia.
Haku se apresuró a inhalar el aroma de Inuyasha, sus pequeñas manitas se aferraban con fuerza a los ropajes rojizos.
El corazón de Inuyasha se quebró al sentir como el cuerpo de Haku temblaba en sus brazos, como resultado de sus lágrimas.
Una pequeña lágrima bajó por su mejilla, su cría había sufrido por su ausencia. Y todo era culpa suya.
-Perdóname. Lo siento tanto, no quise dejarte por tanto tiempo. Te prometo que nunca más me iré de tu lado -frotó su rostro en los cabellos blanquecinos qué ya habían crecido un poco.
Haku se acurrucó más, si es que podía. En esos momentos no se quería alejar por nada del mundo de su lugar seguro, Hikari observaba la escena nostálgico.
Recordaba como su papá también los abrazaba a ambos cuando tenían alguna pesadilla o simplemente necesitaban del amor fraternal.
Inuyasha dejó un casto beso en los cabellos de Haku y se mantuvo quieto en aquella posición.
Ambos gemelos se retiraron de la había sin decir nada, puesto que entendían que necesitaban un momento a solas.
En cuanto Inuyasha escuchó la puerta cerrarse, centró su atención en la pequeña bolita que permanecía en sus brazos, reacio a salir de ellos.
Con cuidado y sin alterar al pequeño, se acomodó de manera en que ambos estuvieran cómodos sin sentir molestias en alguna de sus extremidades.
Pasaron unos minutos hasta que sintió que la respiración de Haku se volvió tranquila, bajó su mirada viendo que tenía los ojos cerrados.
Al llorar por un rato sus ojos terminaron por cansarse, y su cuerpo pedía un descanso inmediato. A Inuyasha eso le pareció curioso, ya que al ser un demonio completo no debería cansarse tan rápido.
Lo atribuía a que todavía era un bebé.
Trató de recostarlo en el futón para que descansara mejor, pero las manitas de Haku no se atrevían a soltar sus ropajes.
Suspiró tranquilo, no juzgaría aquello ya que entendía el por qué de su reacción. Acercó a Haku y como pudo, se recostó en el futón con él a su lado.
Haku se pegó más a él al sentir el movimiento.
Inuyasha daba leves caricias qué abarcaban su cabeza hasta su espalda baja, con la intención de relajarlo en sus sueños.
Con ayuda de sus pies acercó la manta hacia ellos y los tapó a ambos. Al sentirse en aquella comodidad el sueño también empezó a invadirlo.
Se acurrucó contra Haku, el cual sonrió al sentir la cercanía. Le dio un beso en su pequeña frente y cerró sus ojos, dejándose llevar por el cansancio.
Sin separarse, ambos durmieron abrazados por un buen rato, sin ser interrumpidos.
Hikari y Hikaru evitaban que cualquiera de la servidumbre entrara a la habitación, al único que le permitirían entrar sería a Sesshōmaru.
Porque era el único que tenía el derecho.
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