Capítulo 7. Conflicto con Sam
—Los Cullen han vuelto. —avisa Jacob, frustrado.
—No podemos estar varados aquí. —dijo Jared mirando a su Alfa.
—¡Tenemos que hacerles frente! ¡Quienes son esos caras pálidas para volver, eh! —exclamó Paul, luego de las otras dos voces.
—Viejo ya cálmate, no ganamos nada exaltandonos a cada rato. —suspira Embry bastante agotado.
Sam estaba muy pensativo e incomodo igualmente, de lejos pudo ver como la parejita Rossel y Leah establaban conversación a lo lejos. No le gustaba mucho esa cercanía, mas con la cara pálida, que era amiga del concejo y protegida de Harry.
—Sam no nos está escuchando, viejo. —bufa frustrado Jared.
—Claro que los estoy escuchando. Y no, no haremos nada mientras no rompan el tratado, todo sigue igual. —comenta Sam aún pensativo.
—¡Ellos volvieron para convertir a Bella! ¡Debemos atacarlos ahora! —gruñe enfadado Jacob.
—¡Jake para ya! Estaremos atentos para ello, hasta entonces no hay pruebas además de tus palabras. —gruñe el Alfa bastante sacado de onda por los lloriqueos del cachorro.
—Eso cachorro, mientras no le hinquen los dientes en el cuello, no podemos hacer nada. —dice Paul cansado por el comportamiento de Jacob Black.
Jacob frustrado no tuvo de otra que irse, nadie parecía comprender sus motivos, por el cual dejó de estar reunido con ellos. Mientras tanto el resto de amigos suyos lo miraban con lástima, pero entendían que aún faltaba para que Jacob dejara esa obsesión con Bella.
—Embry y Jared, les toca guardia hoy. Paul estas libre hasta media noche. —ordena el Alfa para empezar a encaminarse hacia la pareja y Leah.
Los de la manada se quedan resignados ante lo dicho, tomando su lugar los dos primeros y Paul tan sólo se quedó a observar el espectáculo. Sam se había acercado al grupo, sin embargo se detuvo en cuanto la joven de cabellos punk pidió adormilada subir al lomo del hombre de piel semi morena, quien sin dudar lo aceptó, el Alfa no comprendía porque ese lobo era tan fiel a una cara pálida, ni porque los ancestros parecían haberla puesta como su impronta.
—No entiendo porque te juntas con ellos. —admitió el Alfa Uley.
Leah al escuchar a su ex, se tensa incomoda de tenerlo cerca, pero lo mira irascible.
—No te tiene porque importar. —añadió tratando de calmarse.
Thomas escuchó la molestia en la voz y se detuvo para enfrentar la situación, ayudando a la nativa.
—¿A usted porqué le importa Leah? Déjela de molestar, mi impronta quiere descansar y con este barullo, usted me molesta. —admite de la misma forma incomoda.
—Me importa porque es parte de mi tribu, la debo proteger como a los demás. —aunque las palabras de Sam parecían conflictuar con la adoración con la que la nativa parecía mirar a la cara pálida.
Leah se había quedado mirando a Runa, quien se había acurrucado en el cuello y hombro de Thomas, babeando un poco sin querer, al estar durmiendo. Aquella imagen era tierna e infantil para ella.
—Piérdete Uley, mi hogar está donde mi impronta esté —advierte sin muchas ganas de alejarse de Runa.
—¿Cuándo despertaste el gen? ¿Quién es tu impronta? —pregunta sacado de onda Sam, sintiendo un gran piquete de molestia en su garganta, gruñendo. Sam miraba a Leah en estos momentos como su ex pareja, pero también como una amiga que quería como hermana.
—No importa cuando, repito no te debo importar. Así como no te importó romper conmigo para estar con Emily, así mismo debes comportarte, igual de desinteresado. Porque no soy nada para ti. —expresó intentando mantener la compostura para no despertar a su impronta.
Sin embargo Sam la miró dolido por ese recuerdo, sabía que lo había hecho mal, pero sus decisiones estaban respaldadas por el concejo, no podía evitar seguirlas, debía ser un buen ejemplo de alfa.
—Leah, hablemos como antes. Ahora te lo puedo explicar... Yo no quise tratarte así. —pidió temblando Sam, sentía enojo y frustración, miró de reojo tanto al de piel semi morena y la cara palida—¿Es él acaso?
Thomas se tensa ante el peligro que percibe en el ambiente, sin embargo, se queda sin aliento al ver como el color suave de transparencia brillos a se va extendiendo alrededor de él y Leah, transmitiendo paz.
—¡NO te importa! —gruñó Leah, no necesitaba lidiar con esto, ¿porque parecía ahora recién Sam querer remediar lo que había hecho? Mierda no quería siquiera saberlo, le daba repulsión.
Sam no le gustó la forma en que su ex no parecía tener respeto hacia el, siquiera como Alfa, ni siquiera era sumisa. Por lo que, gruñó y no dudo en intentar atacar a los que más molestaban la presencia. Sin embargo, el gran lobo negro se golpeó fuertemente contra una pared que lo dejó aturdido en el suelo.
«Es cosa de la fría, ¿porqué esta con ellos? Es acaso para hacerme sufrir por lo que le hice?» preguntó incomodo y adolorido.
Mientras que Leah se había asustado, no podía siquiera concebir la idea de transformarse porque los dañaría, pero aquello de que algo trasparente había evitado el ataque de Sam la dejó con las palabras y miedo en la garganta varados como roca en su boca.
—¿C-comó?
—Si nos atacas, estarás en aprietos. No soy yo su impronta, así que deja de ser poco hombre y comportate mejor. —gruñe bastante inquieto, sentía como el mismo quería eliminar a ese lobo que podría dañar a su mujer.—Tranquila Leah, ella nos cuida.
—¿Pero si ella... Está?
En ese momento se despierta, bostezando a lágrimas la mujer ya no tan pálida pero ni tan humana, adormilada pero con la nariz fruncida, demostrando su molestia.
—Sam Uley, yo soy su impronta. Soy la representación de tu ley más importante, acabas de atentar en contra de ella. Por lo que, no tengo muchas ganas de ser salvavidas, se lo diré a Harry, a la segunda vez que intentes hacer este tipo de actos ilogicos, en contra de Leah y tu ley, no seré yo quien te detenga. —molesta busca bajarse de su esposo, pero este trata de calmarla acariciando sus manos, logrando que el enojo baje pero no era suficiente.
«¿Quién eres para saberlo todo de nosotros?» gruñó el lobo.
Leah empezaba a molestarse, sintiendo la molestia de su impronta en la voz la cual había perdido todo tono cálido, tranquilo y despreocupado. Aquello estaba perdiendo necesidad y sentido.
—Vete ya. No te ya vergüenza que tus lobos hayan visto esta patética escena que hiciste? Eres un Alfa, compórtate como uno ejemplar, esto no te interesa, no es tu asunto y ya no es de tu incumbencia. Respeta para ser respetado. —dijo Runa rápidamente y ágil, besó el cuello de su esposo y te soltó un gruñido que lo aturdido gustosamente, soltandola. Logrando así ser como la vampiro se acercó al lobo negro y mostró sus dientes—¡Leah ya no te pertenece, es mía! ¡YA FUISTE LO SUFICIENTE COBARDE ANTES, RESPETA TU PRESENTE Y TERMINA TU PASADO!
El lobo negro se sintió totalmente intimidado por sus palabras más que por la forma en la que amenazó con sus dientes. La cruda realidad a veces era la forma más hiriente de dañar al humano, y por más que quisiera volver a tener buena relación con Leah, ya nada era como el ayer. Ahora había notado como la mujer era más que suficiente para el mal carácter actual de la nativa que alguna vez fue su mejor amiga, novia y ex-prometida. Tras esas palabras miró por última vez a Leah y se marchó perdiéndose entre los troncos del bosque.
—Odio a estos hombres prepotentes que no respetan un 'no' como respuesta.
—Amor...—dice Thomas.
—Odio cuando no respetan el espacio personal.
—Preciosa...
—¡Él eligió a la otra! No debería siquiera mirar a Leah ahora recién. —gritó totalmente inconforme.
Leah no sabía cómo intervenir, parecía que está forma de expresarse fuera de sul cabales, era nueva.
—Cariño... Tranquila.
—A él no le importó antes, ahora no tiene más nada que hacer. Ahora Leah es libre, no tiene porque venir a arrebatarle la felicidad. ¡Pará mí eso es poco hombre! ¡NO respeta lo que ya perdió! A Leah le lastima que él no estuvo con ella para cuando no entendió nada. —sigue su perorata de molestia.
Hasta que Thomas se pone tras su espalda y la abraza tratando de calmarla. Leah ve eso, pero aún percibe la molestia en Runa, por lo que se pone frente a ella, logrando que de ojos amarillos anaranjados la vea.
—No me gusta como te trata. No te lo mereces, Leah. —expresa sincera.
—Lo se, no me merece. Pero eso ya no importa, ahora importas tu... —dice Leah teniendo la valentía de tomar el rostro de la mujer pálida entre sus manos, acariciarla suavemente sintiendo como los labios fruncido se van aligerando la presión, el plus de confort y tranquilidad fue dada como cereza al pastel tras un beso en el cuello por parte de Thomas.
Siendo así como los dos lobos habían logrado calmar por completo el enojo y molestia de Runa, quien se había quedado totalmente tranquila. Cerrando los ojos y disfrutando el cariño de quienes la querían de verdad como ella lo sentía hacia ellos.
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