Capítulo 10: Apetito

—Deberemos evitar que la reserva o Forks esté en peligro, si dices que vendrán neófitos —dice Thomas pensativo al sentarse en el sillón de la sala, tras ver a su mujer ser guiada por Leah hasta un lado suyo.

—¿No sería mejor dejar a los demás solucionarlo? No es nuestro asunto. —comenta Leah una vez sentada en el asiento individual.

—Ni lo uno ni lo otro. Es parte de nuestro asunto, pero no somos responsables de ello. No intervenir es lo mejor, pero deberemos crear algunas cosas para evitar riesgos próximos para nuestra estadía. —piensa en alto, Runa quién se acerca sigilosamente al cuello de su esposo.

—¿Crear? ¿A qué te refieres? —pregunta Leah extrañada.

—Cómo vampiros siempre estamos implicados si estamos cerca al no hacer cumplir la ley de exponer nuestra existencia al humano, por lo que entiendo tu punto. —piensa Thomas aunque siente un escalofrío al comprender que haría su esposa.

—Te parecerá una tontería pero... Tendremos 6 meses para crear el primer condon resistente para relaciones humana-vampiro, sino estaremos en problemas. —admite Runa mientras desliza sus labios hacia su presa. —Permiso mi cielo.

—A-adelante amor. —tartamudea Thomas tras ese roce.

—¿Pero quien en su sano juicio tendría sexo con un vampiro? —espeta totalmente compungida Leah ante dicha información.

—Edward e Isabella, ambos no piensan demasiado en las consecuencias que sus actos podrían acabar, tal vez iniciando otra guerra tras sus deseos impulsivos o no pensados. —empieza a decir Runa muy segura de lo que esos dos siempre podían causar.

—¿Tan idiota es Isabella Swan? —pregunta con asco y enojo Leah.

—Cariño, no olvides que ella es humana, capaz puede recordar los conceptos básicos que cada figura maternal explica al entrar en la adolescencia, tal vez eso pueda... —empieza a decir Thomas, idealizando una ilusión, aunque despreocupado.

—Tal vez hubiera funcionado eso si... A Edward Cullen hubieran dado esa charla informativa, pero debo recordarles que... El falleció, su madre también en tiempos que ambos eran humanos, así que, el vampiro premiscuo cree que no es fértil y no se va a cuidar creyendo que es infértil. Caerá en la tentación y nunca se ha informado de tener en sus bolsillos condones —expresa bastante molesta ante la falta de conocimiento en el asunto, si eso hubiera existido la situación sería distinta.—¿cuando se crearon los condones?

«¿Porqué nunca llevan condones en sus bolsillos? Acaso la época no ameritaba que los conocieran? Acaso los vampiros nunca piensan en ello?Aunque sea por prevención y costumbre de vida pasada» pensó con tantas dudas Runa.

—No tengo idea, pero... ¿Porque pareces saber tanto de los Cullen, Runa? —pregunta intrigada Leah, sin siquiera saber que decir al respecto. —No creo que cada Cullen vaya contando su vida a cualquiera por el suelo que pisen.

Mientras que Thomas, el esposo metamorfo de lobo, si que se quedó pensando, hasta que recordó que tenía un libro de curiosidades en la biblioteca pequeña que había nacido tras la fascinación de su mujer por tener lecturas fantasiosas para hacerlo dormir o dormir juntos.

—Ahora ya vuelvo. Creo saber cuando, cariño. —dice Thomas pero antes de seguir recordando que su mujer casi se estaba por alimentar de él como siempre ocurría. Se levantó y dio medio paso y voltea la cabeza para decir: —Explicárselo esos motivos al igual que tu hambre, no querrás que se horrorice por terceros, amor.

Dicho eso, Thomas dejó un beso en la frente de su mujer y se perdió tras un portal de la casa, a la mano derecha en el hogar. Dejando solas a Leah y Runa enfrentadas, al estar en sillas lejanas.

—¿Más información que no se? Carajo, cuanto mistério ocultas mujer? —pregunta Leah intrigada y brusca, la nativa.

—Thomas tardará en volver, así que, ven cerca mío y te explicaré lo que ocurre. Siento que podrás percibir lo que es mi problema con el hambre para no dar tantas vueltas como suelo hacer. —responde con una sonrisa nerviosa la mujer de aspecto punk y ojos rojizos anaranjados.

Leah algo desconfianza se cambia de asiento y en cuanto deja solo unos centímetros o una mano de distancia entre ellas, logra sentir el hambre voraz de su impronta engullirle tanto que su estómago se encogió porque fue una mezcla extraña que llegó a dar un pulsación en su zona íntima.

—¿Qué clase de hambre o apetito tienes? —jadea nerviosa Leah.

—Desde ya hace tiempo, no recuerdo exactamente cuando... Tuve mucha hambre y no había forma de llegar rápido hacia una víctima que debía ser castigada o bien, volverme animavoro: vampiro que se alimenta de la sangre de animales y no de la sangre de humanos, dicho esto... No tuve ni opción de evitarlo, thom al ver que me estaba volviendo loca, que me alejaba para no dañarlo. Tomó una decisión riesgosa pero que también cambió muchas cosas en nosotros, lo mordí... Me alimenté de él.

Leah queda absorta, en shock por la confesión de su impronta pero al notar entre todo eso su mirada de vergüenza y culpa, supo que en ese momento no se sintió muy bien al haberlo hecho.

—¿y...? ¿Lo convertiste? Le hizo daño? —pregunta Leah con cierta preocupación por el moreno.

—No lo maté, mi hambre se sació con su sangre pero también descubrimos que el hambre no era uno normal como los demás, no mordí atacando por más que estaba un mes sin alimentarme. No expulsé tanto veneno ni lo hice para matar, sino que... Lo mordí deseosa de causar otra sensación que no sea dolor, sino placer... Y sucedió lo que no creía capaz, el deseo carnal nació, compartimos y nos unimos tras alimentarme. Thomas se convirtió en híbrido de vampiro y lobo, porque las mordidas por más que no contengan el veneno capaz para hacerlo vampiro en una sola vez, se quedan restos que cada vez fueron siendo adaptados en su cuerpo para mantener a dos especies en el mismo. No lo mató el veneno porque es mi compañero. Mi esposo y siempre lo va a ser. —termina diciendo Runa.

—¿Qué pasará conmigo? —pregunta Leah ciertamente incomoda al respecto de que su impronta sea un vampiro, pero que tampoco sea su compañera pero por alguna forma ella sentía algo de lo que había escuchado que le pasó a Thomas, por lo que no comprendía.

—No lo sé... ¿Que sientes Leah? —pregunta con una voz rasposa que hace que la piel de la nativa se estremeza y sienta la húmeda donde nunca creyó nacer por una mujer. —No es obligatorio, puedes irte a tu habitación, yo estaré esperando a Thomas para alimentarme.

—¿Pero porque no te alimentas de otra persona lejos de aquí, porque es de él... O tal vez de mi? —pregunta Leah, con cierto temor.

—Porque no es correcto castigar al humano aún cuando se lo haya ganado, el destino y el karma siempre se encarga de uno... Y realmente no tengo ganas de entrar al falso veganismo. —dice Runa tan sincera y abrupta que parece amenaza.

Leah tal vez lo había sentido bruta pero la comprendía, ni lo uno ni lo otro era lo correcto siendo un humano lógico, pero ella era vampiro y sin sangre, podría acabar volviéndose tal vez loca.

—¿Necesitas ahora eso... De mi? Dime si lo necesitas, si no lo necesitas... Te arrepentirás y me dejaras botada como una basura... No quiero que juegues conmigo, Runa; a ustedes no les gusta el poliamor—dice Leah entre rencorosa, insegura y con una mirada que da a entender que ya no quiere mas daño.

Runa traga saliva, Leah tenía razón, no sabía si era correcto lo que estaba por hacer, pero si Thom dijo que se lo contara era porque confiaba en ella y si era lo que tenía que pasar pasaba. Tal vez los tres juntos se ayudarían mutuamente en esta extraña situación, pero lo que menos quería era obligar a Leah. No la botaría pero si se sentía culpable de haber mordido, no podría evitar dañarla con su distanciamiento. Lo había hecho igual con Thom tras morder lo, se culpó por ser débil y lastimarlo.

—No quiero lastimarte. Esa nunca ha sido mi intención... Decide eso por mi... ¿Qué crees que necesito, Leah? —pregunta Runa ligeramente incomoda al sentir que su hambre y deseo empezaban a hacer que su visión sea borrosa, por lo que se iba alejando ligeramente de Leah.

La abstinencia siempre intentaba practicar, la verdad.

—¿Qué pasa si me muerdes y yo te muerdo? Sabes que no habrá retorno tras eso no? —pregunta a la defensiva —Yo siento la necesidad de ayudarte pero algo en mi está también encendiendo se.

Runa traga saliva y se muerde los labios, si era realmente sincera... En su vida humana anterior, ella había tenido crushes con mujeres pero eso nunca le funcionó, siempre la terminaban odiando o de alguna manera la veían con asco, por lo que no quería arruinar nada con Leah, la quería para ella pero también cuidar. Leah era suya, y... Tal vez ella también debería ser de Leah.

Por lo que se sintió intimidada ante el deseo de su propia fantasía ser saciada, nunca había tenido algo con una mujer porque siempre se había dicho: "las mujeres y yo no se llevan ni van, es mejor no jugar con eso." Pero ahora no era juego. Ni deseo efímero, era algo que realmente necesitaba por lo que sin más, titubeó al ver directamente en los ojos de Leah que también estaban negros del deseo, sabía que de eso la nativa no estaba al tanto pero... No quería aprovecharse de eso.

—Thombon... —lo llamó en un susurro de timidez.

El lobo que estaba en la biblioteca justito había encontrado el libro que buscaba pero en cuanto escuchó a su mujer tan tímida y miedosa, cosa que sólo pocas veces sucedía porque siempre está trataba de mantenerse firme ante todo, más por orgullo que por otra cosa. Llegó inmediatamente hacia ellas, con el libro en manos y pudo ver cómo Leah ya casi estaba encima de su mujer.

Runa lo observó y sus ojos estaban contraídos pero negros. Sabiendo lo que significaba.

—No voy a permitir que vuelvas a frustrarte. Yo cuidaré que no nos lastimes, Runa. —sentenció con suma seguridad, comprendiendo que por más que intentarán no caer a la poligamia, no lo podrían evitar, esto podría afectarles la cordura. Por lo que dejó el libro en el sillón individual, se colocó en el cabeza donde su mujer ya estaba casi recostada y aferrándose a las manos que yacían tensan y aferradas al sillón, fijó la mirada en Leah—Cumple la necesidad de nuestra impronta. Por favor.

Siendo así como Leah había sentido el palpito de deseo en su interior al igual que su corazón latiendo de una adrenalina llena de felicidad y deseo. Ayudaría a su impronta y el se lo había pedido, por lo que en cuanto llegó a la vampira, fue despidiéndose de cada ropa que la alejaba del lugar donde atacaria.

—L-l3ah... N-no te veas o-obligada... Mgh... —jadea nerviosa é incapaz de alejarla, mas que nada porque su propio esposo la había sujetado las manos como si fueran esposas y su deseo subía, se derramaba en saliva y su garganta pedía eso.

—Quiero esto y tu también.

Y sin mas, rompió la remera que ocultaba los pechos de Runa para luego directamente irse al cuello, desde allí empezar una lluvia de besos húmedos que hicieron jadear fuerte a la chica punk, que sentía como sus colmillos salían y pedían beberla.

—Vamos, cariño... Disfruta de esto... Luego te haré el amor como tanto te gusta, si? —dijo Thomas susurrando roncamente al oído de su mujer que sin duda, hizo que todos los sentidos de la vampira se encendiera. —Disfruta de nuestro cariño.

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¿Continúa con lemon?

-Si

-No

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