Orígenes opuestos
No sabía mucho de mi origen, y lo poco que había escuchado del distrito suburbano a la corta edad de 7 años había sido narrado por Viktor, a diferencia de mi, él si recordaba su vida antes, al ser más grande. Recordaba estar muy enfermo y como su madre lo acurrucaba, recordaba como perdió a sus padres luego de una emboscada de oficiales, y recordaba como su interés por la ciencia empezó, al ser aprendiz de un exiliado científico el cual nunca mencionaba su nombre, y como el profesor Heimerdinger lo rescato, nunca me dijo de que exactamente, pero aquello que vio aquel día cambio por completo su perspectiva de la vida; no me imaginaba que podía ser peor que ver y recordar perder a tus padres, y supongo que tampoco deseaba saberlo.
Mi hermano mayor era bastante frío y aislado de todos, "Una rata de laboratorios", recuerdo pasar horas y horas de niña viendolo estudiar y hacer experimentos fallidos, y muchos otros tanto siendo un éxito, él siempre fascinado con sus investigaciones; yo por el contrario, aunque también crecía siendo educada de la mejor manera, mi interés estaba centrado en como ayudar a mi hermano. Quería curarlo, curar su enfermedad, desde muy niña leía largos libros de anatomía y fisiología, estudiaba el funcionamiento humano, sin embargo, yo no era tan constante en el estudio como él. Aún así, mientras más crecía poco a poco el propósito de ayudar a mi hermano crecía más en mi, crecí junto a ese propósito, quería sanar a los demás, quería sanarlo a él.
Era una niña muy ignorante en aquel entonces, nunca había sido consciente de las necesidades afuera y menos de las necesidades en el distrito suburbano, de dónde realmente provenía, pero eso cambio, supongo que Jinx cambio mi propósito al sumirme en su locura, irónicamente abrí los ojos. Jinx... siempre odie ese nombre, Powder era mucho más propio, mucho más humano; pero en aquel momento no lo sabía.
No recuerdo en que momento se empezó a expandir la noticia que en el bajo mundo el shimmer, se estaba apoderando de las calles, una droga capaz de potenciar las cualidades humanas que estaba volviendo un caos a todos; pero no nos adelantemos en los hechos, esto no fue antes de saber que mi hermano empezase a trabajar con Jayce en como controlar la magia, aún era una niña, antes de que su proyecto se volviera revolucionario para la ciudad, antes del caos...
— ¿Crees que podamos hablar? —Miro expectante a Viktor recargadome en el marco de la puerta de su laboratorio, sabía cuánto odiaba que lo interrumpirán mientras trabajaba, y también sabía que tan obsesivo podía llegar a ser con respecto a sus proyectos, privandose incluso de comer o bañarse por dias, está vez su investigación parecía tratarse de algo más grande y peligroso.
Suspira pesadamente antes de mirarme con ojos de reproche — Solo un minuto Lili, hay muchas cosas en juego debo terminar...
— ¡Jayce tuvo un juicio por esta idea hace pocos días, Heimerdinger ha manifestado su desacuerdo, lo desobedecieron, y no entiendo porque ahora todos parecen estar centrados en este alboroto! —Me mira a los ojos serio, sabía lo que significaba, se venía un sermón, uno de esos de hermano mayor que te hacían sentir estúpida.
— Lili este descubrimiento es mucho más de lo que nos imaginamos, me debiste ver flotar con Jayce, esto cambiará vidas, puede ser el comienzo de una nueva era, el estabilizar las gemas, domar la magia, imagínate por un segundo todas las posibilidades —Habia ese brillo en sus ojos mientras me comentaba, entendí cuan importante era para él. Hace una pausa analizandome, aún así, yo no estaba nada feliz, me asustaba, Heimerdinger era muy sabio y me temia de que siempre tuviera razón, que la magia fuera símbolo de destrucción, Viktor se acercó a mi despacio, apoyado en su bastón con dificultad, me dolia verlo triste despues de estar tan emocionado contándome una de sus ideas, — Solo confia en mi, por favor, esto será grande, pero necesito que creas así como yo creí en esto.
— Está bien —Dije lo que ocasionó una gran sonrisa en su rostro — Solo ten cuidado, ¿Sí? Se que todo esto es por un propósito noble.
— Eres muy inteligente para ser tan pequeña, ¿Eh? —Revolotea mi cabello rubio haciéndome reír — Tendré cuidado, por cierto, necesitamos un nombre para esto, ya sabes, uno cool — Dice la última palabra tratando de imitarme, lo que me hace torcer los ojos.
— Mm, ¿Qué tal blue-gommy?
Se ríe negando con la cabeza, — No creo que a Jayce le agrade mucho.
Pienso por un momento frunciendo la nariz — Y... Hextech...
— Que juego de palabras tan curioso, me gusta, vamos, ya sal de mi laboratorio ¿No deberías estar en clase pequeña alborotadora? —Menciona en broma acompañándome afuera y cerrando la puerta después de despedirse.
Siempre supe que Viktor estaba hecho para cambiar el mundo, guardaba la esperanza de que el mundo no lo cambiará tanto, que no fuera cruel.
[•••]
Mientras los estudios y la innovación crecían en Piltover acercándose el día del progreso y Jayse uniéndose al congreso, en Zaun, se narraba otra historia, perdiéndose en el brillo y la delincuencia, la carencia del distrito suburbano era cada vez más evidente.
Narra Powder
Desde la penumbra de mi memoria, Zaun siempre fue un lugar donde los sueños iban a morir. Las sombras eran densas, el aire pesado con el hedor de químicos y desesperación, pero para mí, era el único hogar que conocía. Allí, entre los ecos de tuberías oxidadas y las luces parpadeantes de un mundo olvidado, había algo que me mantenía viva: Vi, mi hermana, después de perder a mis padres al ser asesinado por guardias de Piltover y de que Vander nos acogiera como sus hijas, mi todo fue Vi. Ella era la fortaleza que yo no podía ser, la voz que rugía donde la mía temblaba. En sus brazos, sentía que la oscuridad no podría alcanzarnos nunca. Éramos invencibles, o al menos, eso quería creer.
Cuando éramos pequeñas, me decían que era un desastre. Torpe, débil, una carga. Recuerdo las palabras de Mylo y Claggor, pero Vi siempre me defendía. “Ella es más fuerte de lo que piensas”, decía. Yo quería ser eso, quería ser fuerte para ella, para demostrar que podía pertenecer a su mundo de valentía y lucha. Pero cada intento de ayudar se convertía en cenizas en mis manos. Mis inventos, mis esfuerzos, todo parecía torcerse y acabar en desastre. ¿Cómo podía ser útil cuando todo lo que tocaba terminaba roto?
Y entonces sucedió ese día. El día en que todo colapsó.
Recuerdo el primer sonido, una explosión que desgarró el aire como un grito desesperado. Habían planeado algo grande, pero yo no quería ser solo una espectadora esta vez. Quería ayudar. Así que usé uno de mis juguetes, un pequeño mono con platillos y lo combine con una de esas peculiares gemas azules, que había robado en aquella ocasión, cuando nos colamos en un laboratorio de Piltover con el fin de obtener un gran botín, lo arruine, como siempre solia hacerlo; pero esta vez tenia la esperanza, esa pequeña máquina que construí debía marcar la diferencia, está vez debía funcionar. Y lo hizo, pero no como esperaba. Las llamas lo consumieron todo, el aire, las vidas, nuestras esperanzas.
Cuando el humo se disipó, lo vi en los ojos de Vi. Dolor. Ira. Desilusión. Pero lo que más me desgarró fue la culpa, esa culpa que se enroscó en mi pecho como un animal rabioso. La única persona que creía en mí, ya no lo hacía. Vi se apartó, y en ese momento, mi mundo se rompió más allá de lo reparable.
Quise gritar, quise explicarle que no lo hice a propósito, que solo quería protegerla, pero mis palabras se quedaron atrapadas en mi garganta. Y luego… se fue.
En mi soledad, fue Silco quien me encontró. No era un héroe, no era un salvador. Era un hombre tan roto como yo. Sus palabras eran frías, pero ofrecían algo que nunca había tenido: aceptación. “Eres perfecta tal como eres”, me dijo. ¿Perfecta? Nadie me había llamado así antes. Para Vi, siempre fui una carga. Para Vander, un peso que cargar. Pero para Silco, yo era algo más.
Y así, me sumergí en sus promesas. Dejé que su mundo me moldeara, que su locura se entrelazara con la mía. Porque en ese caos, en esa furia desenfrenada, encontré un nuevo tipo de fuerza. Ya no era Powder, la niña débil. Ahora era Jinx, un torbellino de destrucción que nadie podía controlar.
Pero en las noches, cuando el ruido se apaga y el eco de las explosiones se desvanece, todavía escucho su voz. Los escucho, me juzgan, me critican, los odio, me odian, los extraño, una combinación que no puedo controlar, incluso ahora, mientras armo mi próxima máquina infernal.
La era del brillo llegó cuando Vander falleció, ahora, todo parecía más oscuro.
— ¿Qué estás tramando niña? —Pregunto expectante Silco, mientras inyectaba en su ojo roto una dosis de brillo para mantenerlo funcional.
— ¿Que no es obvio? —Reí con cinismo, — ¡Hacer boom! —Hago la seña con mis dedos apuntando a su frente con una risa sádica en mis labios — Y volar a todas esas ratas con traje elegante —Silco sonríe y me da unas palmaditas en la cabeza.
Se retuerce quejándose del dolor intenso al inyectar la sustancia en su cuerpo, siempre disfrutaba oír sus huesos al hacerlo, — Bien hecho, pequeña —Menciona en un suspiro reincorporandose en su escritorio.
Trabajar con objetivo nunca fue mi fuerte, pero está vez deseaba algo... Tener nuevamente una de esas gemas.
— Andy
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