Capítulo 3. Victoria.

Ambos se encontraban observando muy lejos del campo abierto donde los Cullen jugaban béisbol. El hombre de piel morena la tenía entre sus brazos a su mujer, otorgándole el calor humano con su don a la misma, y de paso nublando el rastro de aroma en el aire de ambos, era bien sabido que los vampiros no podían soportar el aroma de los chuchos, mucho más que la vidente no podía ver a ningún lobo venir debido a que estos eran impredecibles en sus acciones, otorgándoles un escudo para no ser visto. Mientras que el don de curación de la mujer, también actuaba como escudo para los pensamientos de ambos, logrando así no ser escuchados por el lector de mentes. Dones duales que los beneficiaban perfectamente, y los protegían muy bien a decir verdad.

—Ha llegado el momento que tanto has estado esperando, mi amor. —susurra Thomas al oído de su mujer.

La pelinegra de cabellos cortos, sonríe ansiosa, pero también tras la felicidad que trae al fin el destino que estaba dándose, después de tantos años vagar, aprender sobre sus indistinta naturalezas y sobrellevar que no eran la misma pero que esto no sería ningún impedimento o problema que los separaría porque en vez de separarlos, los había unido hasta la médula y ella era feliz para toda la eternidad junto a su ahora esposo.

—Thombon.

—¿Dígame?

—Te diré el plan de nuevo, no quiero que te falte nada ni que te ocurra nada. No sé qué sería mi vida sin ti. —admite dándose la vuelta a verlo.

Logrando que el hombre de ojos negros oscuros, la vea con la misma adoración infantil y cariñosa que había visto desde su primer contacto, tal cual como lo recordaba aquel 14 de febrero, ese día tan cliché y tan especial para haber comenzado su amistad, y un nuevo futuro juntos.

No me perderás. Te lo vengo diciendo ya con bastante tiempo, amor. Soy todo tuyo y tu solo mía, no te dejaré ir a ninguna parte sin mi, a mi solcita favorita. —afirma mientras la abraza por la cadera, refugiandola.

—Tienes razón, hemos pasado por tanto juntos, no es momento para poner en duda probabilidades inexistentes. —admite mientras se acurruca contra el pecho de su hombre. —Te amo.

—Yo también, mucha más. —exclamó en un susurro efusivo.

Runa sonríe ante la tan dulce actitud de su bello amor, que no puede evitar tomar entre sus manos el rostro moreno de Thomas y acercarlo para besarse con él, dulce y tiernamente dejando una, dos y tres besos en ellos. Dejando atolondrado de amor a su esposo que logra suspirar tras sentir que su esposa queda en recostarse en su hombro, sabiendo perfectamente que era su tiempo para respirar y el tiempo de su mujer en escuchar el sonido de sus latidos que siempre la calmaron sea cual fuese el momento que fueran a pasar.

—El plan es así: Iremos al bosque en el lapso aproximado de seis o cinco meses, no recuerdo exactamente cuántos meses Edward abandonaba a Bella pero recuerdo el lugar y el momento donde Victoria acechaba a Harry. Intervendré cuando el tuviera el primer aviso del ataque cardíaco, mientras que...

—Yo te cubro las espaldas, en otras palabras atacaré a la pelirroja. —completa la frase recordando el plan el hombre de cabellos negros.

—Luego, de ser posible la alejaras del grupo y de donde esté, hacia el mar, si te es posible quema completo el cuerpo. No necesitamos evidencias y ni posibles molestias de su parte. Aunque tl vez ya para ese momento ya haya creado a Riley, un personaje secundario en neófito por lo que deberemos tener cuidado de que la pelirroja no vuelve de entre las cenizas amor. —explica Runa con sumo detalle.

—Bien, haré lo mejor que pueda. Tan solo mantente a salvo, si? —pide Thomas mientras ahora es él, quien le acaricia la mejilla con deleite, cariño y miedo a perderla.

—Te lo prometo.

Tras esas palabras, Thomas siente que su corazón se inunda de las mil millones de sensación puras de amor y calidez, las mismas que siente desde que la conoció. Por lo que no soporta más y la vuelve a besar esta vez más pasional, perdiéndose juntos en ese momento más dulce de amor, que tenían como pareja.

Mientras que las cosas del destino siguen sucediendo sin ningún cambio, Bella siendo seguida por los tres nómadas, luego el de rastas huyendo y advirtiendo a los Cullen de James y Victoria. Mientras que los últimos buscan a toda la costa la sangre de Isabella Swan.

[...]

Los meses pasan tan rápido, el tiempo parece no tener remedio en sus voraces saltos de tiempo, siendo tan corta la espera más ansiada para la mujer el momento de salvar a la primera persona que no se merecía morir por culpa de l que habían ocasionado Bella y los Cullen.

Aquel hombre de avanzada edad, tal vez unos 50 a 65 años se encontraba alejado del grupo de oficiales que fueron a acudir por petición del oficial Charlie Swan, ante la alerta de osos en zona peatonal cerca del bosque en Forks. Este hombre de ojos marrones oscuros, pequeños y cejas pobladas con aquellos párpados inferiores marcados casi en bolsas de cansancio con patas de gallo en cada lado de los ojos, los pómulos se marcaban en las comisuras de los labios dando un aspecto facial corpulento, su cuello ancho con la piel arrugada ya colgada por el desgaste muscular de los años; junto a su cabellera blanca tirando al color grisáceo con el corte de pelo que llegaba hasta unos pocos centímetros después de la nuca, portando una remera azul y pantalón holgados de tela con botas de caza. Harry Clearwater, uno de los miembros indios de la reserva quiluete, poseedor de una piel semi oscura y medio clara rojo-naranja; había ido en plan "apoyo" para Charlie por la fuerte declaración de Bella Swan (hija) la cual había visto lobos gigantes, que no eran osos como se creía. Siendo así como Harry, tuvo que estar involucrado para tapar las evidencias de sus protectores ante las demás personas.

Sin embargo, la existencia y presencia de un vampiro de cabello pelirrojo y figura femenina, había logrado alejarlo mucho del grupo, en busca de que aquella mujer no hiciera daños graves en gente que no estaba involucrada con seres sobrenaturales, topandose con Victoria, un vampiro de ojos rojos y piel pálida; quien al parecer había olfateado a Bella Swan que se encontraba a kilómetros pocos de distancia para el olfato vampirico, casi cerca de un acantilado finalizando el bosque donde estaban.

—¡Vete de aquí, cara pálida!

Harry Clearwater había decidido imponer fortaleza y seriedad, sin demostrar que su cuerpo ya presentaba debilidad digna de la vegez por haberse esforzado tanto en alejar al vampiro de los demás, su corazón ya no podía soportar otro esfuerzo más exigido por él.

Victoria lo miró con burla y diversión, y cuando apuntó a arrojarse le, causando una impresión fuerte de susto en el corazón de Harry, una fuerte presencia y fuerza abismal la desnucó partiendo en dos, inmovilizandola al ras. El hombre quiluete no pudo con tanto cayendo al suelo y agarrándose con desespero el corazón, casi con un hilo de respiración. Sin embargo, una figura femenina acudió rápidamente a socorrer lo con palpaciones musculares de emergencia para hacer reaccionar calmadamente al corazón, acorde sentía un ambiente mentolado casi parecido a la anestesia local, restando el porcentaje de dolor acorde los segundos transcurrían.

—¿Amor? —pregunta el hombre de piel medio morena, ojos castaños ojizos expectante sin saber muy bien con hacer con la cabeza pelirroja que iba colgada de su manos.

—Quemadla de raíz, amor. La cabeza completa el cuerpo hasta la mitad, solo deja la cintura y piernas, al fondo del mar. —guió con pura seriedad y concentración en salvar al hombre caído a sus pies, mientras de sus manos emanaba un brillo dorado pálido por todo el rango del corazón y pulmones en Harry— Lo llevaré al hospital, te veo pronto.

—Si. —confirmó y sin dudar ni un momento de sus manos empezó a emanar fuego puro, quemando y desintegrando la cabeza sin ningún ápice de compasión. Haciendo lo mismo con el cuerpo. El hombre mientras viera seguridad en su pareja no dudaría en realizar sus peticiones guiadas. —Nos vemos pronto, te amo.

La joven mujer de piel oliva, ojos rojizos naranjos, cabello negro corto y de aspecto casual de guardabosques; que estaba salvando la vida de Harry Clearwater ocasionada ante la insolencia de Bella Swan, desvía un momento la mirada del hombre auxiliado al que había dicho tales palabras, regalando una sonrisa que expresaba alivio.

—También te amo, cuidate mucho.

—Si. —afirmó con seguridad, desapareciendo con una velocidad sobrenatural con los restos del vampiro, detuviendose a metros del acantilado, nota como una figura se arroja al agua y aprovecha para arrojar lo que queda de la amenaza. Sin embargo, en cuanto iba a retroceder, recuerda que también debía alertar de esto a quien pudiera—¡Auxilio! No se nadar y alguien a caído al agua!

Y en verdad era cierto, su pareja era quien sabía nadar, no podía hacer más que esto. Además que sólo debían inmiscuirse en lo necesario, no en todo. Palabras claras y fijas de su pareja, por lo que no salvaría directamente a la causante principal de todo este lío.

Poco después Jacob Black vino en la ayuda, advertido por el grito. Arrojándose a salvar a su amada Bella. Mientras que Sam Uley se encontraba con el hombre.

—¿Quién eres?

Siendo así como uno del par de salvadores había sido retenido y por bastante tiempo por el protector Quileute, haciendo que la costumbre de llegar cinco minutos tarde se expusiera nuevamente frente a su pareja. No había momento en que el mundo conspirara en hacerlos sufrir con la distancia.

—Yo...

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