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Una semana había pasado desde su ultimo encuentro en la habitación. Si bien no volvieron a encontrarse dentro del club, Jennie se sorprendió cuando se encontró con Yoongi, apoyado en el callejón sucio de brazos cruzados y esperando por ella.
No se había olvidado, le prometió que volvería por ella y eso hizo. Tenía que entrar muy temprano y aún asi, estaba ahí, a las malditas 5 de la mañana esperando por ella para llevarla hasta su casa.
La primera vez se sorprendió, el segundo dia ya no pudo evitar sonreír, y el tercero simplemente se abalanzó por un fuerte abrazo de oso, de esos que solo su boxeador podría darle.
Hoy es sabado y ella tiene una función muy importante. De hecho, todos los sabados el club revienta de gente y se llena de hombres dispuestos a dejar incluso sus testamentos dentro de la tanga de alguna bailarina.
Ruby Jane no era alguna bailarina. Era la chica mas popular, tenía un rostro de muñeca y un cuerpo de infarto. Era carisima, también y es por ello que tenía pocos clientes privados, afortunadamente pudo conocer al campeón de boxeo hace unos meses.
En una noche de entre semana normal, podría hacer al rededor de 600 dólares, pero los sabados no dejaba el club sin al menos 4 mil sin contar los privados.
Podría dejarlos, podría cumplir un turno normal como alguna de sus compañeras y dejar el club mas temprano. Tenía muchisimos ahorros que planeaba invertir en un negocio a futuro, una tienda de ropa diseñada por ella. Le encantaba la idea, y desde la ultima charla que tuvo con Yoongi, cada vez se hacía mas presente.
Sabía que su fortachon no la obligaría a dejar su empleo, él era tan respetuoso y amable que podría llorar de ternura. Sin embargo, se estaba cansado de ese estilo de vida, a veces solo queria trabajar un par de horas y volver a su casa cerca de las 2 de la mañana, levantarse temprano y disfrutar los dias sin vergüenza de que algun viejo baboso la reconociera por la calle.
Suspiró mientras retocaba su vestuario y cabello. Esperaba que a cierta persona le gustara, la decision de teñir su preciado y sano cabello castaño con algunas mechas rubias no fue facil pero finalmente se había animado a un cambio. Ademas, odiaba las pelucas, picaban mucho y eran incomodas mientras bailaba en el caño.
Su vestuario era simple pero sexy, algo que seguramente le gustaría al señor Min, sabía lo mucho que le gustaba como le quedaba el negro.
Terminó de prepararse y perfumarse con sus compañeras mas cercanas, Doyeon y Yeri compartirían el escenario con ella esta noche y estaban emocionadas por la cantidad de billetes que ganarían esa noche.
El imbecil de su jefe tocó la puerta, sin importarle en realidad, y se asomó rapido.
- Cinco minutos, muñecas. Muevan el culo y ganen dinero.
Las tres asintieron pero pusieron cara de asco. No era la primera vez que ese hombre les hablaba de manera vulgar. Era obvio que le gustaba incomodar mujeres jovenes y aprovecharse de ellas.
Cinco minutos despues, se encontraban sobre el escenario, bailando una cancion nueva de rap, desplegando sus talentos innatos. Usando su cuerpo como arma y prácticamente dejando en banca rota a los babosos que se creían con poder sobre ellas.
Idiotas pensó Ruby Jane mientras giraba sobre el caño, su flexibilidad y su elegancia la habían llevado a donde se encontraba y cuando vio los billetes de 100 caer en sus tacones carísimos no pudo evitar sonreir con malicia.
No pudo evitar buscarlo con la mirada. Su boxeador no estaba por ningún lado, generalmente se sentaba en el frente, en esos sofas negros mientras tomaba whisky y la miraba fijo. Como disfrutando el hecho de que luego sería exclusivamente suya en una habitación.
Se regodeó ante el pensamiento y se dejó llevar con un baile mas perverso y sensual pero igualmente agraciado. Nadie estaba a la altura. Solamente Ruby Jane podría bailar de esa manera en un tubo, con una cancion sucia de fondo sin parecer vulgar.
Los billetes llovían, los halagos volaban y las diminutas ropas que llevaban en un principio estaban en el piso.
Jennie deseo sentirse observada por un solo hombre, pero lamentablemente no pudo sentir sus ojos sobre ella en la presentación. Las luces podrían cegarla por momentos pero ella sabía cuando él la miraba, podía percibirlo.
Cuando su turno terminó, bajó del tubo y recogió sus ropas. Escuchó a varios hombres gritandole, alabando sus curvas, su ropa, sus movimientos y pidiendo un descuento para un baile privado. Ugh, fracasados.
Junto todo el dinero que pudo pero ni con su enorme bolso podría guardar todo. Dejaría que los de limpieza y seguridad se encargaran de juntar los billetes como todos los sabados. En un par de minutos de seguro entrarían a los camerinos con bolsas llenas de dinero e incluso joyas. Ya estaba acostumbrada.
Se propuso terminar por esta noche. Estaba cansada y quería volver a su casa, quiso cambiarse de ropa urgente para luego hablar con su jefe aunque éste se adelantó e ingresó al tocador de las bailarinas como si fuera su maldito dueño. Bueno, lo era, pero sólo del club.
- Necesitamos hablar, Ruby. -dijo cortante y se retiró. Sus compañeras la miraron curiosas pero ella se encogió de hombros, no tenía ni idea de que podrían hablar.
Obediente, siguió el camino hasta la oficina del jefe. Salió de sus camerinos, pasó por las habitaciones de los bailes privados y finalmente llego a la ultima puerta del enorme pasillo.
Hyunsuk la esperaba sentado, tranquilo, fumando y dejando que la maquina contadora de billetes haga lo suyo.
- ¿Para que me buscaba? -preguntó educada, sentándose frente al escritorio.
- Estuve pensando en lo que me dijiste el otro dia, sobre relegar los bailes privados y solo dedicarte a las presentaciones. -contestó largando el humo de su cigarro, mirandola fijo. -No creo que pueda permitirlo.
Jennie tragó con enojo. ¿Quién se creía ese viejo engreído para, practicamente, no dejarla renunciar?
- Vera, jefe, la verdad es que me gustaría tomarme un descanso. -dijo tratando de contener la calma y no gritarle. -Me gustaría tener un trabajo mas tranquilo y no volver a casa luego de las cinco de la madrugada, no me esta haciendo bien este estilo de vida. -explicó tratando de que entienda.
Pero Hyunsuk no estaba dispuesto a escuchar razones.
Sonrió de lado, cuando vio a su bailarina estrella entre preocupada y molesta. Oh si, esa chiquilla era mas transparente de lo que creía y él se regodeaba con eso.
Se levantó de su asiento y caminó en direccion a ella, quien se puso muy nerviosa cuando su jefe se paró detras suyo y se inclinó peligrosamente cerca de su cuello.
Que asco.
- Entonces podrías hacer algo para que yo... cambie de opinión. -susurró en su oido, dandole un escalofrío de esos que no dan placer, solo asco y terror.
Jennie abrió los ojos con miedo y se paró de inmediato con intención de salir de esa habitación, pero su jefe era mucho mas alto, mucho mas fuerte y mucho mas prepotente.
- No terminamos de hablar, maldita puta. -dijo con veneno, mirandola desde arriba, haciendola sentir pequeña mientras apretaba su brazo.
Ella jadeo de miedo y terror, quería correr lo mas rapido posible. Sabía que el tipo era un pervertido pero no pensaba que daría tanto miedo bajo esa mirada de terror. Él solo se regocijo al verla temer.
- Suelteme, señor Yang. -dijo con la voz firme, tratando de separarse, tirando de su brazo. -No debería estar haciendo esto, soy solo su empleada.
- Así es, y como mi empleada te exijo que cumplas con mis caprichos. -murmuró antes de lamer su cuello, con su lengua aspera y fea. Jennie se retorció, tratando de sacarselo de encima y cuando sintió sus manos encima de su cintura, sintió verdadero panico de lo que pudiera pasar.
Sin pensar en nada mas, con el revez de su mano golpeó su cuello y con su rodilla lista, golpeó su entrepierna, haciendo que el hombre cayera frente a ella, gimiendo de dolor.
Reaccionó rapido y se dispuso a escapar. Luego de abrir la puerta y correr, escucho los pasos de Hyunsuk a sus espaldas, acechandola como un monstruo.
El pasillo parecia infinito y la meta de llegar aunque sea al escenario del club, donde él no podría hacerle nada, se veía muy lejos. Empezó a derramar un par de lagrimas sin querer, ella no era una llorona pero la desesperacion por escapar de ese hombre horrible era mas fuerte. Los tacones tampoco ayudaban.
Sintió su mano grotesca rodear su brazo de nuevo, provocando un grito dolorido y de horror, no quería saber lo que le esperaría. No solo podría perder su empleo sino que ese tipo podría hacerle algo horrendo a su cuerpo.
En ese momento, una voz fuerte se hizo notar, haciendo que su jefe mirara al frente y que ella llorara de alivio.
Su Yoongi, su boxeador y salvador se encontraba allí, frente a la puerta de la habitación que solía reservar para ellos. Los miró interrogante por un momento pero al ver sus lágrimas, su rostro asustado y su brazo ser apretado por Hyunsuk, su semblante cambió totalmente.
- ¿Que mierda crees que haces?
Amenazante y peligroso, asi se escuchaba, una sutil amenaza que el jefe de Ruby no pasó por alto. Soltó el delicado brazo de la bailarina y ella, sin esperar mas, se abalanzó sobre el pelinegro, aferrandose a su torso todavía temblando.
El campeon de boxeo podía sentirla temblando como una hojita, asustada y hundiendo su rostro en su pecho, buscando su proteccion.
Hyunsuk trató de voltear para volver a su oficina pero el grito de Yoongi lo hizo paralizarse.
- ¿¡Que mierda le hiciste!? -gruñó enojado, apretando a Jennie con un brazo mientras trataba de acercarse a dueño del club.
Sabía que el desgraciado era un pervertido asqueroso, lo había visto nalgueando a sus empleadas y diciendoles cosas denigrantes pero nunca a Jennie, hasta el momento.
Hyunsuk no dijo nada, quedó parado, practicamente inmovil, con miedo recorriendo su espina y boqueando como un niñito al cual encuentran haciendo una travesura. La unica diferencia es que él no era un niñito y que Min Yoongi estaba viendolo fijo, como si en cualquier momento pudiera saltarle encima directo en la yugular.
Jennie se apretó mas a él y negó, mirandolo por primera vez.
- Vamonos, vamonos ahora. -susurró, rogandole olvidar ese momento e irse a su casa, era lo que mas necesitaba.
- Y-yo... -tartamudeó el dueño, no sabía que decir. Siempre de salía con la suya pero no sabía que el mejor boxeador de Corea estaba tan colado por la bailarina estrella.
Su cuello estaba en juego, de seguro se lo partiría en un segundo. Tragó duro al verse acorralado con solo sus ojos. ¡Era ridiculo! ¿Cómo podía ese hombre infundar tanto miedo con solo una mirada?
Yoongi se quitó la chaqueta que portaba y la puso sobre los hombros de Jennie, luego acarició su cabello y la apretó contra su costado.
- Si me entero que le hiciste algo, te voy a romper las piernas, ¿me oíste? -amenazó con furia, su rostro podía suavizarse al verla a ella pero ese asqueroso malnacido no merecía su piedad.
Ya bastante que lo dejaría libre sin un solo golpe.
- Aprende a respetar a las mujeres, maldito imbecil. De no ser por ellas no tendrías todo esto. -dijo, y finalmente, se dispuso a retirarse con su chica.
Aunque... dejarlo así como si nada no le dejaba un buen sabor en la boca. Gruñó al escucharlo caminar para el lado contrario. Se merecía un correctivo.
Se separó de la castaña para tomar la camisa sudada de Hyunsuk y, sin que se diera cuenta, le propinó un golpe de puño tan duro en su nariz que lo dejo sangrando en el piso. Pudo escuchar un ligero 'crack' y con satisfaccion lo observo desde arriba.
- No eres mas que un asqueroso infeliz, mas te vale no volver a acercarte a ellas porque volveré por ti y no seré benevolo contigo.
Una ultima mirada y retomó su camino, tomando la mano de una asombrada Jennie, quien lo seguía pegada él, haciendose pequeña y suspirando con tranquilidad.
Con Yoongi estaba segura.
Pasaron por su tocador, vacío por suerte y junto sus pertenencias mas el dinero que le correspondía esa noche. Confiaba en sus compañeras, siempre repartían todo equitativamente.
Cambió su atuendo provocativo por un conjunto deportivo celeste pastel y sin esperar mas, volvió con Yoongi, quien la acompañó hasta su auto como siempre.
- Ven conmigo. -pidió, mientras Yoongi la abrazaba fuerte, ella contra la puerta.
- ¿Estas segura? -preguntó paciente.
- Por favor. -rogó mientras el acariciaba su mejilla con su pulgar. Él asintió, si ella lo necesitaba entonces la acompañaría.
Manejo él, dandole un poco de espacio para respirar mientras entrelazaba sus manos y manejaba con la izquierda. Jennie se permitió respirar tranquila y cerró sus ojos disfrutando del viento de madrugada.
Una vez que llegaron al edificio donde vivía, insistió para que suba con ella.
Su departamento era todo lo que esperaba y mas. Ordenado, minimalista, con olor a coco y vainilla y un pequeño perro marron esperaba por su dueña durmiendo en una camita al costado del sofá.
Ambos se sentaron en él y tan pronto como Yoongi se acomodó, ella se subió en su regazo como un koala.
- Gracias. -susurró, con la voz un poco quebrada. Yoongi acarició su espalda y negó.
- Siempre que me necesites.
- ¿Que hice para merecerte? -preguntó mientras se separaba y lo miraba a los ojos.
El rió y se encogió de hombros.
- Solo ser la mujer mas increíble del mundo.
Jennie sonrió, sonrojada y feliz de por fin, animarse a dejar la entrada abierta para que ese hombre llegara a su corazon. No faltaba mucho.
De hecho, muy en el fondo sabía que él ya se encontraba alli.
Y no lo dejaría escapar.
Fin.
espero que hayan disfrutado de leerlo tanto como yo disfrute escribirlo ♡♡♡ cuidense mucho, dejen su estrellita, tomen agua y usen alcohol en gel!! i love u guys
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